La extrema desigualdad en el acceso y control de la tierra es uno de los grandes problemas sin resolver en América Latina, al mismo tiempo causa y consecuencia de estructuras sociales enormemente polarizadas y niveles intolerables de pobreza y desigualdad. Sin políticas que aborden este reto no será posible reducir la desigualdad económica y social en la región.
La disputa por la tierra ha provocado conflictos internos y desplazamientos en muchos países. Y el control del territorio sigue siendo una fuente de poder económico y político que a menudo se ejerce mediante la represión y la violencia. Pese a la creciente migración hacia las ciudades, en gran medida debida a la falta de oportunidades en las áreas rurales, la competencia por la tierra se ha intensificado con la rápida expansión de actividades basadas en la extracción y explotación de los recursos naturales. Se trata de una lucha muy desigual entre actores poderosos que concentran los beneficios de esa explotación y millones de personas cuyos derechos se ven afectados –especialmente hogares indígenas, afrodescendientes y campesinos, y las mujeres en particular. Estos últimos son frecuentemente víctimas del desplazamiento, la pérdida de sus medios de vida y el deterioro ambiental de su entorno.
La mayoría de los gobiernos de la región, independientemente de su color político, han mantenido la apuesta por el extractivismo –un modelo productivo basado en la extracción y explotación de los recursos naturales para obtener grandes volúmenes de materias primas– como el principal motor de sus economías. Los altos precios de las materias primas permitieron a algunos de ellos alcanzar tasas de crecimiento sin precedentes. Pero la reciente caída en el precio de los hidrocarburos ha demostrado cómo la dependencia del modelo extractivista implica someterse a los vaivenes del mercado global, además de ser insostenible en el largo plazo y fomentar los conflictos territoriales y la desigualdad.
Este informe se enfoca en la tierra como un recurso central en disputa. Su extrema concentración es un problema desatendido en las políticas públicas a pesar de no estar restringido al mundo rural, pues repercute sobre el desarrollo económico y social de los países en su conjunto. La desigualdad en torno a la tierra limita el empleo, amplía los cinturones de pobreza urbana con la expulsión desde las zonas rurales y socava la cohesión social, la calidad de la democracia, la salud del medioambiente y la estabilidad de los sistemas alimentarios locales, nacionales y globales.
Lamentablemente, la opacidad en las transacciones y los obstáculos para el acceso a la información impiden conocer quiénes son los verdaderos dueños de la tierra en la región. Las limitaciones estadísticas tampoco permiten dimensionar la magnitud real de la concentración hoy en día. Pero no hay duda de que las dinámicas globales están acelerando el acaparamiento y la reconcentración al combinarse una demanda insaciable de materias primas y energía con un mayor acceso a capitales de inversión y a lucrativos mercados internacionales.
El informe ofrece una mirada regional, consciente de las importantes diferencias entre países y entre subregiones. Se basa en investigaciones nacionales y estudios de caso encargados por Oxfam en Bolivia, Brasil, Colombia, Paraguay y Perú, un estudio sobre género y acceso a la tierra en Centroamérica y otros trabajos de análisis realizados por Oxfam y sus aliados en distintos países. Con el propósito de contribuir a un debate relevante para la región, se examinan los problemas y dinámicas comunes, sabiendo que existen casos particulares que se pueden alejar de estas tendencias.
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