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Experiencias Locales

Ecovida, una propuesta para diseñar el territorio y para defender la vida

José Humberto Gallego / Sandra Santoyo S, Colombia, Enero 17 de 2014, Este artículo ha sido consultado 928 veces

Plantear una propuesta de encuentro campesino en Colombia, es tratar de pensar el escenario rural desde los múltiples intersticios en el que se ha expresado y ha devenido; desde sus luchas, resistencias y la movilización social y cultural en la que se ha construido, expresado en las comunidades que “habitan” y dan rostro y sentido a los territorios. Con base en lo anterior, para llegar a construir el por qué y para qué del encuentro de productores ecológicos y sabidurías populares Ecovida, es vital contemplar el panorama nacional y los desafíos que se presentan para los movimientos sociales y las organizaciones que han estado de manera histórica, comprometidas con la exigibilidad de derechos y la visibilización de las agriculturas sustentables como la agroecología, motor integrador en la estabilidad productiva y cultural históricamente entre nuestras comunidades y las sociedades rurales.

 

Contexto nacional y problemática rural

La defensa de los derechos humanos debe partir por hacer evidente los conflictos que sobre la tenencia de la tierra, las condiciones de existencia, la pobreza y el poco acceso a los alimentos circundan en las comunidades rurales. El conflicto por los interés en la biodiversidad, el patrimonio natural y mineral, la tierra y el subsuelo deja a los campesinos y las comunidades étnicas en medio de los actores armados y del Estado nacional, lo cual en tiempos presentes está dejando cientos de casos de vulneraciones que hacen del país un espacio de guerra directa. Por tanto, las comunidades tienen aportes importantes desde la denuncia, como desde las acciones de resistencia que merecen socializarse, compartirse y mejorarse de tal suerte que se construyan propuestas locales para mitigar esas difíciles condiciones en las que se desarrolla nuestra agricultura y se garantiza la dignidad de nuestras comunidades.

La agroecología, va más allá de la frontera técnica para avanzar hacia la necesidad de reconocer los saberes que se han construido culturalmente por los pueblos y comunidades tradicionales en la búsqueda de la autoregulación y la recuperación del agroecosistema, hasta ahora fragmentado por la presión que la producción a gran escala viene ejerciendo sobre el suelo, el agua y los ciclos vitales de los nutrientes, el uso de fertilizantes y plaguicidas, para proporcionar mayores existencias de alimentos a las poblaciones y economías en crecimiento como señala Roset.

Frente a este objetivo Miguel Altieri ha señalado de manera acertada que “los científicos del agro han descuidado un punto clave en el desarrollo de una agricultura más auto eficiente y sustentable; el conocimiento profundo de la naturaleza, del agro ecosistema y las principios que regulan el funcionamiento” (Altieri, 1999).

A partir de allí y teniendo en cuenta que la agroecología se convierte en un punto de encuentro, Ecovida retoma su enfoque dado que se fundamenta en los movimientos sociales, en la investigación local y en la construcción endógena. Como lo señala Agnes Heller los movimientos sociales evolucionan desde una praxis investigadora activa, desde un saber cómo que se retroalimenta así mismo, antes que desde un saber que, de tal forma que logremos reproducirnos y reinventarnos desde abajo, desde los lugares donde las necesidades materiales y afectivas obligan, habitúan e incentivan a la cooperación social. (Calle, 2011)

Para este año 2000 la participación predominó desde el eje cafetero con más de setenta personas delegadas de treinta organizaciones de base campesina gracias al patrocinio de ongs e instituciones de la región, entre ellos Pacofor, resguardos indígenas, Asproinca, Fundación Herencia Verde y Fundación Ecológica Cafetera, en donde se proyectaba con la pasión y la convicción de hacer resistencia a la revolución verde y se orientaba a mantener viva la alteridad y la resiliencia como dos elementos que fundamentan la acción campesina. Complementario a ello se realizó en forma simultánea el encuentro nacional de biología de suelos con la pretensión de enfatizar en la recuperación de nuestros suelos tropicales con el buen manejo de la biomasa y el horizonte húmico, tal y como lo planteaba nuestra invitada especial la doctora Anna Primavessi.

Fue para este año que pretendimos engrandecer el encuentro repensando mucho más la labor productiva de la agricultura y permitir ingresar en su dimensión político-filosófica, por lo tanto definimos como referente teórico y práctico el disertar sobre la agricultura y su relación con la espiritualidad. Con ello favorecimos la participación de más de cien organizaciones y más de doscientos agricultores, pertenecientes a procesos locales y nacionales de Vía Campesina, Agrosolidaria, Maela, Grupo Semillas, Resguardo Cañamomo y Lomaprieta, Fundación para la Conservación de la vida silvestre e Isagen.

 

Ecovida 2014, Caminos de resiliencia y resistencia en la construcción de nuestra ruralidad

Colombia, un país rural por excelencia, con una vocación campesina y una fuerte relación con la tierra, tiene cifras alarmantes que desdibujan su vocación y pone en inminente riesgo su contexto histórico cultural: hoy cerca del 64.3%  de los hombres y mujeres que habitan el sector rural viven en extrema pobreza. Más de 3.6 millones de personas fueron despojadas de sus tierras producto de la confrontación armada. En las cifras institucionales hasta el 2009, se reportó que el 78.3% de los propietarios posee entre 1 a 5 hectáreas, mientras que el 0.15% posee más de mil hectáreas en el país (Grupo Semillas, 2011). Estas cifras apenas son una muestra de la brecha tan amplia que va dejando la guerra, la aplicación de las políticas de despojo y de reconcentración de la tierra, y de las nuevas orientaciones que se tienen para el sector rural dentro de los planes y programas de gobierno a nivel local, regional y nacional producto de los tratados de libre comercio que requiere de un campo con menos gente y más maquinaria para la producción a gran escala y la exportación.

Sin embargo, tal como se ha señalado históricamente en Colombia, las formas de habitar el campo, el territorio, por parte de las comunidades es diferente a la concepción de desarrollo y progreso agenciado por los entes gubernamentales. “las pequeñas unidades familiares son las que han generado una importante porción de la oferta alimentaria, a pesar de las presiones de todo tipo ejercidas contra ellas”. (Grupo Semillas, 2011). Son la UAF, las que han facilitado que los alimentos puedan ser distribuidos a nivel local, regional y nacional, por tanto, este  tipo de actividades campesinas son las que le han dado viabilidad a la existencia y permanencia de estos pobladores en sus territorios y son las que deben ser resguardadas por el bien de la población en general.

El Plan Nacional de Desarrollo (PND) del gobierno de Juan Manuel Santos y los anteriores de este siglo, han venido implementado lo que se denominó como “las locomotoras de desarrollo”, intensión que busca dar un enfoque extractivo al sector rural, auspiciado por la inversión extranjera y ampliado en el escenario de acción del modelo de importación de alimentos que trae consigo un proceso de desestimulación en la soberanía alimentaria y en la promoción del cultivo de productos nativos y que, agudizado por el conflicto social, político y armado, se ha expropiado y desplazado a cientos de campesinos de su lugar de origen.

El panorama poco alentador que presenta el país en estos momentos, también señala que “el derecho a la tierra está derivado del derecho a la alimentación”, por tanto, los esfuerzos que se vienen gestando desde hace más de veinte años en Colombia por parte de diversas organizaciones campesinas, asociaciones de base y ongs dedicadas al trabajo del sector rural, han favorecido que el movimiento agroecológico constituido desde esfuerzos locales, hoy lidere y abra espacios de debate público frente a temas como el papel del campesinado en la esfera de lo rural, de los movimiento sociales en términos de la defensa de la tierra y la agroecología como una estrategia de reconstrucción del tejido social. Por tanto, estos contenidos de análisis y discusión, advierten de la necesidad ineludible de las organizaciones para generar propuestas alternativas de construcción de paz y de iniciativas locales ante la devastadora fuerza de los enclaves extranjeros en el país y de la necesidad de recuperar la tierra para los campesinos, para garantizar desde el esfuerzo colectivo la superación de los márgenes de inequidad y los niveles de pobreza que se agudizan de manera acelerada.

 

El enfoque agroecológico: una ruta de encuentro

La búsqueda de escenarios que permitan la consolidación de nuevas acciones frente al ambiente, han hecho posible el reencuentro y rescate de técnicas y tecnologías que favorecen el desarrollo sustentable partiendo de la creación de discursos para comprender los conflictos y el complejo entramado de los problemas socioambientales; de esta manera algunas comunidades rurales, científicas o populares han hecho posible la convalidación de la agroecología como herramienta productiva y económica para el manejo de los territorios y la sustentabilidad ambiental.

 Peter Roset ha planteado tres criterios que son el soporte de la producción agroecológica: 1. Es una producción que emplea los conocimientos autóctonos de agricultura y tecnología moderna selecta para manejar la diversidad, incorporar principios biológicos y recursos a los sistemas de explotación agrícola e intensificar la producción agrícola. 2. Ofrece la única forma práctica de restaurar los terrenos agrícolas degradados por prácticas agronómicas convencionales. 3. Ofrece una forma ecológicamente racional y de costo módico para que los pequeños agricultores intensifiquen la producción en zonas marginadas y por último, tiene posibilidades de cambiar el sesgo en contra de los campesinos propio de las estrategias en las que se destacan los insumos comprados frente a los activos que tienen los pequeños agricultores, como los bajos costos de oportunidad de mano de obra. (Roset, 1998)

La degradación social y productiva ha exigido por parte de diferentes sectores, plantear caminos que amplíen las opciones agrícolas frente a los problemas de desertización, cambio climático y pérdida de la biodiversidad que hoy pone en riesgo la soberanía alimentaria de cientos de pueblos. Por tanto, la agroecología alienta a los investigadores a conocer de la sabiduría y habilidades de los campesinos y a identificar el potencial sin límite de reensamble de la biodiversidad a fin de crear sinergismos útiles que doten a los agro-ecosistemas con la capacidad de mantenerse o volver a un estado innato de estabilidad natural (Altieri, pág. 6). Cabe decir, que la ciencia se hace y se construye gracias al saber de quienes en la práctica han desarrollado una saber basado en el ensayo-error, comunidades étnicas y campesinas que han elaborado una tradición y que a través de la oralidad la han trasmitido por generaciones y que hoy debe tener un lugar importante en un sociedad en la que el poder del saber es un arma de dominación.

 

Ecovida y alcances

El Jardín Botánico de la Universidad de Caldas en sus objetivos institucionales con respecto a la investigación, la conservación y la educación ambiental dirigidos hacia el empoderamiento comunitario y la concienciación frente al patrimonio natural, ha diseñado diferentes actividades para materializar estos propósitos en la medida de las posibilidades, los recursos y las repercusiones. Es por esto que, a partir de su enfoque agrobotánico promueve la conservación de la flora nativa, el rescate de las especies promisorias y el bienestar ambiental ciudadano mediante estrategias educativas agroecológicas que permiten una relación sociedad-naturaleza coherente desde lo cotidiano y lo propositivo.

Este argumento, se ha gestado mediante la interacción entre comunidades rurales y científicas que han visto las agriculturas alternativas como la ruta hacia la sostenibilidad. De esta manera, la Facultad de Ciencias Agropecuarias tuvo la primera maestría en Agroecología para Colombia, pero desafortunadamente por los desaciertos administrativos no continuó, dejando a la deriva un cumulo de oportunidades para los profesionales de la región. Dado lo anterior y con la necesidad clara de hacer violentar la academia amañada de la revolución verde, en el año 2000 el maestro Mario Mejía Gutiérrez propone recuperar la Universidad reeducándola desde la sociedad civil y para tal efecto traeríamos desde diferentes localidades de nuestra región aquellos protagonistas, héroes y valientes agricultores que mostrarían salidas dignas a la dependencia técnica y económica.

Frente a ello, nace entonces en el año 2000 el primer encuentro de productores ecológicos y sabidurías populares Ecovida, como una alternativa que debía ser presentada ante una academia que ha negado de manera irresoluta la forma productiva ancestral y sustentable de una manera mercenaria y aliada con los intereses de las grandes corporaciones de la investigación científica, denigrando la validez de ellas y desmeritando el contexto cultural que lo amparaba. Este primer encuentro lo realizamos en las instalaciones del Jardín Botánico de la Universidad de Caldas (Manizales), con el propósito de volver a crear vínculos entre la ciencia positiva y la ciencia empírica que desde las comunidades se produce, como una forma de rescatarla, visibilizarla y darle viabilidad en ambos sentidos. Así pues, la primera versión se orientó a visibilizar tecnologías limpias y de uso eficiente en los recursos naturales, para que las comunidades compartieran su saber, se fomentara la producción ecológica y se promoviera la organización social.

En el año 2002 realizaremos el segundo encuentro planteando como reto un tema central que convocase a diversas organizaciones sociales y comunitarias del país que desarrollan trabajo práctico en la consolidación de una producción ecológica y sustentable para asegurar la oferta de recursos novedosos en el mercado agropecuario; más aún cuando los mercados verdes y las certificaciones orgánicas y ecológicas empezaban a demandar los testimonios desde la región para visibilizarlo en los mercados internacionales. De esta manera logramos reunir sesenta organizaciones sociales provenientes de los departamentos de Caldas, Quindío, Risaralda y Tolima. A partir de allí y dado el éxito de la convocatoria, la participación regional y la solidaridad institucional, este encuentro se consolida como el encuentro comunitario agroecológico de importancia nacional, pensado como “el congreso de las comunidades rurales”, en donde se permite el dialogo de saberes en forma horizontal para que se reafirme la voluntad de estas sociedades en buscar caminos dignos y soberanos para sus conflictos rurales y encuentren caminos de esperanza y bienestar.

La filosofía de Ecovida está en la pretensión de construir una noción de encuentro en el que se prima por la participación de campesinos y campesinas, indígenas, afrocolombianos/as y voluntarios (estudiantes de diferentes programas académicos) que han dejado huella en el territorio con sus prácticas productivas. En este sentido, el encuentro de productores ecológicos y sabidurías populares, es una de las banderas fundamentales del trabajo comunitario y popular, en el que se favorece la visibilidad del campesinado y las demás comunidades rurales, en donde se promueve la agroecología como propuesta de reconstrucción del tejido social y comunitario enfocado hacia la soberanía alimentaria, defensa del territorio y proyección con responsabilidad social de la universidad pública colombiana y el acompañamiento académico y científico que fortalezca este proceso.

Con base en la experiencia generada por los anteriores encuentros, se continua realizando Ecovida  bianualmente, dinamizando el encuentro de saberes y sueños en el marco de tres escenarios participativos: El académico con la participación de conferencistas y talleristas de orden nacional e internacional, la feria que abre el mercado de productos y el trueque de semillas y sabores para visitantes del certamen y el escenario lúdico recreativo que involucra la participación de grupos musicales, obras de teatro, títeres y jornadas de pagamento que garantizan el rescate cultural y el reencuentro espiritual. De esta manera para el año 2004, se logró obtener la participación de unas 84 organizaciones con más de 150 participantes, agricultores de la región y otros departamentos. Luego, y con la convocatoria de “germinando agricultura por una vida digna”, en el 2006 se cambia el escenario de Ecovida para realizarlo directamente en la Facultad de Ciencias Agropecuarias, como pretexto para acercar aún más la academia al reconocimiento de este tipo de agriculturas sustentables que desde las regiones y las comunidades garantizan una alimentación sana y un modelo productivo ambiental y económicamente apropiado.

El quinto encuentro se convoca para el año 2008 con el slogan de “Transformando la agricultura, disoñando la espiritualidad y fortaleciendo la dignidad”, con una respuesta favorable de participantes y visitantes que superaron los 480 asistentes y 250 organizaciones de 17 departamentos de nuestro país, así mismo logramos convocar la participación de la ong internacional Biodiversidad Latinoamerica y con la cual se visibilizaban las problemáticas rurales de nuestro continente, como los megaproyectos, los agrocombustibles, los transgénicos y la represión armada sobre nuestras comunidades rurales. 

De esta manera nos dimos cuenta que Ecovida se presenta como una estrategia para la defensa de los derechos humanos y de la recuperación del territorio, bajo dos enfoques fundamentales: el fortalecimiento organizativo y la promoción de la agroecología no como técnica sino como forma de vida, desafiando al mercado que hoy más que nunca deshumaniza la vida y mercantiliza la esperanza. Tal como lo señala Zygmund Bauman “La solidaridad humana es la primera baja de la que puede vanagloriarse el mercado de consumo”. En el VI encuentro, del año 2010 se asegura la participación de más de 500 delegados de las diferentes organizaciones de base comunitaria rurales de nuestro país, en donde se intercambiaron productos y semillas y se facilitó la participación de congresistas que tomaron la vocería a las solicitudes de los diferentes actores rurales, se generó un espacio de interlocución con personas especializadas en temas de gran importancia pero sobre todo se le dio voz a los campesinos/as para hacer visibles sus experiencias cotidianas. Aquí realizamos nuestro primer carnaval por la semilla, caminando la calle con las palabras, las voces y los gritos de libertad contra la privatización de las semillas, los tratados de libre comercio y el reconocimiento protagónico de la comunidad campesina.

La séptima versión de Ecovida, en el 2012 continuó enarbolando la bandera de la dignidad campesina a partir del fomento de estrategias sociales y productivas que permitan que los pobladores campesinos sigan arraigados a sus territorios, definiéndose como actores protagónicos de los procesos que se han llevado a cabo hasta el momento y de las luchas colectivas por su defensa. De esta manera este encuentro permitió hacer un balance importante en lo referente a la visibilización de la defensa de las semillas e iniciativas de vital importancia como la Celebración del año internacional de la agricultura familiar, y la discusión que desde el 2010 comenzamos contra la Resolución 970, norma que criminaliza el intercambio de semillas nativas y su libre reproducción, todo ello permitió aglutinar esfuerzos para trabajar en red a nivel nacional y acrecentar la incidencia política como movimientos agroecológicos a nivel nacional.

En poblaciones rurales ubicadas en la zona media andina de Colombia, durante muchos años se ha venido desarrollando diferentes actividades que propician el fortalecimiento comunitario a partir del rescate de saberes en la práctica agrícola y en empoderamiento del territorio, de tal forma que su condición rural se perpetúa en la práctica y en la cultura campesina, indígena y afrodescendiente, sin perder de vista la requerida, necesaria y trascendente oportunidad para seguir defendiendo su patrimonio natural y el contexto histórico que lo fundamenta.

Dada la condición de fragilidad registrada y documentada por estudios sobre la situación del desarrollo humano del PNUD 2010 (Absalom Machado), el índice de Gini, estudios socieconómicos locales y la alta dependencia en insumos, alimentos y tecnologías en la región se ha generado un ambiente de incertidumbre y desconcierto en su condición de vida a tal punto que ofertan en muchos casos su mano de obra a cambio de alimentos, vivienda y algún oficio temporal que les garantice su sobrevivencia. Esa inestabilidad caótica ha despertado la necesidad de ubicar y promover formas organizativas y sistemas de producción alternativos y sustentables que incentiven la capacidad de acción local en la satisfacción de sus necesidades y potenciar sus habilidades, reivindicando su saber popular y comunitario así como su origen campesino y rural.

Del mismo modo y entendiendo el proceso de resiliencia como la habilidad para resurgir de la adversidad, adaptarse, recuperarse y acceder a una vida significativa y productiva (ICCB, Institute on Child Resilience and Family -1994), la agroecología se ha convertido en una estrategia metodológica, organizativa y productiva, en las comunidades rurales para identificar rutas y procesos de dignificación y defensa de sus territorios. De esta manera Ecovida 2014 hará visible esos procesos para que sigamos construyendo esperanza entre nuestras sociedades y nos ejemplifiquen las formas contundentes de respuesta y resistencia que nuestras comunidades vienen generando para recuperar la agricultura, la ruralidad y la dignidad. Agradecemos a todos aquellos que de alguna manera participaron en las diferentes versiones, a los campesinos y campesinas de las diferentes regiones, a las comunidades étnicas, a los resguardos indígenas del país, a las ongs que han creído y le han apostado a fortalecer este proceso, a las personalidades académicas y políticas que han compartido sus experiencias, a las universidades hermanas que nos permiten transformar la academia y devolverle el rostro humano, a los amigos y amigas que nos ayudan con sus voluntades a construir este escenario y a los estudiantes que al calor de la esperanza ponen su esfuerzo por acoger a todos los participantes, todo esto se hace y se teje en la motivación que nos generan y en la resonancia que hacen a nuestras propuestas, sin ellos no hubiese sido posible lograr estos resultados. 

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Altieri, M. (1999). Agroecologia. Bases cientificas para una agricultura sustentable. Montevideo: Nordan Comunidad.
Calle, A. (2011). democracia radical. barcelona: Icaria.
Grupo Semillas. (2011). Editorial. Revista Semillas , 1.
Roset, P. (octubre de 1998). El potencial de la agroecologia para combatir el hambre en el mundo en desarrollo. Recuperado el 12 de octubre de 2013, de http://www.ifpri.org/spanish/2020/briefs/br55sp.htm.

Publicado en Enero 17 de 2014| Compartir
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