Esta organización campesina, en la que convergen alrededor de ochocientas familias, efectúa su trabajo en el departamento de Boyacá, aunque su radio de acción se extiende a la región central: Cundinamarca, Tolima y Santander. Nuestra organización nació en Duitama en el año 1980, como una propuesta concebida para y por los campesinos de Boyacá, promovida en sus inicios por la Pastoral Social de Duitama, quienes bajo el liderazgo participativo y democrático se dieron a la tarea de consolidar una forma de organización que tuviera como meta el servicio a los campesinos y que fuera administrada por los campesinos, compartiendo la filosofía de la “iglesia de los pobres” que promovió Juan XXIII.
A pesar de que Boyacá tiene un alto nivel de producción agropecuaria, registra a su vez, altos niveles de hambre y malnutrición, ya que según los indicadores oficiales, el departamento posee una tasa de pobreza, en un nivel superior al 53,3% y en 22,1% para pobreza extrema, superando las cifras nacionales promedio. Desde su nacimiento, hemos planteado, promocionado y asumido la agricultura sostenible, dándole un carácter transversal que llega a otros programas de producción orgánica, como llamamos a los diferentes procesos de agricultura sostenible que llevamos a cabo.
La Fundación en todos estos años se ha definido como una organización solidaria, democrática y humanista, sin ánimo de lucro, interesada en el desarrollo integral del ser humano. La colectividad de los bienes y la gestión económica, se vive desde un sentido comunitario que se funda en el apoyo integral a los miembros de la organización y a sus familias en las diferentes dimensiones de su vida.
De esta forma, es una organización social que ha logrado concebirse desde un espacio de marginación y exclusión, donde sus miembros transformaron las relaciones sociales que los subordinan por medio de la intervención y cuestionamiento de sus realidades, y así, generando un proceso social que reemplaza la visión empresarial privada capitalista y la empresa estatal, la provisión de insumos, créditos y servicios forjando mejores oportunidades, condiciones de precios, acceso y calidad. En síntesis, una organización que logró resolver sus problemas en el consenso comunitario.
Como dice uno de nuestros lemas, “Queremos un campesino consciente y responsable de su papel en un proceso de transformación del mundo”. Por eso, es importante analizar que la Fundación San Isidro posee una estructura circular basada en el diálogo y la resolución participativa de los conflictos y problemáticas comunes. Asimismo, se debe resaltar que las actividades realizadas por la Fundación apuntan a que los campesinos y campesinas, tienen como principales orientaciones: la construcción conjunta con las comunidades de alternativas de producción, procesamiento y comercialización agropecuaria y forestal sostenible.
Hay dos pilares fundamentales en nuestra organización: la economía solidaria y sostenibilidad, tanto de producción como de comercialización agrícola, pesquera, frutícola y pecuaria; y la participación activa en el mejoramiento social, económico y político del sector rural, como parte de una apuesta de construcción de paz y democracia, orientada a la consecución de una patria más justa para todos y todas. Para este fin, la Fundación ha venido llevando a cabo una serie de actividades técnicas, formativas y comerciales dirigidas a posicionar la producción orgánica, entre las que figuran algunos proyectos como los que se resaltan a continuación:
· Investigación adaptativa de técnicas agroecológicas para pequeñas fincas de clima frío en el municipio de Susacón (Boyacá) (1996-2000).
· Implementación de sistemas agropecuarios forestales sostenibles en los páramos de La Rusia, Chontales, Verdegales y Bosque Alto Andino de los municipios de Duitama, Paipa y Gámbita, zona de influencia del Santuario de Fauna y Flora Guanentá, alto río Fonce (Boyacá y Santander).
· Generación de redes de productores orgánicos. Convenio desarrollado por la Fundación y la Secretaría de Desarrollo Económico del Distrito Capital, en el marco del Plan Maestro de Abastecimiento y Seguridad Alimentaria “Alimenta Bogotá”, convenio 159 de 2009.
Gracias a este último proceso, la Fundación San Isidro participa en el proceso en el surgimiento de los mercados campesinos, logrando en una primera etapa la conformación de siete redes de productores orgánicos, integrada por 110 productores ubicados en los departamentos de Cundinamarca, Boyacá y Tolima y en la ruralidad de Bogotá. A la vez, en la formación de la primera mesa de competitividad de producción de alimentos orgánicos del país, así como la actualización en técnicas de producción orgánica.
Durante la historia de vida de la organización, la Fundación San Isidro ha capacitado en agricultura sostenible a por lo más de trescientos productores de la región central del país, estructurando procesos de agricultura orgánica en al menos 350 fincas y su trabajo ha llegado a más de una veintena de municipios, convirtiendo a la Fundación en un caso emblemático de organización campesina que trabaja con perspectiva agroecológica.
Bajo la formación y orientación de la Fundación, los campesinos han aprendido que los alimentos orgánicos son la solución a todos sus problemas. Muchas familias usaron hace tiempo abonos orgánicos, como primer acercamiento a la producción orgánica; ya que los agroquímicos fueron entrando al municipio de Toca, y generaron dependencia y facilismo a la vez. Gracias al trabajo desarrollado por la organización, hemos posibilitado que las familias rompan estas cadenas y se reintegren en torno a la producción de alimentos, especialmente acercando a los más jóvenes a la agricultura. Esto ha permitido aplicar formas de cultivo novedosas, como la modalidad biodinámica, donde sembramos en estructuras circulares y así producimos más hortalizas de manera escalonada, aprovechando mejor el terreno y generando producción permanente.
En la búsqueda por un mejor vivir de las comunidades campesinas, la Fundación San Isidro participa promueve y defiende el ser y el hacer del campesino desde las actividades cotidianas, pero teniendo en cuenta las necesidades propias de cada comunidad. De esta forma hemos promovido la capacitación, organización y gestión que les permita a la comunidades tener claridad y autonomía sobre los fenómenos relacionados con el cambio climático. Decisiones que en su mayoría dependen de normas y políticas que lejos de apoyar al sector rural, nos dejan desolación y abandono estatal.
Sin embargo, el cambio climático positivamente nos ha llevado a buscar alternativas de producción y comercialización. También a crear estrategias de adaptación. Se requieren prácticas para la producción de alimentos de manera sana y natural que contribuyan al mejoramiento de la de la salud, los suelos, y del medio ambiente en general y entre ellas, se encuentran:
Todo esto nos garantiza la continuidad de conocimiento y de la región. Con las anteriores practicas además de contribuir con la nutrición y economía familiar se fortalece el proceso de Mercados Campesinos, como una estrategia de reconocimiento de la importancia de la economía campesina y la defensa del derecho a la alimentación, ya que este permite el acercamiento entre productor y consumidor donde el beneficio es de doble vía: los campesinos mejoran sus ingresos y los consumidores urbanos tienen mayor acceso a los alimentos frescos, de calidad y a precios justos, directamente del productor al consumidor.
Con el apoyo de Oxfam, la Secretaría Distrital de Desarrollo Económico y otras entidades aliadas, además del acompañamiento de algunas universidades (Nacional, UPTC, Uniminuto) entre otras, desde la Fundación San Isidro se han venido realizado investigaciones y se han presentado algunas propuestas sobre agroecología y mitigación a los cambios climáticos. Consideramos que si en Colombia se impulsaran y apoyaran propuestas como la nuestra, el grado de contaminación sería menor y las prácticas aplicadas minimizarían los efectos de la producción convencional a gran escala que solo busca un lucro económico y que contribuyen aceleradamente al calentamiento global y a la extinción de los seres vivos.
Por último, creemos necesario agradecer a las instituciones de quienes hemos recibido apoyo económico y técnico, con quienes hemos trabajado conjuntamente y quienes nos ha brindado servicios de promoción y formación integral. Trocaire (Irlanda), Fastenopfer (Suiza), Desarrollo y Paz (Canadá), Manos Unidas (España), EED (Alemania), la FAO, Oxfam, Pan Para El Mundo; las alcaldías de Paipa, Duitama, Firavitoba, Tuta, la Secretaría Distrital de Desarrollo Económico de Bogotá, los Ministerio de Ambiente y de Agricultura. Las universidades Pedagógica y Tecnológica de Colombia UPTC (Tunja). Javeriana, Nacional. Minuto de Dios, Centro de Investigación y Educación Popular (CINEP), Instituto Mayor Campesino (IMCA), Centro de Enseñanza para América Latina de Comunicación (CEPALC),Instituto Latinoamericano Para una Sociedad y un Derecho Alternativos (ILSA), Podiom, Synergia, COSPACC, El Común (San Gil), y la Corporación para el Desarrollo de la Provincia de Vélez.
Estamos cumpliendo 34 años haciendo camino… soñando…sembrando… Y cuando se desbroza un sendero, cuando se prepara el surco para arrojar la semilla, cuando en el descanso de la noche tejemos ilusiones, hay momentos maravillosos de la luz y de esperanza, pero también hay piedras y baches, tempestades y arideces inmensas. Esto es lo que hemos vivido a lo largo de nuestra historia y lo que nos anima a seguir construyendo caminos.
Lo más importante para nosotros es que a lo largo de este tiempo, la Fundación San Isidro ha logrado mantener vivos sus principios orientadores, enfrentando con fortaleza las muchas crisis internas y externas que se presentan. Aun así nos regocija encontrar que nuestro trabajo se ha sembrado en más de sesenta municipios de Boyacá, dos del Tolima y trece de Cundinamarca.
El país se transforma, igual los contextos regionales y nacionales, y en esa medida nuestro programas y proyectos también han tenido que cambiar, pero siempre nos han inspirado los criterios de humanismo cristiano que profesamos y nos mantiene vivos. En los últimos años se han introducido de manera más explícita en sus programas y proyectos: La educación ambiental, la promoción de la agricultura sostenible (agroecología) y la equidad de género, ejes transversales que siempre han estado implícitas en el trabajo de nuestra Fundación, pero que hoy cobran vigencia y se vuelven realidades.
Alternativas al sistema agroalimentario actual desde la agroecología y la soberanía alimentaria. ILSA
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