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Colombia es uno de los países que tiene mayor riqueza de recursos hidrobiológicos del planeta, presentes tanto en ecosistemas marinos, como terrestres, especialmente en los ubicados en las regiones Caribe, Andina, Pacífica, Orinoquía y Amazonía. En estos ecosistemas se presentan los humedales continentales, los cuales son un conjunto heterogéneo de ecosistemas naturales y artificiales, que tienen una amplia diversidad genética e importancia ambiental, cultural y socioeconómica. Sus principales funciones son: recarga y descarga de acuíferos, retención de sedimentos y tóxicos, retención de nutrientes, estabilización y protección de las líneas costeras, soporte de cadenas tróficas, hábitat para vida silvestre y recreación. Adicionalmente, los humedales generan diversos productos: recursos de vida silvestre, pesquería, recursos forestales, forrajeros y agrícolas y fuentes de agua.
Existen diferentes tipos de humedales. Dentro de estos se destacan: marino (arrecifes coralinos), estuario (manglares, pantanos), fluvial (ríos, arroyos, planicies inundables), lacustres (lagos de aguas dulces y salinas), palustre (bosques y ciénagas de agua dulce) y acuicultura (estanques piscícolas). En Colombia se han identificado 27 humedales complejos, ubicados principalmente en la Orinoquía, Amazonía y la región Caribe; esta última región contiene el 30% de los complejos reconocidos (Instituto Humboldt, 1998). Este Instituto plantea que en gran parte de los humedales del país, especialmente aquellos donde ha existido mayor concentración de poblaciones humanas, se presenta un alto nivel de intervención y en muchos casos de deterioro y degradación de los ecosistemas y pérdida de los recursos hidrobiológicos. Los conflictos entre las actividades humanas y la conservación de los humedales se relacionan con aspectos como:
Expansión de la frontera agrícola o ganadera; modificación de los regímenes hidráulicos, por actividades de obras civiles, cambios en la cobertura vegetal, carga de sedimentos y disminución de la cantidad de agua; introducción de especies acuícolas invasoras (piscicultura industrial); ampliación de zonas urbanas y establecimiento de infraestructura de transporte (carreteras, terraplenes), represas e hidroeléctricas, industrias y turismo; construcción de obras civiles para el control de inundaciones (canales, diques, conducción y evacuación de agua); contaminación química de las aguas, adecuación de tierras para el establecimiento de cultivos de arroz y sobreexplotación de los recursos hidrobiológicos (caza, pesca), recolección (moluscos) y extracción (madera, leña, materiales para artesanías).
El ejemplo más dramático del deterioro de los recursos hidrobiológicos de Colombia está sucediendo con el río Magdalena, que es la principal cuenca hidrográfica del país. El 74% de la cuenca está intensamente intervenida; prácticamente toda la región del Magdalena Medio está deforestada y la mitad del bosque del Macizo Colombiano donde nace el río ha sido talada. El río recibe 3,8 millones de galones de plaguicidas al año, además de la enorme cantidad de residuos tóxicos de las refinerías de petróleo, de la industria y de la minería. Esta situación ha causado la extinción de muchas especies de animales terrestres y acuáticas (peces, reptiles). Las estadísticas de pesca muestran que mientras en 1970 se registraron 72 mil toneladas de pescado, en 1998 se extrajeron sólo 7.562 (la décima parte).
La crítica situación de pérdida de estos ecosistemas y de los recursos hidrobiológicos, en gran parte, es el resultado de la falta de políticas de manejo, conservación y control por parte del Estado, puesto que se ha permitido, e incluso fomentado, prácticas y actividades industriales y megaproyectos que han causado la destrucción y deterioro de estos ecosistemas donde ha primado el interés particular sustentado por actividades económicas a gran escala por encima de los intereses colectivos de numerosas poblaciones locales que han basado su subsistencia principalmente en los recursos que proveen estos ecosistemas.
En este número, la Revista Semillas aborda como tema central la Acuicultura Aternativa. Presenta varias experiencias de organizaciones indígenas, negras y campesinas sobre sus actividades de conservación y manejo de humedales que proveen recursos hidrobiológicos, pesca artesanal, piscicultura sostenible y manejo de bosques protectores del agua. Adicionalmente, incluye varias reflexiones referentes a los impactos sobre los ecosistemas y los recursos hidrobiológicos generados por el mal manejo de los manglares, la industria camaronera, los megaproyectos hidroeléctricos (Urrá I) y el proyecto de privatización del río Meta; igualmente, los impactos por la introducción de peces transgénicos.
En este número también se retoma el tema de los alimentos transgénicos en Colombia, resaltando el caso de la soya transgénica utilizada en el Programa Nacional de Ayuda Alimentaria. Además, presentamos reflexiones sobre temas como: el Compromiso Internacional de Recursos Fitogenéticos (FAO), el Protocolo de Bioseguridad y el Patrimonio Genético Común.
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