Durante 17 largos años, campesinos y campesinas, trabajadores y trabajadoras, pescadores y pescadoras, y pueblos originarios de Asia, África, las Américas y Europa negociaron con paciencia y persistencia dentro y fuera del Consejo de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas, compartiendo sus historias de expropiación y desolación. Este proceso de negociación sirvió como catalizador para las y los cuadros del movimiento y les permitió abordar la campaña con mayor vigor. Organizaciones no gubernamentales aliadas, otros movimientos sociales de productores de alimentos, académicos y gobiernos progresistas también aportaron a generar y sostener el impulso que permitió la adopción de un mecanismo legal internacional.
El 18 de diciembre de 2018 estos esfuerzos finalmente dieron fruto y la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas adoptó la “Declaración de la ONU de derechos de campesinos y otras personas que trabajan en áreas rurales” (UNDROP, por sus siglas en inglés). Esta Declaración no solo considera a los campesinos y campesinas como meros “sujetos de derecho”. También reconoce a los campesinos y campesinas y las personas que habitan zonas rurales como agentes fundamentales para superar las crisis. Esta Declaración de las Naciones Unidas es un instrumento estratégico para fortalecer las luchas y propuestas de los movimientos rurales. Además, sienta una jurisprudencia y una perspectiva jurídica internacional para orientar la legislación y las políticas públicas en todos los niveles institucionales en beneficio de quienes alimentan al mundo.
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