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El mundo tiene suficiente para satisfacer las necesidades de todos, pero no las avaricias de todos. Gandhi.
“El crecimiento económico crea la misma adicción entre los políticos que la heroína en los toxicómanos. James Lovelock en La venganza de la tierra, 2006.
El creador de la hipótesis Gaia, James Lovelock, nos recuerda en su libro La venganza de la tierra, 2006, que más del 75% del uso de la energía se dedica a calentar en invierno y a enfriar en verano los edificios y residencias del mundo desarrollado y al transporte.
La climatización arquitectónica había sido objeto de aproximaciones funcionales desde culturas milenarias: la frescura de las malocas amazónicas que combinan las cubiertas vegetales con sistemas de circulación del aire, las construcciones de tapia de origen árabe, la reserva del calor en los iglús esquimales. El progreso, el crecimiento, el desarrollo, la tasa de ganancia, la civilización se decidieron por las opciones del consumo de energía frente a las opciones de adaptación al ambiente: estamos pagando el precio respectivo, especialmente en injusticia social y en cambio climático.
La sociedad de consumo, la mayor de las creaciones de la ideología del desarrollo, ha ideado maneras “rentables” de derrochar energía por la vía del crecimiento y la innovación en los sistemas de transporte, columna vertebral de la construcción del mundo para la globalización. Se ha generalizado el concepto de exportación, producir para exportar. El concepto de autonomía, de soberanía del abastecimiento, es desplazado a un segundo plano. El consumo de energía posibilita sueños de la tasa de ganancia: transportar a cualquier lugar del mundo, manzanas de Chile, aromas de la India, aceite de palma de Indonesia, caviar del mar Caspio, petróleo de Arabia Saudita, leche de Nueva Zelanda, flores, café y bananos de Colombia, azúcar del Brasil, soya de Argentina, autos japoneses, verduras de California, computadores gringos...
En ocasiones se consume más energía transportando alimentos que la que éstos puedan proporcionar. El transporte individual, el vehículo particular, dominan en los países desarrollados. De los 500 millones de autos mundiales, el 50% ruedan en Estados Unidos, país que con solo el 4.7% de la población global emite el 25% del total de los gases contaminantes, en su mayoría provenientes de energía importada: los pies de barro del gigante. El transporte se ha convertido en el mayor consumidor de energía de la civilización actual, y de ahí la crisis moderna del petróleo, que nos está arrastrando histéricamente al desarrollo de energías alternativas, entre ellas los agrocombustibles.
1.1. El absurdo. Lovelock considera que la peor opción alternativa energética para Gaia es la de los agrocombustibles. Si se usaran solo para transporte, sería necesario quemar cada año entre dos y tres mil millones de toneladas de carbono, comparadas con quinientos millones de toneladas que consumimos en comida, en alimento humano, en un planeta donde la sexta parte de la población es famélica, es decir, sufre y muere de carencias alimentarias. Para satisfacer solo las necesidades del transporte se requieren otros planetas, además del planeta Tierra. Además toda quema reduce la cantidad de oxígeno del globo y aumenta la de gas carbónico; principal gas responsable del efecto de invernadero y del cambio climático.
El desvío de maíz en Estados Unidos para fabricar etanol desató desde el 2005 el alza de los precios del maíz a escala mundial, así como el uso de caña de azúcar y melaza en Colombia duplicó internamente los precios del azúcar y triplicó los de la melaza (alimento animal de amplio uso).
1.2. El precursor. Brasil ha sido desde hace unos treinta años el país precursor del uso del alcohol en vehículos de transporte, a consecuencia del crecimiento de la industria azucarera, la mayor del mundo.
1.3. Cueste lo que cueste. En términos de empresarialidad, la producción de agrocombustibles entusiasma en mayor medida a países con alto grado de concentración de propiedad privada de la tierra, es decir, de latifundismo, como son los casos de Brasil y Colombia y sus similares, donde el latifundismo ha sido construido desde el siglo 16 mediante el genocidio de indígenas y campesinos, la violación de derechos humanos, el desprecio de los valores ambientales, el arrase de los recursos naturales.
La Procuraduría General de la Nación, respecto de la situación colombiana, ha establecido en 2005: en su documento Control Preventivo y seguimiento a las Políticas Públicas en Materia de Reinserción y Desmovilización, Tomo I, que “la apropiación, usurpación y saqueo por parte de los grupos de autodefensas (33%), guerrillas (17%), narcotraficantes, esmeralderos, terratenientes y otros actores (el restante 50%) es denominado por analistas y medios de comunicación como la contrarreforma agraria y la pararreforma agraria” (Citado por Mingorance, 2006, en El flujo de palma de aceite entre Colombia y Bélgica). El estimativo de tierras usurpadas fluctuaría según diversas investigaciones entre 6.8 y 2.8 millones de hectáreas, desde luego situadas en regiones con potencial productivo inmediato (por ejemplo, el INCODER –Instituto Colombiano para el Desarrollo Rural las calcula en cuatro millones de hectáreas). De los 1.9 a 3.8 millones de desplazados de los últimos tiempos, dos de cada tres poseían tierras, según datos de la Contraloría General de la República, 2006 (Mingorance, citado).
El caso de las comunidades de Curvaradó y Jiguamiandó en el Chocó es ejemplo paradigmático de este tipo de situaciones. Desde 1996 ocurrieron aquí más de quince desplazamientos con más de cien homicidios, causados por paramilitares y la Brigada XVII del Ejército, como lo relata Mingorance. El Ministro de Agricultura Andrés Felipe Arias Leyva en intervención televisada, 2007, declaró que de las 105 mil hectáreas asignadas por el INCORA a estas comunidades, 37 mil habían sido usurpadas, de las cuales solo 8 mil aportaban indicios de propiedad privada, con presencia de intereses palmeros
1.4. Materias primas para etanol. En la histeria de la crisis energética cualquier materia para combustibles es válida. Las fuentes de primera generación son los cultivos alimenticios; las de segunda generación, cualquier material, residuo o subproducto de cosechas; las de tercera vendrán con la transgenesis de los cultivos más promisorios como soya, caña, palma, yuca, colza. Al respeto de éstos, el Presidente Lula ha dicho que los motores no distinguen entre naturales y transgénicos. El Grupo Petrotesting, 2007, aporta las siguientes guías:
Cultivo |
Materia prima Tons. / Ha. |
Alcohol Por ton. |
Litros Por ha. |
||||
Caña. Valle |
75 |
120 |
9000 |
||||
Yuca |
30 |
200 |
6000 |
||||
Remolacha |
40 |
125 |
5000 |
||||
Sorgo dulce |
40 |
55 |
2200 |
||||
Maíz |
4 |
400 |
1600 |
||||
La ventaja del momento para la producción de etanol en Colombia está dada para los Ingenios azucareros, quienes gozan de especial influencia en el gobierno; ocho empresas azucareras fueron grandes contribuyentes en las campañas del Presidente Uribe, 2006, por $160 millones [1] .
En el futuro la yuca ofrece las mejores perspectivas por cuanto es cultivo más barato y rústico que la caña y con menores necesidades de inversión en equipo de fábrica.
La eficiencia de los agrocombustibles esta en entredicho, según cifras de David Pimentel, de la Universidad de Cornell y Tad Patzek de la Universidad de Berkeley, según Rivera, 2007.
Cultivo |
Energía producida por unidad de energía gastada |
Producto |
Maíz |
0.778 |
Metanol |
Pasto aguja |
0.688 |
Etanol |
Madera |
0.631 |
Etanol |
Soya |
0.534 |
Diesel |
Según Guillet, 2007, para obtener un litro de alcohol de maíz se necesitan 2.37 kilos de maíz, 500 gramos de carbón y cuatro litros de agua.
1.5. Diesel. En primera fila las oleaginosas como soya y colza, y para el caso colombiano palma africana, cultivo para el cual el Presidente Andrés Pastrana ofreció tres millones de hectáreas al capital malayo, oferta superada luego por el Presidente Uribe a seis millones de hectáreas (Clausura del Congreso, Agosto de 2005), la mayoría de las cuales se localizaron al oriente en las sabanas de los Llanos, de la Orinoquia. Dieciséis empresas palmeras aparecen aportando $107 millones a la campaña presidencial de Uribe, 2006.
La oferta mundial de aceites y grasas fue de 138.2 millones de toneladas en 2005, para 23 kilos por persona si adoptamos como 6 mil millones la población mundial, abasto suficiente, incluyendo otras necesidades industriales. El aceite de palma representa el 24% de este total.
La producción colombiana de aceite de palma en 2005 fue de 673.000 toneladas, o sea, el 0.49% del total mundial de grasas y el 2% del total de palma global. Es decir, que el precio de los aceites en un mercado globalizado no se forma en Colombia. El precio del aceite de palma juega a la baja: de US$1800 la tonelada en el año 1950 a US$300 en el 2004 (Auza, 2007), o sea más o menos US$60 el barril, si lo queremos comparar con la unidad de petróleo crudo. El costo de producción promedio en 2004 de aceite de palma en Colombia fue de $942 por kilo (Fedepalma, 2007), que se asemeja a US$90 por barril, precio en Noviembre de 2007 del petróleo crudo. De modo que en este instante el horizonte de biodiesel de palma en Colombia, excepto más subsidios adicionados a los que tienen, es el de colocación de excedentes, que fueron del orden de 300 mil toneladas en 2005. El precio de venta del crudo de palma fue de $1.400 por kilo en fábrica (SAPUGA S.A., Septiembre de 2007), o sea más o menos US$130 por barril.
Los impulsadores de palma africana calculan que el mercado de biodiesel en Europa y USA es gigantesco, y que el acceso está asegurado. Pero, por lo menos en Europa, el movimiento ambientalista es fuerte, y de ahí la criticada insatisfactoria RSPO –Roundtable to Sustainable Palm Oil– cuyos principios y criterios fueron adoptados en Noviembre 23 de 2005. La RSPO es una ONG que incluyó 143 miembros de la cadena de palma en 2003, la tercera parte del total (Oosterkamp, 2007). Y por otra vía, el movimiento de derechos humanos europeo ha creado las RAPO –Roundtable to Alternatives of Palm Oil–, en contraposición al modelo palmero violento de Colombia y de Kalimantan (Indonesia).
Estos van de la mano de la concentración de la propiedad de la tierra. Es la opción del desarrollo agroindustrial del latifundismo, y de ahí la deriva de los megaproyectos palmeros, caucheros, madereros, porcícolas, de etanol de yuca, hacia las sabanas de Orinoquia.
En caña de azúcar ya están bien configurados: las 205 mil hectáreas del Valle corresponden a 13 Ingenios.
En palma africana se ha idealizado el tamaño de cinco mil hectáreas, logrado también nacionalmente, de acuerdo con cifras de 2005.
Regiones |
Hectáreas Sembradas |
Fábricas de campo |
Promedio hectáreas |
Zona norte |
89.883 |
15 |
5.992 |
Zona centro |
64.630 |
9 |
7.181 |
Zona oriente |
88.409 |
22 |
4.019 |
Zona occidente |
32.416 |
7 |
4.631 |
Total |
275.338 |
53 |
5.195 |
Fuente: Fedepalma, 2007.
De igual forma proyectos de yuca para un millón de litros diarios de etanol implicaron extensiones del orden de cincuenta mil hectáreas, como es el caso de Petrotesting en Puerto López, Meta.
Las energías eólica, mareomotriz, del hidrógeno, nuclear, solar, de biomasa han tenido poco o ningún desarrollo en Colombia, donde predominan la hidroelectricidad y la quema de carbón, petróleo y gas.
Para Lovelock el único camino viable inmediato al abasto de energía a la sociedad moderna es el de las centrales nucleares, que defiende como confiables, seguras y eficientes, vía en que Francia ejerce liderazgo mundial. En el año 2000 el inventario global de plantas nucleares fue de 436.
Para el caso colombiano toca considerar el crecimiento del movimiento mundial contra las represas, que afecta la opción hidroeléctrica, y del cual Urrá es paradigma por el empobrecimiento a los pobladores del Bajo Sinú y de la Ciénaga Grande de Lorica, y de salinización de los ecosistemas del Bajo Sinú.
El tema energético es indisoluble del tema del cambio climático. El análisis del cambio climático resulta crítico frente al modelo de civilización de los países desarrollados, a la luz del ambientalismo y de los derechos humanos.
• Oportunidad de reestructurar nuestra cotidianeidad de consumos energéticos, por ejemplo, la renuncia al transporte motorizado individual privado. Ni Gandhi, ni Einstein, ni la Madre Teresa de Calcuta usaron ese tipo de transporte.
• Amenaza a la alimentación de los pobres, de la mayoría de la humanidad.
• Amenaza a los ecosistemas del planeta todavía no destruidos por las actividades humanas.
• Oportunidad para desarrollar alternativas de la vía campesina frente a la vía empresarial, a los megaproyectos.
• Oportunidad de construir sociedades justas, y por lo tanto austeras.
• Oportunidad de aplicar los cuatro criterios de la agricultura orgánica: salud, ecología, equidad, precaución.
• Oportunidad de dar respuestas por la vía campesina y desde la mediana propiedad con técnicas artesanales o con destilerías de pequeño o mediano tamaño, o con propuestas de autonomía energética al menos a nivel de finca, o con modalidades biodiversas de cultivo como las de los campesinos del Dahomey africano en palma de aceite, o como las que existieron en el Sinú colombiano para palma nolí, o como los forrajes que disminuyan la emisión de metano de los poligástricos (ejemplo, Saúco), o como la cultura vegetariana, o como abandonar la agricultura de corte y quema, o como negarnos en absoluto a quemar desperdicios, o como cocinar sin aceite o con poquísimo aceite, o como hacer agricultura manual en vez de mecanizada.
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[1] (Fuente: Votebien.com Financiación campañas en las elecciones presidenciales 2006. Noviembre de 2006 en:
http//www.terra.com.co/elecciones.2006/centro_de_documentacion/informeuribe.pdf).
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