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Las políticas de la FAO contra el hambre

Campaña en defensa de la seguridad y la soberanía alimentaria. Pilar Galindo, Mayo 15 de 2009, Este artículo ha sido consultado 577 veces

La FAO es la institución de Naciones Unidas constituida para ayudar a los Gobiernos en la lucha contra el hambre, la mortalidad y las enfermedades derivadas de una mala o insuficiente alimentación.

La FAO se funda al tiempo que el nuevo orden capitalista tras la II Guerra Mundial (Bretton Woods-1944). Su objetivo declarado es luchar contra la inseguridad alimentaria que afecta a más del 20% de la humanidad. Sin embargo, aliada desde su nacimiento con el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, se ha convertido en el brazo técnico del “libre comercio” para la agricultura y la alimentación. Al remover todos los obstáculos para el desarrollo de una agricultura y alimentación mundial mercantilizada, ha contribuido a extender y cronificar la inseguridad alimentaria. Por un lado, promoviendo una agricultura y ganadería industrial altamente dependientes de químicos, maquinaria y energía para un mercado global. Por otro lado, impulsando un patrón alimentario basado en proteína animal abundante y barata. Estas políticas han fomentado el hambre en los países empobrecidos y la comida basura, la obesidad y las enfermedades alimentarias. El modelo impulsado por la FAO también es responsable del empobrecimiento de los suelos, la contaminación de las aguas, la emigración forzosa de los campesinos, el control de todo el ciclo alimentario por parte de las multinacionales y el crecimiento de la deuda externa.

Hoy se producen tres veces más alimentos para el doble de población que en los años 60, pero la cifra de hambrientos se ha disparado a 923 millones. A pesar de ello, la FAO no asume su responsabilidad en la dirección técnica del proceso. Al igual que el pasado año, en este 16 de octubre, se ha centrado en el cambio climático y los biocombustibles.
 
En el último año hemos asistido a la escalada del hambre por un alza brutal (100%) de los precios de los alimentos básicos. En el contexto de recesión económica mundial producida por la debacle financiera, dichos precios están cayendo en la última semana pero de la mano de un aumento vertiginoso de la pobreza y la exclusión. Sin embargo, el Comité de Seguridad Alimentaria Mundial de la FAO (17/10/08) nos da las recetas de siempre. Por un lado, medidas a corto plazo de índole caritativo que frenen la conflictividad social pero no interfieran en el mercado. Tanto ayudas a los colectivos excluidos para acceder a los alimentos básicos que el mercado les niega como subvenciones y créditos para que los pequeños agricultores se impliquen más en el mercado mundial. Por otro, medidas a medio plazo: cerrar la ronda de libre comercio de Doha, profundizar en la apertura de los mercados y aplicar las nuevas tecnologías (transgénicos), junto con las preexistentes (abonos químicos y tratamientos agrotóxicos) para intensificar la producción y evitar la lucha por la tierra entre alimentos y carburantes.
 
La FAO cuestiona todas las medidas que limiten la circulación de capitales y la concentración de tierras, recursos agrícolas y alimentarios en manos de las grandes multinacionales. Mientras la cifra de hambrientos y obesos crece con los precios de alimentos e insumos agrícolas, las multinacionales de semillas, fertilizantes y distribución de productos agrarios y comida basura, incrementan sus beneficios. Las instituciones políticas como la FAO, al servicio del mercado global, son responsables de que en estos 60 años, no sólo no se ha resuelto el problema del hambre, sino que dicho problema se ha agravado.
 
No podrían hacerlo sin nuestra colaboración como consumidores. En la medida en que nuestro consumo procede de alimentos industriales globalizados y marcas blancas en grandes superficies, cooperamos con el aumento de hambre en el mundo, además de lesionar nuestra salud. Una minoría de consumidores, supuestamente responsables, adquirimos alimentos ecológicos, fuera de temporada y de importación. Hasta ese punto nos tienen controlados.
 
Si queremos formar parte de la solución, debemos cambiar nuestras pautas alimentarias, adecuarlas a los ciclos de la naturaleza y la distribución en circuitos cortos. No podremos hacerlo solos. Por eso debemos asociarnos con otros consumidores para adquirir alimentos ecológicos de temporada, producidos por pequeños productores agroecológicos cercano.

 


(1) Documento escrito por Pilar Galindo. Este documento es  la primera entrega de la Campaña frente a la lucha contra el hambre. Este y todos los documentos de la campaña se pueden consultar en la WEB de la Garbancita Ecológica, que hace parte de los Grupos Autogestionados de Konsumo de Madrid (GAKs). Desde estos grupos se propicia el encuentro de los colectivos de consumo vinculados a las redes antiglobalización con el mundo rural. Iniciaron el camino, no solamente para consumir alimentos sanos sino también convencidos de que la forma de comer es tan política como la forma de trabajar. www.nodo50.org/lagarbancitaecologica/garbancita/

Publicado en Mayo 15 de 2009| Compartir
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