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Las Escuelas Campesinas de Agroecológica (ECAS) emergen en el municipio de Tuluá como respuesta a las políticas agrarias colombianas caracterizadas por una alta inestabilidad, un manejo coyuntural y la inexistencia de una visión estratégica del sector agropecuario y rural, lo que ha conllevado a la invisibilidad de la sociedad rural campesina. Las ECAS resulta ser un proyecto exitoso y han ayudado a conservar los bienes naturales de nuestro territorio. La implantación de un modelo de desarrollo rural totalmente divorciado de las condiciones naturales, ecológicas y culturales han dejado en su recorrido una estela de barbarie, destrucción y muerte, posibilitando el espacio para la emergencia de las ECAS como una propuesta de desarrollo endógeno sustentable que hace visible a la sociedad rural campesina a través del rescate de la cultura, la revalorización de los saberes locales, la recuperación de la historia, el cuidado de la agro biodiversidad, el rescate de la memoria, la apropiación del territorio, el valor de la palabra y custodio de los bienes de la Pachamama.
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El municipio de Tuluá se encuentra ubicado en la vertiente occidental de la cordillera central, en el centro del Valle del Cauca, Colombia (Véase Figura 1). Este vasto territorio ha sido el espacio por excelencia de la resistencia a todo poder hegemónico, desde las heroicas guerras contra los españoles del pueblo pijao al mando del cacique Calarcá en el siglo XVII en la otrora provincia de Cacataima, pasando por la resistencia campesina en los siglos XVIII y XIX. He ahí, el talante de nuestra herencia libertaria, que hoy permite que estemos resistiendo a los diversos megaproyectos que se ciernen sobre el territorio. El municipio de Tuluá hace parte de la zona cafetera, donde a mediados del siglo XIX diversos grupos de colonos se establecieron.
A partir de los setenta, la adopción de nuevas tecnologías basadas en la Revolución Verde orientaron la producción cafetalera biodiversa al monocultivo, lo que provocó la eliminación del sombrío del cafetal y la pérdida de la soberanía alimentaria de los cafeteros, devastación de los suelos, pérdida de la biodiversidad, contaminación de las aguas, entre otros. Las ECAS emergen en el municipio de Tuluá, como respuesta a los modelos de desarrollo rural emanados bajo la política neoliberal y que buscaban una supuesta modernización del campo bajo la égida del mercado y del gran capital; beneficiando a la cultura rural empresarial (revolución verde), agroindustrial, multinacional, narco terrateniente, agroturística y terrateniente ganadera e implícitamente con la exclusión de la sociedad rural campesina por premoderna e improductiva, desconociendo un caudal de conocimientos, saberes y experiencias en el modo de hacer agricultura, ganadería y manejo relativo de los recursos naturales, sustentado en centurias de años de relación armónica entre el hombre, la naturaleza y las deidades.
De la misma manera, la modernización emanada del capitalismo mundial integrado (CMI), han engendrado fenómenos de desequilibrio ecológico como: disminución de la diversidad biológica y cultural, aumento del efecto de invernadero y calentamiento global, contaminación y escasez de las aguas, perturbación del clima, erosión de los suelos, recolonización de las tierras-territorios y los bienes naturales, deforestación de las selvas, entre otras, que amenazan, a corto plazo, si no se pone remedio, la vida sobre el planeta tierra. Las estructuras permanentes de violencia generadas desde espacios políticos de las élites urbano-industriales mercantilistas han auspiciado la muerte y la violencia permanente en la sociedad rural campesina, unidos a sectores terratenientes o de propietarios ricos.
Las diferentes violencias que hemos vivido representan procesos de empobrecimiento cada vez más dramáticos de los campesinos y de enriquecimiento y acumulación de capital de las élites locales que han detentado el poder . De otro lado, la propuesta educativa bancaria arrebataba los saberes de los campesinos de las montañas tulueñas y entregaba a sus hijos y nietos modelos cargados de las ilusiones mercantilistas del sistema urbano industrial dominante. En la visión bancaria de la educación, la transmisión de conocimiento es de manera vertical, el educador que se supone lo detenta todo, lo entrega generosamente, al que se supone ignorante (educando) cuya mente sería una “vasija vacía”, que debe ser llenada. Cuanto más vaya llenando los recipientes con sus depósitos, tanto mejor educador será. “La educación bancaria, - dice Freire- el saber, el conocimiento, es una donación de aquellos que se juzgan sabios a los que juzgan ignorantes”. En esta perspectiva, el aprendizaje no es más que la acumulación de conocimientos de otros, concebidos como capital, pero no hay creación colectiva de nuevos conocimientos, es decir, producción de riqueza. Al respecto expresa Freire: “En ella, el educador aparece como su agente indiscutible, como su sujeto real, cuya tarea indeclinable es “llenar” a los educandos con los contenidos de su narración. Contenidos que sólo son retazos de la realidad, desvinculados de la totalidad en que se engendran y en cuyo contexto adquieren sentido…” . Tal es la concepción “bancaria” de la educación -dice Freire-, en que el único margen de acción que se ofrece a los educandos es el recibir los depósitos, guardarlos y archivarles.
Margen que sólo les permita ser coleccionistas o fichadores de cosas que archivan. La sociedad rural campesina solamente ha sido visible en la guerra, el desarraigo, el desplazamiento y en el utilitarismo partidista . No obstante, ella se hace visible hoy en día a través de las ECAS; toda vez, que: primero, cuidan los bienes naturales (aire, suelo, agua, flora, fauna, microorganismos); segundo, guardan las semillas como don único e inestimable de la naturaleza (banco comunitarios de semillas, conuco de crianza o jardines de la vida); tercero, democratiza la producción de alimentos como imperativo en estos tiempos de dictadura alimentaria, en los que un puñado de transnacionales controlan el suministro mundial de alimentos; cuarto, recuperación de la palabra (redes de credibilidad), fraternidad y solidaridad; quinto, revaloriza y vigoriza los saberes locales y recupera el conocimiento sobre la biodiversidad; sexto, es el soporte de la autonomía y la soberanía alimentaría de nuestra región; séptimo, revaloriza y recrea la historia, el territorio y la cultura local.
Las ECAS parten de la cultura rural campesina, que históricamente han construido una amalgama de propuestas de desarrollo endógeno que han partido desde el trabajo propio de ellos, lo que les ha permitido tener el control de los procesos que los afectan; es decir, el control territorial, ecológico, social, cultural, económico y político . Además, en la sociedad rural campesina la solidaridad, reciprocidad, complementariedad, fraternidad y responsabilidad se amplía al mundo urbano a través de los mercados agroecológicos por la vida, donde en un intercambio de gestos, olores, colores, palabras y miradas las dos culturas se auto reconocen a sí mismas.
Las escuelas campesinas parten de dos principios rectores; primero, que el saber individual se convierta en saber colectivo a través del diálogo de saberes en un territorio concretamente determinado (socializar el saber); segundo, que el saber acumulado colectivo se transmita de generación en generación; es decir, ser un mecanismo de transmisión de la herencia cultural que se convierta en el saber de todos. El saber recuperado, es un saber útil (sociabilizar el saber). Estos principios van en contravía de la modernización acrítica que desconoce los saberes y experiencias locales, llamándolos supersticiosos, ingenuos, incompetentes; negando sistemáticamente una sabiduría y una cultura construida durante milenios. En estos lenguajes milenarios, largamente ignorados, desvalorizados o mal interpretados se encuentran las claves para remontar la actual crisis ecológica y sociocultural desencadenada por la revolución industrial, la obsesión mercantil y el pensamiento racionalista.
Las ECAS revalorizan, recrean, vigorizan y promocionan los saberes y culturas locales sobre los sistemas productivos y biodiversidad, recuperan formas de organización ancestral y reestablecen el diálogo con las deidades y la naturaleza. . Trabajar la agroecológica, con el diagnóstico y ordenamiento de las fincas y el territorio, buscar la seguridad y soberanía alimentaría de las familias y las comunidades, trabajar en procesos de recuperación, conservación y transformación de plantas medicinales, ornamentales, artesanales, alimenticias (yacón, sagú, achira, obambo, quinua, amarantos, tarwi, papas, maíz, frijol, entre otras). Las Escuelas se convierten por excelencia en el espacio para resarcir, afirmar y reivindicar la vida rural.
Primer momento: las ECAS como una estrategia de desarrollo rural humano sustentable Las ECAS surgen en el municipio de Tuluá (ECA San Lorenzo, Asoagros, ECA San Rafael) a través de la Secretaría de Desarrollo Agropecuario y Medio Ambiente (Sedama) y la Corporación Surcos Comunitarios a finales del año 2003; como una estrategia de Desarrollo Rural Humano Sustentable (DRHS) cuya finalidad era hacer visible a la Sociedad Rural Campesina, entendiendo que en el campo tulueño hacen presencia diferentes ruralidades: ruralidad empresarial ausentista, terrateniente, empresarial -quienes históricamente han recibido todo el apoyo del Estado- y, obviamente, la propiamente campesina, constituida por pequeños y medianos. Esta ruralidad es la que más garantiza la soberanía y autonomía alimentaria y es la que hace los mayores aportes en cuanto al desarrollo rural campesino. Esta población representa la mayoría en el mundo rural y es con esta población con la que se planteó la propuesta del Desarrollo Rural Humano Sustentable (DRHS).
El DRHS es socialmente justo, no admite opresión, explotación, exclusión y/o marginamiento de miembros de la sociedad. Construye propuestas de reconocimiento de las culturas y saberes locales; de real participación en la sociedad. Respeta y valora sus formas de transmisión de saberes consuetudinarios y ancestrales a las nuevas generaciones; genera propios mecanismos y espacios para la valorización de sus culturas y el diálogo de los mismos con los saberes universales y la ciencia. Modifica el esquema convencional de la Escuela y llama al reconocimiento de la propuesta de campesino a campesino. Además vela por el cuidado del medio ambiente. Cuida la biodiversidad y la agrobiodiversidad. Recupera semillas y crianzas de animales para conservarlas y difundirlas manteniendo la base biológica de los territorios. Ordena ambientalmente, desde un ejercicio realizado directamente por las comunidades, con la participación valiosa de ancianos, mujeres, jóvenes y niños.
Identifica valores naturales que tienen en su territorio y lucha por su conservación. No separa el hombre de la naturaleza, por el contrario busca que él entienda que hace parte de ella y por lo tanto debe respetarla, como se respeta así mismo. Optimiza los valores de la naturaleza haciendo uso armónico de los mismos. Segundo momento: las ECAS como una estrategia para el manejo de cuenca y el cuidado de los bienes naturales Va desde el año 2004-2006 y enfatiza en la estrategia del manejo sustentable de la cuenca y el cuidado de los bienes naturales. La Oficina de Gestión Ambiental Territorial Centro Norte (Ogat), con sede en Tuluá –que cobijaba los municipios de Tuluá, Bugalagrande, Andalucía, Sevilla, Calcedonia, Ríofrio y Trujillo- y bajo el acompañamiento de la Corporación Surcos Comunitarios, hizo posible el fortalecimiento de las escuelas madres recién constituidas en el municipio de Tuluá y la posibilidad de ampliar el proceso a otros corregimientos (ECA Diadema, Barragán, Santalucía, Altaflor, Tres Esquinas y Campoalegre) y otros municipios de la jurisdicción de la OGAT (San Pedro, Andalucía, Bugalagrande, Ríofrio y Trujillo), situación que logró consolidar en los años posteriores a pesar del poco apoyo de algunas instituciones del Estado.
La propuesta de DRHS, resaltó la importancia del cuidado y manejo de los bienes naturales en la microcuencas y subcuencas de los ríos Tuluá, Morales y Bugalagrande; sin embargo, el cuidado y manejo del ambiente es un principio inherente y constitutivo de las escuelas campesinas. Lo que quería en el fondo la Corporación regional (CVC) era contar con un recurso humano invaluable y tener aliados en el territorio que le permitiera una mejor gestión en el manejo de dichos “recursos” con la participación activa de los actores locales.
Momento tercero: las ECAS como una estrategia de desarrollo endógeno sustentable en la búsqueda del vivir bien Va desde el año 2007 hasta el presente, con el apoyo de la SEDAMA, CVC y el Proyecto Compas-Colombia (2011), cuyo énfasis estuvo en orientar las ECAS hacia la consolidación de procesos de desarrollo endógeno sustentable (DES) desde la perspectiva agroecológica. Una propuesta no sólo agronómica-técnica, sociocultural, sino sociopolítica que conlleve a la producción de sujetos histórico-críticos que luchen por la transformación social de las comunidades hacia el vivir bien. El desarrollo endógeno, es decir “crecer desde adentro”, se basa en la gestión de los propios recursos, estrategias e iniciativas propias, así como en la aplicación de conocimientos y sabidurías campesinas en el proceso de desarrollo.
Estas soluciones desarrolladas a nivel popular incluyen las dimensiones materiales, socioculturales, así como espirituales, y se basan en sistemas no monetarios y sistemas de mercado monetarios. Las acciones pueden plantearse desde las bases sociales apoyando tal proceso de desarrollo reforzando con las habilidades locales e integrar con los elementos externos seleccionados para este propósito. La meta es el desarrollo basado sobre necesidades y capacidades locales, a fin de ampliar las opciones disponibles para la gente, sin idealizar sus visiones y prácticas locales. Durante este período se logró consolidar y ampliar la propuesta de ECAS a diferentes asociaciones de productores y para ello fue fundamental el apoyo del proyecto Compas, bajo la égida de Surcos Comunitarios y el apoyo de la Cooperación Internacional, con la batuta de Agruco (Agroecología Universidad de Cochabamba-Bolivia).
Dicho apoyo consistió en la implementación de módulos vivenciales, pedagógicos y productivos y la creación del Centro de Formación Campesina (CFC) “Sumaj Kawsay”, en el corregimiento de La Marina. El CFC “Sumaj Kawsay” y los módulos se lograron también consolidar gracias al apoyo de la Corporación Autónoma Regional CVC mediante la ejecución de un proyecto a través de la Asocampla (Asociación de Escuelas Campesinas Agroecológicas de la Zona Plana del Municipio de Tuluá), entre año 2011-2112. Los oficios y las ECAS Para el funcionamiento adecuado de la escuela se designan entre los socios diferentes oficios campesinos, dichos oficios se rotan periódicamente entre aquellos con mayor vocación de servicio y compromiso con la comunidad de vida. “Los abuelos decían que un niño debe ser útil en la vida y tiene que tener “canchis oficio” (siete oficios) así tendrá más probabilidad de éxito en la vida. Los abuelos dicen que deben sentirse seres útiles.
Podría darse el caso de que los niños se cansen de ir a la escuela y deben tener alguna habilidad”. En la escuela campesina se llevan a cabo siete oficios que se intercambian cada año y que una vez cada miembro pase por cada uno de ellos se considera “canchis oficio”; es decir, una persona sabia, que ha vivido un proceso de transformación como sujeto histórico-crítico; orientado a alcanzar la vida plena. Entre los oficios de la escuela campesina tenemos: aguador, pacho, duende o historiador, curioso, yerbatero, chabarí y, por último, el custodio de semillas. De este último oficio es del que nos vamos a dirigir en esta pesquisa.
El oficio de custodio de semillas lo ejerce el compañero encargado de cuidar, defender y recuperar las semillas y el pie de cría de los animales locales con quienes se establece una relación de reciprocidad, comunión y complementariedad, lo cual permite un mutuo beneficio. El custodio es a quien se le entregan las semillas para la crianza, cuidado, reproducción y posterior entrada de las misma, a los socios de la escuela a través de los intercambios de semillas que se llevan a diario, en la mingas o en las reuniones semanales de la organización. Convertirse en “custodio de semillas”, significa respetar y proteger al germen que inicia la nueva vida. Por eso el atentar contra las formas de vida, controlando los genes y la natalidad, alterando semillas con ingeniería genética, lesiona seriamente a la ética y moral de las culturas profundas del mundo. Dentro de la concepción campesina, semilla, significa “fuente de vida” de todo cuanto la rodea. Sin ella no sería posible cultivar. Semilla puede ser un grano, tubérculo, rama, trozo de tallo
. La semilla es depositada en la tierra con fe, fuerza espiritual. La semilla es lo primero que se escoge, guarda y cuida después de la cosecha. Es la esperanza de tener alimento generación tras generación; por lo cual, el uso de semillas propias o locales, significa tener seguridad de una producción . El custodio es el encargado del conuco de crianza o la chacra , lugar por excelencia donde se da el proceso de adaptación, crianza, aprendizaje y reproducción de semillas, pero que también se obtienen de los “Encuentros por la Vida” o en los diversos intercambios de semillas que se realizan en la región. En el conuco o chacra, “…los que crían se enriquecen entre sí, pues aquel que es criado es amparado por el que le cría. No hay jerarquía entre criador y criado.
Las papas y los maíces que se crían en una chacra crecen junto con las otras plantas denominadas rastrojos o “malas hierbas” que los campesinos extraen selectivamente y tienen para ellos utilidades diversas. Los cultivares crecen en la chacra en convivencia y asociación con lo “silvestre”. La crianza andina no separa lo cultivado de lo silvestre, pues toda forma de vida es expresión de crianza...” Los encuentros campesinos son los espacios por excelencia del intercambio de semillas, saberes y conocimientos entre los agricultores socios de las ECAS; pero también, espacios políticos de denuncia a las transnacionales productoras de semillas y a los gobiernos entreguistas que colocan la suficiencia alimentaria de los pueblos a disposición del capital transnacional. “
El libre intercambio de semillas entre agricultores ha sido la base del mantenimiento de la biodiversidad y de la seguridad alimentaria. Ese intercambio se basa en la cooperación y la reciprocidad. Un agricultor que quiera intercambiar semillas da, por lo general, una cantidad igual de semillas de su campo a cambio de las semillas que recibe.” El libre intercambio entre agricultores se extiende más allá del mero intercambio o encuentro de saberes locales. Incluye intercambios de ideas, de experiencias, conocimientos, pero también de cultura y herencia. “Se trata de una acumulación de tradición, conocimientos sobre cómo trabajar esas semillas. Los agricultores aprenden qué plantas quieren cultivar en el futuro viéndolas crecer en los campos de otros agricultores” .
El custodio tiene que estar al tanto de los nuevos regímenes de propiedad intelectual, que están siendo universalizados mediante el Acuerdo sobre Derechos de Propiedad Intelectual de la Organización Mundial del Comercio, que permite a las grandes compañías usurpar los conocimientos sobre las semillas y monopolizarlos al reclamarlos como su propiedad privada. El custodio de semillas debe enarbolar las banderas del derecho a guardar, criar y defender las semillas de nuestra cosecha y a la biodiversidad; además, abogar por la democracia alimentaria en nuestra región y celebrar porque la producción de alimentos sanos y nutritivos es el mayor de los dones y el acto más revolucionarios de todos.
El custodio de semillas cría las semillas en armonía; la armonía no está dada sino que ella es criada en cada momento con la participación diligente de la comunidad de la vida que habita la chagra o el conuco. En este sentido, Medina expresa lo siguiente: “La crianza de la armonía ocurre por la conversación, la reciprocidad, la danza entre todas las formas de vida existentes para que ninguna quede excluida de las fiestas de la vida en un mundo enteramente vivo. Es justamente en esta fiesta jubilosa y cotidiana del mundo vivo en donde se va criando la armonía, al ir logrando la complementariedad entre todos, al comprobar que la vida de cada quien sólo es posible por la presencia y colaboración de todos los otros”
Los custodios, restauradores y generadores de semillas criollas y nativas que por los campos tulueños van sembrando vida, produciendo alimentos propios, merecen un especial respeto y admiración por parte de la sociedad. Los custodios hacen una defensa cultural, política, económica y agroecológica de las semillas. Defender las semillas es considerar que son base y sustento de la identidad, y nos hace ser campesinos, indígenas y afros. Defender las semillas es tenerlas y usarlas como resistencia consciente y crítica ante las amenazas legales y comerciales por parte de las transnacionales y el estado-nación. Defender las semillas es fortalecer mercados locales y regionales; recuperar el valor de su uso y producir comida propia, defenderlas es creer que no son un simple artefacto con formas, tamaños y colores, sino soberanía y autonomía alimentaria.
El mejor lugar para guardar, criar, vigorizar, cuidar y conservar las semillas son los conucos de crianza o casas de las familias, el territorio y la identidad cultural con sus saberes y conocimientos. El impulso vital que existe entre el conuco de crianza, la milpa o chacra -que es también una comunidad- y la comunidad humana, tiene un corazón político y social inagotable, por eso, después de 10 mil años en que nuestra semillas siguen vivas, hoy sembrar maíz con nuestras propias semillas es un asunto político. Entre los compañeros campesinos que vienen haciendo posible el acto político de conservar, criar y defender las semillas criollas y nativas, tenemos: José Carrillo y Hernando Cristancho (Asocampla), Emilio Bravo (ECA Remolinos-Asopecam), Carlos Alberto Tenorio (ECA Campoalegre, El Guabito), Orlando Buritica (Asoagros), Abelardo Ospina (q.e.p.d.) y Rafael Rotavista (ECA San Rafael), Albeiro Ospina (ECA El Bosque), Gladys Sierra (Asopecam), Humberto Gallego-Carmen Rosa Hernández (Parceleros San Antonio), Rigoberto Hoyos (ECA La Diadema), Heberto Marín (ECA El Recreo) y los hermanos Juan David Ospina Cifuentes y Laura Ospina Cifuentes (Escuela Campesina de Niños (as)- Escuela Vereda El Bosque).
La propuesta de la ECAS, Centro de Formación Campesinos y Corporaciones Campesinas surge como condición de posibilidad para que las comunidades rurales recuperen la historia, cultura, territorio, cuiden los bienes naturales, defiendan las semillas nativas y criollas, recuperen el sentido de la solidaridad, la soberanía alimentaria, la autogestión; como elementos fundamentales para la construcción del desarrollo endógeno sustentable para “vivir bien”. De esta forma se han consolidado y fortalecido diez Escuelas Campesinas de Agroecología en el municipio de Tuluá. La creación del Centro de Formación Campesina (CFC) Sumaj Kawsay conformado por las diversas ECAS y Asociaciones, que habitan las cuencas de los ríos Tuluá, Morales y Bugalagrande y cuya tareas encomendadas son: Fortalecimiento de las ECAS; Sistematización de los conocimientos ancestrales y los módulos vivenciales, pedagógicos y productivos; revalorización y vigorización del conocimiento local; búsquedas de nuevas alternativas de desarrollo endógeno sustentable; recuperación de la historia de los pueblos originarios de nuestro territorio; búsqueda de alianzas con otras instituciones a nivel nacional e internacional; reconocimiento de la sociedad rural campesina.
La sistematización de los saberes locales CFC se hace alrededor de los siguientes ejes temáticos: Como nos sanamos; Como cultivamos y criamos animales; Como conservamos la biodiversidad; Como recuperamos el conocimiento. Estos ejes temáticos han sido abordados desde hace diez años por la comunidad campesina, contando con el apoyo del Municipio de Tuluá (Sedama), Surcos Comunitarios, CVC, Surcos Comunitarios, Asorib, Unal, Unad, Univalle y el apoyo del Proyecto Compas.
Dicha sistematización y socialización se ha realizado a las comunidades, universidades, consumidores; con la finalidad de establecer un diálogo intercultural y intergeneracional y crear sentido de pertenencia gracias a la recuperación histórica y cultural, que busca la valorización del territorio, como parte fundamental de la propuesta de desarrollo endógeno sustentable. Dentro de las dinámicas del Centro de Formación Campesina se están realizando los montajes de los módulos de formación en cada una de las veredas pertenecientes a las ECAS, los cuales se han venido trabajando durante estos años.
Los módulos vivenciales, pedagógicos y productivos, son: Módulos de café orgánico; cultura valluna; cultura cafetera; gallina criolla; plantas medicinales y aromáticas; abonos orgánicos; hortalizas orgánicas; elaboración de concentrados; CFC Sumaj Kawsay; Vivero comunitario; pan-coger; mora orgánica; conuco de crianza. La intención sobre la creación de estos módulos es mejorar la participación de las comunidades en los procesos de organización, debido a que cada ECAS toma como eje central el módulo que allí este ubicado. Y el CFC hace el acompañamiento a cada una de los procesos, creando así una dinámica entre el CFC y las ECAS.
El CFC se ha convertido en un espacio de formación mediante la implementación del Diplomado en “Agroecología y Desarrollo Endógeno Sustentable” compuesto de tres módulos (histórico-cultural, desarrollo endógeno sustentable y sistemas de producción agroecológica), que contó con la participación de 17 organizaciones campesinas (Asocampla, Asopecam, Asogriben, ECA El Recreo, Venus, Diadema, Altaflor, Remolinos, Campoalegre (Guabito), Las Vegas, La Mina, San Lorenzo, San Rafael, San Antonio, Asoagros, Tiboli, Gaoa, IE Monteloro, IE San Rafael y Surcos Comunitarios) y 32 promotores campesinos y profesionales comprometidos con la sociedad rural campesina. El CFC, las ECAS y un grupo de ambientalistas, consumidores responsables, docentes, estudiantes, sindicatos; entre otros, llevaron a cabo “La Marcha por las Semillas Libres en Colombia”, en el año 2012, donde de manera vehemente se denunció públicamente en el municipio de Tuluá, la ley 1032 de 2006, La Resolución 970 de 2010 y La ley 1518 de 2012, que buscan entregar la soberanía y autonomía alimentaria del pueblo colombiano a manos de las multinacionales como Monsanto, Dow, Dupont, Sygenta, entre otras.
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