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El departamento de Nariño está localizado al suroccidente de la República de Colombia, con una extensión territorial de 30.537 km2, correspondiendo al 2.67 % del territorio total nacional. El departamento tiene una excelente ubicación geoestratégica porque en él confluyen el Pacífico biogeográfico, la Amazonía, los Andes y la frontera internacional de Colombia con Suramérica. El “Chocó Biogeográfico”, del cual forma parte el Pacifico nariñense, es reconocido como una de las regiones de mayor producción de biodiversidad, de agua y oxígeno en el mundo; la Amazonía constituye la gran reserva ambiental del planeta y los Andes, la cuna de la identidad cultural de una gran parte de los pueblos latinoamericanos.
El territorio nariñense ofrece una multiplicidad de actividades y prácticas económico-productivas, siendo un departamento predominantemente agrícola, con un alto porcentaje de pequeños y medianos productores, configurando una pequeña economía campesina de subsistencia, basada en la producción agropecuaria, especialmente la producción de café, caña panelera, trigo, cebada, frutales y la producción artesanal entorno a una fibra natural llamada paja toquilla, actividad a la que se dedica una buena cantidad de mujeres rurales.
La estructura de la tenencia de la tierra es mayoritariamente minifundista, donde el 80 % de los predios son menores de 5 hectáreas y ocupan el 32.4 de la superficie total, mientras el 20 % de los predios representan el 67.6 % de la superficie. En el periodo 1990 - 2001 el sector agrícola de Nariño disminuyó su área cultivada de 152 mil a 99 mil hectáreas, afectando principalmente cultivos transitorios como trigo y cebada, mientras se hacía evidente el incremento de los cultivos ilícitos. Cuatro años más tarde (2005) el área cultivada se había incrementado a 180 mil hectáreas, en cuya ampliación participaron prácticamente todos los cultivos.
Nariño cuenta también con un potencial turístico, en una etapa inicial de desarrollo, lo cual ha llevado a que en ciertas zonas con este potencial inicien procesos de caracterización y construcción de rutas turísticas.
Nariño en el contexto nacional es una de las regiones históricamente más azotadas por el conflicto social y armado, con un accionar permanente de los actores armados, como bandas criminales conformadas por ex paramilitares, bandas y redes delincuenciales al servicio del narcotráfico y grupos guerrilleros, los cuales se disputan el control del territorio, la producción y comercialización de cultivos de uso ilícito y la extorsión a diferentes personas de la comunidad y las instituciones. Esta realidad ha tenido incidencia en las formas de vida de los campesinos, teniendo alta afectación en la economía regional y en la seguridad de las comunidades. De igual manera, el ciclo económico de pequeños municipios se ve alterado drásticamente por la circulación de dineros del narcotráfico, los cuales elevan los costos de vida y dificultan la prosperidad de otras actividades económicas.
Sin embargo, el territorio ha sido testigo de innumerables procesos de ámbito político y económico dentro de la coyuntura nacional que ha transformado sus dinámicas de vida. Actualmente existe una gran preocupación por los efectos económicos de los diferentes tratados de libre comercio, lo cual ha llevado a que numerosas poblaciones se manifiesten y emprendan una ardua búsqueda de alternativas y actividades que aplaquen los efectos, como altos costos de producción, baja competitividad en el comercio y en general una considerable disminución en la calidad de vida de los campesinos.
De acuerdo a este panorama la población ha llevado a cabo procesos de movilización y organización de acuerdo con sus actividades y necesidades, logrando emprendimientos colectivos y facilitando el encuentro con Suyusama que ante todo busca aportar esfuerzos a procesos comunitarios ya existentes.
Suyusama (voz quechua que significa región hermosa) acompaña en el departamento de Nariño, procesos de gestión participativa económica local y regional. El trabajo de varios años de Suyusama en la región que inicia con el acompañamiento a ejercicios de planificación participativa en diferentes ámbitos territoriales y temáticos, como planes de vida, planes de desarrollo municipal y departamental, planes decenales departamentales y municipales, planes de etnodesarrollo, y la formación de talento humano, ha permitido concretar la planificación e implementación de proyectos estratégicos que dinamizan las iniciativas comunitarias, desde los ámbitos económico, social, político, ambiental y cultural.
Hoy Suyusama concentra su acompañamiento en la implementación de proyectos económicos y productivos generadores de ingresos (café, turismo rural, soberanía y seguridad alimentaria y financiación comunitaria), proyectos de conservación y protección ambiental (patrimonio hídrico, gestión comunitaria del agua, cambio climático, manejo de residuos sólidos); proyectos socio políticos que incluyen los procesos de acompañamiento y fortalecimiento a los procesos de jóvenes y mujeres; los procesos de fortalecimiento de las organizaciones comunitarias y de la institucionalidad pública. El fortalecimiento de estos procesos de articulación facilita la concreción y alcance de los objetivos fundamentales, en un acto de suma de esfuerzos y corresponsabilidad.
Desde esta perspectiva, los esfuerzos por contribuir al fortalecimiento de las organizaciones comunitarias y de la institucionalidad pública local, llevó a que se priorizaran procesos de financiación comunitaria y economía solidaria que desarrollen el empoderamiento y autogestión de recursos económicos, dinamicen sus sistemas productivos, mejorando el manejo de la cosecha, pos cosecha, la transformación de sus productos, la seguridad y la soberanía alimentaria y el cuidado del ambiente.
De esta dinámica surgió la propuesta de implementación de los grupos autogestionados de ahorro y crédito - GAAC, la cual se centra en principios de solidaridad y autogestión, basándose en elementos metodológicos como la compra de acciones de ahorro, otorgamiento de créditos y creación de un fondo interno de solidaridad, componentes dinamizados desde la experiencia organizativa, la cual está orientada por un comité administrativo, quien vela por la aplicación de la metodología y el desarrollo de instrumentos de registro y monitoreo de los recursos del fondo.
Las acciones se iniciaron en el año 2012 con un acercamiento a los métodos de financiación e inversión de las comunidades nariñenses. En muchos casos se evidenciaron serias dificultades con las formas de captación legal e ilegal de dinero, como el “gota a gota”, las pirámides; pocas garantías en empresas micro financieras y dificultades para acceder a créditos y formas de inversión en los bancos. Los grupos autogestionados de ahorro y crédito surgen como una alternativa, construida desde los principios de la economía solidaria, beneficiando así la asociación, la autogestión de recursos y la generación de ingresos por parte de todos los integrantes del grupo.
La estrategia de los GAAC, es promovida por la banca de oportunidades, como eje central de su programa de promoción de servicios financieros en poblaciones vulnerables. Cuenta también con el apoyo metodológico de IED Vital (Iniciativas Empresariales de Desarrollo).
IED Vital, en el marco de la alianza con la Banca de Oportunidades, propuso a Suyusama constituirse en un operador de la metodología en Nariño, para lo cual se estableció un convenio de trabajo para brindar acompañamiento técnico.
El objetivo de la experiencia de grupos de autogestión de ahorro y crédito es impulsar el encuentro y organización de comunidades alrededor de la autogestión financiera, contribuyendo al mejoramiento de la calidad de vida, el fortalecimiento de sus sistemas productivos, la movilización y el intercambio de esfuerzos y recursos comunitarios para el desarrollo de ideas o iniciativas de emprendimiento con valor social.
El proceso requirió de jornadas de sensibilización y apropiación de la metodología por parte del equipo Suyusama, como por los habitantes y participantes de organizaciones de las diversas regiones. Un rasgo importante ha sido durante el proceso, la libertad y autonomía por parte de la población a la hora de hacer parte de los grupos, ya que se parte de reconocer y potenciar la capacidad de autodeterminación y autogestión de las personas, tomando como base la confianza, el consenso y el conocimiento previo de la propuesta.
Una vez expresada la voluntad de conformar los grupos de ahorro (11 a 19 personas), los participantes se involucraron de manera activa en la elección de los miembros del grupo y en sus respectivos comités administrativos. Posterior a esto, se lleva a cabo la creación de reglamentos y el establecimiento de compromisos con el fin de promover la unión y responsabilidad de todos los integrantes del grupo, convirtiéndose la experiencia en motor de valores, integración y convivencia. Suyusama realiza un proceso de apoyo y acompañamiento permanente, de los grupos durante el primer ciclo de ahorro (8 a 12 meses), generar confianza con la metodología y así velar por el correcto funcionamiento de los grupos por medio de los sistemas de monitoreo y registro de las actividades y recursos de los fondos.
Hacía el segundo y tercer ciclo de ahorro y crédito, los grupos toman mayor autonomía y control de su funcionamiento, pues cuentan con la experiencia y el aprendizaje adquiridos en el primer ciclo, lo cual en muchos casos ha permitido la conformación de nuevos grupos de ahorro y crédito a partir de la asesoría de líderes comunitarios que han hecho parte del proceso.
La población participante de los grupos, ha sido en su gran mayoría mujeres campesinas e indígenas, quienes por su liderazgo y perseverancia han podido llevar a cabo iniciativas en pro del bienestar de sus familias y sus comunidades. La experiencia ha sido asumida también por hombres, pero sobre todo ha contado con la participación activa de jóvenes y niños, generándose así un diálogo que supera la barrera de la edad y que logra integrar distintos saberes y puntos de vista que evidencian los lazos de igualdad que los grupos van construyendo.
Como resultado de este proceso se han organizado 75 grupos de ahorro comunitarios y escolares, lo cual ha significado vincularse también a los programas de estudio de escuelas y colegios veredales y municipales que han apoyado la implementación de grupos de ahorro en todas las edades. Esta labor con niños y jóvenes ha significado un avance en la construcción de dinámicas inter-generacionales.
Cinco años de acompañamiento a los grupos han permitido captar las enormes potencialidades del territorio a la hora de emprender socialmente sus deseos y necesidades. De este proceso sobresale la participación de diversos actores sin distinción de edad, género o nivel de escolaridad, convirtiéndose en un lugar donde todos aportan y donde todos tienen conocimiento de la dinámica del grupo resaltando, la iniciativa de cada integrante del grupo en aportar al beneficio colectivo y la inclusión de nuevos temas a tratar dentro de la dinámica de las reuniones.
Los grupos de ahorro y crédito, se han convertido en un espacio de integración y esparcimiento que fortalece los lazos de amistad, apoyo y solidaridad, a la vez que aportan al mejoramiento de la dinámica económica de las familias y al fortalecimiento de prácticas solidarias, como el intercambio de semillas, productos y mingas de trabajo.
Es central destacar el papel protagónico de la mujer con su fuerza de liderazgo propositivo, tanto en su vida familiar como comunitaria. Su labor se convierte en una fuente de esfuerzo y valores que incide en la construcción de espacios de convivencia y paz, con fuerte incidencia en sus hijos y en general en las familias. Los grupos de ahorro y crédito se convierten en lugares de encuentro, diálogo y mediación en momentos de crisis y conflicto, pues va más allá del objeto mismo del ahorro; a través de la figura del fondo social, se generan acciones de solidaridad y cooperación que aportan a la construcción de tejido comunitario.
Debido a la amplia aceptación e impacto de la metodología, en este momento la Fundación Suyusama inició el proceso de implementación y seguimiento de GAAC en otros departamentos del país, como Huila y Tolima, donde se desarrolla el proceso formativo de los módulos a profesionales de Instituciones que acompañan comunidades rurales y a líderes de estas comunidades para que a su vez esta experiencia sea replicada en sus territorios y sea articulada a sus dinámicas organizativas.
* Artículo escrito por Marly Zambrano Pineda de la Fundación Suyusama. C.e. fundacionsuyusama@gmail.com
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