<p>El año 2014 fue declarado por la Organización de las Naciones Unidas como el Año Internacional de la Agricultura Familiar (AIAF-2014). La declaración de este año fue posible por la acción decidida de muchas organizaciones de la sociedad civil alrededor del mundo que, bajo el liderazgo del Foro Rural Mundial, trabajaron durante más de tres años en la preparación de un ambiente propicio para que las principales instituciones mundiales referidas a la agricultura, así con varios gobiernos, apoyaran la iniciativa de un año dedicado a visibilizar la Agricultura Familiar (AF), sus características y el aporte inmenso que hacen a la seguridad y soberanía alimentaria mundial, la protección de los recursos naturales y la lucha contra el hambre y la pobreza.</p>
Bajo el lema “alimentar al mundo, cuidar el planeta”, la campaña AIAF movilizó miles de organizaciones y gobiernos en favor de la AF, demandando de los gobiernos y sociedad en general un mayor reconocimiento en torno a aspectos decisivos para fortalecerla, especialmente:
En Colombia más de 130 organizaciones agrarias indígenas y campesinas, instituciones y universidades se vincularon a la campaña nacional conformando la red denominada Comité de Impulso Nacional de la Agricultura Familiar (CIN-AF).
Como Agricultura Familiar se entiende a todas las diversas formas de agriculturas campesinas, indígenas, afrodescendientes, urbanas, periurbanas, neo-rurales, raizales, y actividades conexas como la pesca, cuya principal característica es que son unidades de producción gestionadas, administradas y operadas por núcleos familiares, cuyo propósito principal es la reproducción social de la familia rural.
Aunque hay múltiples formas de AF, desde las más tradicionales (pre-capitalistas) hasta las más ligadas a los mercados (capitalistas), la AF cumple en general con importantes aportes a la seguridad y soberanía alimentaria, contribuye a la protección de la biodiversidad y provee la mayor cantidad de oportunidades de trabajo rural, desarrolla conocimientos propios del hacer agrícola y, al mismo tiempo, se apoya y fortalece fuertes redes familiares y comunitarias de las cuales dependen.
Desde el 2012 el CIN-AF ha desarrollado acciones agrupadas en tres ejes: investigación, incidencia política y comunicación - difusión. Una vez culminada la campaña del AIAF, el comité decide la continuidad de su trabajo en una campaña permanente por la AF en Colombia, denominada “Sembrando Paz con Agricultura Familiar”.
En el eje de investigación fue propuesto y desarrollado un trabajo tendiente a caracterizar la AF en varias organizaciones de agricultores familiares en pequeña escala en distintos lugares del territorio nacional. El objetivo de la investigación fue analizar las diversas funciones que cumple más allá de su rol productor de alimentos.
La investigación permitió verificar como la AF en Colombia cumple con múltiples funciones no visibilizadas ni valoradas por la sociedad. Genera una gran diversidad de productos para el autoconsumo y el mercado, además de otros materiales necesarios para la producción, generando autonomía de insumos. Se sustenta en buena medida en los conocimientos tradicionales heredados por generaciones, que combinan con tecnologías de la agricultura moderna a diversa escala. Se basa en una relación de cuidado y respeto con la tierra. Genera condiciones de habitabilidad abasteciendo no sólo alimentos sanos sino servicios ambientales que aseguran bienestar. Representa para las familias una fuente de empleo propio que gestionan con autonomía fortaleciendo su unión familiar. Provee recursos financieros para solventar necesidades familiares y reproducir la unidad productiva; su grado de rentabilidad permite pagar su mano de obra y otros costos de los sistemas de producción. Dedica áreas a protección natural y establece arreglos diversificados de cultivo que promueven la biodiversidad y contribuyen a mitigar los efectos del cambio climático, entre otros.
En el eje de incidencia en políticas públicas, se logró entre 2015 y 2016 la realización de 11 encuentros regionales en Antioquia, Huila, Nariño, Cauca, Sucre, Bogotá, Eje Cafetero y Magdalena Centro para el desarrollo de un trabajo participativo de reflexión de todas las organizaciones en torno al concepto de AF y los lineamientos de política para el fomento, protección y fortalecimiento de las formas de AF presentes en el país. Como resultado se obtuvo un documento de referencia de las propuestas de los Comités Regionales orientado a definir política pública diferenciada.
Se resumen los aspectos principales de los lineamientos de política pública sobre los cuales trabaja actualmente el conjunto de organizaciones que conforman el CIN-AF:
Frente a la alta concentración de la tierra en Colombia que arrincona a los agricultores familiares y los expulsa de los territorios, las organizaciones miembro del CIN-AF trabajan por el reconocimiento del valor de la tierra como fuente de soberanía y autonomía alimentaria y territorial. Como prioridad se trabaja por la implementación de una reforma agraria que democratice el acceso y tenencia de la tierra, así como el acceso a los bienes naturales, favoreciendo el retorno a los millones de campesinos, indígenas, afrocolombianos, raizales, que han sido desplazados del campo en condiciones que permitan su permanencia en el campo.
La institucionalidad referida al desarrollo rural colombiano, debe hacer inversiones decididas para dotar de infraestructura necesaria para la atención integral de los agricultores familiares. Las acciones en infraestructura implican a la población en su conjunto, por lo cual toda inversión que se haga en el sector rural, ya sea en salud, educación, sistema de comunicaciones, suministro de agua, energía, etc., contribuirá a mejorar la calidad de vida de toda la población a través del impacto que las mismas producen en términos de mejorar el bienestar social. Es necesario que se impulse un sistema de acceso a maquinaria e implementos de manera individual y asociativa, de tecnología adecuada para la AF, con acuerdos entre los agricultores para el uso y mantenimiento del equipamiento, se debe priorizar el acceso a dicho equipamiento a organizaciones, así como fomentar el acceso a vías para el fortalecimiento de la prestación de servicios (salud y educación) y procesos de comercialización de productos.
Dado el importante rol histórico que han cumplido los agricultores familiares en el abastecimiento alimentario de los colombianos, se debe facilitar su participación directa en el diseño, implementación y seguimiento de las políticas públicas en temas de seguridad alimentaria y nutricional. La soberanía alimentaria, de la mano de la AF, con producción diversificada, técnicas agroecológicas, agroindustrias campesinas locales y fortalecimiento de los mercados locales, puede ayudar a superar la creciente importación y dependencia que tiene el país de alimentos básicos. Un aspecto importante de la soberanía alimentaria, es la capacidad de los agricultores familiares de ser alimentariamente autosuficientes a partir de una producción acorde a su cultura local y la zona agroclimática que ocupan. La no dependencia de alimentos que pueden ser producidos en la propia finca, debe entenderse como una condición para mejorar el bienestar de las familias rurales.
La AF requiere una política pública que coloque en el centro de los marcos legales y científicos el agua, la biodiversidad y las semillas. Se debe promover la protección de la agrobiodiversidad, la sostenibilidad ambiental y los derechos del campesinado. Se propone transformar así la tendencia actual de monocultivos y monopolios agroalimentarios, la uniformidad y la privatización de las semillas y el agua, evitar el control corporativo y la criminalización de los agricultores y agricultoras por el libre uso de semillas criollas. La agrobiodiversidad estructurada por más de 10.000 años de historia de la agricultura bajo el ingenio y creatividad de los agricultores tradicionales en todo el mundo, es la base del trabajo actual de las comunidades rurales y pueblos indígenas. Se hace necesario reconocer el derecho de los agricultores y agricultoras al libre uso, multiplicación e intercambio de semillas criollas y nativas, y a decidir el no uso de semillas transgénicas y agrotóxicos de síntesis química.
El programa de AF, debe tener un capítulo especial para la mujer rural, que propicie mecanismos de equidad e igualdad de género, que contribuya a que las mujeres tengan mejores oportunidades, que fortalezca su liderazgo y la participación en su accionar político y en la toma de decisiones. Especial prioridad debe darse al propósito de garantizar a la mujer rural el acceso y el dominio a la tierra y a los recursos.
Se deben generar procesos de fortalecimiento de la identidad en los territorios, trascender la mirada sectorial de la agricultura para abordar estrategias de desarrollo basadas en el territorio, la sostenibilidad y la integralidad. Así mismo se debe empoderar a la comunidad para los procesos de incidencia y construcción territorial. Entender la gobernanza como el mecanismo para la concertación y construcción de políticas públicas en los territorios rurales. En síntesis, promover la cultura asociativa, solidaria, de integración, gestión asociada, participación y co-gobierno.
Agricultura familiar y economía solidaria son dos dimensiones íntimamente ligadas y complementarias, en este sentido la AF aislada es inviable, su sostenibilidad se hace muy difícil en las lógicas de las economías de escala. Motivar y educar para la cultura cooperativa, mutual, asociativa y comunitaria en la AF es responsabilidad del Estado colombiano. Es necesario desarrollar un sistema financiero apropiado para todas las actividades de la AF, basado en el enfoque de la economía solidaria bajo la lógica de los ciclos productivos. Este proceso debe generar educación financiera comunitaria, capacidad organizativa y administrativa, fondeo para varios servicios financieros comunitarios (crédito para inversión familiar y asociativa, acopio de cosechas, seguro de cosecha, entre otros).
Promover mercados en circuitos cortos de comercialización es condición para la soberanía alimentaria regional. Un programa de AF a nivel nacional debe trabajar por la reactivación de mercados locales, promoviendo el consumo consiente y solidario; así mismo generar sistemas de información de precios y organización de la producción. Los circuitos económicos agroalimentarios corresponden a un sistema de articulación de los diferentes actores que integran la cadena agroalimentaria en un mismo territorio, enfocado desde relaciones diferentes y alternativas, entre productores, transformadores, intermediarios, comercializadores y consumidores reduciendo la huella de carbono debido al transporte excesivo de productos. Se construyen en una visión articulada de conexiones urbanas – rurales. Una identificación específica de los productos de la AF culturalmente apropiados al territorio, poniendo a disposición de los consumidores información clara de los atributos propios de la producción agroalimentaria a pequeña escala: integración familiar, socialmente justa, ambientalmente amigable (bajo gasto energético, procesos naturales de fertilización y control), alta calidad nutricional.
Más que asistencia técnica institucional basada en la transferencia de paquetes tecnológicos, la AF requiere programas de acompañamiento realizado por equipos de técnicos y profesionales de las ciencias sociales capaces de comprender las características socio-culturales de los agricultores familiares y la racionalidad de sus decisiones productivas y de manejo ambiental. Los procesos de innovación y generación de nuevas tecnologías, deben caracterizarse por su fácil acceso y replicabilidad. Para lograrlo es importante el acercamiento de la academia al sector rural para el reconocimiento de los problemas reales de los agricultores sobre los cuales direccionar la investigación, así como revalorar el conocimiento tradicional de los agricultores para potenciar su agricultura hacia esquemas más productivos y sostenibles. Escuelas de campo basadas en el enfoque de transmisión de conocimientos de “campesino a campesino”, puede potenciar la importancia del conocimiento tradicional y su aporte a la definición de estrategias productivas más racionales en el manejo protector de bienes comunes.
El futuro de las agriculturas familiares en Colombia dependerá de la capacidad que tanto sociedad civil como gobierno tengan para reconocerla y fortalecerla como una categoría esencial para la soberanía alimentaria y el bien vivir de los colombianos. Su permanencia está en riesgo amenazando la seguridad y soberanía alimentaria, pero la posibilidad de potenciarla por el bienestar del país, también es una realidad posible como lo defiende el CIN-AF.
Álvaro Acevedo O[1]; Pedro Germán Guzmán P[2]
[1] Profesor Investigador, UNIMINUTO. Líder del eje de Investigaciones CIN_AF.CE: alacevedo@uniminuto.edu
[2] Líder del eje Incidencia Política, CIN_AF. CE: info@agriculturafamiliar.co
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