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Las hortalizas son un alimento fundamental de las comunidades actuales y cumplen múltiples funciones desde lo nutricional hasta lo cultural y medicinal. “Comernos el arco iris”, es un precepto para indicar que los alimentos de colores son clave para la salud y el bienestar humano. Son parte integral de la agrobiodiversidad de las comunidades rurales y su importancia se eleva porque se articula a los medios de vida, tanto por ser alimento, como por ser un recurso que puede ser llevado a los mercados para generar excedentes. Eso ha activado sensiblemente la esfera de los negocios de las multinacionales y distribuidores de semillas y productos.
Aunque muchas hortalizas que se consumen son adaptadas al trópico por ser provenientes de Europa, pueden ser incorporadas a las estrategias de recuperación de semillas. Otras tantas que son nativas de América están en riesgo por la pérdida de su variabilidad y diversidad genética e incluso no son valoradas adecuadamente, pese a su gran contenido alimenticio. Dado que en Colombia se importa gran parte de las semillas de hortalizas, la Red de Semillas Libres -
RSL se dio a la tarea de agrupar productores de semillas de hortalizas y expertos de distintas regiones del país, para discutir, aprender y fortalecer la red de productores de semillas, su defensa y manejo.
Es sabido que las semillas de calidad de las hortalizas son fundamentales para mejorar las propuestas alternativas de producción y una condición para superar la dependencia de los paquetes tecnológicos, cada vez más dependientes de subsidios energéticos de alto costo. Recuperar semillas de hortalizas y producirlas de manera autónoma constituye un paso gradual que debe mantenerse para fortalecer la permanencia digna en los territorios. Aunque es sabido como en los últimos años, el capital trasnacional y las élites nacionales e internacionales con el apoyo de gobiernos, se propone arrebatar de las manos de los agricultores (as) los saberes y prácticas sobre semillas que han pasado de generación en generación, para apropiárselos y lucrarse con ellos e imponer ideas y formas de ser - hacer mediadas por un imaginario futurista tecno-científico que poco tiene que ver con la vida de las comunidades y el bienestar de los ciudadanos y seres vivos más vulnerables del planeta.
La Red de Semillas Libres de Colombia (RSL Colombia), junto con organizaciones no gubernamentales como el Grupo Semillas y la fundación Swissaid, fue creada por agricultores (rurales y urbanos), activistas, académicos, y un sin número más de voluntades con el fin de crear un tejido de cuidado de las semillas y saberes que pueda no sólo hacerle frente a la agresividad de las nuevas formas de propiedad intelectual que amenazan la libre circulación de semillas, sino también y de forma fundamental, proteger, fortalecer y expandir los saberes locales acerca de las semillas y prácticas agrícolas.
En este trabajo, los guardianes y guardianas de semillas y las casas comunitarias de semillas juegan un papel fundamental para que un sin número de variedades de semillas sigan caminando. Así, se dieron cita en las instalaciones del Instituto Mayor Campesino - IMCA en Buga- Valle variadas organizaciones de la Red de Semillas Libres y de la Campaña Semillas de Identidad, quienes durante tres días, realizaron inventarios de semillas por región y por clima, se compartieron aprendizajes y lecciones desde la reproducción, plantulación y técnicas de semillamiento. También se aprendió del consumo en la cocina, del uso de las plantas para medicinas tradicionales y el necesario trueque de semillas. Así mismo se compartió con saberes de otras latitudes que integran técnicas de mejoramiento convencional con la agricultura biodinámica y se trazaron líneas de acción para el cuidado y la libre circulación de semillas y saberes sobre la producción de semillas de hortalizas.
Quizás uno de los puntos más importantes a tratar en el encuentro fue el de la importancia de trabajar en la producción agroecológica de las semillas y de las hortalizas mismas. Los guardianes de semillas de regiones como Cauca y Boyacá, aseguraron que la industria alimentaria continúa monopolizando el mercado y con ello, deteriorando el medio ambiente, intoxicando a los animales y frutos de la naturaleza, y destruyendo saberes locales acerca de cómo producir alimentos que nutran tanto a los seres humanos como a la tierra. Frente a ello, los talleres de producción agroecológica realizados por nuestro invitado Pedro Jechelevich, de Brasil y por compañeros (as) de la red de custodios de semillas del Valle del Cauca, Nariño, Sucre, Antioquia, Caldas; Etc sirvieron como ejemplo y punto de partida para aquellos asistentes que aún necesitan recorrer un camino largo para modificar sus formas y técnicas de producción.
El encuentro sirvió también para recordar que la agrobiodiversidad es un hecho, la realidad misma en la que nuestros agricultores se mueven todos los días. Un ejemplo de ello son los distintos nombres, formas y usos que toman semillas de la misma familia en diferentes regiones del país. O el simple hecho de que aquellas hortalizas que poco son conocidas como la pringamosa, la rebancá, el chichamato, la maravilla, los bledos o la misma cidra, entre otras, son de gran valor nutricional.
Finalmente, vale la pena destacar que el encuentro fue tan sólo un paso para continuar en el fortalecimiento del cultivo de hortalizas y del cuidado de sus semillas, los cuales son fundamentales para la autonomía de los pueblos y la soberanía alimentaria de nuestra nación. Queda ahora en las manos de los asistentes circular y aplicar los saberes aprendidos y las semillas adquiridas para que los frutos de nuestros intercambios se multipliquen.
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