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Publicación auspiciada por Swissaid

Experiencias locales

El cultivo de arroz en el Sur de Bolívar

Astrid Álvarez. Fundación Swissaid., Agosto 19 de 2005, Este artículo ha sido consultado 10363 veces

Astrid Álvarez[1]

 

La región Sur-Sur de Bolívar, presenta una enorme complejidad. Es una región de disputa territorial entre los grupos armados al margen de la ley, que han impreso en la zona el sello de la violencia, lo cual afecta la vida de los colonos y campesinos, que se manifiesta mediante grandes inequi­dades e injusticias. La región es atractiva por varias razones: es una zona rica en oro (recurso estratégico de interés para el Estado Colombiano, Estados Unidos y Europa); los recursos naturales pueden ser esquilmados sin mucha interferencia del Estado; además es un nicho excelente para la producción de cultivos ilícitos; la palma africana se siembra de forma masiva, en tanto la alta concentración de la tierra lo permite; adicionalmente la titulación de baldíos para los campesinos no es una prioridad para el Estado.

La gente de la zona, ha visto cómo se transforma el paisaje en aras de los intereses del capital. Ellos inicialmente fueron recolectores de raicilla, luego mineros de minería a cielo abierto en las zonas bajas y de mina de beta en las montañas, posteriormente cultivadores de arroz, más recientemente raspachines y actualmente jornaleros de la palma africana. Aún en medio de esta complejidad, los campesinos promueven y han conformado organizaciones de base como alternativa a los factores que ponen en riesgo la economía campesina, tienen propuestas concretas de soberanía alimentaria que pasan por repensar la tierra como territorio, que buscan incluir estrategias de diversificación productiva y espacial, involucrar a las mujeres y a los jóvenes en sus proyectos y fortalecer organizativa, empresarial y técnicamente las pequeñas agroindustrias, con el fin de construir desarrollo local.  

 

Contexto 

El Municipio de Simití está ubicado al sur del departamento de Bolívar, entre el río Magdalena y el pie de monte de la serranía de San Lucas. Presenta una geomorfología de cadena de montañas con pliegues de cobertura poco flexible. La precipitación anual varia entre 2.000 y 2.500 mm y una temperatura promedio anual de 28°C, lo cual lo sitúa en la zona de vida bosque húmedo tropical b-HT según la clasificación de Holdridge. El bosque primario es de una inmensa riqueza florística y los árboles alcanzan grandes alturas. Los suelos de la zona baja son aptos para la ganadería, el cultivo de arroz, cacao, plátano, yuca, maíz, palma africana, coco y frutales. 

La región tiene una población aproximada de 16.000 habitantes, 4.000 de ellos asentados en la cabecera municipal y el resto en los doce corregimientos del Municipio situados tanto en zona de montaña como en zona de sabana. La tenencia de la tierra varía entre un pequeño solar (500 m2) hasta varias hectáreas de tierra (60 hectáreas), que se han obtenido mediante la colonización y luego por compra de mejoras sin legalización alguna. Algunos campesinos no poseen tierra y sus siembras las realizan en terrenos prestados por propietarios de grandes extensiones o en baldíos que aún no han sido adjudicados por el Estado.  

El uso del suelo varía entre rastrojos, potreros con pastos nativos y ganadería extensiva, cultivos de pancoger como yuca, maíz y plátano y el cultivo de la coca; éste último sembrado fundamentalmente en la zona del pie de monte. La región de la sabana y la zona aluvial del río Magdalena y de las ciénagas son sembradas con arroz, maíz, plátano, cacao y fru­tales.  

El municipio de Simití y sus corregimientos, presentan difícil acceso y relativo aislamiento de Cartagena capital del departamento y de la capital del país, además de otros centros de mayor desarrollo como Barran­cabermeja, Bucaramanga y Aguachica. La región ha tenido un incipiente desarrollo agrícola, debido a la deficiente infraestructura vial que no permite una salida rápida y eficiente de la producción; haciendo que los campesinos se vean abocados a vincularse al cultivo de la coca ya sea como cultivadores directos o jornaleros (raspachines), entre otras actividades.

 

Los cultivos ilícitos, la palma africana y otras problemáticas 

Para entender la importancia del arroz en la región Sur-Sur de Bolívar es necesario abordar las problemáticas y el contexto en el que se encuentran los campesinos. 

1.  La tenencia de tierras en Sur de Bolívar es uno de los problemas fundamentales, puesto que la mayor parte de ésta es controlada por grandes terratenientes y por los actores armados. La mayoría de población campesina no tiene tierras, y los que la poseen no han legalizado los predios que cultivan. Esta situación genera gran inestabilidad e insertidumbre y vulnera la seguridad alimentaria, puesto que no permite la construcción de la finca autosustentable en términos de diversificación. La mayoría de los campesinos de los corregimientos de San Luis, Animas Bajas, Palmeras, Animas Altas, Garzal, Vijagual entre otros, sólo cultivan productos de corto período vegetativo o transitorios en tierras “prestadas” o arrendadas.

2.  La coca entra a la zona a inicios de la década del noventa con la siembra de varias hectáreas en el pie de monte de la serranía de San Lucas. Para este año (2005) el número de hectáreas en coca supera las 3.000. La siembra y porcesamiento de este cultivo genera un desestímulo a los cultivos de pancoger como maíz, plátano, yuca y arroz, lo que ha vulnerado fuertemente la seguridad ali­mentaria de los campesinos de la zona. Es así como los jóvenes y adultos, hombres y mujeres se vinculan al cultivo de la coca, gran parte de ellos no como propietarios sino como raspachi­nes2, actividad que por la connotación que tiene, por el tipo y cantidad de ingresos que genera, se convierte en un factor de desintegración familiar, que afecta el sistema de valores de la cultura campesina, introduce unas demandas principalmente entre los jóvenes, que los vuelca hacia una sociedad de consumo, que encarece la vida campesina; en donde se privilegia lo suntuario y no la satisfacción de necesidades básicas. 

3.  Los grupos armados al margen de la ley y el comercio de la coca. El proceso de cocainización de la serranía de San Lucas, trae consigo un incremento de la violencia. La incursión paramilitar se inició en 1998, y actualmente continúa una fuerte disputa por el control del territorio y de los productos ilegales como la coca; también por el control de la comercialización de gasolina robada (cártel de la gasolina); situación que lleva a a la población campesina a un estado de incertidumbre e inseguridad. Es así como en la región son comunes los asesinatos, las desapariciones y los campesinos quedan en medio del fuego cruzado.

4.  Las fumigaciones contra los cultivos ilícitos son parte de la problemática, más que de la solución, debido a los demostrados efectos sobre el ambiente y sobre la salud humana y animal que produce la fumigación con glifosato. Igualmente, los efectos sobre los cultivos “objetivo” y sobre los agroecosistemas locales, la diversidad cultivada y silvestre. Los riesgos tienen que ver con el arrastre que el producto químico sufre por efecto del viento, la lluvia y la escorrentía, que lo diseminan en áreas aledañas cercanas y/o lejanas y también a las zonas bajas de donde se realizan las fumigaciones. 

5.  El cultivo de la palma africana. Actualmente existe un proceso de “recuperación” de las tierras por “sus dueños” para sembrar masivamente palma aceitera en la región y así legitimar su ocupación y control. Los campesinos sin tierra están viendo cada vez más difícil su situación: entonces ¿cuáles son las opciones que les quedan? ¿Convertirse en jornaleros de la palma? ¿Raspachines de coca? ¿O en el mejor de los casos, en cultivadores de productos transitorios, en tierras alquiladas?

Actualmente, en la región se está promoviendo el monocultivo de palma africana, como una panacea para resolver el conflicto armado. Los campesinos del sur de Bolívar están sintiendo que cada vez tienen menos tierra donde cultivar comida, debido a que la poca área disponible está siendo ocupada por la palma. La vinculación como trabajadores agrícolas al monocultivo de la palma, se promueve como una gran opción, aunque se pagan bajos salarios, muy lejos de lo legal. El monopolio de la transformación del producto pone en riesgo la competitividad del mismo, esto último fue expuesto muy claramente por el economista Rudolf Hommes, en un artículo del Colombiano el 7 de noviembre de 2004: “Crónica de un futuro azaroso”: 

     “ .... En nuestro país, el subsidio a los productores de palma permite que se establezcan cultivos que no serían viables en condiciones de mercado abierto. Esto funciona mientras exista el FEP (Fondo de Estabilización de Precios), pero después, cuando las exportaciones superen lo que se consume internamente y no se cuente con esos recursos ¿qué van a hacer todas esas familias que acaban de sembrar la palma?...” “...los más ineficientes cultivadores entre los que se cuentan muchos de los nuevos, van a producir pérdidas en un futuro cercano. Así no se promueve una clase empresarial en el campo, se promueve frustración....”. 

La masificación del cultivo de palma africana es un proyecto concebido en el marco del Plan Colombia y es especialmente impulsado en varias regiones del país, por los grupos paramilitares y por los grandes inversionistas en tierras, para legitimar el control de los territorios expropiados, para ser utilizados y ocupados con actividades estables y “legales” a largo plazo (léase lavado de dinero del narcotráfico), independientemente si la actividad es viable y rentable económicamente. 

En el ámbito local la situación empieza a sentirse: un campesino del sur de Bolívar hizo el siguiente comentario en un foro sobre soberanía alimentaria que se realizó en Simití el 21 de abril de 2005: 

     “Estamos saliendo del cultivo de la coca y nos está inundando la palma aceitera. Nos están arrendando la tierra por 30 años, ya nos estamos quedando sin tierra donde sembrar, vamos siendo esclavos de los productores de aceite... si la violencia no nos ha desplazado, el hambre si nos va a sacar de aquí”. 

6.  Deficiente infraestructura vial para la producción agrícola. La serranía de San Lucas tiene un gran potencial agrícola debido a los diferentes climas, pisos altitudinales y las fuentes de agua que posee. Sin embargo, parece ser un limbo territorial en donde la presencia de Estado es bien escasa y no hay obras ni políticas enfocadas a fortalecer la economía campesina.

7.  El oro. La serranía de San Lucas produce el 50% del oro colombiano. El municipio de Río Viejo es el mayor productor de oro del país. Es claro entonces la presencia del Plan Colombia y de los acuerdos militares de cooperación en esta zona, máxime si se tiene en cuenta la intervención del señor Bill Richarson, secretario de energía de la administración del presidente Clinton, en Cartagena en el año 1999: “Estados Unidos y sus aliados invertirán millones de dólares en dos áreas de la economía colombiana, en minería y energía, y para garantizarlas estamos triplicando la ayuda militar a Colombia” (La gran minería en Colombia: las ganancias del exterminio, Sintra­minercol). Los intereses nacionales y extranjeros sobre el oro han promovido la no titulación de baldíos especialmente en la montaña y el desarrollo de la violencia en zona que se ha traducido en desplazamiento forzoso de poblaciones, asesinatos de campesinos, quema de caceríos y es­cuelas.

 

Las alternativas: Asociación de Productores Alternativos de Simiti - ASPROAS

Si bien, el panorama es algo desolador y máxime cuando la región es estigmatizada como zona roja, cientos de campesinos hombres y mujeres, se han unido en torno a propuestas organizativas, de capacitación y técnicas que les permite soñar y construir un futuro digno para ellos y sus familias. Es así como se conforma la Asociación de Productores Alternativos de Simiti – Asproas– quienes iniciaron en 1996 el trabajo de recuperación de la economía campesina tan afectada y deprimida en ese momento por el fenómeno de la coca. Se constituye legalmente en 1998 como Asociación sin ánimo de lucro. La organización agrupa a comités de mujeres y hombres de diferentes veredas y corregimientos, que tienen como visión lograr la soberanía alimentaria a través de proyectos productivos alternativos, que generan ingresos y enriquecimiento de la dieta básica a través de la diversificación de la producción del pancoger y la potenciación de los patios (hortalizas y especies menores). 

Además de las alternativas productivas, Asproas promueve la capacitación organi­zativa, técnica y administrativa de los asociados con miras a la construcción de propuestas participativas y democráticas de desarrollo local en la que se vinculan activamente a mujeres, hombres y, más recientemente, a los jóvenes.

 

Logros 

El cultivo de arroz es un producto de economía campesina que ha permitdio la cohesión de grupo, la visibilización campesina y el fortalecimiento de la seguridad y soberanía alimentaria. La Asociación ha logrado dina­mi­zar el cultivo de arroz como una propuesta alternativa a los cultivos de coca. A través de la gestión consiguió recursos de la Fundación Swissaid para la compra de dos molinos arroceros (con capacidad para trillar 400 kilogramos por hora), una clasificadora de granos y una empacadora que se instalaron en los corregimientos de San Luis (año 1998) y en Animas Bajas (año 2000). Dichos equipos prestan el servicio a 150 campesinos, de los cuales 104 son socios directos y 46 son beneficiarios indirectos. 

Si bien la actividad de raspachines no se ha disminuido sustancialmente, sí se ha incrementado el cultivo del arroz tanto para el autoconsumo como para la venta en el mercado local. Se cultiva anualmente en promedio 1.5 hectáreas. por cada agricultor, que representa una producción de 2.500 a 3.000 kilogramos por hectárea. 

Los siguientes son datos aportados por los productores de arroz de la región. De todo el arroz trillado se vende en promedio el 50 %, el resto se deja para el consumo familiar. Los precios actuales de venta (mayo 2005) son: sin clasificar a $ 500 la libra, clasificado cuesta $ 600 y empacado $ 750. La producción para el consumo familiar genera un ahorro de $ 2.500 a $ 5.400 por día, que equivale a $ 162.000 por mes, que para una zona con una economía bastante deprimida, representa un gran alivio en la economía familiar.

Los logros no sólo son al nivel de la economía familiar, también se tienen avances en el campo social, dado que los molinos, la promoción del cultivo del arroz, la capacitación y la agrupación en comités de trabajo, han generado una dinámica de organización al interior de las comunidades en torno a proyectos productivos y sociales que afectan positivamente sus vidas; además se ha recuperado la cohesión y la recontrucción del tejido social. La organización se ha visibilizado en la zona como grupo que trabaja por la recuperación de la identidad campesina y ha establecido lazos de intercambio de experiencias y de aprendizaje, con organizaciones campesinas e indígenas de otras regiones del país. 

Con relación a la agrobiodiversidad, se han recuperado 22 variedades locales de arroz, que fueron traídas por los colonos llegados de la región de la Mojana (sur de Sucre y Córdoba), Ayapel Córdoba, Norte de Antioquia y sur del Cesar, regiones en donde el arroz es un cultivo fundamental y de gran tradición en su economía. Los colonos en su transhumancia cargan las semillas, éstas no son un componente aislado o un mero recurso, sino que son parte integral de su cultura. Si bien, las variedades locales tienen una menor producción por área en comparación con la variedades “mejoradas”, son indispensables en la economía campesina dadas sus características de rusticidad, resistencia a enfermedades, adaptación a condiciones adversas y calidad culinaria, entre otros (tabla 1). 

 

Lecciones aprendidas  

En el proceso ha sido fundamental la organización campesina para facilitar la consecución de recursos económicos y humanos; lo que ha permitido la construcción de las propuestas productivas y la capacitación que promueve Asproas, además ha permitido visibilizar a la organización en la zona como actor social. 

•    Factores coyunturales y estructurales que afectan la producción: el corregimiento de Animas Bajas tiene suelos aptos para producir hasta tres cosechas en el año, sin embargo existen factores adversos como: los ciclos climáticos (exceso o deficit de agua), y también otros factores socio­económicos y políticos como: la fuerte intensidad del conflicto armado que afecta especialmente a la población campesina, la no titulación legal de las tierras y la no tenencia de esta por muchos campesinos, el cultivo de la coca, y el establecimiento masivo del cultivo de la palma africana, que está convirtiendo paulatinamente las tierras en un monocultivo, y ha dejado a los agricultores sin área para cultivar y sin el control de la tierra. 

•    Para la solución de esta problemática se requiere la voluntad política del Estado y de las instituciones regionales, de tal forma que permita la legalización de la tenencia de la tierra para los campesinos, el reconocimiento y promoción de las organizaciones campesinas como agentes de cambio, de generación de alternativas de convivencia y de producción sostenible en la región. Adicionalmente el Estado no debe promover y avalar modelos productivos y de inversiones que benefician a unos pocos, los cuales generan y profundizan los con­fictos. Además estos proyectos van en contravía de los derechos territoriales, de la permanencia y de las formas de producción tradicionales de la población campesina.

•    Definición racional y planificada de los proyectos e infraestructura para favorecer la economía campesina: los proyectos deben ser planificados adecuadamente, de acuerdo a las potencialidades de las zonas y a la capacidad de producción. Un proyecto no planificado puede conducir a frustración, desconfianza e inestabilidad de la organización campesina. Un ejemplo de ello, esta relacionado con la actual subutilización de los molinos arro­ceros, que tiene efectos en el desarrollo eficiente de la actividad productiva del cultivo, articulada en el proceso agroindustrial y en las expectativas de los productores. Es así como la cantidad de hectáreas sembradas de arroz no son suficientes para la capacidad de trillado de los molinos arro­ceros, presentándose una subutilización de la maquinaria instalada. 

 

El futuro 

La recuperación de la economía campesina para que logre ser soberana, requiere del concurso y de la participación de varios actores; por un lado el Estado debe tener voluntad para aportar políticas incluyentes en este sentido; por otro lado la sociedad civil urbana, que se beneficia de lo que producen los campesinos, también tienen una responsabilidad importante; pero es fundamental el deseo y el compromiso de los campesinos de recuperar su identidad, de enriquecer su universo para hacerlo realmente digno de ser vivido. 

Los procesos de desarrollo local y la constitución de organizaciones campesinas autónomas y solidarias, son posibles aún en medio de un panorama tan conflictivo. Asproas ha logrado sobrevivir a varias “batallas” y es efectivamente una organización que se visi­biliza, agrupa y promueve un desarrollo local, propio y autónomo. 

Tabla 1. Caracterización de las 22 variedades locales de arroz  recuperadas y sembradas en Simití (Sur de Bolívar) 

Variedad

Sistema de Cultivo

Periodo vegetativo (días)

Tipo de Planta cm

Resistencia al vuelco

Desgrane

Tipo de grano con cáscara

Pilada

Rendimiento por ha.

Palmira morado blanco

Secano

120

60

Resistente

Fuerte

Blanco-amarillento

Blando para descarillar

1.8

Canilla mono

Secano

120

Alta 180

Moderada

Fuerte

Habanoamarillento

Duro

1.8

Canilla blanco

Secano

130

Alta 150

Susceptible

Fuerte

Blanco-amarillento

Blando

1.8

Brillante

Secano

105

Alta

Resistente

Flojo

Blanco-marado

Blando

2.16

Ligerito mono

Secano

90

Media

Regular

Flojo

Amarilo-rojo

Blando

1.8

Ligerito blanco

Secano

90

Enana 90

Susceptible

Intermedio

Crema claro

Blando

2.88

Monitorriano

Fangueo

180

Alta

Moderada

Flojo

Café

Blando

2.4

Chilimico

Fangueo

180

Alta 150

Susceptible

Fuerte

Crema-claro

Blando

3

Máximo (pata morada), azuleño

Fangueo

130

Media

Resistente

Flojo

Crema-claro

Buro

3

San José blanco

Secano

120

Semi enana 120

Susceptible

Fuerte

Blanco amarillento

Blando

2.4

Chombo

Secano

120

Alta

Resistente

Fuerte

Crema claro

Duro

3.6

Comino

Fangueo

180

Alta

Susceptible

Fuerte

Café

Duro

1.44

Canela

Fangueo

-

-

-

-

-

-

-

Vela de pan

Secano

-

-

-

-

-

-

-

Rojo (concha)

Secano

-

-

-

-

Concha roja

-

-

Colina

Secano

-

-

-

-

-

-

-

Toldo sucio

Secano

150

Alta 140

Resistente

Flojo

Habano oscuro

Blando

2.16

Ina morado

Secano

120

Alta

Resistente

Flojo

Concha oscura

Blando

2.4

Marfil blanco

Secano

120

Alta

Resistente

Flojo

Blanco

Blando

2.4

Marfil mono

Secano

120

Alta

Resistente

Flojo

Mono

Blando

2.4

Guatapuri (tipo federación) Orihernandez

Secano

120

Alta

Resistente

Flojo

Crema claro

Blando

3

Cajero

secano

120

-

-

-

Concha oscura

-

 


1] Astrid Álvarez: Fundación Swissaid,  nanyipuma@yahoo.com

[2] nombre que se le da a la persona que trabaja como jornalero en el cultivo de coca

Publicado en Agosto 19 de 2005| Compartir
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