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Experiencias Locales

¡Cuando Zaragozaba! Resultados de la desidia estatal y la voracidad de los mineros

Víctor Hugo Vidal Piedrahita, Enero 24 de 2011, Este artículo ha sido consultado 130 veces

“Nosotros éramos pobres de dinero pero vivíamos rico, éramos muy unidos”. Lorenzo Plaza

La comunidad de Zaragoza, una de las veredas del consejo comunitario de la comunidad negra del alto y medio río Dagua, en el municipio del Buenaventura, en el pacifico colombiano, fundada en 1835, cuyo nombre se relaciona con la abundancia de la planta medicinal Zaragoza en este territorio ancestral o a un homenaje que el señor Héctor Triana uno de los fundadores, le quiso hacer a la ciudad española, de la cual descendía. Se identifican entre sus primeras familias, la Santos de origen Bogotano, los Riascos, los Plazas y los Hernández de origenmicaiseño, los Rodríguez y los Perea del Choco, atraídas básicamente por la oferta laboral generada por la construcción de ferrocarril del pacifico.

Con el apoyo del líder comunitario, Lorenzo Plaza Grueso, nacido y habitante actual de Zaragoza, coordinador general del consejo comunitario, hemos escrito este articulo con la intención fundamental de darle voz a la los directamente afectados, los habitantes de este territorio, teniendo como referente el enfoque de los derechos colectivos de la comunidad negra.

La tranquilidad tradicional de esta comunidad, se vio violentada, desde el día que alguien consiguió en su territorio más oro de lo que siempre extraían sus habitantes a través del barequeo. En tal sentido las afectaciones son en todos los derechos, partiendo por el derecho a la vida. Según fuentes oficiales como la personería municipal, ratificado por Lorenzo Plaza, se superan los 60 muertos, entre ellos destacamos el asesinato de la señora Rosa Helena Plaza, Hermana del líder Lorenzo. El pasado 9 de Febrero de 2010, en el puente San Martín en la vereda de Zaragoza, un sicario segó la vida de esta mujer madre de 8 hijos, según su familia esta fue asesinada como represaría por reclamos hechos ante la afectación de sus terrenos y de los cultivos de pan coger, por acción de una de las más de 200 retroexcavadoras que operaron en esta vereda, en busca de oro.

Por otro lado Soveida Caicedo Riascos, una mujer de 24 años de edad madre de tres hijos, resultó afectada por el impacto de una bala que se alojo en su cuerpo, fruto de un enfrentamiento entre agentes de la fuerza publica y grupos al margen de la ley, que llegaron a Zaragoza, atraídos por la fiebre del oro. Este hecho tiene a esta joven postrada en la cama y a su familia en permanente sacrificio, para sacar a delante a sus tres hijos y brindarle la atención medica que requiere, con la ilusión de verla caminar nuevamente. Las investigaciones de estos dos hechos como el de los más de 60 casos de muerte, no muestran ningún avance.

La desidia del Estado a través de todos sus agentes y dependencia, ante la voracidad de los explotadores, permitió la afectación de todos los derechos de la comunidad del alto y medio Dagua y con mayor énfasis a la de Zaragoza.

 

La identidad étnica cultural, vista desde los valores y prácticas ancestrales

La fiebre del oro introdujo al territorio actores armados, y acciones determinadas por el dinero, la intimidación y la desconfianza. Nuevos actores, actividades y comportamientos sociales, han afectado drásticamente a las comunidades, en aspectos como: las prácticas de producción y consumo relacionados con actitudes de rebeldía de los hijos frente a sus padres al acceder al dinero a través de la minería; ingreso de productos alimentarios foráneos, que sumados a la destrucción de la zonas de cultivos, hacen mas débil a la autonomía alimentaria; la imposibilidad de la practica de juegos y recreación por parte de la infancia y la juventud, debido a la destrucción de los escenarios (cancha, playa, río; calles, entre otros; la prostitución; las enfermedades como la malaria se han multiplicado en Zaragoza, se pasó de cinco casos mensuales en promedio a más de cien casos mensuales de esta enfermedad tropical, como consecuencia del surgimiento de nuevos pozos en donde se reproducen zancudos. En cuanto al acceso al agua potable, la comunidad de Zaragoza retrocedió unos veinte años, ya que el acueducto, a través del cual se surtía de agua fue destruido por la actividad minera.

En este marco también han surgido problemas familiares por la propiedad de los terrenos, sobre todo con las familias que habían abandonado el territorio y hoy regresan motivadas por la fiebre del oro, la movilidad por el territorio y la relaciones de parentesco y familiaridad, se afectan por el terror impuesto por los violentos y el cambio irregular de las rutas de transporte, para responder a la demanda a los lugares de explotación del oro.

En cuanto al derecho al territorio las cosas no son menos graves, ya que éste ha sufrido entre otras las siguientes afectaciones: la superación de su capacidad de albergue, al pasar de los 580 habitantes a casi a 5.000 personas que construyeron un sinnúmero de ranchos para albergarse, con las consecuencias en producción de desechos orgánicos e inorgánicos, contaminantes de los ecosistemas naturales, y la inestabilidad de los terrenos debido a la remoción de material del río y los socavones que cruzan gran parte del territorio. En materia de recursos naturales es evidente la desaparición de árboles, guadua, las plantas alimentarias y medicinales; la quebrada de Oso definida como zona de protección ambiental, por parte de la comunidad fue violentada por los mineros, para extraer madera y para arrojar desechos sólidos y orgánicos.

En cuanto a la infraestructura comunitaria, se ha afectado de forma notoria. La escuela San Martín, invadida para bodega de material relacionado con la minería y el puente peatonal que colapsó al ser utilizado por una cantidad de personas superior a su capacidad.

Los derechos a la autonomía y a la participación comunitaria, por los que se viene trabajando desde hace muchos años y que poco a poco ha avanzado con la ley 70 de 1993 y todo el proceso organizativo, también se vio afectado, gracias a la desordenada e ilegal práctica minera en Zaragoza.

Son reiteradas las amenazas a los lideres comunitarios a nombre de actores armados, por acciones de denuncia o reclamos por las violaciones contra la comunidad. Ante las prácticas de agentes de la minería en busca de respaldo para su actividad ilegal, las comunidades han sufrido fraccionamiento, debido a los supuestos beneficios, además la zozobra es permanente por la cantidad de personas armadas en el territorio.

Las actividades organizativas como la educación, han pasado a segundo plano ante la afición por el oro de parte de muchos niños y adultos. Ante esta realidad los líderes del Consejo Comunitario mantienen su trabajo de sensibilización de su comunidad, frente a la reivindicación y defensa de los derechos y la incidencia política, para lograr la actuación del Estado, tal como lo mandan la Constitución y las leyes de Colombia.

Las afectaciones ambientales, culturales, territoriales, organizativas y productivas de Zaragoza, son sobresalientes, aunque parece que importan muy poco, dejando en evidencia la desidia de un Estado y unos gobiernos que en todos sus niveles perdieron el año frente a su obligación de protección de los intereses de la nación y la garantía de los derechos de la comunidad del Consejo de alto y medio Dagua y de la vereda de Zaragoza.

Publicado en Enero 24 de 2011| Compartir
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