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Experiencias de Mercado Campesino para la Seguridad Alimentaria

Eudoro Álvarez Cohecha, Colombia, Febrero 16 de 2015, Este artículo ha sido consultado 1439 veces

Dos actividades se unen en este relato; de una parte la celebración del primer centenario del municipio del Calvario, en el departamento del Meta y de otro la iniciación de una actividad de proyección social por parte del programa de Ingeniería Agronómica en la Universidad de los Llanos, con sede en Villavicencio, capital del mismo departamento.

En desarrollo de la celebración del mencionado centenario, se constituyó la Junta Organizadora del Centenario, JOC, cuyo propósito inicial fue emprender las actividades de la efemérides, dentro de las cuales, optaron por incluir una muestra gastronómica y mercado campesino, el cual se realizó el 26 de septiembre de 2011, en el parque los Libertadores, espacio central de la capital departamental. Este certamen rebasó las expectativas y cundió el  entusiasmo entre la población campesina del Calvario y entre los organizadores de la centenaria celebración.

Motivados por el éxito, la JOC decidió organizar un segundo certamen de mercado campesino, para el cual ampliaron la invitación a fin de vincular otras organizaciones rurales provenientes de sus vecinos, del municipio de San Juanito, también en el Meta y extensiva a otras instituciones. La iniciativa fue acogida por entusiasmo por la Universidad de los Llanos, en su sección de Proyección Social.

Por otra parte, el programa de Ingeniería Agronómica de Unillanos, formuló el proyecto de “seguridad alimentaria y mejoramiento de la calidad de vida de la población campesina de la vereda de Puente Abadía”, localizada en la zona montañosa del municipio de Villavicencio, en la vertiente del río Guatiquía.

Unido a lo anterior, la Unillanos, constituyó la oficina de apoyo al pequeño productor rural, con miras a fortalecer su actividad de proyección social y en este caso la ligó, dentro de sus acciones iniciales, a dar el apoyo logístico al proyecto a efectuarse en Puente Abadía.

Luego de reuniones de socialización del proyecto de Puente Abadía con sus habitantes, se decide iniciar el trabajo apuntando a dos actividades que los productores de la vereda venían realizando y en las cuales se mostraron interesados en recibir asesoría por los problemas que los estaban afectando: una fue la porcícola y otra la recién adoptada actividad cafetera, impulsada inicialmente por la federación de cafeteros y apoyada por la municipalidad de Villavicencio.

En el área porcícola, el problema encontrado y resaltado por los productores campesinos, fue el de los altos costos de producción resultante del uso de concentrados comerciales cuyos precios los tenían en condiciones precarias de rentabilidad, que incluso provocaron el abandono de la porcicultura por parte de varios de los productores de la vereda.

En las siembras cafeteras, los problemas sanitarios y de manejo del cultivo, sin la asesoría por parte de los impulsadores de proyecto, tenían en estado de desaliento general a los productores y la disminución del precio del café por extensión de la baja en el precio internacional, hacía que cundiera el desánimo para la reciente actividad cafetera en la vereda.

La interrelación entre campesinos y técnicos ha permitido comenzar a tener resultados que en materia técnica son halagüeños; a esto se ha llegado combinando los conocimientos científicos con los saberes tradicionales del campesinado de la región.

La producción campesina, tiene dos objetivos; de una parte el autoconsumo y por otra el mercado de las poblaciones urbanas vecinas. El nuevo tamaño de las familias, disminuido notoriamente en comparación con anteriores generaciones, ha determinado que los niveles de autoconsumo sean inferiores a los excedentes que necesariamente deben ir al mercado o desperdiciarse.

“No produzco porque no puedo vender con ganancia”: reflexionan muchos de los productores campesinos. Al suspenderse la producción, tampoco hay autoconsumo y la alimentación comienza a depender de productos generados fuera de las parcelas y ello conlleva deterioro de las condiciones alimentarias rurales.

Las posibilidades de mercado impulsan la producción y ésta el autoconsumo, mejorando de contera la seguridad alimentaria de las comunidades. Con mucha frecuencia, los pequeños agricultores no acceden a información, análisis oportuno y propuestas legales y técnicas viables, que puedan ayudar a que su “voz” sea escuchada. Como resultado de esto, su posición es débil, especialmente si se compara con las de otros grupos de interés económico y político,[1]

Las consideraciones estrictamente técnicas de los procesos productivos, han sido profundizadas con el análisis económico de las actividades de comercialización de la producción así obtenida. Esto generó una reflexión sobre los ingresos y egresos de los productores implicados en las actividades de producción de cerdo y café.

Es claro, una vez realizadas las cuentas, que la producción campesina adolece de un problema muy grave que es la intermediación que debe sufrir, para llegar al consumidor de sus productos; Los campesinos están entregando a los intermediarios, buena parte del resultado de su esfuerzo productivo y solucionar esta contingencia, debe mejorar los ingresos al productor.

Tanto en la venta de los cerdos como en la venta del café, se han hecho los cálculos para una producción con intermediación y otra sin intermediación y el resultante de este ejercicio es que los campesinos entregan al intermediario el 30% y a veces más, de su esfuerzo productivo; resulta pues que en el caso de la porcicultura, además de entregar su trabajo a los productores de concentrados, adicionan esa transmisión a la intermediación comercial en la realización de su producción.

Un primer resultado de estas reflexiones es la constitución de la Asociación de Productores de Puente Abadía (APPA), la cual se ha propuesto no solo trabajar en los aspectos inherentes a la producción, sino que la comercialización será uno de sus objetivos centrales.

En este momento de la cavilación en Puente Abadía, se presenta la propuesta de los productores del Calvario, encabezados por la JOC, de realizar certámenes de mercado campesino en Villavicencio. Se decide así, ligar los dos procesos y se organiza la participación de la vereda en la comercialización a través de mercados campesinos, para lo cual se ingresa a una organización denominada “Comité básico del los mercados Campesinos del Meta”. El 16 de junio se realizó el décimo (10°) certamen producto de este esfuerzo organizativo, que cuenta hoy con la participación de las organizaciones siguientes: Meta con mirada de mujer, Red de mujeres del Meta, Asociación de usuarios campesinos de Guamal, (AMUG), Asociación de Productores de Puente Abadía (APPA).Productores de El Calvario Y san Juanito, Junta organizadora del centenario (JOC), y la fundación Mastranto.

Los productos que están siendo llevados a estos certámenes de comercio, son frutas de tierra fría como lulo, tomate de árbol y mora, aportados por los campesinos provenientes de El Calvario y San Juanito. Verduras como tomate de guiso, habichuela, alverja verde, papa gruesa y papa criolla, cebolla cabezona y junca, mazorca, son acarreadas al mercado por organizaciones campesinas de los vecinos municipios cundinamarqueses de Fosca y Cáqueza, quienes se han vinculado recientemente al mercado campesino de Villavicencio.

 

Las artesanías en el mercado campesino

El plátano, la yuca, aguacate, plátano hartón y bocadillo, conjuntamente con frutas como maracuyá, naranja, limón, carambolo son colocados en el certamen comercial por los campesinos y campesinas de Guamal, de la Red de mujeres del Meta. Esta última organización agrupa organizaciones femeninas que trabajan en diferentes municipios del Meta, como Guamal, San Martín, Granada, Fuente de oro, Puerto Lleras, Cubarral, el Dorado, El Castillo, Acacías, aportantes no solo de productos agrícolas, sino de artesanías con las que diversifican la oferta en los mercados.

La gastronomía campesina ha estado presente con tamales, aborrajados de plátano, queso y bocadillo, , hayacas llaneras, lechona, fritanga a base de cerdo y cordero asado, que se complementa con Chicha de yuca, jugos de frutas en donde reina el “salpicón”. Es el rescate de viejas tradiciones en nuestros mercados pueblerinos donde no solo se iba a mercar sino a desayunar o almorzar.

La oferta pecuaria es de huevos campesinos, pollo campero, carne de cerdo, “cuajada”, trucha, huevos de codorniz, miel de abejas, provenientes de Puente abadía, San Juanito Y el Calvario.

Muy impactante ha sido la presencia de productos derivados del Sagú[2], con diferentes tipos de panes provenientes de la misma planta; igualmente el denominado “amasijo”, que es la producción de pan y mantecadas a base de maíz.

La fundación Mastranto provee plantas medicinales y ungüentos y pomadas en base a coca y marihuana y otras especies botánicas de reconocida acción terapéutica. Institucionalmente se cuenta con el apoyo de la Cámara de comercio de Villavicencio, La Asociación Colombiana de Universidades (ASCUN), el PNUD, El municipio del Calvario y La Universidad de los Llanos.

La toma de decisiones en temas agrícolas y de seguridad alimentaria ge­neralmente favorece a los consumidores, y los intereses de los pequeños agricultores rara vez son considerados en los debates regionales y nacionales.[3]

La participación en estos eventos le ha permitido a las organizaciones que lo promueven, encontrar que desde el Estado, no hay una comprensión cabal de una realidad que es inocultable: En Colombia subsisten y  conviven en el espacio rural de nuestro país, dos tipos de economía: una campesina y otra empresarial, para las cuales se legisla indistintamente de sus características particulares.

Lo anterior ha significado que funcionarios estatales, se hayan presentado a los eventos de mercado campesino a exigir que se cumplan normas del Ministerio de Agricultura y desarrollo Rural (MADR) y del ICA, relacionadas con el procesamiento de lácteos y el sacrificio de animales, pollo y cerdo, que exigen el sacrificio de los animales en mataderos tipo exportación, lo cual hace inviable desde el punto de vista logístico y económico la producción campesina de pequeña escala y altamente diversificada e integrada. Cómo se le va exigir a un campesino que sacrificar 20 pollos para llevar al mercado que vaya al matadero certificado, o monte uno de igual magnitud, para sacrificar su pequeña producción, igual para los cerdos que se expenden en canal dentro de los mercados campesinos que se viene realizando y así para los productos lácteos que se vienen llevando a los certámenes de comercialización mencionados.

Ya los campesinos participantes en este tipo de eventos, han decido iniciar conversaciones con las autoridades sanitarias, para acordar manejos limpios de su proceso de producción y notificar a dichas autoridades de la imposibilidad de cumplir con normas que no han contemplado su propia realidad. “estamos en Cundinamarca no en Dinamarca” han señalado.

Generando un entorno propicio de políticas y regulaciones, la resultante debe ser que los pequeños productores logren mayores beneficios del mercado y de sus condiciones de vida.

A manera de conclusión, es claro que la producción campesina en Colombia, es una forma de producir a ser visibilizada desde el Estado a fin de darle un trato diferencial con la de carácter empresarial. Es una producción diversa e integrada, requiere de espacios para la venta de su producción, coordinados por las organizaciones de los productores, que deben ser permanentes, duraderos y apoyados por el estado y la sociedad, beneficiaria de ellos al vincular para el mercado interno la población campesina y al recibir la población citadina productos de calidad y precio moderados. La seguridad alimentaria es para los campesinos y para todo el conjunto


[1] Giel Ton. Agricultores y mercados ESFIM. Rev. LEISA. mayo 2012 . volumen 28. número 1

[2] Sagú o Achira; Maranta arundinacea , familia Marantaceae.

[3] Ibidem

Publicado en Febrero 16 de 2015| Compartir
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