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Contexto

Crisis en los sistemas productivos de los territorios colectivos del Pacífico

Fernando Castrillón, Colombia, Mayo 21 de 2009, Este artículo ha sido consultado 1616 veces

Las condiciones observadas en varios puntos del Chocó Biogeográfico durante varios años permiten observar como operan cambios que de seguirse manteniendo, agotarán las capacidades ecosistémicas, culturales y económicas de los territorios colectivos de comunidades negras e indígenas para satisfacer las necesidades de alimentos.


Lo que está pasando

En el Atrato medio antioqueño, las comunidades indígenas Embera realizan constantes solicitudes de ampliación de resguardos, aduciendo que las tierras actuales no alcanzar a abastecer la demanda de alimentos requeridos por la población actual; es decir, sus cotos de caza, de recolección y las áreas adecuadas para producir plátanos y maíz están agotados.  Las solicitudes son negadas por el instituto encargado de tierras, pues los territorios que rodean los pequeños resguardos quedaron rodeados por otros territorios colectivos, los de comunidades negras.

En el extremo sur de la región, cerca de la frontera con Ecuador, otra familia lingüística del pueblo Embera, los eperara siapidaara, realiza un gran esfuerzo por atender la creciente demanda de alimentos para su población. Los cabildos destinan pequeñas porciones de tierra de 12 brazas de ancho por lo que alcance de largo, en áreas reducidas, para la producción de plátano, yuca, caña y frutales y los cultivos mueren rápidamente como en el caso del plátano por las fuertes enfermedades que se presentan al no contar con medios naturales de control para las plagas y enfermedades. Estas comunidades agrupadas en reducidas áreas que por lo general se encuentran fuera de los resguardos o en puntos donde el dominio sobre éstos es mucho menor, se enfrentan a un hecho realmente muy fuerte, la penetración de los cultivos de coca, que incluso entra a formar parte de los asocios de cultivos y posteriormente de las comunicaciones.

Desde los años 2001 y 2002 se vienen realizado fumigaciones sobre territorios del pueblo indígena Awá.  Conviene resaltar que a partir de la implementación del Plan Colombia, centrado en la erradicación de las 170.000 hectáreas de coca del departamento del Putumayo, sitio amazónico más próximo al Pacífico, se produjo el denominado efecto globo, que consiste en el traslado de los cultivos a las regiones vecinas en este caso el oriente de la Amazonía y el Pacífico sur. Este traslado de cultivos y de impactos se concentró en los Awá y potenció fuertes conflictos, bloqueos alimentarios, siembra de minas antipersonales, reclutamiento y restricciones a la movilidad.

Los Embera Katío del alto San Jorge, en el retorno al resguardo que debieron abandonar por las presiones de los actores del conflicto armado, encuentran al volver, que éste se encuentra rodeado por cultivos de coca y que muchas de las semillas que cultivaron y controlaron por generaciones no se encuentran disponibles. Las enfermedades contagiosas como la tuberculosis y la mortalidad infantil no dan tregua y la recuperación de la producción suficiente de alimentos es aún insuficiente, ya que a pesar de que han logrado volver a tener las semillas y animales, año tras año pierden las cosechas por las fumigaciones que se desarrollan deliberadamente sobre los cultivos de alimentos y no sobre la coca, como lo denunció en repetidas ocasiones el cabildo mayor del alto San Jorge.

En el territorio colectivo de Guadualito, en la parte baja del río Anchicayá y cerca de Buenaventura, la comunidad espera que a cualquier momento se inicien las obras de un puerto anexo al de Buenaventura. Sólo hasta el año 2003, alcanzaron a tener la primera cosecha significativa de maíz, pues antes no contaban con la semilla por al agotamiento de los materiales criollos incluyendo las razas de animales. La pequeña extensión territorial, el debilitamiento de las prácticas culturales, incluyendo el control de semillas, las expectativas por los materiales mejorados y las perspectivas del puerto terminarán convirtiendo una comunidad rural en otra de servicios. Ahora esa amenaza se convierte en una realidad y las comunidades sin ser realmente consultadas y tenidas en cuenta para sus deliberaciones son transformadas de manera forzada.

Todas las mañanas en Puerto Merizalde, el principal poblado de la cuenca del Río Naya, los niños hacen filas para comprar por 400 pesos (16cv $USD) las pequeñas tortillas de harina de trigo importada(1) . Allí a pesar de la cercanía al mar y a un río con capacidad para albergar numerosas especies ícticas, no se consigue en numerosas épocas del año sino atún enlatado y se depende de las musáceas y los rizomas de la papachina (Allocasia, Colocasia y Xanthosoma) que proveen otras comunidades, como también de la elevada introducción de alimentos procesados traídos del puerto de Buenaventura.

Más arriba, en la región denominada alto Naya las cosas son más severas a nivel alimentario. Los pobladores, a excepción de pocas familias indígenas, son importadores netos de alimentos. En la larga travesía de 10-12 horas que debe hacerse a pie desde la  vertiente oriental de la cordillera occidental hasta los primeros poblados en la vertiente occidental de la misma, las comunidades entran huevos y pollos de raza Patterson producidos en granjas industriales, novillos desde las vecinas localidades, panela, fríjoles, azúcar, maíz, chocolate, café, aceites y otra cantidad de productos. En conversaciones con personas mayores de las comunidades indígenas y campesinas del Alto Naya, se encuentra claro que todos estos alimentos podrían producirse en la región, no obstante, la apropiación de los suelos, el agua, los bosques para la siembra de coca, desplaza las capacidades de autoabastecimiento alimentario y se entra a depender para la obtención de los alimentos de los ingresos de la venta de la pasta de la coca.

En todos los casos de las comunidades visitadas se encuentra además un nuevo elemento que varía en importancia, la ayuda alimentaria. La entrega permanente de “bienestarina”, alimento producido a base de soya genéticamente modificada, es parte del subsidio alimentario a escolares y a la población desnutrida.

 

Lo que está en riesgo: La diversidad cultivada

En la Amazonía y el Pacífico colombiano,  “Plantear el tema de los sistemas productivos tradicionales es plantear la cuestión social y cultural asociada a la conservación, …pues desempeñan en la subsistencia de los grupos étnicos y campesinos de la región, en su estrecho nexo con la oferta ambiental y en su participación en la base económica de la región" (2) .

Para el caso del Territorio Región del  Pacífico, los ecosistemas productivos de comunidades étnicas, que  comprenden un elevado porcentaje de la región se perfilan como el núcleo central de la estrategia de conservación  y uso sostenible de la biodiversidad. En esta región considerada como megabiodiversa, la biodiversidad toma dos formas: silvestre y cultivada: En sus huertos los hombres y las mujeres han adoptado y desarrollado numerosas especies y variedades alimenticias, medicinales y utilitarias. Cada pueblo, cada comunidad tiene sus propias características productivas y desarrolla sus propios agroecosistemas, como se puede expresar en el siguiente gráfico:

Fuente: Proyecto Biopacífico, Informe General Final.

Estos sistemas productivos están constituidos por los diferentes procesos, funciones y actividades, interrelacionados entre sí, de apropiación, transformación y circulación de bienes y servicios, procesos que constituyen la vida económica de un grupo humano. En estos sistemas, son el resultado de un complejo de factores productivos, ecológicos, agronómicos, culturales y sociales que interactúan entre sí como un todo y cuentan con las siguientes características:

• Responden a los patrones propios de la cultura y de cada sociedad tradicional: indígena, negra y campesina.
• Orientación al autoconsumo y no a los mercados
• Dependen de la oferta ambiental.
• Tienen su base en la caza y pesca.
• Dependen muy poco de subsidios externos.
• Son de subsistencia y no de maximización de ganancias
• Acumulación de prestigio social y no de capital.
• División sexual y generacional del trabajo
• Organización familiar
• Utilización del trabajo doméstico y de formas solidarias como la mano cambiada, la minga, la cuadrilla, etc., en contraste al trabajo asalariado.
• La tierra tiene, además de un valor productivo, un valor cultural y no se considera como un factor de producción.
• El bosque es visto como un recurso en su conjunto y no como un sitio de poblaciones específicas para el aprovechamiento. Tiene además un valor cultural, pues por ejemplo, en la cosmovisión Embera los fueron personas y hay un flujo vital constante entre humanos y animales.
• Valoración física y cultural de los beneficios, en contraste a la valoración económica de éstos.
• Son susceptibles a los impactos de los desastres naturales.

En relación a la seguridad alimentaria, los sistemas productivos tradicionales tienen como función primordial garantizar la supervivencia del grupo humano, por eso están orientados al autoconsumo. El tema alimentario tiene cuatro aspectos: (1) La cantidad de ingesta, (2) la calidad, (3) la diversidad y (4) el alcance. 

La simplificación productiva se ha traducido en una simplificación y  pérdida de la dieta: pues se pasó de una dieta amplia y balanceada a otra basada en arroz, papachina y plátano. Esto es atribuible al extractivismo, la transformación de los bosques por pastos y/o la contaminación  y los impactos mineros, han dejado a las comunidades sin recursos de caza o de pesca.

Para el caso de las comunidades Embera, las más representativas del Pacífico colombiano, el sistema tradicional básico comprende la recolección, la pesca y la caza, que acompañan siempre a la agricultura. También se integran en este sistema la cría de las especies menores, la fabricación de artesanías y algunos servicios como el transporte o el turismo.

Una rápida valoración de los principales cultivos del Pacífico evidencia la amplia base de alimentos con los que disponen los grupos locales(3) : 1. Plátano/ banano 2. Arroz 3. Papachina 4. Ñame 5.Maíz 6. Cocotero  7. Caña de Azúcar  8. Chontaduro 9. Yuca  10. Fríjol  11. Árbol del pan 12. Treinta y cinco (35) frutales 13. Siete (7) plantas aromáticas. Asimismo la disponibilidad de proteínas está soportada en una amplia cantidad de especies de peces, animales de monte, conchas y especies pecuarias menores como gallinas, patos, pavos.

Un hecho muy importante en estos sistemas de producción es la predominancia de las relaciones de cooperación, solidaridad y reciprocidad entre parientes afines, que se manifiesta en el menor gasto de energía por unidad producida, la división sexual y generacional del trabajo, reciprocidad e intercambio en el trabajo, distribución solidaria del producto, disponibilidad diversa y permanente de alimento, trueque, ahorro de alimentos, entre otras. Estos sistemas tienen riesgos que los exponen a pérdidas, que se resumen en: Pérdidas ecológicas o ambientales por erosión y degradación de suelos y en general de ecosistemas; pérdidas productivas por factores ambientales y pérdidas del Mercado.

 

Los cambios que están ocurriendo

1. Si bien no es una situación generalizada lo de la falta de tierras, puesto que la región de por si es un espacio de territorialidad colectiva, sí es importante destacar que esto existe y que bien podría verificarse en las solicitudes de ampliación, saneamiento, en la constitución de resguardos y en la titulación de territorios colectivos de comunidades negras. Sin descontar que también hay deficiencias en los sistemas internos de reparto de la tierra y muchas familias, especialmente los más jóvenes, no tiene acceso a las tierras de cultivo.
2. Lo que más preocupa, es el retroceso institucional y de políticas relacionadas con la atención de la problemática en Colombia. La fusión de diferentes instituciones en el INCODER, no ha apuntado según las comunidades mismas a una satisfacción de las demandas, como tampoco a propiciar espacios de concertación interétnica en temas como los linderos de los resguardos indígenas y los territorios de comunidades negras. Muchos menos a contar con apoyos para la producción de alimentos. No en vano el ministerio de Agricultura, es comúnmente llamado Ministerio de “palmicultura”.
3. Un elemento ligado a la apropiación territorial son los planes de manejo del territorio, amarrados a una visión propia de la cultura de los distintos pobladores de la región. Estos se consideraban como el paso subsiguiente a la titulación, como también el modo de reinterpretar y enriquecer los territorios con las dimensiones del desarrollo sostenible y con el énfasis de la biodiversidad desde las comunidades. Así se recogió en la constitución de 1991 y sus desarrollos de jurisprudencia y bloques de constitucionalidad como la ley 21 de 1991 (Convenio 169 OIT), en la misma ley 70 de 1993, en la ley 99 de 1993, entre otros. También se avanzaron en los procesos metodológicos y en las discusiones conceptuales que abrieron nuevos conceptos como el etnodesarrollo, los planes de vida, etc. Sin embargo esto no se ha reflejado en los territorios y en la gestión que hacen sus pobladores. Los territorios colectivos enfrentan en la práctica un abandono creciente de los principios que inspiran los planes propios y se ha persistido en un discurso que terminó por emparejar muchas situaciones distintas y diversas y por hacerse parte de las políticas a veces sin contenido de distintas dependencias institucionales y también de ONG.
4. Es importante mirar que los territorios contienen una compleja descripción en si mismos de que son mucho más que sumatoria de elementos o como la tierra, un factor de producción. Los territorios comprenden entre otros aspectos la noción de ecosistemas y constituyen para el caso del Pacífico, ecosistemas estratégicos por su carácter de megabiodiversos, producción de agua, interrelaciones culturales y posición privilegiada en la geografía del Planeta.
5. Se puede afirmar entonces que se está evidenciando una enajenación ecosistémica del Pacífico. Quienes se aprovechan de las maderas, de los recursos del mangle, de las zonas para la producción de coca, de las playas, etc., se están aprovechando mucho más que de los recursos, se están aprovechando de esos elementos estratégicos y sus relaciones, de la oferta biofísica, del ciclaje de nutrientes y de los flujos energéticos. Es claro que las actividades económicas son específicas porque específica es la vocación ecosistémica de la región. Estos procesos y dinámicas les están siendo arrebatado a las comunidades. La pérdida de una parte de estos ecosistemas genera rupturas y pérdidas muy grandes que vulneran altamente a las comunidades y eso se expresa por ejemplo en el déficit de proteínas por la falta de sitios de caza, por restricciones al libre desplazamiento, por la pérdida de control de bocanas, playas, vías fluviales. 
6. Analizar las razones que muestran una alta erosión genética de plantas y animales utilizados, domesticados o incorporados por las comunidades ancestralmente, es una tarea urgente. No se encuentra en la región una toma de conciencia frente a los riesgos por la pérdida de materiales nativos y criollos introducidos y se observa una dependencia creciente de productos de la ayuda en razas y semillas mejoradas.
7. No se puede separar el aspecto alimentario de la compleja interacción de los sistemas tradicionales. En el caso del pueblo  Eperara Siapidaara se encuentra el caso más relevante que evidencia una crisis derivada de la ruptura de la relación territorio- cultura- gobierno, pues la implantación de parcelas demostrativas por fuera de los territorios tradicionales y sin incorporación el acervo cultural del pueblo Epera, no garantizan la sostenibilidad de la producción de alimentos, si se sigue considerando el modelo como un asunto técnico, de rendimientos y manejos de plagas y enfermedades.
8. En la perspectiva del desarrollo sostenible y consiguientemente del enfoque ecosistémico, la cuestión de la agricultura en el Pacífico está atravesada por las dimensiones de la sostenibilidad ambiental, la equidad social, la gobernabilidad de lo político institucional y la racionalidad económica. Eso significa, que no contar con alimentos suficientes muestra fallas más profundas que cuestionan la interrelación del bosque- territorio de manera amplia, la manera como las comunidades y su cultura lo  asumen y las fuertes interferencias que provocan el colapso de los sistemas tradicionales.
9. La precariedad alimentaria aparece también asociada a dos cuestiones paradójicas: El interés de dirigentes y organizaciones por promover productos para la exportación y la mayor dependencia de los proyectos para la puesta en marcha de acciones vitales como la agricultura.
10. El agotamiento de las áreas territoriales de mayor potencialidad para la agricultura, es más fuerte ahora, atribuible entre otras cosas a elementos como la concentración poblacional por las amenazas del conflicto armado que está provocando un particular fenómeno  de concentración en poblados y la mayor utilización de subsidios energéticos para la agricultura (herbicidas, fertilizantes, plaguicidas).
11. Los planes estatales expresados tanto en los estímulos económicos como en las propias políticas han acelerado la extracción de madera en toda la región del Pacífico, han permitido el avance acelerado de la palma africana, de la ganadería, de los monocultivos forestales y del plátano de exportación. Todo esto ha marcado un impacto a corto plazo muy fuerte para las comunidades y para sus territorios.
12. El caso de la coca marca impactos de elevada magnitud en la región, no solo por la desestructuración social, económica y ambiental de las sociedades y los frágiles ecosistemas, sino por las inminentes fumigaciones que se planean llevar a cabo en la zona. Merece analizar y documentar el alcance de la intensificación de las  siembras de coca y amapola en la región territorio del Pacífico. El bajo Mira, Satinga, el Charco, Sanquianga, El Micay, Naya, Cajambre, San Juan, El Baudó, Urabá, Alto Sinú, Alto San Jorge y Atrato, constituyen fuertes focos del narcotráfico actualmente.

 

Las salidas que se plantean

La producción de alimentos en el Pacífico es asunto vital para la permanencia de los grupos humanos, pero es también el aspecto determinante para enfrentar los riesgos del conflicto armado y eso en si, constituye la principal vulnerabilidad para permanecer en los territorios.

Contar con buenos y suficientes alimentos es una meta común a los esfuerzos de las organizaciones y aunque  sea difícil que las comunidades puedan asegurar localmente todos los alimentos que necesitan, sí pueden reducir la dependencia y la vulnerabilidad, si cuentan con una base productiva más diversificada y sobre todo con la voluntad y decisión política de consejos y cabildos de asegurar la producción propia de alimentos de manera gradual y estratégica.

Se presentan entonces los casos que se han destacado en algunas partes de la región y que son valiosos como ejemplos a tomar:
 1. Los sistemas tradicionales de producción  no constituyen una categoría obsoleta. Son por el contrario, el resultado de las transformaciones y adaptaciones de éstos a los ecosistemas. Estudiar los sistemas locales de producción es una valiosa iniciativa para pensarse en serio la situación alimentaria. No se desestima que se requiera incorporar conocimientos y recursos de otras partes, pero eso es precisamente una bondad de la incorporación consciente del multiculturalismo, frente a las imposiciones a la fuerza.
2. Repensar el debilitamiento económico de las comunidades desde la perspectiva de la reducción de prácticas. Pasar de tener muchas prácticas de producción a lo largo del año a depender de muy pocas o de ninguna, es un punto de partida para pensar estrategias efectivas. Esto es muy común con las comunidades que se dedicaron solo a sacar madera, en las cuáles el hambre y la crisis social se extiende. Incorporar gradualmente otras prácticas económicas como la cría de cerdos y gallinas, la siembra de cultivos estratégicos como caña de azúcar, el cacao, el plátano y los cereales, rompe gradualmente el hambre y la vulnerabilidad. Eso no es suficiente pero da inicio a la diversificación económica.
3. Concebir el bosque (la selva, en términos estrictos) como un espacio de múltiples oportunidades y no como una reserva maderera. Los frutos, productos de vivienda, medicina, taninos, resinas, flores; Etc., son una posibilidad para las comunidades a lo largo del año. Pero se requiere planificar la extracción de madera y como dicen las comunidades afro del bajo Atrato “Dejar descansar la motosierra”.
4. No dejar aislado el tema de la producción de alimentos de la política pública de los consejos y cabildos. No se puede aplazar la producción de alimentos y mucho menos supeditarla a los proyectos externos de cooperación. Es un asunto de dignidad que debe hacerse con o sin proyectos.
5. Asumir metas realistas. No se puede lograr seguridad, soberanía o autonomía alimentaria con un proyecto en dos años. Es claro que se puede ganar en avances, pero no pretender tener bajo control todas las circunstancias. Esas metas imposibles desalientan las comunidades.
6. Enfrentar con los aliados y amigos los impactos de la expansión de la coca, de la extracción maderera y de los fuertes estímulos de la política pública y de instrumentos financieros para los monocultivos en la región. Marginarse de las estrategias colectivas y abandonar los espacios de discusión deja en mayor condición de riesgo y vulnerabilidad a las comunidades y sus procesos.
7. Tener recursos propios significa tomar ventaja. Recuperar semillas, animales y conocimientos propios es una ventaja seria y real de las comunidades.

 


(1)Colombia importa anualmente cerca de 2 millones de toneladas de trigo, según los datos de FAO.

(2)Uno de los avances más importantes heredados de las cumbres de Estocolmo y Río y del Convenio de la Biodiversidad que ha marcado un claro impacto en los conceptos de quienes teorizan e investigan en la Amazonía y el Pacífico colombiano

(3)Fuente Proyecto Biopacífico, área valorar.

Publicado en Mayo 21 de 2009| Compartir
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