Bertina Sandoval Villamizar es una santandereana de campo, con mucha sabiduría. Mucho de su saber lo heredó de la rica tradición de sus abuelos y es así como cuenta ella que su abuela o “nona” Ana de Dios Gamboa sabía tanto de gallinas, que incluso una vez, le enseñó como “encluecar” un pollo macho para que empollara huevos. Ella vive en la vereda Riosucio Alto del municipio de Lebrija – Santander, un lugar donde las gallinas criollas, han sido históricamente parte muy importante de la cultura y economía campesina porque son parte fundamental de la dieta alimentaria, son un recurso del comercio y trueque local, fortalecen la manera de ser y de sentirse campesinos y campesinas. Pero también, Lebrija es un lugar que por sus características de clima, riqueza de recursos naturales y localización geográfica, ha sido tomado masivamente por los criaderos industriales de pollo y huevo, situación que amenaza seria y directamente los derechos del campesinado a un ambiente sano, a tener sus propias razas criollas de gallinas y sobre todo a la disponibilidad y calidad del agua. La actividad productiva del municipio sin lugar a dudas se especializó en la agroindustria avícola para atender la demanda de huevos y pollo de los Santanderes y otras regiones de Colombia, e incluso durante varios años de Venezuela. Esto ha generado varios conflictos ambientales y ante todo, un ataque a la producción campesina de la gallina criolla con lo cual se afecta también la cultura campesina santandereana.
Bertina lidera en la organización a la que pertenece, la defensa, cuidado, promoción y multiplicación de las gallinas criollas. Aprendió de sus abuelos y enseña a sus nietas, nietos y a las otras personas que hacen parte de Ammucale - la Asociación de Mujeres Campesinas de Lebrija-, una organización que lleva dos décadas trabajando en torno al mejoramiento de las condiciones de las mujeres del campo en Lebrija y que en uno de sus focos de trabajo, tiene la recuperación y cuidado de las semillas y razas criollas, como estrategia de soberanía alimentaria.
Con su trabajo, Bertina ha demostrado que una manera efectiva de mejorar las condiciones de las mujeres, es la cría y manejo de las gallinas criollas. Allí tienen gallinas de veinticinco razas diferentes como las pirocas, saraviadas amarillas, pescuezo pelado, frijolas, blancas, patimoradas, rojas, patepato, chirozas, satas y cinco dedos; entre otras.
La clave para tener gallinas criollas es la finca diversa que produzca maíz, ahuyama, yuca, plátano, frijol; que se cuide el agua y se tenga árboles frescos que también puedan servir de alimento y clima a las gallinas. En contraste con lo que se ha visto directamente en las granjas avícolas comerciales, un pollo de galpón es una suma de hormonas, agua, venenos y ante todo es un conflicto socioambiental porque a pesar de generar empleos, los empresarios de ésta industria se han ido adueñando poco a poco de las tierras donde está el agua y la manera como producen, contamina el aire, el suelo, el agua y son ellos quienes propician la entrada de enfermedades.
Bertina, a través de las gallinas criollas ha podido aprender el manejo técnico de éstos animales y lo comparte con muchas personas que la visitan y la invitan a compartir su experiencia; ella fluye como toda una profesional con la seguridad y certeza de que sus técnicas y consejos realmente ayudan a mejorar la productividad de las gallinas y la vida de las familias campesinas, especialmente de las mujeres puesto que esta es una actividad productiva poco visible que ha sido liderada por mujeres y a través de la cual realizan un aporte fundamental para el sustento de sus familias.
En su finca combina el manejo tradicional de la gallina criolla con prácticas agroecológicas que ha venido aprendiendo e investigando como alternativas de adaptación tecnológica para mejorar su actividad productiva. Ha logrado demostrar que entre más diverso y tradicional sea el sistema finca, mejor y mayor cantidad de gallinas puede tener. Bertina está además muy preocupada por la forma como las actividades agroindustriales han venido invadiendo, deteriorando y desplazando la cultura tradicional campesina de la región.
Para las campesinas de Ammucale, es muy preocupante la manera como se produce en las empresas agroindustriales. La producción se basa en la cría de animales cautivos y estresados y también se ha privilegiado un desarrollo que no tiene ninguna preocupación y responsabilidad con el territorio, los recursos y la población; consideran estos espacios solo para la producción masiva de animales, las vías para sacar la producción y el acceso al agua que necesitan como instrumento para atender la demanda de consumo.
“En Lebrija hay una lucha por el agua. En el pasado verano, las veredas tenían racionamiento y eso nos puso a pensar a que extremo se ha llegado” No es digno para las familias campesinas que tengan que vivir sin el agua adecuada y suficiente. En cambio “las porquerizas, el cultivo de la piña y los galpones; se han ido tomando poco a poco las fincas donde nace o se almacena el agua.”
El Estudio Nacional del Agua[1] dice que de acuerdo a los datos de los propios avicultores, un pollo de engorde consume 350 cm3/día y una gallina ponedora 250 cm3 /día. Para sacrificar un pollo se necesitan 26 litros por animal y para limpiar un galpón, se requiere de 17.500 litros. Una gallina criolla nunca necesita tal cantidad de agua porque mucha la consume en el propio pasto, alimento fresco y las formas campesinas de producción son mucho más racionales con el uso del agua.
La producción a escala de pollos y gallinas ponedoras en Lebrija está generando muchos conflictos. Los campesinos y campesinas enfrentan a diario los desagradables olores, los vertimientos de desechos, el cambio del paisaje y especialmente de la manera como se están adueñando del agua solo para los empresarios. “El agua no debe ser solo para algunos y el problema principal no es el cambio climático, sino el conflicto entre los hombres para quedarse con ella”, expresa Bertina. “El agua es para cuidarla y para compartirla” agrega.
Un aspecto de esa producción industrial de gallinas, que llama mucho la atención de las mujeres campesinas, son los animales cautivos. Bertina siente mucha tristeza y no cree que haya un proceso evolutivo para que los animales permanezcan como esclavos en prisión. “Lo inhumano de los productores y la ignorancia de los consumidores, hace que haya mucho sufrimiento en los animalitos” y agrega que: “las gallinas son un animal doméstico para alegrar la vida en el campo, producir beneficio, mostrar sus colores, correr, alzarse, meterse a buscar comida por todas partes y mostrar con gracia sus ocurrencias cuando están sueltas”.
El drama no termina ahí con los galpones. Los grandes productores avícolas se han encargado de difamar y degradar la producción campesina de gallinas criollas. “Nos acusan de tener animales improductivos, con parásitos y que además son la fuente de las enfermedades para las gallinas de sus galpones, cuando la realidad muestra lo contrario, la muerte y desaparición de nuestras gallinas ocurrió con la entrada de los galpones”.
Con todo esto, Bertina sigue enseñando y trabajando por la defensa de las gallinas criollas, de la economía campesina, del agua y del territorio donde tienen sus raíces. Varias organizaciones además de Ammucale han tomado parte de esa defensa como ha sido Fundaexpresión, el festival de expresiones artísticas y el Festival del gallo y la gallina criolla de Cachirí, promueven el consumo del huevo y la gallina criolla. La Red de Semillas Libres e investigadores como el profesor Arlex Angarita toman como referencia central a Bertina Sandoval para mostrar que el trabajo de Bertina es una inspiración de muchos procesos organizativos y productivos en el campo colombiano.
En resumen, la defensa de las semillas criollas en Lebrija por parte de Bertina Sandoval es una apuesta por la cultura campesina, por la defensa de la biodiversidad. Es una propuesta de economía sostenible para las mujeres y es una acción de cuidado del territorio y de desarrollo de alternativas frente a la crisis del clima y del agua. Ella, quien orgullosamente muestra cómo Pablo Arley Rueda, uno de sus nietos menores está aprendiendo rápidamente sobre el cuidado de las gallinas y nos comparte sus propuestas:
Bertina Sandoval Villamizar - Guardiana de semillas y experta en gallina criolla.
[1] Estudio Nacional del Agua. IDEAM, Minambiente. 2014. (página 170).
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