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Petróleo y Saqueo

Juan Felipe Harman, Colombia, Febrero 16 de 2015, Este artículo ha sido consultado 1714 veces

<span style="line-height: 115%;">En el imaginario social cuando se habla de los Llanos Orientales se piensa en un lugar plano, homogéneo y vacío, negando la diversidad ecológica y biológica de esta región que cuenta con 32 tipos de sabana, bosque andino y selva tropical, que posee el 40% de riqueza hídrica y el 40% de las especies de aves del país. También se obvia la diversidad cultural, los pueblos indígenas asentados allí, los territorios que los colonos construyeron a espaldas del estado, la historia de estas personas que huyendo de la violencia en diferentes migraciones desde el interior del país hicieron su vida en esta zona, en fin, un pueblo hecho a tesón y valentía, donde hoy afloran las realidades del conflicto sociopolítico del país.</span>

Un conflicto social que se agudiza por la voracidad de empresas multinacionales petroleras en la región. La producción de hidrocarburos en Colombia desde los ochenta depende fundamentalmente de los Llanos Orientales: Caño Limon (1983), Cusiana y Cupiagua (1992) y ahora Rubiales, han sido los yacimientos más codiciados que sin reparo han desarrollado todo tipo de despojo en las comunidades aledañas a las zonas de explotación, destruyendo su territorio y subordinando las vidas de las comunidades alrededor de la industria petrolera.

En el gobierno de Santos, con la política de Estado denominada como “locomotora de desarrollo”, la industria petrolera ha tomado un nuevo impulso, amplificando su poder de incidencia en esta región y privatizando territorios enteros que generan impactos socio-ambientales en las comunidades a las que se les dan pocas garantías y pésimas condiciones de vida. La dinámica es seguir estimulando una economía de enclave, sustentada en el extractivismo, modelo que se replica en toda América Latina como respuesta a las leyes actuales del neoliberalismo.

En el desarrollo de la producción de los campos de Caño Limón, Cusiana y Cupiagua; los gobiernos de Gaviria a Pastrana promovieron todo tipo de dadivas económicas, llegando a dar la espalda a las alianzas con grupos paramilitares, como es el caso de la OXY en Arauca y la BP en Casanare, pero fue el gobierno de Uribe quien transformó la política petrolera del país de manera radical para complacer a todo costo a las multinacionales, en aras de la confianza inversionista.

De esta forma terminaron por revivir los contratos de concesión moderna donde las petroleras solamente pagan unas escasas regalías. Con la creación de la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH), agencia que subasta los territorios por toda la geografía nacional al mejor postor, se creó una mesa de negocios establecida como ronda, que fortalece este tipo de economía. El gobierno de Santos impulsa la economía extractivista soportada en la “locomotora minero energética” donde legitima lo hecho por Uribe, y sigue dando más concesiones y aumenta la velocidad de la productividad petrolera en detrimento de las reservas que aseguran la soberanía energética del país. Dicha estrategia de crecimiento se centra en las siguientes dinámicas.

 

La expansión de la industria en territorios inexplorados y sensibles socio ambientalmente

La exploración 3D en ecosistemas ambientalmente sensibles del cual depende el bienestar de las comunidades, en donde se esperan impactos ambientales como la intervención de nacimientos de agua, la desforestación y la desregulación de los niveles freáticos. Son múltiples las protestas en rechazo a este tipo de exploración.

En el centro del Meta, el bloque CPO-9 otorgado a Ecopetrol quiere realizar sísmica 3D en las zonas de amortiguación del Sumapaz, donde se encuentran todos los nacimientos de agua que abastecen los acueductos comunitarios de las veredas del piedemonte llanero. Estas son las fábricas de agua naturales de los metenses y que de ponerse en marcha pondrán en riesgo la vocación agrícola de las tierras. Las comunidades campesinas han forzado varios escenarios de diálogo con la empresa sin obtener hasta el momento respuestas concretas.

Casos como el del norte de Casanare, donde un bloque petrolero entregado a Hocol quiere intervenir tres municipios ubicados en el piedemonte, incluyendo el municipio de Támara, patrimonio cultural y arqueológico de Casanare, de vocación agrícola, y con él, más de 132 nacimientos de agua que dan caudal al Rio Pauto, ponen en riesgo la seguridad de la comunidad y del resguardo U`wa de Chaparral Barro Negro.

Pero también está la otra cara, como lo sucedido en la Laguna de Tinije, entre Aguazul y Maní (Casanare), donde la multinacional española Cepcolsa tenía un pozo exploratorio a 200 metros. “Esta laguna es un ecosistema único dentro de la sabana, que es necesario conservar por el recurso hídrico que ofrece; porque sirve como zona de reserva de agua para veredas de los municipios Aguazul y Maní; es refugio de flora y fauna y zona de contención para evitar inundaciones”, dice la directora de Biología de Unitrópico, Sonia Mahecha Vahos.

El humedal que cumple cuatro de las seis condiciones RAMSAR como zona de protección internacional, posee valores culturales ancestrales y es allí donde se gestan los mitos de la cultura Totul Xiu. La oposición de los pobladores casanareños fue tan radical que la empresa no tuvo otra salida a retirarse del lugar afirmando que no existían garantías para operar y amenazando con demandas por incumplir con la responsabilidad contractual de garantizar las condiciones para la operación.

Por otra parte, la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH) ha realizado acuerdos con Parques Naturales para reordenar socio espacialmente las zonas amortiguadoras de la Sierra de la Macarena en aras de desarrollar proyectos de hidrocarburos en esta zona del país. Esta situación se complementa con la entrega de un sinnúmero de bloques que prácticamente están bordeando tres parques naturales (Parque Natural Picachos, Tinigua y La Macarena) donde tienen presencia las petroleras canadienses Petronova y Petrominerales, la empresa china Hupecol y la empresa Hocol, propiedad de Ecopetrol.

Además de ello, la expansión del programa de crudos pesados por parte de la ANH tiene bajo un sistema contractual especial a todo el Vichada, sur de Casanare y sur del Meta, contratos donde el Estado tiene el 1% de participación y las empresas multinacionales el 99%, como es el caso del bloque CPE-6 en donde Pacific Rubiales encontró importantes reservas de crudo en el municipio de Mapiripán.

En general, el 78% de los llanos orientales están en proceso de exploración y producción de petróleo, subordinando las dinámicas económicas y sociales de las comunidades a la especulación financiera y perjudicando la calidad de vida de las comunidades.

 

Intensificar la producción: la locomotora a todo vapor

Ante la ausencia de nuevos yacimientos de tamaño considerable, se han venido cualificando las técnicas de producción de los campos maduros aprovechando los buenos precios que actualmente tienen los crudos pesados, es así como Rubiales, descubierto en 1984, termina siendo el yacimiento mas importante del país. Aprovechando el entorno internacional las empresas petroleras dinamizan a mayor velocidad la extracción de petróleo en estas zonas y lo venden a los precios actuales.

En ese sentido hay todo tipo de atropellos: destrozos ambientales, tercerización laboral, destrucción de las vías de las comunidades, trashumancia laboral, escaza fiscalización de la producción, bloques petroleros que se configuran como islas corporativas a favor de las empresas.

Puerto Gaitán es un claro ejemplo, en la medida en que creció la producción de crudo pesado por parte de las compañías petroleras (Pacific Rubiales, Cepcolsa, Hocol, Hupecol, entre otras) sufrió una colonización desbocada de 12 mil habitantes en ocho años, que incluso termino por enfrentar a la comunidad aledaña con los visitantes por el derecho al trabajo.

Trabajo en condiciones precarias, la tercerización le lava las manos a las multinacionales operadoras y las empresas contratistas constituyen maquilas caracterizadas por trabajos de 14 horas diarias, 28 días al mes, campamentos en condiciones de hacinamiento y en muchas casos sin remuneración en periodos de prueba.

La autonomía de los municipios productores queda relegada y más con la nueva reforma al sistema de regalías. Ante el escaso presupuesto que tenían de regalías, en comparación a las inmensas ganancias de las empresas, se generaba medianamente empleo, aunque suene infame hasta para construir elefantes blancos, ahora la única fuente de empleo es la empresa petrolera, lo que lleva a que esta sea el actor que concentre el poder económico, social y político.

Lo importante para estas multinacionales es extraer sin reparo, sin importar que el tráfico de mulas de Petromagdalena destruya una escuela veredal en Trinidad, Casanare. Ni muchos menos que los vertimientos de la industria generen una mortandad de peces en Barranca de Upía por parte de Petrominerales, ni la contaminación hídrica del rio Guayuriba producida por la estatal Ecopetrol en las veredas de Villavicencio.

La locomotora minera no para, ha terminado de destruir el lugar sagrado de la Laguna de Lipa en donde actualmente la empresa Occidental sigue explotando a perpetuidad –según lo dictó el gobierno de Uribe–, ni de secar el río Cusiana que ya se encuentra disminuido en un 40%, por la operación de los pozos que ahora se encuentran en manos de Talismán y Ecopetrol, al contrario frente a nuevas técnicas de perforación que desarrolla un programa de recuperación de pozos donde se explotan los campos maduros al máximo.

 

Ampliar la capacidad de transporte para extraer el crudo

La ampliación de la capacidad de transporte se hace por varios métodos, la construcción de nuevos oleoductos y la intensificación de vehículos pesados de transporte en crudo. El Oleoducto de los Llanos (ODLL) se convierte en plataforma de transporte para conectar la producción de crudos pesados que vienen del Meta al sistema de oleoductos de Monterrey en Casanare. En dicho oleoducto tiene participación Ecopetrol y Pacific Rubiales, en su construcción se destruyó un cementerio indígena y una laguna sagrada de los pueblos Achagua y Piapocos en Puerto López (Meta) en donde además se configuraron todo tipo de abusos en la negociación de las servidumbres con las parcelas campesinas que atravesaban su recorrido.

Esa misma problemática se proyecta con la construcción del Oleoducto Bicentenario, proyecto en alianza con Venezuela para diseñar la salida del Pacífico con la intensión de exportarle crudo a China. Varias veces el pueblo araucano se ha enfrentado ha dicho proyecto en la medida que perjudica directamente las comunidades que ven como el Estado expropia sus terrenos en términos de 15 a 20 días para cedérselos a los proyectos de transporte.

El tráfico de tractomulas de carga que llevan crudo o nafta (diluyente) colapsan todos los sistemas viales. Estos vehículos de manera recurrente atraviesan los cascos urbanos de los municipios aumentando la accidentalidad. Esta situación, que se le agrega las pésimas condiciones laborales de sus conductores, genera los más altos índices de accidentalidad en la vía Bogotá- Villavicencio, incluso en una de esas ocasiones, a punto de contaminar las aguas de uno de los acueductos comunitarios de la capital del Meta.

 

El pueblo llanero construye sus resistencias.

El campesino que cultiva, trabaja para su comida, para la vida, hoy ha venido despertando y es consciente que las empresas multinacionales solo lo han convertido en obrero precarizado, que por unos cuantos pesos debe aportar su mano de obra a la degradación de su territorio, a la destrucción de sus ríos. Los escenarios de protesta ya no se limitan a la simple contratación laboral, sino que además existe un salto cualitativo en donde el medio ambiente se le otorga un papel fundamental.

La crisis económica de los municipios productores después de los cambios en el sistema general de regalías cuestionó a sus habitantes favorablemente sobre el tema central de la renta petrolera donde está en juego la soberanía energética del país.

Las comunidades aledañas se organizan para mejorar sus condiciones de vida en resistencia al saqueo que hace a sus hijos aruñar el polvo de las mulas, entre la miseria y el abandono. Cada vez se pierde el miedo frente al militarismo y la represión, configurando otro escenario donde las relaciones con la empresa no se tiñan de mendicidad sino de exigencia, para lo cual estimulan su imaginación colectiva en la concreción de protestas y propuestas.

Dichos movimientos hoy configuran la oportunidad histórica de buscar canales de articulación social entre las comunidades, superando la dispersión y asumiendo la confrontación contra las gigantescas ganancias de las trasnacionales y la política de Estado que las legitima en el territorio, recurriendo a la tradición heroica del llanero, de los memorables lanceros que siguen galopando en el llano con el sentido máximo de amor a su tierra y a su patria.

Publicado en Febrero 16 de 2015| Compartir
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