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Experiencias Locales

Diálogo campo-ciudad por la diversidad, el territorio y el mercado local de alimentos

Fundaexpresión, Colombia, Enero 20 de 2014, Este artículo ha sido consultado 2557 veces

Hace tan solo un par de meses y en el marco de la decisión de la Alcaldía de Bucaramanga de desalojar a los vendedores ambulantes de la ciudad, llegó al Barrio La Joya un piquete de policías dispuestos a hacer valer la ley frente a los comerciantes informales, que según ellos, se habían apropiado del espacio público. Sin embargo, los uniformados se llevaron una verdadera sorpresa al enterarse que no eran vendedores cualquiera, sino campesinos y que estaban allí con la venia e invitación de la comunidad misma.

Y se lo hizo saber la propia gente del Barrio, que ante el inminente desalojo se organizaron rápido como el viento para decirles que esas personas que iban a despachar a la fuerza son mujeres y hombres campesinos que cada quince días bajan de sus veredas, montañas y páramos de la Provincia de Soto cargados con productos frescos, sanos y orgánicos. Inmediatamente, hubo ofertas de la misma comunidad anfitriona del barrio para reubicar el mercado en los alrededores de la junta de acción comunal o frente a la iglesia con el aval del padre.

Mientras todos estos acontecimientos, apareció el señor Héctor Mantilla, vecino del sector quien cada vez que vienen las comunidades campesinas les ofrece y sin costo: chocolate caliente con arepa, “la casa invita”. Su generosidad es recíproca cuando los muchachos del barrio, los hombres o grupos de mujeres devuelven la visita a los y las campesinas en sus valles, cumbres y riberas, en sus Reservas Campesinas y Comunitarias.

Esto definitivamente no es usual, entonces, ¿qué ha pasado para que un grupo de citadinos y campesinos se fusionen como unidad a la hora de defender los alimentos y mercados locales, percibidos ahora como una actividad valiosa e importante en sus vidas?, ¿qué ha sucedido para que esgriman la razón y la palabra como camino en la resolución de conflictos?; ¿cómo desde el diálogo campo - ciudad logran permear otros comportamientos sociales?... la respuesta tiene nombre propio y sin presunción alguna: el Festival de Expresiones Rurales y Urbanas.

Así fue el día del conato de desalojo en el Barrio La Joya, no en vano y dando buena cuenta de lo expuesto, la comunidad del sector, regó la voz con el viento de que desalojarían a los campesinos que les reportaban beneficio y salud a sus hogares, y salieron a defender lo suyo, no el mercado tan solo sino la visión del buen vivir que vislumbran y que han construido luego del intercambio continuo con los invitados de comunidades campesinas, indígenas, extranjeros, estudiantes, académicos, periodistas, artistas y muchos otros que han llegado a su barrio, y no tan solo en el marco del Festival porque es importante resaltar que esta colorida fiesta no se reduce a los tres días del cronograma, al contrario, es una seguidilla de eventos a lo largo del año en donde se siguen propiciando espacios en los que el conocimiento se continúa masificando, reconstruyendo y desplegando.

Todo empezó años atrás con la Escuela Agroecológica, allí y bajo la dinámica “de campesino a campesino” se transmitió conocimiento popular con el que se han promovido capacidades propias de auto-alimentación, organización, y de proyección social dentro las comunidades rurales. Cada tanto se reunía un buen número de cultivadores y campesinas provenientes de diversas veredas y municipios de Santander, previamente definían un tema a desarrollar que debía responder a una problemática específica y entonces, la palabra con la acción se sumaba: al unísono cada quien aportaba al asunto desde sus expectativas y conocimientos. El conferencista, tallerista o como quiera llamarse, por lo general, era uno de ellos. Parcelas agroecológicas, manejo del suelo, procesamiento de alimentos, agroforestería, semillas, construcción de pozos de cosecha de aguas lluvias, en fin, un sinnúmero de encuentros al cabo de los cuales se preguntaron por el significado de la palabra “desarrollo”. Así y en boca de unas y otros sin distinción alguna, concluyeron que no era rodearse de objetos ni necesidades sino que debía ser sinónimo del Buen Vivir.

De esta forma, la autonomía económica, social, cultural y alimentaria retornó a sus hogares, el pan caliente volvió a la mesa, la comida sin químicos engalanó las ensaladeras, las semillas criollas retornaron a los silos, sin embargo y al cabo de los años creyeron que si no logran sacar sus iniciativas comunitarias más allá de las parcelas todo será frágil y efímero, y se ponen a la tarea de llevar su experiencia a las ciudades.

Entre ires y venires encuentran correspondencia en un barrio antiguo y emblemático, con un tejido comunitario dinámico: el Barrio La Joya de la capital santandereana. De hecho, estos dos grupos de pobladores rurales y urbanos ya se habían cruzado años atrás y en el marco de la recolección de firmas por el Referendo por el Agua; de tal forma que no eran extraños, como tampoco con los demás sectores que se acercaron cuando lanzaron la propuesta de realizar un Festival en donde y por algunos días se encontrara una variopinta mezcla de razas, colores, creencias, prácticas y culturas, para continuar con todas esas voces profundizando en la construcción del saber.

Viéndose en diferentes ojos, detrás de múltiples ópticas, podrían cualificar el aporte del campo a la ciudad, o viceversa, así y de a poco fueron construyendo un lenguaje común que expresara su significado en el territorio y la importancia del mismo: en el alimento, en los símbolos, en los mercados locales, en los mitos y leyendas, en la memoria del paisaje, además del hábitat rural y urbano.

Si se quiere, el Buen Vivir, es un concepto de vida que se refleja en la manera de pensar, de mirar las cosas, de estar con la naturaleza y con las demás personas; es una filosofía de nuestra existencia que conduce a organizarnos de una forma más armónica y con respeto hacia el patrimonio ambiental y cultural.

En ese sentido, ese primer Festival de Expresiones Rurales y Urbanas en el año 2010, los dos siguientes y el venidero, se han construido y madurado con la certeza de que es necesario vernos más allá de nuestra especificidad, no somos tan sólo lo que hacemos, sino también lo que podríamos ser y por eso es importante permitirse apertura mental para generar consciencias individuales y colectivas. Así, las actividades del Festival son diversas: intercambio de semillas, rutas gastronómicas, circo y teatro, mercados orgánicos, laboratorio de payasos, talleres sobre energías alternativas, conciertos, funambulistas, talleres de plastilina, deportes extremos para jóvenes, baile, cine-foros, demostraciones de agricultura urbana, exposiciones fotográficas, degustaciones de platos típicos, lonchera saludable, reiki, capoeira, en fin, diversas actividades que son miradas a un mismo asunto: el Buen Vivir.

Es por eso que más allá de crear redes de comercio, de potenciar economías solidarias, de instar sinergias, de apoyarnos mutuamente, el espíritu del Festival es la construcción de nuevas identidades, de sujetos activos dentro un territorio amplio, diverso y bondadoso con facetas rurales y urbanas. Las sociedades solo serán sostenibles si el campo lo es y de ahí la importancia del certamen.

Así, lo que inició de campesino a campesino se ha traslapado y enraizado en la ciudad, ahora es de campesino a universitario, de periodista a cultivador, de cocinera a universitario, de indígena a afrocolombiano, de mujer a religioso, tantos vasos comunicantes como variadas relaciones se han tejido.

Los tres días del Festival no es otra cosa que una oportunidad maravillosa y feliz para verse y hablar sobre lo que han caminado y pensado desde la última ocasión en que se juntaron, para encontrar al unísono alternativas de autodefinición cultural y soberanía alimentaria. Al Segundo Festival, llegó el maestro carranguero, Jorge Velosa, dando apertura al encuentro de diálogo campo - ciudad en el Barrio La Joya; ilustrada poéticamente en palabras del maestro Velosa, al recibir el Doctorado Honoris Causa de la Universidad Nacional de Colombia:

“Somos también un sendero y un modo de interpretar momentos de lo que pasa en el campo y la ciudad, y que a mirar aprendimos en esta Universidad, en esta mamá, alma máter, que tantos frutos nos da, la que pa´ vivir le toca casito que mendigar, mientras fondos y más fondos se malgastan en guerrear, y los que no, se los roban, o malversan sin cesar; y todo en nombre de un cuento, de esos de nunca acabar, cuando el asunto es sencillo: simplemente es educar. Sin ello, nada de nada, no hay otra oportunidad”.

El Tercer Festival se desarrolló bajo una carpa de circo en donde no solo fluía la risa, también las semillas. “Circo gratuito del Buen Vivir, donde los niños tuvieron quizás la única oportunidad de su vida. Circo con animales en madera y tela y con chicas totalmente vestidas. Por la mujer ante todo respeto y amor: no vendemos piel femenina. Un evento sin apología al consumo irracional ni al falso desarrollo: un evento del Buen Vivir por el arte, por la solidaridad, por el diálogo. Una minga de la cultura. Participación de gentes desde Caquetá a Córdoba, en demostración de la amplitud del movimiento por el Buen Vivir y las autonomías populares. Otro evento que nos hizo crecer cultural, intelectual, espiritualmente, por supuesto sin RCN, Caracol, o Jorge Barón TV” - Mario Mejía Gutiérrez, Oct. 2012

A lo largo de sus hasta ahora tres versiones (todas distintas porque ha madurado de una a otra), el Festival ha profundizado también en los derechos por el agua como bien común de la ciudadanía -en la defensa del Páramo de Santurbán-, por una vivienda digna, por un alimento nutritivo, por el rescate de los parques barriales y zonas verdes, por el uso de la bicicleta como alternativa de transporte, entender otras formas de ver la vida y específicamente desde la diversidad.

“Señoras y señores, ¡Bienvenidos al circo del Buen Vivir!, vengan y disfruten de los espectáculos más coloridos y magníficos: conozca a los acróbatas que van muy bien por la cuerda floja: con soltura y equilibrio sortean propuestas y acciones de sociedades justas y bien alimentadas. Habrá más sorpresas; magos que vuelven las palabras diáfanas; acróbatas jóvenes, académicos, mujeres, campesinos e indígenas que de sus sombreros hacen aparecer los sueños de un futuro posible; artesanos que desaparecen el plástico y lo transforman en canastas de cabuya, fique e iraca; campesinos y citadinos que galopan en la misma causa. ¡Venga con sus hijos!, traiga a los mayores, que no se quede nadie en casa, disfrute de platos y platillos elaborados con semillas orgánicas y cultivadas sin químicos”.

Este comunicado manifiesta el alma del encuentro campo-cuidad: un diálogo por la diversidad, el territorio y el mercado local de alimentos, que si bien tiene miles de nombres (campesino, indígena, estudiante, ama de casa, docente, desempleado, ejecutivo, reportero…) poseen todos un mismo apellido: COMUNIDAD. “Señoras y señores… ¡La diversión está asegurada!”

 

Festival de Expresiones Rurales y Urbanas
Diálogo por la Diversidad y el Buen Vivir
Bucaramanga - Santander

El Festival de Expresiones Rurales y Urbanas que se ha realizado sucesivamente desde el año 2010 en el Barrio La Joya de Bucaramanga, así como en las localidades campesinas de la Provincia de Soto (Santander), es ante todo una celebración a la diversidad cultural y a la biodiversidad de nuestro país; como homenaje a nuestras veredas y barrios, desde un espacio vital de encuentro y de diálogo que profundice el rescate de la memoria y de las identidades colectivas, en el cual podamos facilitar la articulación y el reconocimiento mutuo entre poblaciones rurales y urbanas.

Es también un proceso de educación y de sensibilización sobre los temas que constituyen nuestra razón de existir: nuestros paisajes, nuestra comida y agua, los páramos, bosques y ciénagas, la economía campesina y barrial que se encuentran en los mercados locales, las iniciativas del buen vivir que están promoviendo grupos de jóvenes, mujeres, docentes, comunidades indígenas, afrodescendientes y campesinas. El festival se organiza alrededor de varios ejes de trabajo: Patrimonio Cultural y Ambiental, Arte y Expresión Cultural, Hábitat Sostenible, Soberanía Alimentaria y Mercados Locales; todo ello, para demostrar por qué estamos protegiendo nuestro patrimonio ambiental y cultural.

Dentro el contexto del Festival, realizamos un trabajo en red con otros procesos y dinámicas internacionales como la Campaña “Semillas de Identidad”, Amigos de la Tierra, Mujeres y Justicia Climática y la Semana Verde impulsada por la Sociedad Sueca para la Protección de la Naturaleza - SSNC; campaña de gran alcance para promover la temática del consumo sustentable, que desde el año 1990 ha promovido para que los habitantes reflexionemos sobre nuestros patrones de consumo, y hacer que las personas tomemos decisiones más responsables en términos sociales, ecológicas y culturales.

El Festival pretende revitalizar la relación campo-ciudad en un contexto regional, pero también colombiano y global, donde habitantes urbanos y rurales estamos dispuestos a no ser parte de un desarraigo de masas, y valorar nuestras propuestas y acciones, desde lo más sencillo a nivel cotidiano, hasta iniciativas que deben vincular a todas y todos los colombianos. El Festival le habla y escucha al país y al mundo: a los desempleados que ya son cada vez más, a los mal llamados informales, a las madres comunitarias, a los jóvenes, a los niños y niñas, en fin a todos aquellos, que somos parte “del común y corriente”, que somos la mayoría.

Publicado en Enero 20 de 2014| Compartir
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