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Sumapaz: Afectaciones a la seguridad alimentaria y nutricional

Alejandra Álvarez, Lina Rosas, Sara Del Castillo, Colombia, Agosto 20 de 2013, Este artículo ha sido consultado 3698 veces

Colombia presenta diferentes tipos de desplazamiento, además del desplazamiento forzado por la situación de violencia en el país, sino también por factores económicos, sociales y ambientales que impactan a las comunidades, los cuales se encuentran relacionados tanto de forma positiva como negativa a la garantía del derecho a una seguridad alimentaria y nutricional óptima. Las migraciones de familias y/o de comunidades enteras han sido para Colombia una problemática relevante, por el extenso lapso de tiempo y por la cantidad de población que se afecta de forma directa e indirecta.

Acción Social de la Presidencia de la República definió que en Colombia existen un total de 3.389.386 personas desplazadas, aproximadamente el 7,3% de la población del país . Sin embargo, organizaciones no gubernamentales consideran que esta cifra es significativamente mayor. La Consultoría para los Derechos Humanos y el Desplazamiento (CODHES), aseguran que la cifra real de desplazados por el conflicto armado interno desde mediados de los años ochenta supera ya los cinco millones de personas.

Este proceso migratorio se observa con claridad en la región del Sumapaz, ubicada al sur del departamento de Cundinamarca. Aquí se desarrollan unas características particulares debido a sus complejas condiciones ambientales, sociales y económicas. Dentro de este territorio se encuentra la localidad veinte del Distrito Capital, Sumapaz, ubicada a 31 kms del área urbana de Bogotá D.C. y que se establece como la única localidad netamente rural de la capital. El 40% de su territorio hace parte del Páramo de Sumapaz, considerado el más grande del mundo, con una extensión total de 154 mil hectáreas y presenta características montañosas, variedad de fauna y flora, y una gran fuente hídrica para el país.

Históricamente, las dinámicas de las comunidades residentes en la localidad han sido resultantes de las condiciones ambiguas de ser localidad del D.C y a la vez, zona rural, situación poco estudiada y menos en lo concerniente a la situación alimentaria y nutricional. En este sentido, OBSAN-UN, dentro del grupo de investigación de Equidad y SAN, desarrolló el trabajo de grado “Análisis del goce efectivo de derechos en seguridad alimentaria y nutricional de la población campesina de Sumapaz con antecedentes de desplazamiento forzado”, con el fin analizar su situación, enmarcándose en la determinación de la Seguridad Alimentaria y Nutricional como derecho, comprendiéndose esta como un concepto amplio e integral al permitir el análisis de las dimensiones humana, alimentaria, nutricional y ambiental.

En la primera fase del estudio se desarrollaron dos grupos focales con adultos mayores, con el fin de conocer las características sociales, económicas, agropecuarias y alimentarias de la localidad a partir de los años noventa, información que permitió la comparación de las condiciones de la región con la situación previa a la migración de las doce familias analizadas en la segunda fase, mediante el método de estudio de caso y con la aplicación de entrevistas semi-estructuradas a profundidad que indagaron acerca de la composición familiar, vivienda y saneamiento básico, situación económica y situación alimentaria y nutricional enmarcados en el antes y después del desplazamiento. Finalmente, en la tercera fase se conoció la relación de cada una de las familias con el circuito agroalimentario de la papa, que se caracterizó a través de entrevistas semi-estructuradas a actores como productores, trabajadores, proveedores, consumidores y técnicos.



Sumapaz ayer y hoy

En primer lugar, identificamos el cambio estructural de la localidad en lo referente a vías, comunicación, acceso a educación y servicios de salud. La percepción de la comunidad es que a mayor acceso a los servicios de atención en salud, genera una mayor intervención en procesos que según ellos mismo explican son naturales y deben desarrollarse bajo sus propias dinámicas, no mediante estrategias invasivas y que contrario a mejorar la calidad de vida de la población, generan a largo plazo mayores complicaciones en la salud. En contraste, no puede ignorarse el hecho de que muchos problemas en la salud de la comunidad han sido identificados, abordados y mejorados gracias a la presencia de centros de salud en la región. Otro cambio importante que la población reconoce es concerniente al medio ambiente, específicamente las variaciones en el clima. Se identifica positivamente la presencia en el pasado de temporadas de invierno y verano bien definidas en cuanto a duración y épocas de aparición, lo cual les permitía prepararse para la proyección de la siembra. Además resaltan el cambio en la temperatura del páramo, que se correlaciona con el proceso de calentamiento global y que afecta significativamente los cultivos y a los animales. “El invierno y el frio eran terribles, ahora es más calientico ha subido más la temperatura. Los meses de octubre y noviembre llovía mucho, ahora hace calor, el clima ha cambiado bastante. Había más verde, se veían menos potreros, se talo mucho de eso para cultivar. Pero ahora en un futuro se nos va acabar el páramo y el agua.” Adulto mayor Vereda Raizal- Sumapaz.

En el tema de la agricultura, los campesinos consideran los grandes cambios que se ha presentado en la localidad, señalando en primer lugar la transformación de la forma de cultivar, pues anteriormente se realizaba una diversificación de la siembra que le permitía a la familia contar con una gran variedad de alimentos en todas la épocas, contrario a la actualidad, donde se ha llevado la agricultura a un masificación del monocultivo que además de contribuir a la inseguridad alimentaria pone en riesgo la economía del campesino, quien depende totalmente de las disposiciones del mercado. “En los noventa se cultivaba además de papa, habas, arveja, maíz, arracacha, ahorita se siembra muy poquito, la gente casi no siembra, en ese tiempo se daba cebada, trigo, habas, pero ahora la tierra se acostumbró que se le tiene que echar bastante abono para que dé.” Adulto mayor Vereda Raizal- Sumapaz

En este mismo sentido, es reconocido que en el pasado había gran variedad de semillas de todas las plantas, pero especialmente de papa, el cultivo de más tradición y se identifican variedades de diversos tamaños, formas y colores, muy alejadas del proceso de estandarización del comercio actual, que fue además el principal responsable de la desaparición de estas, puesto que la competencia en el mercado exigía la producción de variedades puntuales de papa, con características necesarias para el posterior proceso de industrialización de este alimento.“Había una papa roja muy rica para comer, no sé cómo la llamaran, también la argentina, tocarreña, guatiba, lizarasa, la blanca, colorada, negra... Se dejaron de cultivar porque se acabó la semilla, las semillas nuevas llegaron dando más, rendían mucho más, entonces se fue acabando. Además el gusano también la fue acabando” Adulto mayor Vereda San Juan - Sumapaz.

Este punto marca gran relevancia, puesto que la perdida de semillas ancestrales aleja aún más a las comunidades de su autonomía alimentaria, al volverlas dependientes de semillas industrializadas que deben comprarse, ignorando la condición del campesino quien basa su racionalidad en el trabajo de la tierra y sus recursos, elementos que en la actualidad le son cada vez más limitados. La situación alimentaria en el pasado de la localidad, era muy baja en oferta de alimentos de la zona, en ventas y mercados, pues según expresan, los padres de familia en compañía de sus hijos debían recorrer grandes distancias para conseguir alimentos. Sin embargo, esta situación era positivamente complementada con la gran disponibilidad de alimentos cultivados en la región, que no solo se auto-consumían de las huertas caseras sino que además se intercambiaban entre campesinos como forma de garantizar la variabilidad en la dieta. Lo mismo ocurría con los animales, pues los productos obtenidos como leche, de la cual demás se producían quesos, mantequilla y otros derivados, nunca faltaron en la mesa. “Eso por ejemplo como en El Duda si se daba el maíz hacían intercambios, de acá se llevaba papa y de allá se traía el maíz”… “solo se compraba la panelita y la sal” Adulto mayor Vereda San Juan y Raizal - Sumapaz

Las condiciones de acceso a los alimentos eran en comparación con la actualidad muy buenas, pues las familias no dependían del dinero para alimentarse, tenían un mayor nivel de autonomía al decidir que alimentos producir y consumir. Así las cosas, las disposiciones del mercado en cuanto a precios de alimentos no afectaban de forma directa a la comunidad, pues como ellos mismo refieren los únicos productos que se compraban eran panela, sal y pasta. Finalmente, se puede inferir que el consumo se encontraba garantizado al realizarse la preparación en el hogar y por lo tanto mantener las preparaciones y alimentos nativos, lo cual es confirmado por los participantes quienes recuerdan con nostalgia comidas como la mazamorra (sopa), los envueltos y las arepas, platos que además de ser típicos de la región incluyen los alimentos que crecían en la tierra casi sin necesidad de cultivarlos. “Se traía maíz, se tostaba y se revolvía con leche y quedaba una sopa de maíz y dulce que se llamaba jorobos, en esa sopa se le echaba habas, arveja seca y otras cosita”. Adulto mayor Vereda San Juan – Sumapaz.



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La migración y la seguridad alimentaria y nutricional en Sumapaz

Las doce familias del estudio, consideradas cada una casos emblemáticos de la situación de seguridad alimentaria y nutricional de Sumapaz son familias provenientes de la Bogotá urbana, Cundinamarca, Tolima, Caquetá y Quindío. En principio, la investigación buscaba la identificación de familias con antecedentes de desplazamiento forzado, sin embargo se pudo establecer que aunque esta situación se presenta en la localidad, es de poca prevalencia, siendo más común encontrar diferentes tipos de migración.

Así, en su mayoría, las familias migraron en búsqueda de mejorar la situación económica, pero las razones de salida fueron diversas: la conformación del hogar, el conflicto armado, problemas sociales, el de escapar de Bogotá, ciudad agresiva y peligrosa para su familia. Así mismo, era de interés indagar la principal razón para decidir reubicar la familia en la localidad de Sumapaz, siendo una región poco conocida y de condiciones geográficas y ambientales complejas.

En este sentido, las familias mostraron claramente que su decisión partía del hecho de contar con familia en la región pero también de establecer a la localidad como una zona donde vivir sin las angustias de la ciudad.

Al llegar a la localidad cada familia evidencia el cambio en las condiciones de vivienda, pues aunque algunas poseían casa propia, terminan viviendo en arriendo, en una situación especial, ya que el pago del arrendamiento incluye el cuidado, mantenimiento y trabajo en las fincas. Gracias a esto se deriva una mayor tenencia de terrenos, utilización y aprovechamiento.

En una época el terreno se utilizaba para la producción de papa, arveja, zanahoria, yuca, plátano, maíz, frijol; así como para el mantenimiento de animales, en especial de vacas. En la actualidad, las familias cultivan papa y en algunos casos cebolla. También poseen pequeñas huertas caseras destinadas principalmente a las hierbas aromáticas y especias.

A nivel alimentario y nutricional, la disponibilidad y el acceso a los alimentos se proyectan como los aspectos de mayor riesgo para las familias desplazadas y en condiciones de ruralidad, en la región del Sumapaz se produce una baja variedad de alimentos y los que llegan generalmente son de baja calidad y alto costo. A esto se deriva las condiciones climáticas, el complejo acceso geográfico y las transformaciones culturales en la agricultura, la progresiva disminución del pluricultivo y la dedicación a la producción a gran escala.

Sin embargo, contrario a esta consideración, las familias escogen llegar a este sitio por el apoyo familiar que reciben pero especialmente por las ayudas que diferentes instituciones ofrecen para lograr un mejor nivel de vida. “No hacía falta nada, usted mantenía comida de lo que uno quería, en cambio acá, no se consigue, estando tan cerquita de Bogotá, acá la alimentación también es buena, se dificulta las carnes, acá es comprándola pero así tenga la plata es difícil ”. Familia vereda Animas Bajas.

Dentro de estas ayudas se encuentra la canasta complementaria de alimentos entregada por instituciones gubernamentales capitalinas, un “paquete de alimentos de la canasta familiar, que se proporcionan a las familias en condiciones de pobreza y vulnerabilidad con el fin de satisfacer las necesidades alimentarias para el restablecimiento del derecho a la alimentación” . Este tipo de ayuda ha provocado en gran parte que la población del Sumapaz, ante un tipo de asistencialismo en la parte alimentaria, deje a un lado el autoabastecimiento y cultivo de hortalizas y verduras propias de la región.

Es claramente el efecto de una estrategia pensada para familias urbanas, que se constituye en factor de riesgo para la producción familiar de alimentos. “Por aquí de vez en cuando se hacen las verduras, pero casi esto no es tierra de verduras, por ahí que nos las regalan en la canasta” Familia vereda Capitolio.“Acá es buena por la canasta, esa es buena porque viene casi de todo, fruta, verdura, granos.” Familia Vereda Lagunitas.

Por otro lado, para todas las familias fue relevante el cambio de la cultura alimentaria, pues muchos refirieron extrañar platos típicos de sus regiones, los cuales no se preparan en la localidad, ni tampoco se encuentran los ingredientes para confeccionarlos, lo cual convierte el proceso alimentario en un acto monótono.

“Allá se come mucho sancocho, mi preferido era el de pescado, muy sabroso, era fácil conseguir pescado, era ir y botar el anzuelito y listo. Carne de monte, chigüiro, armadillo, si le daban ganas de comer armadillo, cogía la escopeta y se iba, en una hora se traía su armadillo”. Familia Animas Bajas.

Sin embargo, la percepción de la situación alimentaria de las familias tanto actual como previa al desplazamiento se encontró adecuada para la mayoría, pues a pesar de las dificultades, destacan que en la actualidad tienen asegurada la alimentación por las ayudas de instituciones gubernamentales, y en el pasado por la posibilidad de contar con una tierra propia donde podía cultivar y consumir directamente alimentos, mejorando el acceso y la disponibilidad. “Allá consumía mayor cantidad de alimentos, usted iba y bajaba una mandarina, un mango, un limón de dulce, fresquita, eso no es como acá... si usted no va a Bogotá usted no trae algo bueno”, Familia Vereda Raizal. Finalmente, se encontró que las familias presentan diferentes tipos de vinculación al circuito de la papa: algunas con padres trabajadores del cultivo y en todas como consumidoras del producto; hallazgos que al complementarse con la fase tres facilitaron la comprensión de este característico circuito, que muestra una masiva utilización de agroquímicos amenazante del recurso hídrico del páramo y una profunda indiferencia de las entidades estatales con roles poco claros y sin un impacto aparente, en las prácticas agrícolas de las familias de Sumapaz, todas vinculadas de una u otra manera al circuito agroalimentario de la papa.

Publicado en Agosto 20 de 2013| Compartir
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