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Hacia el fortalecimiento de la economía campesina

John Henry González - Coordinador Nacional Agrario CNA, Colombia, Julio 01 de 2016, Este artículo ha sido consultado 2104 veces

En el sur occidente colombiano se vienen desarrollando diferentes procesos que han partido de la recuperación de la identidad campesina y la construcción de territorios campesinos para continuar con el fortalecimiento de la economía campesina.

Las agroempresas se están apropiando de los procesos productivos de transformación y de comercialización, incluso han construido acuerdos importantes con el sistema financiero para lograr un control del financiamiento de la producción de alimentos. El agroempresario ha incidido en las políticas del Estado, financiando campañas presidenciales y al senado, además hoy son asesores de varios ministerios en la creación de políticas públicas en donde inciden a su favor, para que el campesino esté más supeditado a las normas del mercado y se vea más relegado solo a la producción, apartándolo totalmente de las posibilidades de la transformación y la comercialización, obligándolo a apoyarse en las alianzas con los agroempresarios, si quieren ser objetos de la política del Estado.

El agronegocio conjuntamente con el Estado, han venido impulsando una forma de subordinación sobre los productores rurales que consiste en imponer precios bajos a los productos de los campesinos, exigir certificaciones y licencias que en otros países sólo se requieren cuando se va exportar, sin que exista ningún tipo de apoyo o subsidio que los compense. Por su parte la agroindustria multinacional cuenta con el apoyo del gobierno y de las instituciones agropecuarias a través de políticas como las Zidres[1], incentivos y subsidios a la producción para la exportación, exenciones de impuestos; impulsa cultivos de mayor rentabilidad para un pequeño grupo de empresarios agrícolas (productores de frutas, flores y hortalizas, así como cultivos utilizados como materias primas industriales, para la elaboración de combustibles), basados en la utilización de elevada tecnología, la concentración del capital y la especulación en las bolsas de valores. En el caso de la producción empresarial, la investigación es realizada por centros de investigación que son financiados con impuestos y son administrados por los mismos gremios como Cenicafé, Cenicaña, Cenipalma, Fedegan, Fedepanela, etc. [2]

 

Consecuencias del agronegocio

El agronegocio ha traído grandes y graves consecuencias para todos los pequeños productores, sean estos indígenas, afros o campesinos. Una de ellas es la pérdida de autonomía porque se ha disminuido la capacidad de decidir sobre nuestro territorio y sobre nuestros recursos como las semillas, la tierra y el agua, es decir sobre nuestros bienes comunes.

Los campesinos, afros e indígenas sienten que sus hijos han disminuido la posibilidad de acceso a la tierra, pues en los últimos años la burguesía la arrebató seís millones de hectáreas a los pequeños productores. Al reducir el número de hectáreas en manos de campesinos, se ha disminuido la producción de alimentos, esto aumenta el consumo de alimentos no producidos en los territorios y se genera una dependencia alimentaria. Ahora es mayor la cantidad de alimentos importados que consumimos los colombianos, tales como  el maíz, frijol, avena, lentejas, trigo, cebada, soya, es decir, se ha generado una pérdida de la soberanía alimentaria.

 

 

Esto ha traído un cambio en la vocación productiva de los campesinos al pasar de ser productores a consumidores, pues las líneas productivas impulsadas por el agronegocio se destacan por ser monocultivos que llevan al campesino a depender de una sola fuente de ingresos, mientras que antes, entre más diversos eran sus cultivos, mayor y diversas eran sus fuentes de recursos. Esto resulta respaldado por los sistemas educativos que van formando al joven campesino para ser obrero (vender su mano de obra) negando cualquier posibilidad de ser autosuficiente, conllevando una consecuencia muy grave como la migración de los jóvenes a la ciudad.

Hoy es mayor el número de pequeños productores que han aceptado la propuesta del capitalismo de convertirse en “agro-empresarios” al vincularse a las alianzas productivas, aunque estas han resultado ser un engaño, porque los campesinos pasan de ser autónomos y libres, a ser dependientes alimentariamente, tecnológica y comercialmente. Además pierden su identidad de clase al aceptar llamarse agro-empresario perdiendo su cultura de campesino; pasa de ser un productor de alimentos a convertirse en un obrero y consumidor de mercancías y servicios. La burguesía agroindustrial ha invisibilizado el aporte del campesino a la economía del país y esto incide a la hora de construir una política pública para el campo y por lo tanto no se cuenta con el campesino como un actor importante.

 

Hacia el fortalecimiento de una economía campesina

La construcción de territorialidades a partir de las prácticas económicas, los territorios ya sean indígenas, afros o campesinos, se crean a partir de los ejercicios sociales, organizativos, políticos y económicos de quienes los habitan. Cada territorio debe obedecer a un plan de vida construido por la comunidad. Este plan de vida debe contemplar un eje que contenga el tipo de economía que se va a desarrollar en el territorio, el cual puede debilitar o fortalecer el plan establecido, pues una economía de carácter acumulativo, como la capitalista, generaría competencia entre los habitantes del territorio, favorecería el desarrollo desigual, conllevaría consecuencias sobre el medio ambiente y generaría procesos de explotación de unos a otros, favoreciendo la presencia de empresas capitalistas, posiblemente multinacionales. Es decir, que se puede hablar de un territorio indígena, afro, campesino, pero en realidad es un territorio del capitalismo.

El fortalecimiento de la economía propia parte de apropiarse de los bienes comunes presentes en el territorio (semillas, agua, montañas, escuelas, puestos de salud, acueductos, lugares sagrados, etc.), apropiarse de la riqueza generada por sus mismos habitantes la verificación de su distribución, el fortalecimiento de los mercados locales y el control para que no se generen procesos de explotación, tanto de las personas como de la naturaleza.

 

 

Diagnósticos de producción y consumo: Para muchos es casi normal ver cómo a diario ingresan más alimentos de los que entran al territorio, pero no sabemos cuánto afecta esta realidad el control que debemos tener. Una manera de saberlo es realizando diagnósticos de lo que consumimos y de lo que producimos en el territorio. Se debe enumerar los diferentes alimentos que componen la canasta básica que pueden ser diferentes para cada territorio. Al realizar las encuestas nos daremos cuenta si estamos produciendo lo que consumimos o nos sirve para valorar la pérdida de soberanía alimentaria mediante la identificación de alimentos que hemos dejado de producir y que antes se cultivaban en el territorio.

Estos diagnósticos permiten identificar si los campesinos de un territorio son más productores o son más consumidores. Igualmente sirve para identificar dónde debemos colocar nuestros énfasis y poder hacer planes productivos que impliquen recuperar semillas, formas de alimentación, modelos productivos, etc. El diagnostico permite identificar la presencia de las multinacionales de los alimentos en el territorio.

 

Partir de las prácticas existentes de economía propia: Al pensarnos un plan de economía propia para el territorio partimos de las formas económicas ya existentes, de re-organizarlas en función de las apuestas políticas. Se debe identificar cuáles de las prácticas son productivas, cuáles son de transformación, cuáles son de comercialización y cuáles son financieras. Luego revisar en función de qué mercado están las prácticas económicas, pues lo más seguro es que en su mayoría producen y transforman productos respondiendo a demandas alimentarias de mercados foráneos. Esto nos permite comprender cómo las políticas del Estado nos han llevado al debilitamiento de los mercados locales y dónde estos se mantienen, son mercados donde los alimentos son traídos todos de afuera. Por eso cobra tanta importancia animar a quienes producen alimentos en sus fincas, promover que otros lo realicen en función de resolver demandas internas.

 

La articulación de las prácticas económicas: La competencia entre los mismos campesinos ha generado una debilidad, pues se ha perdido esa posibilidad de verse como complementarios, en la que todos los que viven en un territorio hacen parte de un todo. Lo primero que se debe articular es la producción y el consumo, producir en función del consumo interno del territorio. Lo siguiente es articular los procesos productivos con los de transformación y de estos con los de comercialización. No necesariamente toda la producción de alimentos es para el consumo directo, una parte de la producción se utiliza como materia prima para que otro genere otros alimentos. Un ejemplo de esto es la producción de maíz con el fin de vender una parte a la tienda comunitaria y otra a quien cría pollos. Este productor de maíz a la vez necesita semillas, que son compradas a la casa de semillas que hay en el territorio. Este a su vez necesita abonos orgánicos, que son comprados en la biofabrica popular. La tienda comunitaria compra solo maíz criollo y orgánico garantizándoles a los consumidores la buena calidad de los productos. Además vende los huevos y carne de pollo criados con el mejor maíz de su territorio.

Es necesario superar el aislamiento de los procesos económicos, pues esto solo favorece a las empresas de carácter acumulativo. Cuando logramos articular nuestra economía, la riqueza que se genera cuando se produce y se comercializa entre los mismos campesinos, toda esta riqueza se queda entre los mismos campesinos, circula en el territorio. Si el trabajo de un día de cincuenta campesinos vale un millón de pesos (50 x $20.000 el jornal diario = 1.000.000) y estos adquieren sus alimentos en su territorio, de alimentos producidos por sus propios compañeros, este millón de pesos circulará en el mismo territorio y entre los mismos campesinos. Articular es una forma de hacer control de la riqueza en un territorio.

 

La economía propia y el poder popular: “Cómo todo proceso social, esa otra economía deberá Institucionalizarse”[3]. El poder popular se constituye como la voluntad de una comunidad de establecer una institucionalidad propia y esta se convierte en una alternativa antagónica a la forma de poder establecido por el poder burgués. Esto incluye que las comunidades establezcan sus propias formas de gobierno, una salud propia, una espiritualidad propia, sus propios medios de comunicación, que reivindiquen una identidad, establezcan formas de relación que expresen la justicia y la igualdad que quieren vivir. Esto también incluye que las comunidades deben crear formas de economía que distribuyan la riqueza en su territorio. Sus propias casas de semillas, sus técnicos agroecológicos, sus cooperativas y sus sistemas financieros.

Solo este tipo de institucionalidad garantizará la autonomía y la autodeterminación. Solo podrán prevalecer las comunidades que logren constituir en sus territorios formas propias que expresen su pensamiento de sociedad. La articulación de estos territorios, de estas formas de gobierno propio, podrá convertirse en el germen de sociedades distintas a las que nos arrastra el consumismo, la competencia desmedida y la ganancia depredadora. 

Hoy estamos llamados a avanzar en la construcción de las apuestas económicas que viene desarrollando el movimiento social. Se deben superar las prácticas de las tiendas comunitarias que estaban desarticuladas de los procesos productivos. No se puede seguir mirando el cultivo de café como algo aparte de la lucha política que dan las organizaciones. Una cría de pollo o de cerdo, de acuerdo a como se realice, puede apoyar o contradecir el sistema económico vigente.

Se deben buscar nuevos indicadores que midan la distribución de la riqueza y la generación de bienestar. Cuando hablamos de economía propia al interior del movimiento social, nos estamos refiriendo a una economía que está vinculada de manera conjunta a la apuesta política de cada organización. No se puede seguir pensando que la lucha política va por un lado y la lucha económica por otro. La lucha por nuestras semillas no solo hace parte de una lucha política por la soberanía alimentaria. También hace parte de una lucha económica y cultural, pues si la perdemos, estaremos sometidos tanto económica, como política y culturalmente por los imperios de los alimentos.

 

 

 


[1] Zonas de Interés de Desarrollo Rural Económico y Social (Zidres).

[2] Documento Economía Propia y Soberanía Alimentaria, V Asamblea del CNA. John Henry Gonzales

[3] La construcción de Otra Economía como acción política. José Luis Coraggio.

Publicado en Julio 01 de 2016| Compartir
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