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Rosa Eugenia Saavedra y Maria Alejandra Mora[1]
La extinción actual y prevista de especies de agua dulce y el deterioro en los ecosistemas que son vitales para nuestros recursos hídricos destruyen la base para el desarrollo sostenible de comunidades y sociedades. Solo en el último siglo, ha desaparecido más del 50% de los humedales del mundo desarrollado.
El Valle del Cauca es un departamento dedicado tradicionalmente a la agricultura, la cual hoy día se basa de manera casi exclusiva al monocultivo de la caña de azúcar. El crecimiento de tal cultivo ha resultado en un paisaje casi completamente homogéneo en la parte plana de dicho departamento.
Palmira es un municipio del Valle del Cauca, donde el único componente natural es dicho monocultivo, con muy pequeños parches de bosque y humedales, los cuales juegan un papel crítico en el mantenimiento del agua y además funcionan como exclusivos refugios ecológicos para muchas especies silvestres en vías de extinción. Desafortunadamente, muchas de estas zonas están en un proceso de desaparición, en el que los bosques son talados y los humedales rellenados y desecados para expandir o adecuar áreas para diferentes fines. Otro riesgo de gran importancia sobre dichos ecosistemas lo asumen las prácticas repetitivas de la agricultura tradicional, maquinarias pesadas, y el uso de agroquímicos, los cuales contaminan el agua, degradan la salud de las comunidades, eliminan directamente muchas especies de flora y fauna, y causan también procesos de eutroficación y colmatación.
A la fecha, se podría asegurar que la totalidad de humedales, madreviejas y sus bosques aledaños en el Valle del Cauca, de una u otra manera están siendo amenazados o fuertemente impactados debido a las actividades antrópicas. La importancia de tales recursos ecológicos y acuíferos naturales resalta la necesidad de conservar dichos humedales.
El humedal de Timbique es un complejo de humedales que nace en el Bolo La Italia. Sus aguas lénticas corren por el Bolo San Isidro y Alizal hasta llegar al río Bolo. Debido a que todo el recorrido del humedal está en predios privados, éste era casi completamente desconocido por la comunidad de la región. De hecho, él aparecía dentro de la cartografía del IGAC y de CVC como Zanjón Timbique.
El Bolo La Italia, San Isidro, Alizal y Barrio Nuevo son corregimientos ubicados al sur del municipio de Palmira, con más de 5000 habitantes. La mayor parte de la población la conforman familias nativas de la región, de tradición campesina con pequeñas fincas dispersas las cuales les provee el sustento diario, y los pocos excedentes son llevados a la galería de Palmira. El Bolo San Isidro es el mayor centro poblado, su población está concentrada sobre la margen derecha e izquierda de la carretera Panamericana.
Desde hace más de seis años, algunas familias del Bolo San Isidro, iniciaron actividades voluntarias, con miras al reconocimiento, divulgación, concientización comunitaria, recuperación y defensa del humedal de Timbique, ecosistema que según los abuelos fue de gran importancia social, ambiental y económica.
Empezando con un desconocimiento casi total sobre la importancia de los humedales, estos ambientalistas Boleños buscaron profesionales versados en dicho tema y visitaron el humedal muchas veces, con la ayuda y participación permanente de los dignatarios de las Juntas Comunales. Ellos dejaron sus conocimientos y también la recomendación de no dejar perder ese “complejo de humedales”. De ahí se identifico la necesidad de luchar para preservarlo y así conservar el agua de hoy y del mañana. Es de anotar, que el humedal está en un área de recarga de acuíferos lo que lo hace muy frágil a la contaminación y posible desaparición de sus cuerpos de agua.
A mediados del año 2000, se conforma el grupo comunitario Fundalimento constituido por 15 familias del sector, cuya labor principal es trabajar sus pequeñas fincas, preservando los recursos naturales para mantener un ambiente sano y el compromiso de recuperar y salvar el humedal de Timbique. Como estrategia principal se dieron a la tarea de que la comunidad reconociera el humedal y se comprometieran en la lucha de preservarlo. Esto se ha logrado mediante acciones como:
1. Recorridos ecológicos sobre el humedal con niños, jóvenes y adultos de la comunidad y de otras zonas; para escuchar de los abuelos la historia del humedal. Dichos recorridos sirvieron para llevar un registro fotográfico, que evidenciaba los daños permanentes en distintas zonas del humedal.
2. Recorridos por el humedal hasta llegar al área del hallazgo arqueológico precolombino de la cultura Los Bolos (Malagana, 1992), para apropiarse como comunidad de todos esos conocimientos que arqueólogos y estudiantes de otras latitudes encontraban a diario en su entorno, analizarlos y poder concluir que Timbique fue parte importante de todos esos ancestros precolombinos, al igual que de los abuelos.
3. Propuestas a los profesores de biología y ecología de las instituciones educativas del sector, para involucrar a Timbique dentro del PRAES para que todos los jóvenes lo reconocieran.
4. Denuncias permanentes de la comunidad ante las entidades ambientales (municipales, departamentales y nacionales), para evitar daños al humedal, pero dichas denuncias no lograron el efecto esperado por la comunidad y cada vez mas el humedal sufre un deterioro permanente.
Pero toda esta lucha y apropiación comunitaria por preservar y conservar el humedal ha dado frutos:
1. Reconocimiento comunitario. El Humedal de Timbique es reconocido a nivel local, regional y nacional como un ecosistema de gran importancia al que hay que preservar.
2. Reconocimiento jurídico. Esta zona fue declarada como área de gran importancia hídrica, ecológica y arqueológica dentro de la región, incorporándolo en el Plan de Ordenamiento Territorio (POT) del municipio de Palmira. Eso incluye la formulación de un plan de manejo y la compra de cinco hectáreas en un plazo no mayor de un año (marzo 2001) para preservar sus nacimientos.
3. La liberación de una franja de diez metros en gran parte de sus orillas, la cual ha sido sembrada de guadua, mermando así el impacto negativo de las quemas de la caña de azúcar sobre los cuerpos de agua y sobre la vida que ellos albergan. La comunidad ha cuidado dichas plántulas con riegos en verano y limpiezas en invierno.
4. Formulación del plan de manejo por parte del grupo comunitario Fundalimento, contratado con la CVC. La fundación realizó convenios con la Universidad Nacional, Universidad del Valle, Inciva y ONG ambientales del municipio, para que entre todos se realice un excelente trabajo (hoy en proceso).
A pesar de que el humedal se encuentra protegido jurídicamente (POT de Palmira), en enero de 2001 se empezaron trabajos de ampliación de la carretera Palmira-Candelaria (malla vial), lo cual produjo toneladas de escombros de concreto y asfalto que fueron utilizados para rellenar y desaparecer la laguna Los Lalos (área 6000 m2 y a escasos 30 m. del recorrido del humedal). Ésta laguna hacía parte de la dinámica del humedal y era el refugio de muchas especies y según el informe de la sección de aguas subterráneas de la CVC (septiembre 2001) “área de recarga de acuíferos, de alta vulnerabilidad a la contaminación de las aguas subterráneas y por lo tanto no se debía permitir llevar allí escombros ni materiales contaminantes”.
Con el inicio de la desaparición de dicha laguna, la comunidad empezó las denuncias y actividades, con miras a detener la destrucción de dichos ecosistemas. Este proceso concluyó con 63 documentos y desafortunadamente con la desaparición de dicha laguna. Todo este expediente fue enviado por la comunidad a la Contraloría de la República; es así como quien auditada dicha queja en la Contraloría, concluyo que la CVC desconoció seis normas ambientales, permitiendo la desaparición de la Laguna Los Lalos.
La comunidad ayudada por un abogado interpuso una Acción Popular ante el Tribunal Contensioso para que se ordene restituir la laguna, pero el fallo fue negativo y además no se interpuso acción alguna contra dicho fallo.
El impacto de este relleno con escombros sobre el humedal de Timbique es desconocido científicamente, aunque hoy día es notable una disminución dramática en sus volúmenes y calidad de agua, además de una total eutrofización, resultante del estancamiento de sus cuerpos de agua. Es por eso que todavía hoy se trabaja para que los escombros que rellenaron la laguna sean removidos y llevados al lugar que ordenó la licencia ambiental 747 del Ministerio de Ambiente. Aunque la CVC y la Procuraduría Agraria acordaron en su momento ordenar la restitución de la laguna, tales acciones no se han llevado a cabo sin explicación alguna.
Esta experiencia sobre la laguna Los Lalos, resalta la poca o ninguna efectividad de las entidades ambientales y gubernamentales encargadas de velar por los recursos naturales y los derechos colectivos a tener un ambiente sano y una vida digna.
En el año 2003 cambio de propietario el predio donde nace el humedal “Laguna El Guadual”. Desde esa fecha hasta hoy dicho nacimiento y gran parte de su recorrido ha sido degradado permanente. En varias oportunidades la comunidad ha denunciado ante la CVC, Personería ambiental municipal, Contraloría municipal y UMMA, las continuas intervenciones negativas sobre el humedal. Tales denuncias han sido respaldadas con la evidencia del impacto generado por el corte y quema del guadual, rellenos con tierra y escombros, drenaje de la laguna “El guadual” con retroscavadora, que ha desecando dicho nacimiento, y la nivelación de depresiones y reducción de las mismas para siembra de caña de azúcar.
Hoy la CVC ha proveído $9.000.000 a Fundalimento para la formulación del plan de manejo participativo del humedal de Timbique. Es difícil de entender como mientras se entrega esta pequeña suma para Timbique, al mismo tiempo se permiten intervenciones negativas que seguramente necesitaran mucho dinero y años para su recuperación?
Nuestro sueño comunitario es recuperar el humedal para que en un mañana provea de infinidad de recursos y servicios ambientales a nuestras generaciones futuras. Hoy formulamos el Plan de Manejo Participativo para que todos los proyectos y acciones que se emprendan a mediano y largo plazo, devuelvan la dinámica a este bello ecosistema que otrora fue un canal precolombino.
Los abuelos y el humedalDon Hernán Llanos y su hija Gisella recuerdan con nostalgia todo lo que les proveía el zanjón: en sus anchas vegas pastaba el ganado, exuberantes y espesos guaduales y cañamenudales lo bordeaban y ahí anidaban muchos patos, iguazas, coclies, loros, chamones, también vivían armadillos, osos hormigueros, zirigüeyas, tortugas, bocachicos, tilapias, barbudos. Pero no todo era fácil, en época de cosecha de maíz, sorgo, soya, llegaban muchos de éstos animales a querer compartir lo cosechado y había que montarles guardia para alejarlos. Las construcciones se hacían con guadua, cañamenuda, palmicha y barro, era económico pues todos los materiales se sacaban de las orillas del zanjón o del río Bolo. Todas las fincas cultivaban variedad de árboles frutales, maderables, cacao, café también plátano, yuca, maíz, papayos, papayuelas, higuillos, plantas medicinales como paico, llantén, zábila. Había mucha comida, abundante agua limpia; las familias eran numerosas, el papá y los hijos varones mayores trabajaban en la finca y la mamá con las hijas mujeres en la casa. Los domingos llegaban muchos amigos de Palmira o de otras zonas rurales a compartir en el río o en las lagunas del zanjón Timbique un buen sancocho de gallina o un atollado de pato; también se pescaba buenos ejemplares de bocachico y se fritaban con tostadas de plátano hartón o maqueño. Para los mayores de la comunidad, el zanjón Timbique fue de vital importancia pues hizo parte de sus vidas, como lo fue en la seguridad alimentaria, recreación, disfrutando así de un entorno agradable. En algún momento se rompe el encanto, las fincas cambian de dueño, cambia el entorno del humedal, reducen las vegas, igualmente la diversidad de plantas y animales; se sembraron grandes extensiones de cultivos; presionando el uso del agua, se construyeron pozos para extraer aguas subterráneas, lentamente se fue perdiendo la abundancia agrícola que hizo de este corregimiento “la despensa agrícola de Palmira”. |
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