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La zona delta del río Sinú está ubicada en la zona estuarina, en la confluencia final de la desembocadura del río Sinú en la bahía de Cispata al norte del departamento de Córdoba. En la zona de vida bosque seco tropical. En su gran mayoría esta zona está comprendida por el estuario de la bahía de Cispatá, con un área total de 16.000 hectáreas de las cuales 7.000 hectáreas corresponden a bosque manglar. Alrededor del estuario se encuentran ubicadas –con conexiones permanentes– un complejo de pequeñas ciénagas de agua dulce interconectadas entre sí por caños interiores, cuyas áreas individuales oscilan entre las 10 y 70 hectáreas. Su régimen hidráulico es semiabierto. Con ellas interactúan directamente 22 comunidades pertenecientes a los municipios de San Bernardo del Viento, Lorica y San Antero. De esta zona también hace parte la Cuchilla de Cispata; cadena montañosa independiente con una altura máxima de 250 metros sobre el nivel del mar.
La puesta en funcionamiento de la central hidroeléctrica URRA I, a partir del mes de noviembre de 1999, ha originado profundos cambios en los niveles de agua del río Sinú. El caudal del río fluctúan entre 75 m3/s y 700 m3/s, dependiendo de la demanda de energía del sistema interconectado nacional. Esta regulación artificial del cause del río ha dado origen a una serie de impactos ambientales y sociales en la zona Delta del río en su bahía de Cispatá que ponen en riesgo la existencia física y cultural de unas 2.500 familias de campesinos que habitan en esta frágil región.
Entre los principales efectos ambientales evidenciados tenemos:
La disminución del caudal y por consiguiente del nivel de agua del río, permite que el “empuje” ejercido por el mar hacia el continente sea mayor. El avance del agua salada, vía caños y subsuelo en este caso, es evidente en las comunidades de Tinajones, San Antonio de Bonanza, Caño Grande, Mundo Nuevo, Pareja y San Francisco de Sicará. Un estudio recientemente contratado por el Ministerio de Ambiente, en atención a las presiones de ASPROCIG, corroboro el avance de la cuña salina. Los tradicionales cultivos de arroz, fríjol y en menor escala maíz, son susceptibles a la salinidad. En las parcelas agrícolas de las comunidades afectadas, en el mejor de los casos, los cultivos han disminuido su rendimiento y en los casos extremos las plantas han muerto. Este problema de salinización de los suelos agrícolas esta generando una serie de consecuencias de grandes proporciones entre las que tenemos:
• Disminución de los ingresos económicos familiares.
• Inseguridad alimentaría.
• Perdida de biodiversidad.
• Aumento de la presión hacia otros recursos naturales (manglares).
• Desplazamiento de mano de obra productiva
• Presión por la tenencia de la tierra por parte de sectores productivos beneficiados por las nuevas condiciones (industria camaronera y turística).
La formación natural del estuario de la bahía de Cispatá luego del cambio de desembocadura del río hacia bocas de Tinajones, a partir de 1944, generó una profunda transformación cultural y fisiográfica en toda la zona Delta. Las poblaciones locales siempre recuerdan este hecho como uno de sus mayores traumas, precisamente por haber generado problemas como los señalados anteriormente para el caso de URRA. El cambio de desembocadura del río permitió el ingreso del agua salada, formando un nuevo ecosistema al mezclarse con agua dulce que aun ingresa producto de la escorrentía y el flujo proveniente del río Sinú a través de los caños de Sicará y caño Grande (cause principal del río Sinú hasta 1994). Este proceso de formación natural del estuario de la bahía de Cispatá alcanza cierto grado de equilibrio durante los años ochentas, permitiendo a muchos campesinos mantenerse en sus periferias, cercana al cause actual del río Sinú y su nueva desembocadura, alrededor de 3.500 hectáreas divididas en pequeñas parcelas dedicadas al cultivo tradicional de arroz y fríjol, en época lluviosa y de estiaje respectivamente. Evidentemente lo que ha generado URRA es una ruptura de ese equilibrio induciendo a una expansión del estuario ¿Hasta donde avanzara el estuario? Resulta muy difícil de predecir.
Un sector correspondiente a la zona costera de San Bernardo del Viento, comprendido entre la desembocadura del caño de la Balsa y Punta de Piedra, hace parte integral de la cuenca hidrográfica del río Sinú. Las comunidades locales ubicadas en esta zona, dedicadas a la agricultura de subsistencia, la pesca, extracción de madera y mas recientemente a los servicios turísticos, ha empezado a notar una serie de efectos directamente relacionados con la regulación del cause del río: salinización de suelos agrícolas, salinización y profundización de aguas freáticas (única fuente de agua potable en la región), cambios en las rutas tróficas y reproductivas de peces y crustáceos que sustentan la pesca marina artesanal, aumento de la erosión de las playas y disminución de agua dulce a través del caño la Balsa.
El nivel de agua de los humedales asociados al río Sinú en esta zona, incluyendo el estuario de la bahía de Cispatá, depende de los aportes por escorrentía y el flujo entrante por los caños de Sicará, caño Grande y otros caños menores. Está demostrado ya, que con el nivel que alcanza el río cuando transporta su máximo caudal de 700 m3/seg, el ingreso de agua dulce hacia los humedales a través de los caños es menor a la usualmente registrada antes de la regulación del río. Las consecuencias obvias de este problema son:
• Aumento de los niveles promedios de salinidad en el estuario de la bahía de Cispatá.
• Disminución de las áreas y niveles de agua en los humedales palustres de la zona.
• Desaparición definitiva de los humedales fluviales.
• Poco ingreso de larvas de peces hacia los humedales y por consiguiente disminución de la producción pesquera.
• Pocas posibilidades de lavado de suelos.
• Conversión gradual de humedales palustres a estuarinos.
• Pérdida de biodiversidad.
La producción agrícola en la zona, como se señaló anteriormente se basa principalmente en el cultivo del arroz en épocas de lluvia y fríjol en época de estiaje. El establecimiento de estos cultivos se da en pequeñas parcelas ubicadas en las áreas de amortiguamiento de humedales palustres y en áreas correspondiente a humedales fluviales de poca profundidad. Los cultivos señalados estaban perfectamente sincronizados con los dos ciclos naturales de aumento y disminución de los niveles de agua en el río; lo que permitía el flujo y reflujo de agua necesario en los cultivos de arroz y el suelo seco parta el cultivo de fríjol. La dependencia actual de los niveles de agua en el río, de la demanda de energía del sistema interconectado nacional rompe esta milenaria y eficiente relación natural. En las condiciones actuales, para sembrar arroz y fríjol (dependiendo de la época del año) en las áreas poco salinizadas, se requiere del aporte continuo de energía (a través de bombas), la cual representa un alto costo para los agricultores locales.
La actual carga de sedimento del agua del río es inferior en un 60% a la registrada antes de la puesta en funcionamiento de la hidroeléctrica. Este hecho trae consigo las siguientes consecuencias para la zona:
• Pérdida de fertilidad de los suelos, haciendo necesario el aporte de energía en forma de fertilizantes.
• Erosión del Delta del río y la zona costera de su influencia, con la consiguiente penetración del mar hacia el continente.
• Expansión de la industria camaronera.
• Carretera marginal de la costa.
Los manglares generan una gran cantidad de servicios ecológicos vitales como áreas de reproducción de especies marinas tropicales, como protectores naturales de las costas frente a inundaciones, fuertes vientos y huracanes y mantienen la calidad del agua. En la zona Delta del río Sinú se encuentran cuatro de las cinco especies de manglares existentes en el caribe Colombiano, de los cuales las comunidades rurales anexas a estos ecosistemas hacen un uso racional de sus bondades. Entre los usos mas comunes tenemos:
• Obtención de leña, carbón vegetal, postes para la construcción y corteza para taninos, pesca, caza y ecoturismo, recolección de crustáceos, entre otros.
• La subsistencia se basa en la pesca y recolección de los productos del manglar: pesca artesanal, recolección de moluscos, crustáceos, madera para carbón y plantas medicinales.
• El manglar es fuente de seguridad alimentaría y base de la economía local.
• Las comunidades que interactúan directamente con estos sistemas estratégicos vienen desarrollando actividades de repoblamiento de especies de manglares que están en vía de extinción debido a la presión de agentes externos.
• Actividades de limpieza de caños internos al estuario para permitir el normal flujo y reflujo de aguas, para mantener las condiciones aptas de estos ecosistemas.
• Desarrollo de campañas de divulgación sobre la importancia de los manglares, para la vida.
• Reglamentación del uso racional del manglar de acuerdo a la especie, propuesto por las comunidades que históricamente han vivido de este recurso.
• Desarrollo de actividades agrícolas de subsistencia anexas a las áreas de manglares.
• Monitoreo permanente de la zona de manglares para la protección de estos ecosistemas marino costeros.
• Reglamentación de la actividad pesquera en la zona por parte de las organizaciones comunitarias de base.
Toda esta problemática ligada al río y sus humedales en esta zona, crea una ruptura en la dinámica natural de los ecosistemas ligados a los manglares y su normal funcionamiento en esta importantísima zona. Queda entendido entonces que existe una estrecha relación entre la dinámica natural del río Sinú, sus humedales anexos, el estuario de la bahía de Cispatá y los ecosistemas de manglares. Para ASPROCIG, sigue siendo valido que la dinámica natural del río Sinú es un sistema único y como sistema único hay que relacionar todo su contexto.
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