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Contexto

Fiesta nacional de las semillas

Hildebrando Vélez, Colombia, Julio 01 de 2004, Este artículo ha sido consultado 6896 veces

Hemos regresado de la Fiesta nacional de las semillas y todavía tenemos impregnado el paladar del sabor a chicha y a viandas hechas a la usanza antigua por campesinas y campesinos que nos atendieron con la convicción de que ese era su papel en esta cruzada por la salvación de las semillas tradicionales. La Fiesta convocó a más de 300 participantes de más de 50 organizaciones de todo el país. Llegamos de Nariño, de Tierradentro y Silvia Cauca, de Santa rosa de Osos, de Buga, de San Bernardo del Viento, de Lorica, de Ca­ramanta Antioquia, del Huila, de Casanare, de Boyacá, de Bogotá, de Bucaramanga, del Sur de Bolívar, de todos los pueblos de la Provincia de García Rovira y de decenas de lugares más.

Hemos regresado de la Fiesta nacional de las semillas y todavía tenemos impregnado el paladar del sabor a chicha y a viandas hechas a la usanza antigua por campesinas y campesinos que nos atendieron con la convicción de que ese era su papel en esta cruzada por la salvación de las semillas tradicionales. La Fiesta convocó a más de 300 participantes de más de 50 organizaciones de todo el país. Llegamos de Nariño, de Tierradentro y Silvia Cauca, de Santa rosa de Osos, de Buga, de San Bernardo del Viento, de Lorica, de Ca­ramanta Antioquia, del Huila, de Casanare, de Boyacá, de Bogotá, de Bucaramanga, del Sur de Bolívar, de todos los pueblos de la Provincia de García Rovira y de decenas de lugares más.

Nos reunimos en Málaga, una ciudad rural colombiana que lleva el mismo nombre de la ciudad española a la que los fenicios hace tres mil años llamaron Malaca, derivada de la palabra Malac, que significa salar. La ciudad que nos hospedó, albergó a los españoles desde 1542 cuando fue incendiada por los indígenas Chitareros, como fueron llamados por los españoles, que habitaban desde épocas precolombinas. Refundada en 1623, Málaga se constituyó en fortaleza desde donde los españoles emprenderían el sometimiento de los indígenas y transformarían el paisaje de la región en función de sus intereses y de sus prácticas productivas. Los corceles, el trigo, las vacas, los mosquetes y la cruz fueron desde entonces instrumentos del poder que se erigió.

En estos días  pudimos compenetrarnos con la vida de este poblado y apreciar las cicatrices que la historia de la violencia reciente ha ido dejando en el paisaje y en el espíritu de sus pobladores. Hemos apoyado a los rovirenses en su oposición al licenciamiento de la minería del carbón que amenaza destruir los ecosistemas de páramo que les regulan el agua y la vida. Nos hemos solidarizado con los rovirenses y ellos con nosotros. Esa solidaridad que cimentamos, es como la que hay entre los seres vivos que comparten, en el proceso evolutivo, las oportunidades para la coevolución y la simbiosis. Es una solidaridad para la vida y para la sustentabilidad.

Hemos compartido entre espiritualidades Católica, Senú, Guambiana, Nasa (Paéz), Muisca. Hemos realizado homenajes a las semillas, a la tierra, al agua, a los frutos y hemos compartido el pan. Hemos cantado canciones campesinas y de cantautores latinoamericanos. Hemos escuchado coplas y versos espontáneos de los asistentes. Hemos bailado en la plaza. Hemos intercambiado opiniones y conferencias y hemos producido acuerdos para salvar las semillas.

En el parque central del poblado compartimos entre nosotros y con los habitantes locales, centenares de semillas que llevamos. Semillas de papa de formas diversas y de múltiples colores. Semillas de fríjol de tamaños insólitamente diminutos y de colores difícilmente enunciables. Semillas de maíz, rojas, violetas, azules, ensangrentadas, jaspiadas, amarillas como el sol y negras como la noche. Semillas de quinua y semillas del bosque. Semillas de yuca y mandioca, semillas de ñame y chachafruto. Las semillas llegaron por centenares y fueron a parar a las manos de quienes son y serán sus custodios y de los pobladores de la región que acudieron incesantes a llevar semillas para sus casas y sus huertas.

Podemos decir que las semillas son un componente invaluable de nuestro proyecto de vida. Con las semillas en nuestras manos, campesinos y campesinas, agricultores y ambientalistas, estamos resistiendo a los modelos agrícolas y forestales que imponen las trasnacionales depredadoras y la codicia del gran capital. Con la recuperación de las semillas estamos diciendo no al monocultivo de árboles y plantas, estamos afirmado la soberanía alimentaria de nuestros pueblos, estamos rechazando las semillas genéticamente modificadas, estamos haciendo valer el conocimiento tradicional y estamos construyendo identidad como nación. Por eso afirmamos todos unidos que las semillas son patrimonio de los pueblos al servicio de la humanidad.  

 

Conclusiones

Los participantes de la Fiesta de la Semilla nos comprometimos a:

·         Promover la recuperación de semillas de alimentos, las semillas forestales y las medicinales.

·         Promover los intercambios regionales y locales, los eventos locales, regionales y nacionales, como las ferias de semillas y los mercados campesinos para el intercambio y la recuperación de semillas.

·         Apoyar la campaña internacional de la Vía Campesina: las semillas son patrimonio de los pueblos al servicio de la humanidad, a través de las dinámicas locales, regionales y nacionales.

·         Recuperar y divulgar los saberes ancestrales y el conocimiento campesino, indígena y negro en torno al manejo y conservación de las semillas.

·         Sensibilizar ante el impacto que producen los paquetes tecnológicos y potenciar la agricultura sostenible bajo la premisa de la soberanía alimentaria y fundamentados en la recuperación y conservación delas semillas.

·         Rechazar todas las formas de privatización de la vida y la introducción de cultivos y alimentos transgénicos.

·         Implementar un sistema de información y conocimiento sobre las semillas, que permita la sistematización de los inventarios de semillas con que cuentan las comunidades rurales.

·         Divulgar las experiencias de recuperación y conservación de semillas a través de medios magnéticos, videos, fotografías.

·         Potenciar hábitos de consumo de alimentos tradicionales como la quinua.

·         Potenciar el trueque y otras formas de comercio e intercambio campesino.

·         Articular en torno a los procesos de recuperación de semillas el espacio rural y urbano.

·         Fortalecer las redes de organizaciones que custodian las semillas y las redes de comunicación que existen sobre el tema.

·         Potenciar la lucha por el derecho a la tierra.

·         Conformar un frente de resistencia nacional para evitar la pérdida de las semillas.

·         Fortalecer las alianzas entre los movimientos sociales y estimular los procesos organizativos en torno a la conservación de la semilla y la soberanía alimentaria.

·         Realizar una nueva Fiesta de la Semilla en el año 2004 y buscar que este evento se siga realizando anualmente.

Publicado en Julio 01 de 2004| Compartir
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