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El 26 de septiembre de 2003 se reunieron en Montería, cerca de 100 personas pertenecientes a organizaciones indígenas, campesinas, ONG y académicos, para discutir sobre los impactos que generan las políticas nacionales e internacionales en el sector rural y los efectos negativos que traerá la introducción de cultivos de algodón transgénico en el país. Especialmente se discutió sobre la enorme diversidad de maíces criollos en la región Caribe y los efectos que generará la introducción de maíz transgénico en aspectos ambientales, culturales, socioeconómicos y productivos.
El 26 de septiembre de 2003 se reunieron en Montería, cerca de 100 personas pertenecientes a organizaciones indígenas, campesinas, ONG y académicos, para discutir sobre los impactos que generan las políticas nacionales e internacionales en el sector rural y los efectos negativos que traerá la introducción de cultivos de algodón transgénico en el país. Especialmente se discutió sobre la enorme diversidad de maíces criollos en la región Caribe y los efectos que generará la introducción de maíz transgénico en aspectos ambientales, culturales, socioeconómicos y productivos.
Observamos con preocupación que el gobierno nacional impulse la recuperación del sector agropecuario con introducción masiva de cultivos y alimentos transgénicos y la importación de semillas transgénicas de maíz y algodón que han sido producidas en otras latitudes y que han sido diseñadas para resolver limitantes tecnológicos ajenos a nuestros ecosistemas y condiciones socioeconómicas.
Para el caso del algodón Bollgard (Bt), este sólo controla plagas de lepidópteros, pero en la región caribe la principal plaga es el picudo Anthonomus grandis coleóptero, plaga a la que se le aplica el 70% de los insecticidas utilizados para este cultivo. También se quiere introducir el cultivo de maíz Yielgard (Bt), que es resistente al barrenador europeo del maíz (Ostrinia nubilalis), que es una plaga exótica en Colombia. Dentro del proceso de promoción de estos productos, el Ministerio de Agricultura y el ICA han declarado en la prensa y televisión que la semilla de algodón Bollgard aumenta el rendimiento y controla plagas como el picudo, aspectos que aún las casas productoras no incluyen en su propaganda. Si los agricultores basados en estos conceptos oficiales siembran estas semillas, los voceros oficiales deberían estar dispuestos a asumir los costos y pérdidas debido a un eventual fracaso de las predicciones oficiales. Consideramos muy grave que los institutos y funcionarios públicos se conviertan en promotores de venta de productos desarrollados por las multinacionales.
El ICA y el Ministerio de Agricultura han autorizado a Monsanto a introducir en el país una semilla de algodón Bt y algodón RR producida en México y, el agricultor debe firmar un contrato, en donde renuncia al derecho de guardar de su cosecha semillas para su propio uso y los obliga a utilizar como único herbicida el Roundup.
Colombia es uno de los países con mayor diversidad de maíz en América Latina, en donde existen cientos de variedades y ecotipos pertenecientes a 23 razas de maíz, que son una de las bases fundamentales de la seguridad alimentaria de los agricultores y de la población nacional. Es por ello que consideramos que el país, para proteger este valioso patrimonio genético nacional, los ecosistemas y la salud pública, debe rechazar la introducción de cualquier tipo de maíz transgénico. El país está todavía a tiempo de evitar una situación catastrófica como la de México (centro de origen del maíz), donde han sido contaminadas muchas de las variedades nativas con maíz transgénico importado de Estados Unidos.
Denunciamos a la opinión pública estos hechos como el último eslabón de una cadena de irregularidades, que comenzó cuando el CNT del ICA en su sesión de marzo 15 de 2002 y en votación secreta, eligió al señor representante de Monsanto como su Vicepresidente; situación bochornosa que coloca, en el ámbito global, a Colombia como el único país en donde un representante de la firma que más produce transgénicos en el mundo, no sólo es coautor del diseño, ejecución y análisis de los estudios que pretenden valorar los efectos adversos de sus productos (acta CTN mayo 15/02), sino que también hace parte de las directivas del órgano que analiza los resultados de dichos estudios y recomienda al Estado su aprobación comercial.
Consideramos que el Estado, ante la presencia de posibles conflictos de intereses, debe garantizar la independencia y transparencia en los estudios sobre la autorización de la comercialización de los productos que potencialmente puedan tener algún tipo de efecto colateral adverso sobre el medio ambiente, la salud humana o el bienestar socioeconómico de su población.
El ICA y Monsanto, han iniciado este año ensayos de campo con cultivos transgénicos de algodón Roundup Ready (RR), maíz RR (resistentes a glifosato) y maíz Bt (Yielgard), resistente al barrenador europeo del tallo. Vemos con gran preocupación que el Ministerio de Agricultura y el ICA, en su afán de meterse de lleno con los transgénicos, utilicen los mismos procedimientos administrativos y carentes de rigurosidad en evaluación de bioseguridad, como los utilizados en el caso del algodón Bt. Lo grave del asunto es que ya estamos frente a cultivos fundamentales para la seguridad alimentaria del país.
En el mundo existen fuertes cuestionamientos e interrogantes todavía sin resolver de tipo ético, tecnológico, político y socioeconómico sobre los organismos transgénicos. Por tal circunstancia, la adopción o no de estas tecnologías debe basarse en la aplicación del Principio de Precaución, es decir, ante la duda, la incertidumbre y la falta de certeza sobre la seguridad de estas tecnologías, tenemos el derecho a decir NO de forma preventiva. Igualmente, si tenemos en cuenta que estas tecnologías no han sido diseñadas y adaptadas a las condiciones y necesidades de los países del sur y que en Colombia no existe una norma de bioseguridad integral, de tal forma que se pueda garantizar la seguridad ambiental, socioeconómica y de salubridad pública; la estrategia que debería adoptar el país, en aplicación del principio de precaución, es declarar al país “libre de transgénicos”, lo que además de resguardar la bioseguridad nacional, permitiría lograr una ventaja competitiva comercial relacionada con el creciente mercado internacional de productos libres de transgénicos.
Los productores y organizaciones de productores agroecológicos comprometidos con una sociedad justa, democrática, participativa y solidaria estamos comprometidos con:
· La recuperación, conservación y defensa de los recursos genéticos locales.
· La implementación de bancos in-situ de semillas criollas.
· La siembra de semillas criollas en todas las comunidades de agricultores.
· La promoción de las semillas criollas a través de intercambios.
· La capacitación de los productores para recuperar las semillas criollas.
· La producción de alimentos sanos para toda la sociedad y para los animales.
· Cuidar el ecosistema.
· Fortalecer la equidad y la democracia participativa.
Montería, septiembre 26 del 2003
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