La Soberanía Alimentaria está socavada por las instituciones multilaterales y por el capital especulativo. El control cada vez mayor de las empresas multinacionales sobre las políticas agrícolas ha sido facilitado por las políticas económicas de las organizaciones multilaterales tales como la Organización Mundial del Comercio -OMC-. Frente a esto y desde hace más de una década, los movimientos sociales de pequeños productores de alimentos, han comenzado un proceso de articulación en todos los continentes para defender la Soberanía Alimentaria frente al capitalismo que renueva y recrea formas para condenar a los alimentos a la mera etiqueta de mercancía, sometiendo de esta forma a los pueblos. En este contexto nace, en este proceso de articulación, el Comité Internacional de Planificación por la Soberanía Alimentaria (CIP) como espacio internacional para articular políticamente estas fuerzas.
Las organizaciones y movimientos sociales en nuestra América Latina fueron pioneras/os en este proceso, entendiendo que la restitución de derechos colectivos y sectoriales a los pequeños productores de alimentos es condición clave y necesaria para retomar la soberanía de los pueblos. La crisis económica-financiera, pero sobre todo ética, marca en el 2006 un alza de los precios de los alimentos, sumiendo aún más en la pobreza a millones de personas del Sur.
En una estrategia manejada por las grandes corporaciones, se hace detonar abruptamente el sistema agroalimentario a nivel mundial, lo que les facilita a ellas y a los gobiernos aliados disparar una serie de medidas especulativas que tienden a fortalecer el control sobre los alimentos con instrumentos avalados por el sistema de gobernanza internacional, como los mercados de futuro, los bancos privados de alimentos, etc.
Frente a esto, el Foro Mundial de Nyeleni, en el año 2007, marca un punto de inflexión en la acumulación de fuerzas continentales y mundiales, y apuntala a los movimientos que recobran energías y redoblan la apuesta de fortalecer nuestras acciones de lucha estratégicas y una profundización del concepto, a partir de las experiencias de luchas y construcción en territorio, ampliando la base social y sectorial de organizaciones que defienden la Soberanía Alimentaria para la Soberanía de los Pueblos.
Los movimientos amplían sus campañas y luchas contra el acaparamiento de tierras, contra la OMC, como órgano supremo de la mercantilización agroalimentaria que destruye las semillas campesinas, contra el sistema de Naciones Unidas que se ensordece ante la voz de los pueblos y va cercando, en forma cómplice con las transnacionales, las agriculturas locales ricas en conocimientos resilientes a los embates del capitalismo.
Se fortalecen transversalmente los movimientos, con acciones y propuestas por la Reforma Agraria, por la Agroecología, por las semillas campesinas, por los derechos colectivos de nación, por los derechos campesinos, por el acceso libre al agua, por la lucha por la biodiversidad. Fortalecemos nuestras acciones en defensa de nuestros derechos de acceso a la información y a participar de los procesos de toma de decisiones.
Y estos derechos forman la base de una buena gobernanza, responsabilidad e igualdad de participación en la vida económica, política y social, libre de cualquier forma de discriminación. Los productores de alimentos a pequeña escala deben tener el derecho a participar directa y activamente en la formulación e implementación de políticas agroalimentarias en todos los niveles.
Con esta consigna es que vimos con buenos ojos los cambios que comienzan a generarse, a partir de 2009, en el sistema de Naciones Unidas, reformas que atraviesan todas sus agencias, pero especialmente aquellas que tiene que ver con la Agricultura y Alimentación, la FAO, que, en un aliento de apertura y para salvar su mandato (exigida por los pueblos del mundo), abre sus puertas a la sociedad civil, en el marco de la reforma del Comité de Seguridad Alimentaria (CSA). Así, por primera vez, los movimientos sociales llegan, con voz organizada y sostenida, a una asamblea de Naciones Unidas.
En este contexto, los movimientos articulados en el CIP comienzan un tiempo de análisis y reorganización de estrategias regionales y mundiales para profundizar la articulación política y operativa. En nuestro continente, durante 2 años, se lleva a cabo este proceso mientras aprendimos a participar en forma organizada en este nuevo marco del CSA de la FAO. Este proceso para Latinoamérica culmina con la “III Conferencia Especial para la Soberanía Alimentaria de los Movimientos Sociales y Organizaciones de la Sociedad Civil”, previa a la 32a. Conferencia Regional de la FAO para América Latina y el Caribe, en la que, por unanimidad, acordamos constituir una instancia de coordinación y articulación a fin de fortalecer las propuestas, acciones y luchas. Allí, las organizaciones lanzamos un nuevo paso en el proceso de fortalecimiento de la lucha: se había creado la Alianza por la Soberanía Alimentaria de los Pueblos de América Latina y el Caribe.
La noticia se presentó en el marco de la Asamblea a más de 150 delegados y delegadas de 30 organizaciones regionales y continentales. En esa oportunidad, organizaciones como CLOC VC, MAELA, COPROFAM, CITI, Amigos de la Tierra LAC, UITA, RAP-AL, animaron e invitaron a unirse a todas las organizaciones allí presentes, a articular juntas para ampliar la lucha frente al avance arrollador y sin escrúpulos del sistema imperante, diciendo: somos una alianza política y social de organizaciones, de movimientos y redes regionales y subregionales de Latinoamérica y el Caribe que representan a campesinos, agricultores familiares, a pueblos indígenas, a pescadores, a trabajadores rurales, a campesinos agroecológicos, ambientalistas, consumidores, de mujeres, de jóvenes comprometidos con la lucha por la Soberanía Alimentaria.
Fue un llamado a la profundización de acciones conjuntas y de enriquecimiento conceptual de las organizaciones en torno a su propia historia de lucha y su interacción con la soberanía de los pueblos, para fortalecer el alcance de la Soberanía Alimentaria frente al modelo opresor. Por esto, nuestras acciones van dirigidas a contribuir a la unidad y organización de los pueblos en la lucha por la Soberanía Alimentaria como elemento sustancial en la construcción de un nuevo modelo de sociedad con identidad y Buen Vivir. Ello implica también la resistencia al modelo de desarrollo imperante que artificializa y privatiza los sistemas agroalimentarios a favor de grandes corporaciones, imponiendo estilos de consumo que acarrean desnutrición, hambre, mala distribución y acaparamiento de bienes de la naturaleza en manos de unos pocos para especular con el hambre de muchos y con el derecho a la alimentación, privatizando los alimentos.
Nuestra acción conjunta se basa en defender el Derecho Humano a la Alimentación, a concebirnos en un territorio con identidad local, a tener una tierra para trabajarla por derecho, a defender los bienes de la naturaleza (semillas, agua, tierra, biodiversidad) como patrimonio de la Humanidad, a proveer alimentos sanos para los pueblos bajo nuestras identidades agroalimentarias.
Defendemos nuestro derecho a movilizarnos como organizaciones que mantenemos nuestras plataformas en el ejercicio libre de un marco democrático y en resistencia a todo proyecto que nos afecte, incluyendo la lucha contra la criminalización y represión de la movilización social y popular. Aspiramos a participar, en forma directa, en las politicas públicas sobre alimentación y agricultura, a defender la tierra para que nuestros jóvenes no emigren a las ciudades, a revalorizar la cultura rural de los pueblos y su historia alimentaria, a articular acciones con las organizaciones de consumidores y a sembrar luchas en las urbes.
Nos urgen las líneas centrales de nuestra acción: necesitamos y vamos por una Reforma Agraria Integral, por la transformación del modelo agroalimentario de monocultivo y monoconsumo y por la propuesta de la agroecología, que integra a las diversas agroculturas campesinas e indígenas bajo los principios de biodiversidad, organización territorial, entramados productivos de alimentos sanos y soberanos, los sistemas de recuperación y restitución de semillas, los sistemas de regeneración de agua, así como la reivindicación de la acción política articulada para defender nuestros intereses y la reorganización del comercio de alimentos partiendo de los procesos locales y solidarios.
Nuestra primera Asamblea se realizará en agosto de 2013, en Bogotá, Colombia, donde se definirán los lineamientos políticos que guiarán la articulación, las alianzas, los espacios de representación internacional, así como las principales acciones para fortalecer la lucha coordinada por la Soberanía Alimentaria en el continente. Nos encontramos renovados en la fuerza, en los liderazgos de compañeros y compañeras que han asumido, con fuerza y tesón, el desafío lanzado, que nos imprimen valor y coraje para animar el cambio desde las fuerzas populares. Desde la Alianza entendemos que la Soberanía Alimentaria no es solo una alternativa al modelo capitalista, es el pilar fundamental para la supervivencia de la sociedad.
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