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Experiencias locales

Los maíces criollos y la soberanía alimentaria de la región Caribe

RECAR, Colombia, Septiembre 23 de 2012, Este artículo ha sido consultado 10930 veces

En Colombia, específicamente en la región Caribe, habitan nueve etnias indígenas: Chimila, Wayuu, Kogui, Arzario, Arhuaco, Yuco, Zenú, Tule, Emberá y también comunidades campesinas y negras. Todas estas culturas indígenas tenemos en el maíz nuestro principal aliado por la gran diversidad de maíces que nos han garantizado la seguridad alimentaria hasta hoy día. En la región Caribe, para que un agricultor viva dignamente debería tener mínimo seis hectáreas de tierra. Esto es fundamental para la seguridad alimentaria: tener tierra, poderla trabajar, tener semillas, producir alimentos, tener acceso a educación, salud, recreación. Las semillas criollas nos han garantizado el alimento y hacen parte de nuestra cultura.

Los maíces criollos están adaptados a nuestro ambiente, soportan sequías, suelos pobres y enemigos naturales; además se pueden almacenar por largos periodos de tiempo, cosa que no es posible hacer con las semillas «mejoradas», porque se gorgojean muy rápido. Nuestra seguridad alimentaria se ha podido garantizar durante mucho tiempo debido a la producción diversificada. Sembramos maíces criollos en asocio con otros cultivos como yuca, maíz, ñame. Si perdemos las semillas de maíz criollo, también perdemos ese sistema asociado que garantiza nuestra alimentación y también el suministro a las zonas urbanas.

Por otra parte, para nosotros es más rentable y productivo cultivar semillas criollas que monocultivos de maíz, porque obtenemos más productos y no necesitamos grandes capitales para sembrarlas, pues no hay que comprar semillas cada vez que vamos a sembrar y no requerimos de insumos externos para tener una buena producción. Aún en las condiciones más críticas las semillas criollas garantizan alguna producción, mientras que en iguales condiciones las semillas mejoradas no producen nada. Nosotros conservamos y reconocemos 27 variedades de maíz criollo. Entre éstas, las más importantes para el mercado son las de color amarillo y blanco y la variedad cariaco, que aún se siembra y se comercializa ampliamente en la Costa Atlántica para la elaboración de «chocolate». También tenemos variedades de otros colores: negrito, azulito, panó (rosado), piedrita (violeta), cariaco (amarillo, rojo y rayado), tacaloa (naranja), sangre toro (rojo), cucaracho (rayado), berrendo (mezcla de colores), huevito (blanco rayas negras). La mayoría de estos maíces son blandos y harinosos, característica importante para la elaboración de productos alimenticios, pero no se comercializan pues no tienen aceptación en el mercado.

¿Por qué se  han perdido las semillas criollas de maíz?

La pérdida de muchas variedades de maíces criollos se debe en gran parte a que el agricultor ya no produce para su propia seguridad alimentaria. Ahora se produce para el mercado, lo cual obliga a los agricultores a producir lo que el mercado pide y no lo que necesitamos y sabemos producir. Además la tierra está concentrada en terratenientes que dedican extensas zonas a ganadería. Ellos y el Estado introdujeron monocultivos industriales de algodón, banano, arroz, sorgo e incluso maíz. Todo esto transformó la economía local de autosuficiente a predominantemente comercial. 

Las entidades del Estado y las empresas privadas llegan a las comunidades a enseñar nuevas tecnologías en las cuales es necesario aplicar insumos externos, químicos y además promueven que cambiemos nuestras semillas criollas por semillas «mejoradas» que requieren condiciones ambientales exigentes. El ICA (Instituto Colombiano Agropecuario) ha introducido en la región variedades como ICA-V109 e ICA-V156. El cultivo del maíz fue uno de los primeros en sufrir el rigor de la transformación tecnológica. Se empezaron a comercializar variedades de maíces blancos y amarillos, que eran los exigidos por los comerciantes y la industria, desplazando así gran cantidad de variedades criollas de colores.

Sumado a esto, los procesos de elaboración de algunos productos se han industrializado y se ofrecen en el mercado ya terminados, aunque no cumplen con las mismas condiciones de calidad que los productos hechos en casa con los maíces criollos. Por ejemplo ya no se hacen chichas de maíz, sino que se compran jugos sintéticos. Esta dinámica del mercado, en el que el agricultor se interesa más por tener dinero, ha hecho que las redes locales de intercambio de semillas se pierdan y de esta manera el conocimiento. Los jóvenes no reconocen las semillas criollas y mucho menos cuál es su uso y formas de preparación. 

Somos consientes de la importancia que revisten las semillas criollas para la industria, éstas son la base genética para desarrollar variedades «mejoradas». Si recuperamos las semillas y el conocimiento asociado a ellas no solo rescatamos semillas y conocimientos básicos para nuestra seguridad alimentaria, sino que también estaremos en condiciones de defenderlas de cualquiera que se quiera apropiar de ellas. Esta es una forma de resistencia y rechazo a todas las formas de privatización de las semillas y en general de la vida. Otro riesgo que se añade a la crisis del sistema de producción y alimentario Zenú, es la posibilidad de la entrada de maíz transgénico al territorio. Este pondría en peligro las semillas criollas que aún se conservan, por efectos de la contaminación genética, al igual que ha sucedido en México.

 

Sistema de cultivo de las variedades criollas

- Escogemos plantas de nuestro lote que están en tierra buena y en tierra débil. Cuando el cultivo esta en chócolo seleccionamos las plantas que preferiblemente tengan más de una mazorca baja y bien formada. Este muestreo lo hacemos por todo el lote porque nunca una sola planta representa toda la riqueza genética de la variedad.

-  Marcamos las plantas que seleccionamos utilizando cabuya y tirillas de tela.

-  En la recolección, de cada planta seleccionada cogemos una mazorca, descartando las mazorcas podridas y mal formadas. Tomamos como mínimo un catabre (200 mazorcas). 

-  De las mazorcas escogidas, eliminamos los granos de las puntas, granos delgados, fuera de tipo, enfermos o dañados por insectos; luego desgranamos y mezclamos bien la semilla.

-  Para que la variedad conserve su excelente calidad y no se «case» o cruce con otros maíces seleccionados tenemos en cuenta: sembrar 15 días antes o después de la siembra de cualquier otro maíz no seleccionado; sembrar a una distancia de 200m de cualquier otro maíz; finalmente, si no es posible poner en práctica las dos recomendaciones anteriores, seleccionar la semilla únicamente de las plantas del centro del lote o aquellas que estén más retiradas de otro maíz vecino.

 

Preparación del terreno

Para iniciar el trabajo, primero escogemos el terreno y lo preparamos limpiando el rastrojo. Si el lote está en partes planas y bajas realizamos aporques para que mejoren el drenaje. Para tener una buena producción adicionamos materia orgánica (estiércol de animales) para mejorar la tierra. Cuando una parcela se va a dejar descansar recomendamos sembrar abonos verdes como vitabosa o canavalia, o en general cualquier leguminosa. Para sembrar maíz en zonas de mucha pendiente, realizamos prácticas de manejo del suelo para evitar la erosión (o sea la pérdida de la tierra), tales como acequias, barreras vivas de piña, pajalimón, pastos de corte, guandúl, etc.

Anteriormente se quemaba la tierra porque la dejaban descansar varios años. Esta práctica se ha ido eliminando por el tamaño pequeño de las fincas que impiden dejar descansar el suelo lo suficiente. Si se quema muy seguido, se va agotando la materia orgánica, el suelo se pone más duro, pierde humedad y los animales del suelo se van acabando. Sin embargo, aún muchos agricultores queman después de socolar.

 

La siembra

En la Región Caribe hacemos dos siembras de maíz al año. La primera se llama roza y se hace entre abril y mayo. Luego se siembra la segunda que se hace en los meses de agosto y septiembre. En la Ciénaga Grande del Bajo Sinú los campesinos también sembramos en diciembre y enero una tercera que es vendida en choclo. 

1. La roza: se inicia en marzo con la preparación de las tierras y va hasta agosto, cuando recogemos el maíz seco. En las actividades del cultivo participamos todos los miembros de la familia. Sembramos el maíz asociado con diferentes cultivos, en un orden y unas fechas que ya han experimentado los abuelos. Se asocia principalmente el maíz con la yuca y el ñame de diferentes maneras. Por ejemplo: maíz con yuca y ñame, maíz con yuca, maíz con yuca y fríjol. También se siembran otros cultivos como ahuyama, batata, guandúl, pepino, arroz, candia, plátano, patilla, etc. La siembra de roza la realizamos entre abril y mayo, dependiendo del momento en que llegue las primeras lluvias. Algunos acostumbramos sembrar en un lote diferentes variedades de maíz separadas por calles de guandúl. El fríjol se siembra a los ocho días. A los 25 días de sembrar el maíz se siembra a su lado el ñame, para que le sirva de tutor y cinco días después la yuca. Para sembrar el maíz hacemos huecos con un palo de madera en la tierra a una distancia de 1,2-1,5m. Allí echamos 4 a 5 granos de maíz.

Luego de seleccionar las mejores semillas procedemos a prepararlas. Inicialmente las echamos en agua por 12 horas, si hay buena humedad de la tierra, pero si la tierra esta seca no es recomendable mojar la semilla porque el calor la daña. Para que haya una buena germinación de la semilla húmeda la envolvemos dos días antes en hojas de plátano. Después curamos la semilla con ceniza o extractos de plantas amargas como nim, paraíso, balsamina, tabaco. Este mismo tratamiento lo utilizamos con las semillas de ñame, fríjol y arroz.

2. La segunda: la Cosecha de Segunda o Traviesa la sembramos en agosto, justo después que termina el veranillo de julio. En esta época el maíz se siembra solo, porque el terreno es de montaña o rastrojo alto y está más fértil y húmedo. Para la preparación del terreno hacemos la pica, que consiste en cortar las hierbas más bajas, dejando los árboles más altos en pie. Posteriormente sembramos a chuzo pata de gallina a una distancia de 1,2 metros, echando 5 a 6 granos por hueco. Después que el maíz germina cortamos los árboles. En la segunda nunca se hace quema. Durante el periodo del cultivo sólo realizamos una limpia que hacemos entre los 30 y 45 días después de la siembra. La la producción en la segunda es un poco mayor, una hectárea puede producir 10-13 fanegas por hectárea (1.000 a 1.300 kilos).

 

Asistencia del cultivo

Hacemos 2 a 3 limpias en total. La primera se hace a los 25 días, cuando el maíz esta rodillero. Todo el tiempo hay que cuidarlo de los enemigos naturales como los gusanos, ratones, cucarrones, etc. Para ello hemos aprendido a hacer preparados de plantas y aplicarlos con bomba de espalda: nim, paraíso, balsamina, ají picante, ajo, pringamosa y aplicamos el fermentado vacuno. Cuando el cultivo empieza a barbiar y echar la espiga hay que cuidarlo de los animales y los pájaros que se empiezan a comer las mazorcas que se van llenando. Para ello mandamos a los hijos a cuidar con hondas y ponen espantapájaros.

 

Recolección

Hay dos momentos en que se recoge el maíz. Uno es cuando se llena la mazorca, a los 3 meses, lo que llamamos choclo y otro al momento de secarse, a los cuatro meses. Una vez cosechado el maíz lo guardamos en la casa en sitios especiales de madera y palma llamados pañól, en zarzos o en lugares donde pegue el humo. Los maíces criollos producen entre 7 y 10 fanegas por hectárea, o sea entre 700 y 1.000 kilos por hectárea.  

 

Almacenamiento

Entre el 10 y 15% de la cosecha de maíz se pierde por el deterioro ocasionado por el daño producido por insectos y hongos. La alta humedad y temperatura, el mal estado físico y el contenido de impurezas de las semillas, son factores que contribuyen al deterioro. Por esto, para almacenar la semilla de maíz tomamos algunas precauciones:

1. Para evitar el daño comenzamos por cosechar temprano y no dejar sobremadurar.

2. Seleccionamos y limpiamos bien el producto. Los granos partidos son atacados con facilidad por insectos y hongos; las impurezas como cáscaras, tuzas y tierra, ayudan a formar focos de desarrollo de microorganismos.

3. Antes de almacenar las semillas las dejamos secar bien, de forma natural y lenta, en un lugar ventilado y con sombra. 

4. Los depósitos en los que almacenamos maíz (trojas), deben estar limpios y evitar la entrada de agua y humedad a pisos y paredes. Deben estar sellados y sin agujeros por donde entren roedores y otras plagas. Hacemos Compost con las basuras antes de guardar los granos para evitar presencia de ratones o cucarachas que dañan el grano.

 

Comercialización

La mayoría de los maíces criollos de colores tienen muy poco comercio cuando secos. Solo los Cariacos, amarillo y rayado, se encuentran en alguna cantidad en el mercado de la Costa Atlántica para la elaboración del chocolate; este maíz tiene un buen precio. Los maíces rojos se venden a los comerciantes mezclados con los amarillos. Entre nosotros sí es más frecuente el intercambio y la venta de los maíces negrito, azulito, panó, tacaloa, ojo de gallo.

El maíz destinado para la venta lo desgranamos, lo limpiamos bien y lo empacamos en sacos de 50kg y lo vendemos por quintales. Cuando no tenemos plata, vamos donde alguien que nos compre por adelantado parte de la cosecha y cuando llega la época de producción pagamos con el maíz.

 

Alimentos tradicionales

En nuestra región existe gran diversidad de platos, bebidas y golosinas que se elaboran a partir de las variedades de maíces criollos. En algunos festivales, talleres y encuentros de semillas y de alimentos, hemos recuperado muchas recetas que pueden tener diferentes ingredientes y formas de preparación. Entre estos platos tenemos: pasteles, tortas dulces y de sal, almojábanas, bollos, mazorcas, chichas, arepas, arroz de maíz, natillas, dulce de maíz blandito, sopas, mazamorras dulces y de sal, buñuelos, chocolate de maíz cariaco, cuchú, joga viejo, cascarrón, oca (Embera Chamí), monía (Embera Chamí), empanadas con carne, peto, crispetas de sal y de dulce, deditos, claro y guiso de maíz. Esta diversidad de platos es una prueba de la importancia que tiene el maíz en la cultura y la seguridad alimentaria de las familias campesinas e indígenas de la región Caribe.

 

Actividades de proyección

  • Bancos de semillas locales

La Recar y sus organizaciones asociadas: Asproal, Asproinpal, Asproinsú, Asociación de Artesanos y Comité de Producción de San Pedro Alcántara, hemos continuado recuperando las semillas a través de los bancos de semillas locales, a los cuales les estamos haciendo seguimiento. Los bancos de semillas locales, son pequeños lotes que usamos para la conservación y recuperación de las semillas criollas. El objetivo del banco de semillas es la producción de semillas de buena calidad. 

Por tal razón no debemos permitir que se cruce con otras variedades, de esta manera sembramos las diferentes variedades a una distancia mínima de 200m y con una diferencia de 15 días. Además hacemos un manejo ecológico del cultivo y mantenemos buena humedad del suelo o manejamos un ciclo de siembra adecuado, aprovechando las primeras lluvias. Seleccionamos, recogemos y guardamos la semilla bien seca y sana. La semilla que se obtiene en los bancos debe compartirse con agricultores de otras zonas o regiones. Es muy común realizar intercambios a través de encuentros, ferias, visitas a las fincas de los agricultores. Una estrategia fundamental para mantener las características de las variedades y evitar la pérdida es la reproducción permanente de la semilla, permitiendo que exista el refrescamiento con variedades y la selección de éstas.

  • Capacitación

La capacitación de líderes, promotores y de las comunidades en general se viene realizando a través de talleres, ferias e intercambios. Un gran impulso se ha dado con la campaña que realizamos en asocio con organizaciones como Asproisa, Asprofinca, Asalma, Asocamcocre y Asprocig, la cual llamamos «Semillas de Identidad». En el marco de esta campaña hicimos un video y elaboramos dos cartillas donde se muestran todas las variedades que hemos encontrado y estamos recuperando.

El reto de recuperar y defender las semillas criollas, el conocimiento asociado a ellas y en general trabajar por el mejoramiento de las condiciones de vida de la etnia Zenú, nos ha llevado a plantear unos criterios para el intercambio y venta de semillas criollas. Esto lo estamos socializando con las comunidades para construir un reglamento interno sobre recursos genéticos.

Ante el riesgo inminente de la introducción de maíz transgénico a Colombia, hemos realizado varias actividades, entre ellas un foro público en la ciudad de Montería, el lanzamiento de la Campaña Mundial de Defensa de las Semillas en Sincelejo y varios talleres con la participación amplia de varios sectores del Resguardo. Hemos ido construyendo una propuesta con la participación de la gente, que en la medida que va conociendo los riesgos y se hace conciente de la problemática va dando aportes. Además hemos mostrado nuestra campaña y hemos dado a conocer nuestra propuesta y posición frente a los transgénicos en varios espacios a nivel nacional.

  • Mercados locales agroecológicos

Esta es una propuesta que queremos fortalecer tanto para mejorar nuestros ingresos como para dar a conocer nuestro trabajo en la recuperación de los recursos genéticos y el conocimiento tradicional. Además promovemos el rescate de nuestra cultura, nuestros valores y alimentos tradicionales, en el marco de una visión de la producción ecológica y justa.

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* Red Agroecológica del Caribe Recar. Conformada por cinco organizaciones indígenas zenúes: Asproal, Asproinsú, Asproinpal, Comité de Producción de San Pedro Alcántara y Asociación de Productores de San Antonio del Palmito. Tel: (+4) 7783160, recaragro@hotmail.com 

- Para el presente artículo se adaptó información de las cartillas: 1) Los maíces criollos: historia y diversidad en la región Caribe, 2) Los maíces criollos: manejo, producción y usos en la región Caribe colombiana. 2002.

Publicado en Septiembre 23 de 2012| Compartir
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