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Experiencias locales

El manglar, un ecosistema que agoniza. Muisne, Esmeralda - costa ecuatoriana

Marianeli Torres - FUNDECOL, Ecuador, Diciembre 23 de 2002, Este artículo ha sido consultado 10774 veces

La caída de los precios del petróleo y las exigencias de pago de la deuda externa, de la década de los 70 enfrentaron a Ecuador con un proceso de depresión de su economía que se hizo efectivo, principalmente, en el incentivo a las exportaciones de productos no tradicionales. Este será el marco propicio para que la industria del camarón tropical se desarrolle de manera vertiginosa, sin ningún tipo de planificación ni estudios de impacto ambiental y desbrozando grandes hectáreas de bosque de manglar, afectando a uno de los ecosistemas más productivos del mundo.

Según datos del Instituto Geográfico Militar Ecuatoriano, la costa ecuatoriana contó originalmente con una extensión de 362.862 hectáreas de manglar, considerando dentro de esta extensión bosque de manglar propiamente dicho, especies asociadas como manglillo, ranconcha, natales y guandales, áreas salinas, playas y bahías. Para el año 1999, según la misma fuente, sobreviven en el Ecuador 149.556 hectáreas de manglar, pero se registran 175.252 hectáreas de piscinas camaroneras y 4.531 hectáreas de salitrales. Sin embargo, estos datos son refutados por organizaciones ambientalistas que han realizado estudios alternos por los que se ha evidenciado la pérdida de más del 70% del ecosistema de manglar en el Ecuador y la existencia de 207.000 hectáreas en piscinas camaroneras, de las cuales un 90% están ocupando zonas de manglar.

En el año 1969 se registra la primera piscina camaronera en la provincia costera del Oro, posteriormente ésta migró hacia zonas de la provincia del Guayas, Manabí, y finalmente a la provincia de Esmeraldas. El nacimiento y consolidación de esta “próspera” industria ha significado el sacrificio de miles de hectáreas de manglar, la desaparición de especies faunísticas y florísticas, la contaminación de los estuarios, principalmente el desplazamiento y marginación de las comunidades locales usuarias ancestrales de este ecosistema, las mismas que han vivido articuladas económica, social y culturalmente a él por varias generaciones.

 

La experiencia de reforestación

En este contexto, hace más de diez años nació en las provincias de la costa ecuatoriana una forma de organización comunitaria que trata de resistir estos embates de la industria, mediante la denuncia de los infractores del manglar, la vigilancia de los estuarios y la recuperación del bosque acudiendo la reforestación de áreas taladas y abandonadas.

Sin duda, las comunidades de la provincia de Esmeraldas, ubicada hacia el noroccidente del Ecuador, son las que han desarrollado de mejor manera estos procesos organizativos a favor del manglar y de sus usuarios ancestrales, siendo las de la zona sur en el Cantón Muisne, lideradas por la Fundación de Defensa Ecológica (FUNDECOL), las que han podido sistematizar óptimamente este proceso de defensa, conservación y recuperación del manglar, expandiendo sus experiencias hacia otros grupos organizados de la costa del Ecuador.

Los proyectos de reforestación orientados desde FUNDECOL tienen como objetivo básico recuperar áreas deforestadas para incorporarlas a la producción de flora y fauna del bosque de manglar. Los procesos iniciados buscan incrementar los espacios físicos para permitir la producción de especies bioacuáticas y terrestres (peces, moluscos, crustáceos) además de crear una barrera natural, por aire y por tierra, para no permitir el incremento de la salinización de tierras agrícolas y la fuerte erosión de terrenos y específicamente de las comunidades habitadas; estas acciones contribuirán a evitar el desplazamiento de los usuarios ancestrales del manglar.

 

Recuperando la vida. Sabia es la madre naturaleza

​En lugares donde la deforestación y la contaminación por la actividad de las piscinas camaroneras no han tenido impactos considerables, se pueden observar regeneraciones naturales de manglar. La marea transporta las semillas de mangle, las cuales germinan cuando encuentran el suelo con adecuadas condiciones e inician una nueva etapa de vida.

Cuando el daño es de mayor magnitud es necesaria la intervención humana. Hace seis años un grupo de técnicos de la Fundación de Defensa Ecológica de Muisne Esmeraldas (FUNDECOL) inició una primera experiencia de reforestación de manglares con la especie Rhizophora sp. (mangle rojo), se obtuvo el 80% de “prendimiento” de los propágulos y un crecimiento exitoso de un metro por cada año. Esta práctica se ha venido manteniendo en el último tiempo, lográndose hasta el año 2000 la reforestación de 214.75 hectáreas repartidas en el estuario del río Muisne entre los sistemas Bunche y Cojimíes.

FUNDECOL promociona en el área del cantón Muisne la reforestación de manglar de forma comunitaria. Ésta consiste en comprometer a las comunidades de usuarios ancestrales del ecosistema, grupos campesinos, culturales y juveniles en el proceso de recolección de semillas, mantenimiento de viveros, reforestación de las áreas, vigilancia y monitoreo de las plantaciones. El sistema comunitario de reforestación de manglares garantiza la sobrevivencia de las plantaciones, pues son los grupos organizados quienes dan cuidado a sus áreas, quienes se han basado y concientizado en la necesidad mutua de dependencia para la sobrevivencia tanto del ecosistema de manglar como de sus comunidades usuarias ancestrales.

Debido a la labor desarrollada durante estos años, las técnicas de reforestación han mejorado considerablemente y se han determinado parámetros claros para ser tomados en cuenta, tales como distancias, calidad de agua, calidad de suelo, estado de la semilla, etc. La reforestación se ha realizado con mangle rojo Rhizophora sp. que es el más resistente y más fácil de recuperar; sin embargo, en la actualidad se desarrollan programas de investigación con la finalidad de diversificar y recuperar especies en proceso de extinción como el nato Mora megistosperma y otras variedades de mangle de la zona a fin de reincorporarlas al ecosistema.

 

Evitar la tala del manglar, el gran objetivo de las comunidades

​Mientras el camarón tropical sea un producto de alta demanda para el consumo de las poblaciones de países del norte como Estados Unidos y España, la sombra de la destrucción rondará a los ecosistemas marino costeros, principalmente al de manglar.

Si bien en el Ecuador la actividad camaronera ha sido afectada, reduciendo su producción en un 80% en los dos últimos años, las políticas económicas enfocadas hacia la dolarización de la economía ecuatoriana, solventada en las exportaciones y en la privatización, inciden en el fortalecimiento de esta industria, puesto que, además de buscar la revitalización de su producción, han entrado en una fase de ampliación hacia zonas vírgenes de manglar, como son los casos de las reservas Cayapas-Mataje, en la provincia de Esmeraldas, y Churute en Guayaquil.

Frente a esta arremetida de la industria camaronera, las comunidades locales defienden su ecosistema en el marco de la legalidad, exigiendo al Estado el cumplimiento de las leyes; ya en 1978 se prohibía por Decreto Supremo la construcción de piscinas camaroneras en zonas de manglar.

En este contexto, desde hace 3 años las comunidades de usuarios ancestrales del manglar, grupos ambientalistas y personas solidarias con la defensa de este ecosistema llevan adelante campañas de carácter local, nacional e internacional cuyos objetivos principales son: denunciar la destrucción del manglar por parte de la industria camaronera, exigir el cumplimiento de las leyes que protegen el manglar y sancionar a los infractores, y reforestar áreas de manglar ocupadas ilegalmente por camaroneros para revertirlas en beneficio comunitario junto a los últimos reductos que sobreviven en la costa del Ecuador.

Publicado en Diciembre 23 de 2002| Compartir
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