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Experiencias locales

Los procesos de defensa a la seguridad, la autonomía y la soberanía de los pueblos indígenas en Cauca

Nancy Bravo Chantre, Colombia, Mayo 22 de 2009, Este artículo ha sido consultado 3023 veces

La crisis alimentaria que observamos en Colombia, no solamente perjudica a las comunidades indígenas de todo el país sino a todo el pueblo Colombiano, porque así no se quiera aceptar, del trabajo de los indígenas y campesinos depende en gran parte la alimentación de muchas personas, pero de manera especial cuando estamos hablando de alimentación sana.

Para las comunidades indígenas seguridad alimentaria no equivale a tener un trozo de comida, es tener una buena y sana alimentación, por eso la seguridad alimentaria va muy ligada a la soberanía y la autonomía alimentaria que tiene que ver con que podamos sembrar lo que queremos en nuestros territorios de tal manera que nos garantice una segura, sana y propia alimentación, no se trata de que el Estado nos garantice a través de sus entidades unos productos de los cuales no conocemos su procedencia, se trata de tener la oportunidad de sembrar nuestros propios productos en nuestro territorio, abonados con productos de la misma región para compartirlos e intercambiarlos con nuestros vecinos como un derecho fundamental de los pueblos indígenas.

Es por esto y porque los recursos que llegan del Estado no coinciden en nada con nuestras prácticas culturales, que las comunidades indígenas nos hemos dado a la tarea de rescatar y fortalecer la costumbre de nuestros mayores de conservar nuestras semillas nativas como un tesoro para la pervivencia de nuestro pueblo y la sana alimentación para nuestras generaciones futuras, las cuales se deben proteger y fortalecer cada día para evitar el exterminio de nuestro territorio y una manera de rescatar muchas de las semillas perdidas se ha realizado a través de los trueques de semillas, productos y saberes de los pueblos indígenas.

En el Cauca los pueblos indígenas, hemos insistido de muchas maneras en reivindicar la correlación hombre – naturaleza; de hecho en nuestros planes de vida se muestra claramente esta relación enfocada en el respeto por la vida misma y la naturaleza, muy distante de la visión que el desarrollo occidental enfoca, pensamos que nuestra economía debe estar basada en fortalecer la autonomía y la sustentabilidad en el territorio, proceso que no se debe limitar solamente a los pueblos indígenas sino a organizaciones de campesinos, afros y demás personas que desde las ciudades se han dado a la tarea de adelantar procesos que permitan garantizar una alimentación sana.

Como respuesta a la crisis alimentaria que nos amenaza cada día de forma más intensa y como resultado de un modelo de represión a los pueblos indígenas y su relación con la naturaleza, hemos visto la necesidad de redireccionar las actividades económicas, ambientales, sociales y culturales, hacia el fortalecimiento a la seguridad, autonomía y soberanía alimentaria, construyendo procesos de economía solidaria, para empoderar las iniciativas locales con el fin de disminuir efectos perjudiciales en los territorios, ya que en los últimos tiempos se ha desviado la visión y cosmovisión de algunas comunidades que se han visto obligados a realizar prácticas agrícolas no sustentables, debido a la  presión de las políticas económicas y los intereses de las grandes empresas multinacionales que aprovechan las necesidades de las comunidades para comercializar la riqueza del territorio sin importar el costo cultural, o para plantear políticas de supuesta protección a la naturaleza sin la presencia de seres humanos, porque para ellos no somos más que una amenaza a sus intereses, y si afectan gravemente nuestro territorio, nuestra casa grande, única vivienda que nos permite la vida y el sentir de los pueblos indígenas.

Debido a esta situación y porque no nos interesa abandonar la lucha por la defensa de la vida creando políticas de protección, pervivencia y conservación de la madre tierra, se han planteado proyectos propios de desarrollo que garanticen la vida misma para el hombre y la naturaleza, que se han revelado en diferentes experiencias de acuerdo a las características de cada zona, teniendo en cuenta que las políticas neoliberales han traído consigo más hambre, más desempleo, más miseria, puesto que a través de la privatización estamos obligados a comprar todo de afuera, sin tener ni qué, ni a quién vender. En muchos en el campo se ha dejado de producir por diferentes circunstancias tales como el despojo del territorio a indígenas y campesinos que han sido obligados a retirarse a las ciudades a vivir de la mendicidad. Otros, por el contrario, fueron invadidos por foráneos que comercian con cultivos ilícitos en los territorios indígenas, y como si esto fuera poco nos encontramos con las políticas gubernamentales que centran su atención en monocultivos que solo generan dinero a los empresarios dueños y a las multinacionales. Respondiendo a toda esta problemática, nuestra organización CRIC, mediante su programa económico ambiental, las comunidades indígenas  reinician actividades para un seguimiento más puntual y constante en la parte productiva, económica y ambiental, realizando mingas de intercambio, de abonos orgánicos, preparación de alimentos y consumo buscando que las comunidades revaloren los productos nativos.

 

Recuperación de suelos

Cuando las comunidades indígenas hablamos de “Tul”, estamos hablando de un sistema de aprovechamiento racional de los recursos naturales que integra las especies forestales (maderables, energéticas y protectoras), cultivos transitorios y permanentes, la fauna, microbiología, especies menores, recuperación de suelos, conservación y recuperación de nacimientos de agua, bancos de semillas, plantas medicinales; es decir son tejidos de la tierra con plantas de alimento, pedacitos de montaña pero ya sembrados… para comer.

A partir de la recuperación de las tierras, que se encontraban bastante desgastadas, se meditó en la manera de poder curar sus  heridas, dándoles un descanso para que se recupere de años de maltrato. No obstante, debido a  la necesidad de tierra productiva, se pensó en ayudar con pequeños aportes que agilizaran esta recuperación, iniciando programas de siembra de productos de corto plazo, acompañados de preparación de abonos orgánicos reforestación, aislamientos, implementaciones de viveros con arboles nativos y otras prácticas culturales de conservación de suelos.

El dejar descansar la tierra por un tiempo ha sido la mejor decisión tomada, porque está cansada de tanto maltrato, cosa que para muchas personas no es muy comprensible y se atreven a juzgar a las comunidades como perezosas, “por no seguir explotando la tierra”; no pueden entender que para los pueblos indígenas la madre tierra es otro ser vivo que necesita ser cuidada y bien atendida en medio de la espiritualidad y la cosmovisión, con aportes de la unidad familiar y comunitaria (mingas), para garantizar una seguridad, autonomía y soberanía alimentaria.

Para lograr esto se ha profundizado en el fortalecimiento de los conocimientos ancestrales, la conciencia y la sensibilidad de la gente. Estos procesos se han visto fortalecidos mediante la implementación de las escuelas de promotores agroambientales, impulsadas desde el año 2002 por el programa de producción del CRIC, los que se caracterizan por el desarrollo de actividades dentro de las parcelas de los promotores que se mantienen en constante capacitación, apoyo, seguimiento y evaluación continua a las familias que estos promotores apoyan con su ejemplo y acompañamiento con el objetivo de lograr personas comprometidas con el seguimiento para la continuidad de estos procesos, que se implementan evitando la dependencia de factores externos en el uso de productos y en la necesidad de capital para sacar adelante los procesos organizativos propios.

 

Biodiversidad e intercambio de productos y semillas

En algunos sitios fue posible dejar que la tierra descansara, en otros por el poco espacio en el territorio  - ya estamos arrinconados y cada vez somos más-, no fue posible esperar mucho tiempo para que la tierra se recuperara. Así que se empezaron los sistemas de siembra de corto y mediano plazo que ayudaran a fortalecer el suelo, se realizó investigación al interior de nuestras comunidades con los promotores agroambientales, se hizo capacitación integral donde todos fuimos participantes, sin profesores y sin alumnos, todos enseñamos y todos aprendimos sobre el uso y manejo del suelo, preparación de abonos, biofermentados, uso de recursos y subproductos de la parcela, procesamiento de los productos propios, comercialización alternativa de excedentes, legislación ambiental. En este proceso reivindicamos la importancia del territorio, que es uno solo y cualquier ley que le afecte perjudica la vida y la soberanía alimentaria que requiere estrategias de desarrollo rural para mejorar la economía y superar la pobreza y el desempleo.
Se pensó que era necesario entregar a la tierra las semillas que por siempre habían permanecido en nuestros territorios, que han contribuido a la pervivencia de nuestros hermanos y que ahora se estaban perdiendo. De esta manera, recuperamos las semillas mediante los intercambios de semillas, primero entre comunidades cercanas (veredas) luego entre resguardos y más adelante en el ámbito regional, en el que también se intercambiaron productos, con el objetivo de mantener la biodiversidad de nuestros pueblos garantizando una vida sana dentro de las comunidades, desplazando la dependencia a los medicamentos externos con la siembra de plantas medicinales, al tiempo que desintoxicábamos la tierra.

Las escuelas de promotores fijaron su objetivo en la capacitación de personas líderes en las comunidades en la parte productiva, pero con el compromiso de participar en los procesos político organizativo de sus resguardos y poder incidir en las políticas productivas que permitan un fortalecimiento a los procesos de producción sana. Igualmente se trabajó en los intercambios de experiencias entre las mismas comunidades, en cuanto a propuestas alternativas de producción y comercialización se refiere. Por ejemplo, el intercambio con campesinos del Valle del Cauca, quienes tienen una experiencia importante con los mercados agroecológicos, la producción orgánica en las fincas; o las experiencias de comunidades que aprovechan al máximo la poca tierra con la que cuentan, como en el caso de la regional Caldas. Estos intercambios se dieron y se continúan con el objetivo de aportar más ideas a los procesos productivos que están avanzando, a la vez de fortalecer los lazos de unidad entre comunidades, reiniciando los intercambios de semillas nativas, permitiendo que las comunidades se esfuercen por investigar sobre las semillas de gran importancia en el territorio y en la dieta nutricional de sus habitantes.

En este proceso las comunidades del resguardo de Pueblo Nuevo en la zona nororiente del Cauca, que con un trabajo intenso de recuperación de suelos y fortalecimiento a la concientización y práctica de la agricultura orgánica, se tienen hoy parcelas demostrativas donde no solamente se encuentra el pancoger de las familias, sino que se empiezan a buscar alternativas de comercio con los productos orgánicos. En esta región se han logrado identificar diversas variedades de frijol y maíz como productos de mayor importancia en la dieta de las comunidades, así mismo se pudo recuperar gran parte de las semillas propias que se estaban perdiendo dentro de nuestros pueblos, tal es el caso de la papa cidra, batata, chachafruto, majúa, ulluco, rascadera, jíquima o manzana de tierra entre otras.

De igual forma, el “trueque”, costumbre ancestral de las comunidades indígenas de cambiar los productos que tienen las comunidades de clima frio con las de clima medio o caliente, se está viviendo   como una fiesta donde además de mantener el relacionamiento entre pueblos, se busca que estos procesos sean asumidos por todos los resguardos del Cauca en su conjunto, proceso que ha sido lento, pero que cada vez se hace más fuerte, teniendo en cuenta que en estos intercambios se genera un sentido de valoración a los productos donde no media el dinero, sino que por el contrario se despierta el sentido de relacionamiento y el compartir con el otro.

Durante el transcurso de los años se ha fortalecido el ejercicio del trueque en los resguardos participando cada vez más comunidades,  y en cada nuevo trueque van apareciendo más productos, generándose un sentido de apropiación a las semillas, quedando dentro del recuerdo histórico de las personas el interés de la procedencia de las semillas que lleva a su territorio y generando mayor motivación en la siembra, teniendo la seguridad de tener los productos y la diversidad para comer y diversidad que le van a garantizar no sólo una mejor dieta alimentaria diversa sino que automáticamente entra a ser balanceada y contribuye a mantener una vida más sana.

Cuando los intercambios se realizan en el ámbito regional, hay intercambio de siete zonas agrupadas en el Consejo Regional Indígena del Cauca. Normalmente estos intercambios están relacionados con un ritual de ofrenda a los espíritus para ofrecer las semillas seleccionadas de las cosechas pasadas, pero a la vez es una petición a los espíritus de la naturaleza por una cosecha prospera venidera, denominado ritual del Saakhelu.

 

Los aprendizajes en los trueques

En los trueques se intercambian productos de diversos climas como: plátano, frijol, papa, maíz, zanahoria, victoria o mejicano, guineo, yuca, arracacha, chachafruto, cidra, repollo, tomate, cebolla, uchuva, naranjas, guama, leche, panela, banano, mora, zapallo, lulo, trucha, perros, gatos, gallinas, conejos, curies, queso, chicha.

Al comienzo fue difícil valorar los productos que se traían para los intercambios, es por esto que inclusive hoy en algunas personas hay inquietudes porque no se ha logrado una dinámica constante, avanza y se reglamenta de acuerdo a las experiencias que se van adquiriendo, en algunas ocasiones se crea una sensación de engaños, porque no hay mecanismos de control tradicionales fuertes, lo que genera desmotivación en la gente. Sin embargo poco a poco se van disipando las preocupaciones con la práctica constante, y se va aprendiendo a valorar los productos, dándoles un valor comparativo, y ya muchos preparan con anticipación y entrega el producto mediante un criterio definido sobre el producto con el cual puede intercambiar el suyo. El trueque incentiva el trabajo en las comunidades y la selección de productos, permite que la cosecha no se pierda y que no haya mucha dependencia del dinero para solventar las necesidades de los productos que cada zona requiere y que debido al clima no puede producir.

Las dificultades que se muestran en estos intercambios suceden porque aún no se ha recuperado la disciplina, los resguardos que han asumido la práctica lo hacen por el proceso de incentivación fuerte y se han sentido atraídos por la recuperación de la práctica. No obstante falta investigación al respecto y en muchos casos estos encuentros se realizan en tiempos de actividades culturales de las comunidades pero no se han enmarcado a nuestros ciclos naturales de producción, aprendizaje que hará parte de los procesos de recuperación.

 

El Tul tradicional y el Saakhelu

El resguardo Pueblo Nuevo lleva años de intenso trabajo en el fortalecimiento de la biodiversidad al interior del Tul tradicional, y en la realización del Saakhelu el cual se promueve desde hace alrededor de unos nueve años en los resguardos del Cauca, y que es considerado un  evento de gran importancia y significado de agradecimiento a nuestra madre tierra por los alimentos que ofrece a las comunidades. Este se desarrolla en el marco de diferentes actividades que convidan a la solidaridad y reciprocidad en el compartimiento del trabajo que además agrupa a la comunidad a compartir lo que la tierra ya ofreció (bebidas, música, comida, conocimiento, habilidades). Allí, se muestra el fruto de los intercambios y la diversidad de productos que le han permitido a los resguardos de esta zona, considerada como la zona oriente, avanzar en la propuesta de fortalecerse como pueblo autosostenible y con autonomía alimentaria que lo habilitan para no ser dependiente del comercio externo. En este sentido el resguardo de Pueblo Nuevo da cada día un paso más a la propuesta planteada de seguir los pasos de los hermanos Zenúes en la declaratoria de los Territorios Libres de Transgénicos.

Por su lado la zona oriente del Cauca, en el resguardo de Ambaló ha avanzado más en procesos de investigación, como la caracterización de especies vegetales, con la participación de  estudiantes de los dos centros educativos del resguardo de Ambaló, apoyados por el programa de educación del CRIC.

Se está trabajando en la  identificación de las especies nativas conservadas y en vía de extinción que necesitan ser recuperadas, para luego entrar en el proceso de fortalecimiento a la biodiversidad del resguardo ubicado en  zona de clima frío. El resguardo mejora la producción orgánica desde la pedagogía escolar, que les permite a los estudiantes desde la valoración de lo propio, el amor y el respeto a la naturaleza, valorar el cuidado al territorio que nos permite una vivencia sana en la comunidad.

Por su parte la zona Norte y la zona Tierradentro del Cauca, con el apoyo de sus cabildos han progresado en el procesamiento de productos propios, con el propósito que estos no sean cultivados por las comunidades para sacar al comercio solamente, sino que sean consumidos en los mismos resguardos: Se trata de aprovechar los productos sanos que salen de la producción orgánica para mejorar la dieta nutricional de niños, mujeres y hombres en las mismas comunidades.

 

Ampliando nuestra base alimentaria:

La transformación de los productos ha mejorado la alimentación de las comunidades, debido a que se han rescatado diversas recetas alimenticias, que permite a las personas escoger como consumir un producto. Por ejemplo, la cidra se puede utilizar en la preparación de las comidas en reemplazo de la papa, preparándola como guiso, como el caso del zapallo o ahuyama; se puede utilizar en la elaboración de los dulces navideños o como mazamorra en lugar de la victoria o mejicano. Es un alimento versátil que se puede consumir en comidas dulces o con sal, y así de esa manera muchos otros productos.

En el caso de la coca, que ha sido satanizada por el Estado nacional y demás estados, en nuestras comunidades esta planta además de ser sagrada por sus poderes espirituales dentro de nuestros rituales y sus poderes medicinales, también tiene la propiedad de ser consumidas en diferentes recetas como es el caso de las tortas de coca, que se pueden producir combinada con productos como naranja, zanahoria, entre, otros, así mismo de la coca se han derivado productos como la gaseosa, el té (con manzanilla, limón, entre otros), vino, galletas, cocadas, arroz con coca y turrones.

Con las frutas se ha logrado la transformación de la mora, el lulo, piña, uchuva, tratando de reemplazar el consumo de gaseosa por los jugos naturales, con productos cultivados de manera orgánica y por la misma comunidad mediante la conformación de equipos de trabajo que además de asegurar consumo sano contribuye a generar empleo dentro de las mismas comunidades. También se ha trabajado en la transformación de la leche, logrando sacar a la venta los quesos, yogures, kumis, productos que han salido más allá de las fronteras de los resguardos a pesar de las leyes de Estado que cada vez son más estrictas en la conformación de empresas pequeñas y sólo brinda garantías que favorecen a la gran industria.

La transformación de los productos no solo se ha basado en el consumo humano sino también en la utilización de productos para aseo y cosméticos como es el caso de las cremas, champú, pomadas, tal es el caso de la marihuana que transformada en pomada se para lastimaduras o golpes. Plantas como la sábila, el romero y la manzanilla, han servido para preparar champú y jabón medicinal.

Todos estos productos transformados también hacen parte de los intercambios en el trueque, afianzando cada vez más en los resguardos un consumo más sano no solo para la alimentación. Con la transformación y demás prácticas tradicionales, se benefician los bancos de semillas que integran todo tipo de semillas para el fortalecimiento del territorio y la cultura de los pueblos indígenas, nos garantiza productos propios a bajos precios o inclusive sin utilización monetaria.

Esta experiencia de los pueblos indígenas del Cauca se ha realizado con mucho esfuerzo, pues ha requerido años de sensibilización y concientización en los productores para que valoremos nuestros productos propios y darle real importancia al intercambio, desprendiéndose como se ha insistido tanto de la figura monetaria que nos ha traído la cultura externa. Los grandes beneficios que hemos construido con todo el trabajo, ha implicado  un  sacrificio que requiere mucha entrega y dedicación, recursos económicos para transporte, esfuerzos que en ocasiones causan algunos altibajos que se pretenden superar en la medida que se consolida el proceso, teniendo como referencia el sentido de pertenencia o apego a nuestra madre tierra que nos obliga a mantener la fuente principal de existencia que no solo es material sino también espiritual para lograr una relación armónica en el territorio como esencia misma de la vida, donde nos reconocemos e identificamos como pueblos y organización social pensando y construyendo nuestro futuro de manera colectiva.

Y las dificultades del proceso se discuten y se crean soluciones a partir de la socialización y análisis de las experiencias en los  congresos regionales de nuestra organización, donde se definen directrices y se establecen planteamientos claros sobre nuestra economía, porque por un lado se ha pensado la economía basada en el Tull o la chagra encaminada a la autonomía alimentaria, pero también la exigencia gubernamental nos llevan a dos tendencias:

Una de ellas sobre una “seguridad alimentaria” respondiendo a los recursos del Estado y los productos que define para entregar a las comunidades; y  la otra una autonomía alimentaria ligada a los procesos propios, lo que conlleva a retomar las experiencias y la conciencia de la gente para definir lo que es o no pertinente y en estos procesos no todas las zonas avanzan al mismo ritmo, teniendo en cuenta que en muchos lugares la influencia externa o entidades estatales han desviado el concepto del Tull, retomándolo como un proyecto temporal de hortalizas y olvidando que la medicina tradicional y la seguridad alimentaria para los pueblos indígenas van de la mano. Esta situación  nos obliga a reiniciar e incentivar sobre el proceso propio creando credibilidad, la cual sólo se logra mostrando resultados para poder llegar a los demás, es decir un promotor que no tiene que mostrar no tendrá credibilidad en la comunidad, además las experiencias se aprenden de los comuneros y en la práctica para poderlas reproducir.

Publicado en Mayo 22 de 2009| Compartir
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