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El Municipio de Riosucio se encuentra ubicado en la parte norte del departamento del Chocó, en la subregión conocida como el Urabá (Darién chocoano). La cabecera municipal está situada sobre la margen derecha del río Atrato, en un terreno bajo e inundable en épocas de lluvia. La Fundación Social de Mujeres Riosuceñas Construyendo Paz, Macoripaz, nace en el año 2003, debido al enfrentamiento armado que padece la región.
La base económica del municipio está constituida por varias actividades que son fuente de ingreso y/o empleo, entre las que sobresale la explotación forestal. Los bosques localizados en este municipio, en las últimas cuatro décadas, han estado sometidos a una importante explotación, debido al alto valor comercial que presentan especies como el cativo, el guino, el pino amarillo, el abarco, el roble, el cedro, el caracolí, etc. Presenta, además, gran productividad encontrándose volúmenes superiores a los 100 m3 por hectárea. En los últimos 25 años, la mayor parte de los ingresos de los habitantes provienen de la actividad forestal.
En estos suelos planos aluviales, inundables y no inundables, de mediana fertilidad, se produce maíz, plátano, arroz, yuca, fríjoles, ajonjolí, ñame, etc. Con estos productos se abastece el mercado local, y los excedentes son exportados a Turbo, Cartagena, Apartadó, Chigorodó y Carepa.
El municipio vive principalmente de la explotación agrícola, forestal y pecuaria, siendo la actividad que más personas ocupa y más ingresos genera. Algunas otras actividades primarias son la ganadería extensiva y el cultivo de palma africana. Las familias afrocolombianas, mestizas y mulatas instaladas en Riosucio, debieron dejar sus sitios de origen para salvar sus vidas.
Las cuencas del río Truandó, Salaquí, Cacarica, y las riveras del río Atrato, en su parte baja, sufrieron del flagelo de la vio lencia. Este fenómeno llevó a que muchas familias tuvieran que asentarse en la cabecera del municipio de Riosucio, padeciendo problemas de hacinamiento y desempleo, así como la falta de educación para sus hijos, hambre y enfermedades, a causa del desplazamiento forzado que tuvieron que sufrir las familias provenientes de las diferentes cuencas antes mencionadas. Estas familias tuvieron que llegar a la caecera municipal y buscar como sitio de refugio casas de los familiares y escuelas.
La situación de desarraigo y la ausencia de oportunidades ocasionaron preocupación en las madres, los jóvenes y en la comunidad, en general, al no saber qué hacer ante la falta de un hogar, de comida, de trabajo, de salud para los niños, que son los que más sufren en las situaciones de hacinamiento. Era tal el desespero y la falta de apoyo que muchas jovencitas vendían su cuerpo, viendo en esta la única forma de conseguir el sustento para sus hogares.
Los jóvenes que querían cumplir el papel de padres se desesperaban aún más, sabiendo que todo lo que esta guerra ha provocado son muertes, angustia, desespero, impotencia, desarraigo de las tierras, pérdida de la propia cultura y dependencia total a las pocas ayudas estatales que llegan.
Por todas estas dificultades mencionadas, un grupo de mujeres desplazadas; entre ellas viudas por la violencia, quienes por el conflicto pasamos a ser madres cabeza de familia; tuvimos la idea de organizar - nos y empezar hacer actividades para recolectar fondos para ayudarnos en nuestras casas y ayudar también a nuestras familias.
Como no contábamos con recursos económicos, cada miembro aportaba de lo que tenía en la casa. La primera actividad fue un arroz de leche, para lo cual unas mujeres aportaban el arroz, otras la leche, la canela, el azúcar, y así se completaba la lista de ingredientes. Una vez preparado el arroz con leche salimos a venderlo en las calles, en locales comerciales e incluso en las casas de los amigos. Esta primera actividad fue un éxito porque había mucho entusiasmo, energía positiva y ganas de salir adelante.
Luego de la primera actividad, y ante el éxito experimentado, surgió la idea de continuar con las ventas; decidimos hacer pasteles, sancochos, rifas, entre otros. De esta manera fuimos creciendo poco a poco, pero con perseverancia empezamos a ser reconocidas, por Dios primeramente, y después por la comunidad riosuceña. Entonces empezó a surgir la curiosidad de otras mujeres que querían hacer parte de nuestra empresa. Donde habíamos empezado 15 mujeres, se unieron unas 70, y así fuimos creciendo hasta alcanzar un número de 450 mujeres asociadas a la Fundación social Macoripaz, haciendo un trabajo social continuo.
Marcoripaz está constituido por un equipo de trabajo interdisciplinario, conformado por una junta directiva con sus respectivos dignatarios (Presidente, vicepresidente, secretaria, tesorera, contadora, director ejecutivo, coordi - nador social, delegado de proyectos especiales, de emprendimiento, de salud, deportivo, cultural y educativo). Con estos colaboradores, y con el apoyo de muchas instituciones, logramos el premio más codiciado por las instituciones sociales: El Premio Nacional de Paz, versión 2010, a la vez que fuimos ganadores del premio al mérito solidario “Antena de Oro”, en el departamento de Antioquia (región de Urabá, municipio de Apartadó), mención de honor en el año 2003, con un homenaje a nuestra región “La mujer Bocachica”. En el año 2006, fuimos galardonadas con el premio “La cacica del gran Urabá por su esfuerzo y liderazgo de mujer”.
La Fundación en la actualidad genera 58 empleos directos y 90 indirectos, entre los que se encuentran los de su estructura administrativa, el emprendimiento de Macorimoda (confección de prendas educativas, industrial y ropa casual), proyecto integrado por 26 madres cabeza de familia y desplazadas, que derivan su sustento de esta actividad productiva; proyecto de restaurantes escolares y comedores comunitarios para proveer el alimento a los niños, a través del ICBF; emprendimiento de giros y encomiendas desde y hacia Riosucio y el Municipio de Apartadó y Turbo; emprendimiento de agua potable, el cual, a través de una alianza, logra llevar agua potable desde Medellín hasta Riosucio, con precios muy bajos, permitiéndole a la Fundación generar empleo y mejorar la calidad de vida de la población.
Otras actividades que han permitido fortalecer el tejido social en el municipio de Riosucio, con nuestro campo de acción como estrategias de acompañamiento comunitario, es haber premiado en estos nueve años a los mejores estudiantes de las diferentes instituciones educativas del municipio, alumnos de grado escolar 0 hasta grado 11; en total han sido 450 niños, con más de cien millones de pesos en premios como bicicletas, celulares, anillos, aretes, entre otros objetos. Niños y padres ven en estos premios una forma de seguir rindiendo académica y espiritualmente, y como ser humano dentro de su entorno, ya que también se califica la parte disciplinaria. De alguna manera ellos ven que están recogiendo un poquito de lo que han sembrado en sus vidas. Se han entregado 45 becas educativas para realizar estudios superiores en Antioquia y Chocó, a la vez que hemos venido apoyando a mas de cien niños de muy bajos recursos económicos con uniformes, calzado y útiles escolares.
En materia deportiva hemos venido apoyando a los niños y jóvenes de los diferentes barrios y colegios del municipio, conformamos la selección Riosucio de microfútbol, dotándola de sus diferentes implementos deportivos. El anhelo de Macoripaz es habilitar una escuela de fútbol, ya que se cuenta con un gran potencial de jóvenes que practican esta disciplina deportiva; otras actividades culturales y deportivas, que se ha venido apoyando, han sido los torneos por la paz entre municipios del Chocó y Antioquia, e intercolegiados de canto y coreografía. A la vez, se han hecho brigadas médicas con la población, y orientación a los grupos de pandillas juveniles; talleres teórico-prácticos y capacitaciones en prevención de enfermedades infectocontagiosas, salud sexual reproductiva, embarazo a temprana edad, VIH sida, así como brigadas especiales con los adultos mayores.
Entre las dificultades más grandes y apremiantes que hemos tenido en estos nueve años de realizar trabajo social comunitario, ha sido el olvido que hemos tenido del gobierno local, departamental y nacional, ya que los recursos que moviliza mos han sido obtenidos por el apoyo de la empresa privada y algunos entes descentralizados del gobierno (Acción Social, ICBF, SENA), pero con el esfuerzo y sacrificio que hacemos día a día estamos haciendo país, apoyando a nuestros jóvenes para que no hagan parte de los grupos ilegales, y a la comunidad en general para ayudarle a mejorar sus condiciones económicas y su calidad de vida, con oportunidades para nuestros hijos. Es de esta manera que visionamos la propuesta de Macoripaz.
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