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Experiencias Locales

Acueductos comunitarios alternativos para el manejo sostenible del agua y la sequía

José Humberto Cárdenas Henao, Colombia, Enero 11 de 2015, Este artículo ha sido consultado 8809 veces

Los acueductos comunitarios son una herramienta para incrementar la capacidad de adaptación de los territorios al cambio climático. Alrededor de ellos se crea institucionalidad, compromisos, participación, control social, gobernabilidad del agua y además, se afianza la cultura de los pueblos. Las acciones en los acueductos comunitarios promueven sociedades autogestionarias, capaces de organizarse y de planificar sus territorios en función del agua y del desarrollo local. En este artículo se busca resaltar la importancia socioeconómica y política de la gestión participativa del agua. Asimismo, los esfuerzos desarrollados por las comunidades rurales de la “Región del Duende[1]”, en los municipios de Trujillo, Riofrío y Calima-El Darién, en el Centro Occidente del Valle del Cauca, en su afán de ayudar a estrategias de manejo sostenible y de gobernabilidad del territorio y el agua.


[1] La constituyen: El Parque Natural Regional Páramo del Duende y su zona amortiguadora

Por un lado, el cambio climático avanza a pasos agigantados; y por otro, la vulnerabilidad de los sistemas humanos y naturales es muy alta. Para el agua se prevé una alteración en los patrones de su distribución. Las lluvias y la escorrentía disminuirán ocasionando sequias en diversas regiones del mundo y del país (IPCC, 2007; Cárdenas & Aranzazu, 2014). Los ecosistemas disminuirán su producción primaria, se alterará su diversidad funcional y su dinámica ecosistémica (Bermeo, 2010). Esto ha de suponer que la función estratégica de regulación hídrica sufrirá serias perturbaciones; y con esto, los asentamientos humanos.

El agua en la vida rural es uno de los asuntos comunitarios que más convoca. En este sentido, diversos esfuerzos se traducen en la construcción y constitución de acueductos comunitarios como manifestación máxima de este interés colectivo, que aunque gira alrededor del agua, mueve otros intereses sociales y económicos como la producción de alimentos y la adaptación al cambio climático.

 

La gobernabilidad del territorio y el agua, una cuestión de supervivencia

Los acueductos comunitarios se constituyen en una estrategia local de gestión participativa del agua, que buscan brindar el aprovisionamiento a las zonas más alejadas y pobres del país, donde el estado no llega o su presencia es incipiente. Es decir, lugares donde las comunidades han tomado la decisión de solucionar por sí mismas el aprovisionamiento del agua (Cadavid, 2009).

“Mediante la acción comunitaria, algunas comunidades rurales de Trujillo, que antes tenían agua solo cuatro horas al día, hoy la tienen las veinticuatro horas. Para esto fue indispensable la alianza con otras organizaciones comunitarias como asociaciones de campesinos y fundaciones ambientales. Movilizadas por la crisis del agua; se logro vincular a niños y jóvenes de las instituciones educativas, ellos que antes sembraban arboles y asistían a las jornadas de educación ambiental, asumieron la responsabilidad de replicar estos conocimientos con sus padres, hermanos y trabajadores de la finca. Muchos padres manifestaban que debían hacerle caso al niño porque les estaban dando un ejemplo para sus vidas. Hoy, varios de estos niños y jóvenes son profesionales, tecnólogos o técnicos y están liderando organizaciones y procesos comunitarios ligados a la conservación del agua y demás recursos naturales”, así lo menciona José Diego Torres[2]

Para las comunidades rurales de la “Región del Duende”, los acueductos comunitarios son una forma eficiente de gestión participativa del agua, de apropiación y control del territorio, pues son los mismo residentes los que asumen la responsabilidad en la cadena de abastecimiento del liquido, empezando por la conservación de los ecosistemas de sustento, la captación, tratamiento, distribución, mantenimiento, recaudo, reinversión del capital y la mejora continua. Todo esto implica tener vínculos tangibles y arraigados con la microcuenca, mejorar las formas de administrar el territorio y sus servicios ecosistémicos (Cadavid, 2009).

Aquellas comunidades que poseen la seguridad sobre el control y manejo del agua y la tierra, tienen la posibilidad de autoafirmarse y de pervivir. La falta de control sobre los bienes naturales las hace vulnerables al desplazamiento, la pobreza, la sumisión y, claro está, a los impactos del cambio climático. En este sentido, el control del agua más que asegurar la prestación comunitaria de un servicio, es una cuestión política que toca las fibras de diversos interés, entre ellos, el comunitario; pero por otro lado, el de la privatización y el monopolio auspiciado por capitales externos, con riqueza para pocos y miseria para muchos.

“El agua hace que las comunidades estén resistiendo. Cuando alguien hace algo que les afecta el acueducto es como tocar su ser, es maltratar lo esencial para la vida. Existen otros valores ligados a los acueductos: la amistad, la concertación, el diálogo y la conciliación para la resolución de conflictos. Esto es una mirada con perspectiva humana, anteponiendo el agua como bien público”, esta reflexión la hace Nelson Enrique Chica[3], líder comunitario.

En términos de gobernabilidad del territorio y el agua, podría decirse que los acueductos comunitarios se convierten en un poderoso enfoque que ha de generar capacidades individuales y comunitarias para construir con el Estado mejores condiciones. Según Eduardo González[4], “existe una buena relación con la CVC[5] y el municipio y son considerados un apoyo local para la gestión territorial del agua”. Sin embargo, los acueductos solicitan un mayor peso de sus voces en las instancias de planificación del territorio, en la construcción de políticas públicas, y ayudas para inversiones en infraestructura, capacitación y acompañamiento en las acciones de cumplimiento instauradas por una legislación cada vez más exigente y más implacable. Todos estos aspectos son cruciales para desarrollar capacidades adaptativas a fin de hacerle frente a los efectos potencialmente negativos y maximizar los impactos positivos en ocasión a la variabilidad y el cambio climático.

 

El agua como pilar estratégico de la soberanía alimentaria

En las tierras campesinas ligadas a la producción de alimentos, el manejo sostenible del agua implica procurar la mejora en regulación hídrica predial y la reducción de la pérdida del agua del suelo. Esto se logra instaurando sistemas de manejo agroecológico del suelo y el bosque: mantenimiento de las coberturas vivas y residuos de cosecha, la mínima labranza, los sistemas agroforestales y silvopastoriles, y los bosques productores protectores. Estos sistemas de manejo han sido incorporados por las comunidades como alternativa para mejorar la eficiencia productiva de sus fincas y hacerlas más resilientes; basándose, entre otros aspectos, en el aprovechamiento racional del recurso agua para consumo humano y usos agrícolas.

En el contexto de la seguridad y soberanía alimentaria, los acueductos comunitarios son esenciales para fortalecer la cultura campesina y la producción de alimentos para la familia, la comunidad y los mercados. Por ende, juegan un papel protagónico, no solo en la alimentación; sino también, en la generación de ingresos; y en general, en todos los aspectos de la sostenibilidad local y regional (Ojeda, 2014)

Cuando una comunidad se siente comprometida con el recurso agua es capaz de incorporar metodologías de proyección alrededor de ella, adoptando la planificación agroecológica como herramienta para ordenar sistemáticamente sus fincas y el territorio, en función de la producción de alimentos sanos; donde el agua, el bosque, el suelo, la biodiversidad, la familia y la comunidad toman relevancia. Una reciente medición realizada por Asoduende (2013), demuestra como la agroecología contribuyó a elevar en estas comunidades los indicadores de manejo sostenible de aguas y suelos, de 2,7 a 3,9 y de 3,0 a 4,3, respectivamente (ver cuadro 1), comparada en una escala de 5 (ver cuadro). Con la planificación agroecológica la misma gente destina áreas para conservación y para el incremento de la cobertura protectora, donde antes habían potreros y cafetales, hoy existe la regeneración natural y el bosque.

José Adán Palma[6], “manifiesta que la comunidad de la vereda de Alto Mira en el Municipio de Trujillo, lleva más de veinte años luchando para tener su acueducto, es un anhelo que ha movido a su comunidad desde que empezaron a ver que su vereda sufría para aprovisionarse del agua en los tiempos de sequía. De igual manera, dice que con este acueducto se harán más sostenibles y productivas sus fincas”.

Sin duda, los acueductos comunitarios son una oportunidad para el manejo sostenible del agua y la sequía, con ellos se puede producir más y mejor; se tiene la posibilidad de sembrar todo el año y de garantizar las cosechas. No obstante, en este caso es necesario esclarecer la disyuntiva entre el uso para consumo humano y el uso agropecuario; en ocasiones este último resulta imposible, en primera instancia, porque la oferta hídrica es insuficiente; y segundo, por el bajo nivel de conciencia frente al uso racional por parte de algunos usuarios, lo cual ha llevado a que en consenso, quede claramente reglamentado en sus estatutos de constitución.

En la vida rural, la mujer asume una gran responsabilidad en la productividad campesina; como mujer está más ligada al uso del recurso, pues es la encargada de las labores de preparación de alimentos, la higiene y embellecimiento de la casa; siente más profundamente la necesidad del agua, convirtiéndose así en la personalidad más influyente en su manejo sostenible. Por estos motivos, los acueductos comunitarios tienen el reto de incorporar en sus estructuras, la participación activa de la mujer en la gestión y planificación del abastecimiento del agua en el sector rural (ONU, 2005).

 

Retos y aprendizajes para la adaptación al cambio climático

Las comunidades de la “Región del Duende” y sus formas organizativas, proponen consciente o inconscientemente alternativas de alta eficiencia para hacerle frente a los daños potenciales generados por el cambio climático. Esta apuesta de manejo, control social y gobernabilidad del agua, llevan de manera autónoma un sinnúmero de aprendizajes que aportan a la construcción conjunta de nuevos paradigmas en el desarrollo sostenible, tomando como eje central el accionar comunitario en función del agua. Estos aportes autónomos para la adaptación deben ser incorporados en los instrumentos de planificación del territorio, a fin de promover la senda de una adaptación política y planificada basada en los ecosistemas de las microcuencas como unidades funcionales.

La información, el conocimiento y los aprendizajes surgidos de iniciativas sociales como los acueductos comunitarios, son esenciales para revalorizar el territorio y en particular, el recurso hídrico como bien y servicio ecosistémico estratégico para mantener la identidad cultural de los pueblos, la productividad de la zonas campesinas, disminuir la pobreza y afianzar el campo como un espacio de oportunidades, incluyente, que forma capital social, y que propicia la equidad en la distribución de los beneficios derivados de la prestación del servicio rural de suministro de agua.

Según actores sociales de la región, los acueductos comunitarios como estrategia social de gestión participativa y eficiente del agua, tienen varios retos, destacándose: avanzar en la conservación de sus ecosistemas estratégicos de sustento, incorporar innovaciones complementarias de manejo del agua en los sistemas productivos, avanzar en los sistemas de potabilización, ampliación de cobertura, cumplimiento de la normatividad, y articularse a los gobiernos locales y a instancia superiores del Estado; con el fin de formular y proponer políticas públicas sobre el agua. El líder comunitario, Eduardo González, expresa que el principal reto de su acueducto comunitario está orientado al cumplimiento de la legislación que regula la prestación del servicio, implementando medidas administrativas y registros para llevar la trazabilidad del proceso; este cumplimiento les permite ser más competitivos y afianzarse en el territorio. Esto concuerda con lo expresado por Ojeda (2014) que relaciona diversos retos para hacerle frente a deficiencias en la parte administrativa, desconocimiento de las políticas públicas y la falta de capacitación en sistemas de tratamiento del agua.

Es urgente que la comunidad avance en darle una mirada más integral a la microcuenca y la conciba como unidad funcional, pues el equilibrio de la función de regulación no depende exclusivamente de la conservación de las áreas donde afloran las aguas; es necesario conservar las áreas adyacentes que actúan como zonas amortiguadoras. En este propósito es imperante avanzar en procesos de producción sostenible y agroecológica como mecanismo de aprovechamiento racional de los recursos naturales de las microcuencas y como forma de construcción colectiva del desarrollo integral.

Un aprendizaje importante es la vinculación de los jóvenes y los niños en procesos de relevo generacional ligados a lo organizacional, el agua, la tierra, las semillas y lo productivo; a procesos de formación que favorezcan la apropiación de los afloramientos y sus bosques, donde identifiquen problemáticas pero se sientan parte de las soluciones. Los niños y los jóvenes serán quienes tengan que asumir las responsabilidades en la gestión futura del recurso hídrico en el contexto de un cambio climático que alterara no solo los ecosistemas; sino también, la generación de cambios de actitud en el ser.

 

Bibliografía

ASODUENDE -Asociación de Campesinos Agroecológicos de la Zona de Amortiguamiento al Parque Natural Regional del Duende. 2014. Un territorio en constante evolución. Riofrío – Valle del Cauca. 30 p.

BERMEO E. Diego Fernando. 2010. Determinación y caracterización de Tipos Funcionales de Plantas - TFPs, en bosques secundarios dentro de un gradiente altitudinal y su relación con variables bioclimáticas. Tesis Magister Scientiae en Manejo y Conservación de Bosques Naturales y Biodiversidad. CATIE. Turrialba, Costa Rica. 125 p.

CADAVID G. Nora. 2009. Acueductos comunitarios: patrimonio social y ambiental del Valle de Aburrá. EN: Avances en Recursos Hidráulicos – No. 20, Junio a Octubre de 2009, Medellín – Colombia – ISSN0121-5701. pp 57 – 67

CÁRDENAS H. José Humberto, Aranzazu Z. Wilfredo. 2014. Estimación de las reservas de Carbono (C) acumuladas en la Biomasa Aérea (BA) de la Parcela Permanente de Investigación (PPI) en bosque seco tropical (bs-T) del Jardín Botánico “Juan María Céspedes” en el municipio de Tuluá, Valle del Cauca. UCEVA. Tuluá. 102 p.

IPCC: Cambio climático 2007: Informe de síntesis. Contribución de los Grupos de trabajo I, II y III al Cuarto Informe de evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático [Equipo. IPCC] Ginebra, Suiza. 114 p.

OJEDA P. Pedro. 2014. La articulación de los acueductos comunitarios rurales, una estrategia para su fortalecimiento. Estudio de caso del proceso de articulación de los acueductos comunitarios del Valle del Cauca. IMCA. Buga – Valle del Cauca. 15 p

ONU. 2005. División para el adelanto de la mujer – Departamento de asuntos económicos y sociales. La mujer en el 2000 y después. Nueva York – USA. 28 p


[2] Asesor social y ambiental ligado al trabajo comunitario en el Centro del Valle del Cauca

[3] Representante legal de la Fundación Ecológica Produende, del corregimiento de Venecia, Trujillo

[4] Líder comunitario encargado del manejo del Acueducto Comunitario del Corregimiento de Venecia, Trujillo

[5] Corporación Autónoma Regional del Valle, autoridad ambiental con jurisdicción en la Región del Duende

[6] Líder comunitario, representante legal del acueducto veredal de Alto Mira, Municipio de Trujillo 

Publicado en Enero 11 de 2015| Compartir
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