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Reflexión sobre la dinámica climática colombiana

Mario Mejía, Colombia, Enero 15 de 2015, Este artículo ha sido consultado 938 veces

Los superficiales y vanales medios de comunicación nos han venido predicando que las emergencias climáticas se deben a fatales causas naturales, incontrolables, propias de nuestro valle de lágrimas, imprevisibles…El movimiento ambientalista aporta consideraciones diferentes a las de la fatalidad de la naturaleza: señala un modelo desarrollista voraz de recursos de energías, acumulador sin importar las consecuencias, borracho de codicias, desbocado productor de gases de invernadero, modelo que nos ha convertido a todos en terminales de consumo. Pero también, el movimiento ambientalista aporta opciones.

No podemos adaptarnos a lo desconocido. Lo primero es enterarnos de los ritmos, de las pulsaciones de Gaia, un ente vivo, capaz de tomar determinaciones, entre ellas liberarse de la plaga humana. Valga como ilustración al respecto: “La venganza de la tierra”, de James Lovelock, 2006 (versión al castellano en 2007). No se trata aquí de resumir y comentar las opciones de Lovelock al cambio climático. No se ocupó del papel de las agriculturas alternativas.

En agosto del 2014 un campesino de nuestro grupo de estudios me preguntó que desde cuándo se originó el fenómeno El Niño, que, desde luego, es milenario. Thomas Van der Hammen hizo referencia a eventos Niño de cincuenta mil años atrás. ¿Cuándo, por deriva continental, el océano Pacífico adquirió el tamaño suficiente para que el fenómeno El Niño pudiera expresarse, como lo hace ahora? Pero también, preguntémonos: ¿Cuál es el papel que nos tiene asignada la naturaleza en su proyecto?. Si nos dotó de inteligencia, tal vez sería para que pudiéramos aprender el idioma de los pájaros, escuchar los mensajes de la naturaleza.

Desde el punto de vista de agriculturas alternativas de cultura escrita, se responden las aproximaciones de la agricultura natural (Roger, Fukuoka); de unidad ecología-espiritualidad (Pannikar); del postulado de Taniguchi, si estás en paz con todos los seres del cielo y de la tierra todo será tu amigo y nada podrá hacerte daño; de la construcción del cielo en la tierra por bondad, verdad y belleza (Okada); del culto a la naturaleza en el Tenrykio; de la agricultura de oración de los Mc Lean y Caddy; de la captación de energías del entorno como en perelandra, cosmicultura y agricultura paramagnética; de los modelos arbóreos y en biodiversidad.

De acuerdo con el palinólogo Thomas van der Hammen, el surgimiento del Norte de Colombia ocurrió en el orden de tres millones de años. En ese norte andino y caribeño es donde más afectan el Niño y la Niña. El germoplasma de esas regiones ha coevolucionado en esas condiciones, de modo que guarda información adaptativa, de la cual podemos aprender, así como de las agriculturas ancestrales que desarrollaron allí nuestros antepasados: cultura zenú de campos elevados, cultura tayrona de terrazas y riego, cultura Calima… Niño y Niña son pulsaciones de un ser vivo, que se repiten aperiódicamente en el transcurso del cambio climático entre periodos glaciales e interglaciales; no obstante la interferencia de la plaga humana. La generalidad de las agriculturas alternativas recicla desechos orgánicos por compostaje, es decir, fijan al suelo carbono que de otro modo iría a la atmósfera como metano o como gas carbónico. Los modelos arbóreos capturan carbono del aire. Las condiciones de clima y suelos ecuatoriales simpatizan con formas arbóreas de vida: desde el huerto de maloca amazónico, multiestrata, diversificado, hasta diseños silvopastoriles, agroforestales, incluso la técnica del pastoreo de los montes, que divulgaba la FAO por la década de 1950. Charles C. Mann sugiere la selva amazónica como huerto antrópico en su libro “1491”: una nueva historia de las Américas antes de Colón (2006); en sentido paralelo Franguá Correa ofrece una compilación de artículos en “La selva humanizada: alternativa ecológica en el trópico colombiano” Mientras algunos señalan como productores de metano el cultivo de arroz bajo inundación, y la ganadería, otros hacen defensa mediante el argumento de que las raíces de pasturas y arrozales constituyen fijación de carbono al suelo, proceso estimulado tanto por el pastoreo como por la cosecha del arroz. La agricultura convencional, mecanizada y consumidora de agroquímicos, logra revertir a la atmósfera gases de invernadero, es decir, libera al aire gas carbónico y metano que antes ya estaban fijos al suelo en su forma mineral. La propuesta de sociedades de bajo consumo de energía (ver de Rob Hopkins The transition hand book (2005) busca como uno de sus resultados drástica disminución de la principal fuente mundial de emisiones de gases carbónico y nitroso: los automóviles. Las políticas públicas que privilegian agrocombustibles son simplemente cómplices de las transnacionales del petróleo y de la industria automoviliaria.

La aplicación de polvos de rocas paramagnéticas provoca la fijación al suelo de carbono en forma de carbonatos. Dosis de seis toneladas de polvos paramagnéticos por hectárea año estabilizarían el nivel de gas carbónico de la atmósfera, según el Doctor Donald Supkow (1995), citado en el Scottish SEER Research Project, (2012), investigación, referente al cambio climático, de donde deducimos que la agricultura paramagnética (una de treinta alternativas de cultura escrita) es opción de primer orden frente a la agricultura convencional. A la vez que facilitan autonomía de insumos, reducen el empleo de combustibles fósiles y agroquímicos, y sus emisiones, las agriculturas que captan energías del entorno mediante bobinas, cuarzos, antenas, pirámides, cilindros, piedras volcánicas y sus cenizas (agricultura paramagnética, cosmicultura, perelandra): aplicación de la edad de piedra de que nos habla Alanna Moore en La Niña: Mediante el fenómeno pluvial de La Niña, la naturaleza reclama los márgenes de inundación de los ríos, muchos de ellos drenados por la agricultura de lucro. Interferir las llanuras de inundación es negocio. En agosto de 2014 se dio por terminada en Colombia la actividad de intervención frente a La Niña 2010 -2011. Se invirtieron $5.9 billones en diques, canales, viviendas, dragados, es decir contratos, cemento, movimiento de tierras, hierro…Se cumplió el mandato de convertir la “maldita Niña” en oportunidad, en negocio. El fenómeno de escasez de lluvias también desata otra oportunidad de negocios de ocasión, de emergencia: carrotanques, agua industrial, pozos, alimentos, reportajes, pantalleos…Sugeriría que todo artificio de extracción de agua se compensará con otro de recarga del acuífero. La región entre la Guajira y el Golfo de Morrosquillo es la más privilegiada en potencial eólico en Colombia, pero, a la vez, la más frágil en abasto de agua. No obstante formaciones montañosas donde es posible almacenar agua lluvia en vasos de esas montañas: especial atención a las Serranías de Amajayura, Cocinas, Macuira, Perijá, y vertientes de Sierra Nevada. La sencilla técnica de las zanjillas de infiltración en curvas de nivel permite almacenar en el suelo cantidades cósmicas de agua lluvia, además de otras múltiples ventajas. Pero, como en un pase mágico, la cultura colombiana olvida instantáneamente la sequía cuando cae el primer aguacero. Sin embargo, donde cada año toca sortear meses sin lluvias, como en las sabanas de Sucre y Bolívar o en el archipiélago de San Andrés, la cultura popular ha adoptado jagüeyes para el ganado y, como pieza natural de las viviendas, depósitos para almacenar agua en la época de lluvias: el techo como colector, modalidad que la arquitectura guajira se ha retrasado en practicar: el medio facilita techos de yotojoro, de interior leñoso y delgado, del cactus cordón o iguaraya (Lemaireocereus griseus) en Plantas útiles de Colombia, del padre Pérez Arbeláez. El nombre científico recuerda a un francés, a expensas de la iguaraya guajira). Leve noción sobre el clima colombiano. En el terremoto de Caracas, el jovencito Bolívar dizque dijo: “Si la naturaleza se opone, lucharemos contra ella y la venceremos”: un presumido asustado. Y el primero de octubre del 2014 “un medio” bogotano con canal televisivo propio sacó recuadro en que alguien nos notificó de que arreglarían las veleidades del clima. Incorregible la presunción humanoide. Ni poniendo on line a spiderman, superman, ironman, acuaman, wonder woman, y the bionic man.

Es que el clima de la tierra es un resultado complejo: el sentido de la rotación, la inclinación del eje de la tierra con respecto al plano de la elíptica, la energía solar, las “mareas” atmosféricas causadas por la luna (efecto de masa y distancia), la deriva continental, el ciclo de glaciación, la proporción entre océanos y continentes, la orientación de las cordilleras, las diversas condiciones de las masas de aire, la boscosidad de los continentes, el plancton marino, emisiones de gases, corrientes marinas…y hasta san Isidro Labrador, quien quita el agua y pone el sol.

El que quiere quedarse en la interpretación mágica de las cabañuelas, o de las fases lunares, es libre de hacerlo. Los interesados en una visión estudiosa podrían iniciarse en textos como “Caos climático”, de Peter Bunyard, o como “Physical elements of geography”, de Trewartha, Robinson y Hammond, texto de la Universidad de Syracuse. Quien desee ampliar el contenido del presente texto, puede leer del autor[4].

El giro de la tierra, que es de oeste a este, promueve desplazamiento ecuatorial de masa atmosférica, un fluido, en sentido contrario. Este fluido se mezcla turbulentamente mediante los filos cordilleranos, en nuestro caso, orientados en el sentido de los meridianos: los Andes. Simultáneamente con esta condición, al alisio atlántico se desplaza de su origen tropical (Cáncer) de alta presión, las Azores, hacia la baja presión ecuatorial. De ahí que nutrientes a la selva amazónica provengan de diatomeas del Sahara.

La inclinación del eje polar de la tierra, con respecto al plano de la eclíptica es de 23.5º, el cual determina la distribución de la energía solar sobre la superficie terrestre. A la vez, la proporción de masas continentales está ahora corrida hacia el hemisferio norte, por efecto de la deriva de placas. Los climas continentales son más extremos que los marítimos, por diferencias entre sólidos y líquidos a la acción de la energía solar.

La energía solar recibida por el hemisferio norte especialmente en verano determina el flujo de la Zona Intertropical de Convergencia -ZITC hacia el sur del trópico de Cáncer hacia el Ecuador, en el segundo semestre del año y viceversa: la energía recibida por el hemisferio sur en el primer semestre del año, el verano, determina el flujo de la ZITC hacia el norte.De ahí que nuestros periodos de tendencia lluviosa traten de iniciarse hacia las fechas equinocciales, septiembre 21 y marzo 21, con inercia de pocos días, excepto alguna anomalía, como es el caso de El Niño.

El desplazamiento de la ZITC es, pues, un proceso advectivo, que se manifiesta con dominancia de nubosidad en forma de estratos, es decir nubes planas, horizontales. En ausencia del proceso ZITC, predomina la tendencia convectiva, que se manifiesta con el tiempo despejado en coexistencia con nubosidad de tipo cúmulos, es decir, de desarrollo vertical.

 

Masas de aire

El clima ecuatorial colombiano está influido por cuatro masas atmosféricas, fácilmente diferenciables: sigamos a Nimer, climatólogo brasilero

1. Masa ecuatorial del norte: Caribeña, se desplaza hacia el sur de Colombia por los valles de ríos Atrato, Cauca, Magdalena, logrando su máxima penetración sur hacia el mes de enero.

2. Masa ecuatorial continental: Respuesta atmosférica a las llanuras de Orinoquia y Amazonia. El 50% de las lluvias amazónicas vienen del reciclaje de la evapotranspiración de la selva.

3. Masa ecuatorial atlántica: que aporta humedad y nutrientes a las llanuras orientales.

4. Masa ecuatorial del Pacifico: la más húmeda, y cuyos efectos se notan hasta el flanco occidental de la Cordillera Central, especialmente en el Departamento del Valle.

Ecuador climático: La dinámica de las masas de aire y de la ZITC determinan un ecuador climático, que separa condiciones climáticas dominantes entre hemisferios sur y norte. Se sitúa en promedio anual en Colombia sobre dos grados norte, hacia la desembocadura del Patía en el océano Pacifico; luego es interferida por el Nudo de los Pastos; y finalmente se desplaza en la llanura amazónica sobre, más o menos, dos grados sur. De modo que en Leticia predominan condiciones climáticas de hemisferio sur. En casi todo el territorio colombiano predominan condiciones climáticas de hemisferio norte.

Circulación Valle-Montaña. Durante el día, en la medida que el fondo de los valles acumula mayor energía solar, el aire se desplaza del fondo del valle hacia las cimas de las cordilleras. Viceversa en la noche: es lo que llamamos drenaje de aire frio, nocturno.

Chimeneas climáticas: Escarpas profundas como las de Juanambú, Mayo, Dagua, Chicamocha, generan corrientes ascendentes (convectivas) de tendencia seca, que llamamos adiabáticas.

Friage: En portugués friagem, es la penetración superficial de una corriente de aire antártica a través de las llanuras de Sudamérica. Puede llegar hasta el pie de monte oriental de la Cordillera Oriental (ej. Villavicencio). Si ha de ocurrir, se manifiesta hacia Agosto, coincidiendo con el menor recibo de energía solar en el invierno del hemisferio sur.

Lo más inmediato en climatología ecuatorial colombiana es conocer las condiciones de la ZITC, las masas de aire, la circulación valle – montaña, y las chimeneas climáticas. Habría varias alternativas a esta invitación a estudiar:

  1. La adivinanza de las cabañuelas, dobles o lunares.
  2. El esoterismo de las fases linares.
  3. Atenerse a las alertas del Ideam, instituto ambiental del gobierno colombiano, que repite datos de la NOA gringa.
  4. San Isidro Labrador, quien quita el agua y pone el sol. Las decisiones las toma cada cual.

En todo caso (escribo a latitud de Cali), si el 4 de Abril y el 4 de Octubre no están establecidas las lluvias equinocciales, preocupémonos: estamos ante una anomalía climática. Está bien ser solidarios en una emergencia con el necesitado. Pero otra cosa es saber administrar una región para minimizar la presencia de emergencias, que se sabe que aperiódicamente ocurrirá. Se trata de no eternizar la práctica de correr a buscar agua cuando hay Niño, o de contratar zanjas y terraplenes cuando hay Niña.

En la cultura urbana el mal tiempo es cuando llueve. En la cultura rural el buen tiempo es cuando llueve: en el campo, el invierno, por crudo que sea, deja algo, mientras la sequía no deja nada.

 

Conclusión

Economía budista. No nacimos para el consumo. Considerar la alternativa de sociedades de bajo consumo de energía. El mejor lugar para el automóvil es el garaje. Practicar agriculturas alternativas, especialmente la modalidad paramagnética; adoptar modelos arbóreos; difundir la sencilla técnica de zanjillas de infiltración: agua que no has de beber, déjala infiltrar; almacenar aguas lluvias en vasos de las montañas, en lagunas de las llanuras; ríos libres; cosecha de agua de los techos; pozos de recarga de acuíferos; tejer solidaridad, en especial para emergencias; desear el agua como el corazón del niño aún no nacido necesita el latir del corazón de su madre (carta del jefe Seattle); castigar los megaconsumos de agua en minería, industria, ruralidad y vidas lujosas; cuidar con esmero todos los manantiales; continuar el estudio de los germoplasmas regionales, es decir, profundizar la senda que nos indicaron Rafael Romero Castañeda, en Frutos Silvestres de Colombia, Hernando García Barriga en Flora medicinal de Colombia, Víctor Manuel Patiño en sus cinco tomos de Plantas cultivadas y animales domésticos en América equinoccial, Enrique Pérez Arbeláez en Plantas útiles de Colombia, Celestino Pesce en Oleaginosas de Amazonía, Paulo Cavalcante en Frutos comestiveis de Amazonía… Es la senda que nos enseñaron los creadores del maíz, el cacao, la coca, la papa, y cien cultivares más, que hoy alimentan al mundo.


[1] 1990

[2] Ver del autor el artículo Cambio climático en el libro Bien vivir (2013).

[3] GEOGRAFÍA No 3, Junio de1982, “Contribución al conocimiento de la climatología colombianaUniversidad Nacional de Colombia, Facultad de Ciencias Humanas, Depto de Geografía, Bogotá. págs 11 a 159.

[4] Ver Ingenierías prehispánicas (1990), Fondo FEN- Colombia, Instituto colombiano de Antropología, y Colcultura, 171 páginas.

 

 

Publicado en Enero 15 de 2015| Compartir
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