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Experiencias locales

El cacao en el Meta

José Martínez Guchuvo, Febrero 16 de 2015, Este artículo ha sido consultado 9136 veces

Los pobladores del Meta hemos vivido en medio del conflicto armado por más de seis décadas. En este territorio se han anidado todos los actores armados ilegales, ante una insuficiente institucionalidad. El desplazamiento y despojo de tierras a los campesinos y al Estado, convirtieron al Meta en uno de los mayores expulsores de campesinos y con las mayores extensiones de tierras despojadas por la violencia.

Hoy se está viviendo un cambio en cuanto al comportamiento institucional; sin embargo, las presiones, especialmente por la explotación petrolera y la expansión de los grandes grupos económicos nacionales y extranjeros para los megaproyectos en la llamada “última frontera agropecuaria”, han modificado el interés simple de apropiación de las tierras como forma de ampliación de los latifundios a la del control territorial para los grandes proyectos agroempresariales.

Es en este contexto en el cual el cacao, un producto de la economía campesina, se ha movido en medio del conflicto y ha enfrentado la crisis. Es el producto alternativo mas aceptado por los cultivadores que se niegan a desplazarse de sus territorios aún afectados por el conflicto armado. Pensado a largo plazo, este producto se está convirtiendo en símbolo en la acción de resistencia campesina y de arraigo al territorio. Explotado durante décadas, el cacao es ahora un articulador de esperanzas de vida y de opciones de paz, en medio del interés económico de los grandes proyectos en la apropiación de los territorios.

Tres momentos ha vivido la cacaocultura en el Meta. El primero de prosperidad y bienestar para sus cultivadores y negocios conexos, que funcionó entre 1960 a 1985; un segundo momento que implicó la liquidación del cultivo con los profundos y no cuantificados daños económicos, sociales y ambientales; y el actual de recuperación de la cacaocultura como un producto alternativo que empieza a vislumbrarse como articulador en perspectiva del desarrollo humano y la construcción de paz.

 

¿Quién quiere cacao?

El cacao está ligado a la ruta de desarrollo de esta región, así evolucionó esta planta de origen silvestre, que luego fue domesticada y se propagó utilizado como alimento por algunas especies animales y en vivanderos de nuestros aborígenes[1]. En el momento de la aparición del cacao extractivo se le agregó un valor comercial y al implementarse como actividad agrícola, la producción entra en proceso de industrialización.

Según estudios de su material genético, esta planta es nativa de América del Sur, de la cuenca de los ríos Orinoco y Amazonas. La tesis que mayor fuerza ha cobrado es la que indica una vasta región amazónica, incluida la Orinoquia, como la zona donde hace aproximadamente 4 mil años surgió el primer espécimen de la planta que hoy conocemos como Theobroma. El río Meta es uno de los principales afluentes del Orinoco y ello explicaría el porqué la presencia espontánea del cacao por este corredor.

Cuenta la historia que el cultivo propiamente se inicia en el río Arauca hacia mediados del siglo XVII. La producción de cacao en los Llanos no podía ser muy copiosa, a causa de las dificultades para el transporte hasta los lugares de embarque, y de las trabas que imponían las autoridades españolas a las actividades económicas de las regiones en contacto con las potencias rivales, Inglaterra, Holanda y Francia.[2]

El valor comercial del grano de cacao llegó a esta región con las expediciones extranjeras encabezadas por españoles, los cuales empezaron a recoger los pilones de almendras que se formaban en los vivanderos de los indígenas.[3] Estas expediciones sí conocían el valor del grano, el cual aceptaban como intercambio. Por su parte, los indígenas, al reconocer su factor de valor, estimularon la extracción del grano y agotaron los cacaotales nativos.

 

El cultivo de cacao sinónimo de bienestar

El cacao fue un cultivo importante en la zona de Puerto López (ríos: Meta, Metica, Yucao), entonces zona de alta producción de alimentos que apoyaba el abastecimiento de productos a Bogotá. El cacao, junto con los demás productos de la economía campesina, fueron desapareciendo de esta región como consecuencia de la llegada de la mecanización “la modernización de la agricultura”, los cultivos semestrales (algodón, sorgo, maíz, arroz) al lado de una oferta y disponibilidad de crédito, que generaron en los pequeños productores una falsa expectativa sobre la posibilidad de mayores ingresos en corto tiempo y menor esfuerzo.

Con los nuevos cultivos se sustituyeron más temprano que tarde, además del cacao una importante economía campesina de producción de alimentos, que entraron en crisis, mientras grandes propietarios mediante ganadería extensiva renovaron importantes áreas de producción agrícola, desplazando a pequeños y medianos productores que debieron vender sus fincas para cubrir obligaciones económicas en bancos y casas comerciales, generándose una mayor concentración de la propiedad de la tierra.

El cacao en el Meta como cultivo tiene su origen en la década del sesenta, tiempos de reforma agraria y de consolidación de la colonización. De la región del río Meta se corrió para el piedemonte llanero y alto Ariari, consolidándose en la economía de pequeños productores en municipios como Acacias, Guamal, Cubarral, El Castillo y Grada.

El Incora como entidad de fomento y la Caja Agraria como ente financiero, por medio del crédito supervisado introdujeron semillas provenientes de Trinidad y Tobago y Ecuador. Los registros del Incora muestran, que entre 1971 y 1985, colocaron 908.900 semillas, con las cuales se establecieron 1.830 hectáreas, que beneficiaron a 843 familias campesinas.

Para 1985 en el Meta se habían cultivado más de 8.500 hectáreas que aportaban 5 mil toneladas a la producción nacional. El departamento ocupó un cuarto lugar como productor en el concierto nacional entre 22 departamentos, sostenía dos mil familias campesinas, generaba seis mil empleos directos y unos dos mil indirectos. El cacao fue una actividad que por años sostuvo eficientemente a sus cultivadores hasta el punto de hacerlos sobresalir con mejor nivel de vida.

 

El momento de la crisis

Luego de haber demostrado sus bondades económicas, sociales y ambientales y haber desarrollado una economía prospera para los productores y la economía regional, la institucionalidad de apoyo y los productores atemorizados por una baja en precios internaciones, la presencia de problemas fitosanitarios como la monilia, la escoba de bruja y ante la oferta de la “modernización” que ofrecía la apertura económica de una economía con aparentes mayores y más frecuentes recursos, además del encarecimiento de la mano de obra que estaba siendo reclutada para los cultivos de uso ilícito, se acabó la cacaocultura.

Se destruyeron más de siete mil quinientas hectáreas, 7.5 millones de árboles de cacao, 2.6 millones de maderables que cumplían la función de sobrio permanente, y con ello se despedazó el sistema de seguridad alimentaria de las familias. El Meta pasó de entregar a la industria cinco mil toneladas año, a comienzos de los años ochenta y cuatro mil a finales de la misma década, a 702 toneladas en el 2003 y 460 toneladas en el 2004.

La misma problemática se debió enfrentar en todas las regiones cacaoteras. Los productores que no destruyeron el cacao, se consolidaron en otras regiones, como Santander que tiene el 50% del área y de la producción nacional y otros como Arauca y el Huila se ubicaron en posiciones privilegiadas, segundo y tercer lugar en el contexto nacional.

 

El retorno de la cacaocultura al Meta

Ante las pocas alternativas productivas para los campesinos que a finales de siglo nos dejo la apertura económica: crisis en los cultivos transitorios, las pequeñas ganaderías no fueron rentables y más de cinco mil pequeños productores de los diferentes renglones se vieron en la quiebra y endeudados con los bancos. Frente a las inevitables acciones de erradicación de los cultivos ilícitos por parte del Estado, las instituciones del sector promovidos por Anuc Meta- Asociación de Usuarios Campesinos del Meta identificaron alternativas de producción viables y posibles proyectos productivos alternativos para la sustitución de los cultivos de uso ilícito, y entre otros cultivos resaltaron la producción del cacao que tuvo una amplia acogida por parte de los productores.

En el año 2000, Anuc Meta, en convenio con la Gobernación, realizó una acción de consulta a los campesinos en siete municipios del Meta sobre la conveniencia de recuperar el cacao, de la cual resultaron más de 400 productores dispuestos y una demanda de semilla superior a los tres millones de unidades.

Con esta información Anuc Meta formuló una propuesta para la recuperación de la cacaocultura, que es presentada a todas las entidades del sector con competencias en el tema, incluido el Ministerio de Agricultura, las cuales compartieron la pertinencia y viabilidad del proyecto. El Incora adecuó la propuesta y realizó un programa para 168 beneficiarios de la reforma agraria, que cofinanció el Fondo de Inversiones para la Paz (FIP) de la Presidencia de la República, y que dio origen a la Asociación de Pequeños Productores de Cacao del Ariari Asopcari, estableciéndose así 338 hectáreas de cacao clonado, en Granada, Fuentedeoro y El Castillo.

Anuc Meta con el apoyo del Fondo para la Acción Ambiental - FPAA, adelantó una acción de transferencia de conocimiento tecnológico del cacao en nueve municipios, proyecto por medio del cual se formuló la primera alianza productiva de cacao para el Meta, de la cual se beneficiaron 111 productores de los Municipios de Cubarral, El Dorado y Lejanías. También se establecieron 300 nuevas hectáreas. Vale aclarar que Anuc Meta, gestora del proyecto, no lo ejecutó porque representaba a los productores como organización postulante ante el Ministerio de Agricultura y que el proyecto fue apoyado técnicamente y ejecutado por Fedecacao.

 

Estado actual de la cacaocultura en el Meta

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Hoy este cultivo en una articulación con centros provinciales de gestión agroempresariales CPGA, gobernación del Meta, Ministerio de Agricultura y las organizaciones de base que suman unas 20 formas asociativas, se expandió a 25 municipios del Meta, evolucionando de 1.500 hectáreas en el 2000, a 5.350 en el 2011, de las cuales 2000 están en producción, aportando una suma superior a las 1000 toneladas de grano seco año. Unas 2000 familias están vinculadas a la actividad, generándose unos 3700 puestos permanentes de trabajo y unas ventas actuales de 6380 millones de pesos.

El cacao ha continuado la ruta de los ríos Ariari, Guayabero, Guejar y el Guaviare, recorriendo la zona por donde es agudo el conflicto social agrario. El cacao hace resistencia al despojo y al ingreso sin condiciones de la explotación petrolera y los megaproyectos para biocombustibles. El cacao está cumpliendo la función de arraigo de los campesinos a la tierra y de ocupación pacífica y productiva del territorio.

Vistahermosa, en otros tiempos primera en cultivos ilícitos y conflicto armado, es hoy el territorio con la mayor extensión cultivada en cacao y los campesinos y sus organizaciones están en la resistencia y movilizados para que se regule la exploración y explotación petrolera.

En la parte socioempresarial del cacao, existe una red de veinte organizaciones locales de productores de cacao, con debilidades muy grandes, pero aún así, existen y dan la pelea. Siete de estas organizaciones, buscando eficiencia y capacidad de sostenibilidad, han creado la cooperativa agroindustrial de cacaoteros del Meta Cacaomet.

Sin embargo, no todo son cuentas alegres, en el momento de registrar esta información, los bajos precios para el productor por el grano de cacao tiene al sector en la disyuntiva, pues estando frente a un producto con déficit interno para la industria y demanda en el mercado internacional, los ingresos que recibe el productor por esta actividad no compensan los costos de producción. De la solución de esta problemática depende un futuro de esperanza y paz para la región y Colombia.

 

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[1] Termino utilizado para referirse a los sitios utilizados por las familias de Indígenas para consumir el mucílago o pulpa que cubre la almendra del cacao, luego el grano era dejado allí sin ningún valor comercial. El termino vivandero también es utilizado para referirse a vendedores en cantidades menores de productos frescos de origen agrícola.

[2] En el Meta, en 1869 sólo había pequeñas plantaciones a orillas del Guatiquía. Un viajero proponía que se cambiara la semilla local y se sustituyera por la del Tolima (Restrepo, E., 1870, 59-60), proyecto que realizó, llevando a Villavicencio semillas de Cunday y del alto Tolima.

[3] Hay indicios de que en este territorio había cacaotales espontáneos, frutos que los habitantes utilizaban solo el mucílago y despreciaban la almendra. En los Llanos de Casanare (Medina) parece que los indígenas, igual que en Caquetá y Putumayo, preparaban con el mucílago del cacao silvestre, un modo de chicha (Oviedo, 1930, 235). 

Publicado en Febrero 16 de 2015| Compartir
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