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Comisión Intereclesial de justicia y Paz[1]
Uno de los rostros de la palma de aceite se asocia en Colombia, a las violaciones de derechos humanos, torturas, asesinato, desplazamiento, falsificación de documentos, apropiación ilegal de propiedades y territorios colectivos, en desarrollo de la estrategia paramilitar. Otra de sus facetas es la destrucción ambiental a gran escala que se produce con la siembra en territorios de alta biodiversidad, la descampenización que produce y la miseria en que coloca a los habitantes de las regiones. El agronegocio de la palma africana o palma aceitera, trasciende nuestras fronteras. Hoy este tema se ubica en el escenario de la discusión energética y la retórica ecológica. Si bien la siembra y procesamiento de la palma estaba orientado a la producción de alimentos y cosméticos, tanto la explosión y extensión del cultivo se explican en razón de una nueva demanda, el estratégico mercado de los combustibles.
Se habla continuamente del cercano fin de “la era del petróleo”. Las estimaciones en torno a la fecha hasta la cual vamos a poder disponer del “oro negro”, difieren unas de otras, aunque se están dando signos inequívocos de que nos encaminamos al momento en que el petróleo deje de ser el recurso energético básico en el planeta. Las explotaciones del “oro negro”, por su agotamiento gradual, resultan cada vez más costosas para obtener menor cantidad de petróleo. Por lo tanto menos petróleo, cada vez más caro, y así hasta que ya no resulte rentable seguir extrayendo petróleo “marginal”. El temido día para el mundo “desarrollado” será lo que se ha denominado el “peak oil”, o momento en que las reservas mundiales de petróleo ya no se puedan mantener, por muy buena voluntad que tengan los países productores para abastecer la creciente demanda de combustible. Si la tendencia en el alza de los costos de petróleo es constante, con el “peak oil” lo será mucho más. [2]
A diferencia de los años 70 y 80, donde las razones de la crisis en la oferta de petróleo eran de carácter político (los conflictos en Oriente Medio y la guerra Irán- Irak), la situación de hoy, si bien tiene los mismos efectos, es debida a una razón totalmente distinta y física: el petróleo que se ha ido formando en el subsuelo del planeta lentamente a lo largo de millones de años, está tocando fondo, se está agotando.
Pero esencialmente los Estados Unidos y Europa, - crudo dependientes - no están dispuestos a modificar sus patrones de consumo energético, por lo que las grandes empresas privadas estimulan la investigación de energías “alternativas”, ocultando tras de si la razones de la crisis, haciendo uso, desde la racionalidad obsesiva del mercado consumista, palabras marcadamente medioambientales.
Debido a la imposibilidad de separar las expresiones “necesidad”, “consumo”, “supervivencia del planeta” y “desarrollo sostenible”, los sectores privados y las políticas públicas, formalmente empiezan a retomar las expresiones de la conciencia medioambiental. Ningún sector es ya indiferente ante las alarmas del calentamiento global, el agujero en la capa de ozono y otras distorsiones ocasionadas por los gases producidos por la combustión de los carburantes fósiles derivados del petróleo.
La conciencia ecológica señala que el avance del actual modelo de consumo energético, amenaza el futuro de la humanidad y del planeta a un mediano plazo. En este contexto, cobra también mucha fuerza la búsqueda de los nuevos combustibles.
A pesar de eso, todas las formas de energías alternativas que se vislumbran en el horizonte, chocan con marcados límites ya sean de tipo económico, ambiental, de capacidad de producción, de posibilidad de cubrir la demanda existente, de violaciones de derechos humanos y de negación de derechos laborales [3]
Estados Unidos y la Unión Europea crean disposiciones legales de preparación en este cambio energético[4], buscando reducir su dependencia del petróleo, y estimulan la producción de combustibles “ecológicos” , para poder cumplir con las metas planteadas en el Protocolo de Kyoto respecto a la reducción de sus emisiones de gases de efecto invernadero.
Los biocombustibles se muestran como la solución óptima para ser la base de este nuevo modelo energético comprendiendo: sintéticos, gaseosos e hidrógeno. En la actualidad tan solo están disponibles dos tipos de biocombustibles: el bioetanol, que en Colombia también se llama alcohol carburante y que procede de semillas azucaradas, tales como la caña de azúcar, la yuca, la remolacha, el maíz y soja, principalmente; y el biodiesel, que procede de semillas oleaginosas, tales como la palma aceitera, el girasol, la colza, o incluso de reciclar aceite de cocina ya usado.
Los biocombustibles tienen el mismo origen que el petróleo: la biomasa. A diferencia del petróleo que se produce en reacciones químicas durante millones de años en el subsuelo, en el caso de los biocombustibles, se llevan a cabo de forma rápida en plantas que transforman la materia prima azucarada u oleaginosa, en combustible.
A la vista, la primera gran ventaja que se presenta para los países gran-consumidores de energía es, que el cambio de un combustible a otro (de petróleo a biocombustibles), no les va a exigir grandes inversiones, pero genera grandes beneficios ambientales para la humanidad.
El mayor consumo energético de petróleo en el mundo y a la vez el más contaminante, el del combustible usado en el sector transporte (carros, aviones, barcos), se sustituiría por los biocombustibles. Se podrá publicitar, ante los potenciales consumidores, sobre todo de los países “desarrollados”, como la panacea que traerá todos los beneficios anhelados por esa creciente conciencia ecológica de la comunidad internacional.
Los biocombustibles se presentarán no solo como una fuente energética renovable y por tanto no perecedera, a diferencia del petróleo, pues su materia prima proviene de la tierra, como la de cualquier otro alimento; sino que además, se dirá que emiten menos gases de efecto invernadero, contribuyendo así a resolver los graves problemas ambientales que padece el planeta.
La renovabilidad es cierta, como también que su producción acarreará el problema de la competencia en el uso de la tierra entre la producción de alimentos y la producción de materias primas para combustibles. También que el agronegocio necesitaría grandes extensiones de tierra que obligan a los empresarios a prescindir de costos en vidas humanas y de la rica biodiversidad de países como el nuestro, para extender la frontera agrícola en función de monocultivos como el de la palma africana. Algunas organizaciones ambientalistas ya han destacado, que para sustituir totalmente la demanda actual de petróleo en el mundo por biocombustibles, se necesitaría sembrar el equivalente a tres planetas Tierra[5] de oleaginosas para obtenerlos.
La contribución para detener el calentamiento global del planeta, va a depender de la fuente o materia prima usada para obtener los biocombustibles. No para todas las plantas esto es cierto, aunque este es el argumento más fuertemente publicitado en los países más consumidores de energía. En este sentido, George Monbiot [6]señala que el biodiesel de palma africana resulta ser contribuyente neto al empeoramiento del calentamiento global del planeta, pues la destrucción de selvas tropicales para su implementación, y el hecho de tener que drenar las fuentes de agua que se encuentran en el terreno donde el mismo se va a llevar a cabo, provoca la liberación a la atmósfera de todo el dióxido de carbono que antes retenía la selva o el bosque húmedo tropical al que este cultivo viene a sustituir. Así como la oxidación de la tierra al ser desecada, genera aún más cantidad de dióxido de carbono que va a la atmósfera. Decir que el biodiesel de palma africana genera menos dióxido de carbono que el diesel fósil, resulta sesgado y mentiroso.
Las materias primas de las que se pueden generar biocombustibles, algunas son propias de países tropicales y solo en ellos se producen, como la caña de azúcar o la palma africana, y otras se pueden dar tanto en los países tropicales como en los países de climas templados, tales como la colza, el girasol, el maíz, la remolacha.
La imposibilidad de producir en los países del Norte la totalidad de biocombustibles que necesitarían para atender su demanda interna[7], así como el hecho de que arriesgarían su seguridad alimentaria (considerada por el propio Bush como un asunto de seguridad nacional) y la supervivencia de sus ecosistemas, lleva de forma inevitable a los países “desarrollados” a trasladar la producción de estos biocombustibles (o mas bien la siembra de las materias primas necesarias para ello), a los países tropicales, y pensando en términos puramente economicistas, mas específicamente en la palma africana como materia prima básica, dado su menor coste y mayor productividad que la de cualquier otro aceite vegetal. Ninguna otra consideración en relación a este cultivo es tenida en cuenta. Ya hemos llegado entonces a la explicación del por qué de la expansión tan enorme que el cultivo de palma africana o aceitera está teniendo en todos los países tropicales.
Lo que está en juego en las decisiones de los grandes estrategas y poderes económicos a nivel mundial, es el binomio seguridad energética - seguridad alimentaria, y la única manera de no renunciar a las dos, es hacer que otros países nos complementen nuestras carencias. De ninguna manera se plantea la reducción en el consumo de combustibles, como la única solución realmente factible para la continuidad de la vida en el planeta.
Desde esta consideración, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional intervendrán como es costumbre, para inducir a los países tropicales a adoptar las políticas necesarias para que estas necesidades de los países desarrollados se satisfagan, con las menores trabas posibles. De estas presiones y seducciones se derivan las políticas públicas que gobiernos como el de Álvaro Uribe Vélez llevan a cabo obedientemente. No en vano, como el propio ministro de agricultura reconocía, la palma africana será uno de los sectores mas beneficiados en el TLC con Estados Unidos.[8] Por lo tanto, parece bastante claro, que la extensión a seis millones de hectáreas en palma africana que tanto repite Uribe Vélez para el país, tienen en la mira la exportación de biodiesel tanto a Europa como a Estados Unidos.
¿Qué viene suponiendo para los países tropicales esta fuerte expansión de los cultivos de palma africana? ¿Qué supone a las comunidades nativas asentadas ancestralmente en los territorios donde hoy se siembra la palma africana?[9]
Muchos han denominado esta expansión de los cultivos de palma africana en todo el mundo tropical, como el “modelo malayo”, pues las características que tienen los cultivos en todos los países comparten un mismo patrón de comportamiento en diferentes campos a considerar: derechos humanos, derechos ambientales y derechos laborales.
Desde el punto de vista de los derechos humanos, las empresas cultivadoras de palma africana llegan a los territorios ancestrales de comunidades nativas, despojando a dichas comunidades de sus tierras, y por lo tanto de todos los elementos necesarios para su supervivencia. El resultado final es el desplazamiento de las comunidades para dejar vía libre a los cultivos. El despojo territorial es bendecido por las autoridades tanto nacionales como locales, que de hecho apoyan a las empresas en esta labor de sacar a los campesinos del territorio. Todo ello mediante prácticas de violencia inimaginables.
Desde el punto de vista medioambiental, los cultivos de palma africana, producen la destrucción total de los ecosistemas donde el cultivo se va a dar, con el agravante de que normalmente estos ecosistemas son los mas biodiversos del planeta, es decir selvas y bosques húmedos tropicales, que son el verdadero pulmón del planeta, que albergan las fuentes de agua y un porcentaje muy elevado del total de especies vivas tanto animales como vegetales de la Tierra. La razón es simple: las condiciones más favorables (o lo que se llaman las condiciones edafoclimáticas), para el cultivo de la palma africana, en condiciones de alta productividad por unidad de superficie, son las que existen solo en los llamados “hot spots” o lugares mas biodiversos del planeta.
Desde el punto de vista laboral, las condiciones de trabajo en las plantaciones de palma africana son reportadas por la propia Organización Internacional del Trabajo (OIT), como las más duras y esclavistas de todos los empleos conocidos.[10] No solo las condiciones de trabajo, sino la persecución sindical y la imposibilidad de negociar cualquier mejora en las condiciones de trabajo, las formas de pago, la escasa seguridad de las labores, los elevados niveles de riesgo en el mismo, la contratación familiar estilo feudal, las subcontratas que impiden la negociación de cualquier beneficio laboral; lo convierten en un sector con unas relaciones de trabajo que nos devuelven cientos de años atrás. Todo ello solo buscando la reducción de costos.
Pero, ¿el cultivo de la palma africana en Colombia se corresponde con este “modelo malayo” así descrito? La respuesta no puede ser más que afirmativa.
En relación a los derechos humanos, podemos ver las cifras y hechos de violencia, que han tenido lugar en regiones como Tumaco, tanto en el inicio de las plantaciones hace mas de 30 años, como en el nuevo repunte de las plantaciones, ahora si bajo la consigna de la producción del biodiesel desde comienzos del año 2000. La relación de la violencia contra las comunidades nativas con la expansión de los cultivos de palma africana, no deja lugar a dudas.[11]
¿Por qué una expansión tan fuerte de los cultivos de palma africana en regiones tan castigadas por la violencia contra los campesinos desde hace unos años, como el Catatumbo en el Norte de Santander o el Municipio de María la Baja en los Montes de María?
¿Desde cuando llevan los trabajadores de las plantaciones de palma africana en el Magdalena Medio o en el Meta, denunciando el asesinato de sindicalistas, las duras condiciones de trabajo, y los escasos beneficios laborales?[12]
¿Por qué no preguntamos a los campesinos de San Alberto, Cesar, como perdieron sus tierras bajo los modelos de “alianzas estratégicas” o de “cooperativas”, impulsados por el gobierno en alianza con empresas hoy laureadas como modelos a seguir en el gremio?
En el Bajo Atrato chocoano, en las cuencas de los ríos Curvaradó y Jiguamiandó, tenemos un claro ejemplo de todo esto.[13]
Los campesinos afrocolombianos y mestizos sufrieron una violencia descomunal a partir de octubre de 1996, fecha en la que tuvo lugar la masacre de Brisas de Curvaradó. Con este evento se inició una ola de violencia que permanece hasta el día de hoy, en el que los campesinos organizados han logrado retornar al territorio que se vieron obligados a abandonar hace unos años, y en el cual han encontrado, miles de hectáreas de sus tierras, sembradas de palma africana, convirtiendo lo que hasta hace apenas 10 años era selva tropical, en un desierto verde de palma africana, donde la vista no alcanza a ver donde se terminan las plantaciones.
Un saldo de 113 asesinatos y desapariciones, 14 desplazamientos, quemas de viviendas y pertenencias, robo de ganado, bloqueo económico continuo, es el precio que les ha tocado pagar por su resistencia y su tenacidad en defender lo que es suyo.
Relatos escalofriantes que nos hablan de supervivencia en la selva mientras la agresión paramilitar al servicio de las empresas tenía lugar, o del hostigamiento del ejército en su ubicación como desplazados en el municipio de Pavarandó, Antioquia en límites con el Chocó.
La firme decisión de retornar, y no volver a desplazarse, defendiendo su tierra y su vida, y contándole al mundo lo que allí venía sucediendo. Las incursiones del ejército que en operativos regulares o encubiertos de tipo paramilitar, seguían y siguen después del retorno visitando a los pobladores de las Zonas Humanitarias a tratar de disuadirlos por la violencia, o de cooptarlos por medio de la seducción de las cooperativas, y del dinero. Siempre con el mensaje, de que esas tierras son de los empresarios y que allí tienen que sembrar palma africana. Así, con este mensaje se presentó el Bloque Elmer Cárdenas de las AUC a las comunidades, anunciando su programa para la región, que luego mas tarde plasmaron en el documento que dieron en llamar “Proyecto de Alternatividad Social” (PASO). Y con este programa seguían condicionando su desmovilización a que sus cultivos de palma africana continuaran en expansión.
Ante las continuas agresiones que vienen sufriendo las comunidades del Bajo Atrato, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos les otorgó en al año 2002, Medidas Cautelares para su protección. El irrespeto a las mismas, y la continuidad de las agresiones llevó a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, a cobijar a las comunidades bajo Medidas Provisionales en marzo del año 2003, que han sido de nuevo ratificadas en marzo del presente 2006.
Las comunidades de las Zonas Humanitarias del Curvaradó y del Jiguamiandó, saben bien lo que pasa en su territorio, quién arremete y por qué. Su palabra reforzada por la voz de los pueblos solidarios del mundo ha hecho que instituciones del Estado, hayan emitido documentos públicos con requerimientos precisos a la superintendencia de notariado y registro, a el ministerio de agricultura, al Incoder, a la Fuerza Publica, a Finagro, implicados directamente en los procesos de desterritorialización que se iniciaron en el segundo semestre de 1996. La titularidad de los cultivos de palma africana no es ya para nadie un secreto, cuando varios comandantes paramilitares públicamente hablan del tema en diferentes medios de comunicación.[14] Allí los vínculos entre la institucionalidad y la parainstucionalidad se han hecho evidentes.
Colombia sigue el modelo malayo y la palma africana no puede sino ser catalogada como una maldición para el país. A pesar de ello, Uribe Vélez quiere que el país sea para el 2020, la Arabia Saudí del biodiesel.
Si pasamos de la “era del petróleo” a la “era de los biocombustibles” bajo el mismo patrón colonial que las empresas transnacionales petroleras vienen desde hace tiempo desarrollando; si para los países europeos y norteamericanos lo único que les sigue interesando es que les llegue la energía que necesitan, sin otras consideraciones mínimamente éticas; si a nadie se le ocurre hablar de reducción de consumo energético, como único camino viable de pervivencia del planeta y de la vida en él; si continúa prevaleciendo el criterio economista de buscar las alternativas de combustibles que menos trastornos ocasionen al actual modelo de transporte en el mundo; si todo esto es así, el cultivo de la palma africana seguirá suponiendo violencia a las mujeres y hombres y violencia a los territorios.
Los criterios que muchos defienden de la llamada Mesa Redonda para la Producción Sostenible de Aceite de Palma (RSPO por sus siglas en inglés), son mera publicidad mediática, destinada sobre todo a calmar los ánimos de los consumidores europeos y norteamericanos, ante la salida a la luz cada vez de forma más clara en todo el mundo, de todos estos elementos en relación al cultivo de la palma africana. Y se perderá una oportunidad histórica de equilibrar las relaciones entre países y de armonizar estas, con la vida en el planeta.
[1] CIDIP. C.e: justiciaypaz@andinet.com
[2] Revista Semana. Edición 1204, mayo 27 de 2005, “Energía, Petróleo verde”. El Espectador, junio 11 de 2006. En el artículo de opinión “Por qué biodiesel”, el presidente de Fedepalma, Jens Mesa Dishington dice que “…se afirma que ya está agotado más del 50% de las existencias del llamado oro negro y que de continuar la tendencia, en menos de 40 años este habrá desaparecido, si bien no de la faz de la Tierra, por lo menos como principal fuente energética mundial…” La crisis energética “…se debe a la inminente llegada al pico de extracción de petróleo o `peak oil` a nivel mundial, es decir el momento en que la producción de oro negro ya no puede seguir creciendo y empieza una curva descendiente…” en Observatorio Transnacional www.repsolmata.info
[3] Francois Houtart en su documento “La palma africana: un proyecto mundial social y ecológicamente destructor” en www.forumdesalternatives.org señala que “El consumo general mundial aumentará presupuestamente un 60% entre 2002 y 2030 (J. Michel Bezat, 2006), lo que significa una enorme necesidad de energía nueva…La seguridad energética es una de las mayores preocupaciones de los principales polos económicos del planeta. Ya no existe esta seguridad en caso de ruptura de la cadena del petróleo. La energía nuclear cubrirá solamente el 4% del consumo mundial en 2030 (Pierre Eyben, 2006, 11-13)…las energías solares, aeromotores, geotérmicas, marinas, son incapaces en un futuro previsible de satisfacer la demanda mundial de electricidad…”
[4] La UE se viene preparando para este cambio de modelo energético a través de la Directiva 2003/30/CE del Parlamento europeo y del Consejo, de 8 de mayo de 2003, “relativa al fomento del uso de biocarburantes u otros combustibles renovables en el transporte”. En la misma se marcan metas de sustitución del combustible fósil por biocarburantes en el transporte. Dichas metas a ser cumplidas por los Estados Miembros, son del 2% para el 2005, del 5.75% para el 2010 y así caminar hacia la sustitución del 20% para el 2020, dentro de su estrategia de seguridad de abastecimiento energético. Estados Unidos aprobó la Ley de Política Energética de agosto de 2005, con la cual se incentiva económicamente el desarrollo, consumo e importación de fuentes alternativas renovables de energía, especialmente etanol y biodiesel.
[5] Observatorio Transnacional www.repsolmata.info
[6] The Guardian, Diciembre 6 de 2005. Monbiot señala que el biodiesel de palma africana es peor que el combustible fósil. “Los entusiastas del biodiesel han inventado accidentalmente el combustible mas intensivo en carbono que existe en la Tierra”. Con el consumo de combustible destruimos cada año “el valor de cuatro siglos en plantas y animales”. La palma africana es “el cultivo mas destructivo sobre la Tierra”. “En términos de su impacto en el medioambiente local y global, el biodiesel de palma es mas destructivo que el crudo de Nigeria”. Recomienda al gobierno británico “prevenir la importación de combustibles destructivos del medio ambiente”. Por todo esto, el biodiesel de palma africana “acelerará el cambio climático en vez de reducirlo”.
[7] “El próximo petróleo”, Revista El Semanal, España, septiembre 18 de 2005. “Algunos cálculos estiman que para producir el diez por ciento del carburante dedicado al transporte, los países desarrollados necesitarían el 40 por ciento de sus terrenos cultivables”.
[8] El Espectador, Junio 11 de 2006. En entrevista al Ministro de Agricultura, Andrés Felipe Arias, este afirma que “Estados Unidos está cambiando su política energética para depender menos del hidrocarburo y mas de los biocombustibles. Esto genera una enorme ventaja a Colombia en potencial exportador de biodiesel y etanol y abre la posibilidad del mercado a productos como la caña, la remolacha, yuca y palma africana.
[9] Un buen resumen de los efectos de los cultivos de palma sobre las comunidades nativas en cuyos territorios los mismos llegan, en todos los países tropicales, se puede leer en “El amargo fruto de la palma aceitera: despojo y deforestación”, del Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales, disponible en su web www.wrm.org
[10] La OIT señala que los trabajadores de las plantaciones poseen uno de los más altos índices de pobreza del sector agrícola. “Acorde con esta falta de protección de sus derechos, los trabajadores de plantaciones están considerados entre los trabajadores agrícolas mas explotados y con mayor índice de pobreza” citado en “El amargo fruto…..” wrm. op. cit.
[11] Misión de Observación a la Situación de las Comunidades Afrodescendientes en Colombia. Bogotá, Colombia, junio de 2002. Afirma que “…llama la atención la coincidencia entre la irrupción paramilitar y el inicio de las fumigaciones …como parte del Plan Colombia…A partir de este momento los miembros de la Pastoral Social de la Diócesis de Tumaco fueron amenazados…De la misma forma es conocido por la comunidad que algunos comerciantes y palmicultores presentes en este municipio, la gran mayoría no nativos, colaboran con dinero para el financiamiento de los paramilitares…en el Congal Alto Mira los paramilitares invitan a los afrocolombianos a sembrar palma y coca… “
[12] Boletín número 52 del WRM, noviembre de 2001. Los trabajadores de la empresa Plantaciones Unipalma de los Llanos S.A. denuncian la intención de la empresa de acabar con el sindicato, y además que “hay empresas pretendiendo que se vincule la familia al trabajo, que es como entrar a un sistema de esclavitud y explotación total. Yo les diría a los trabajadores de otros países, que la palma africana, mas que un empleo, produce un sometimiento tenaz”.
Comisión Intereclesial de Justicia y Paz: Informe Ejecutivo 57 de julio 21 de 2005. Se reporta como paramilitares asesinaron a una trabajadora de las plantaciones de palma, que había sido despedida por la empresa dos días antes.
“En el 2001 continuaron los asesinatos en el Magdalena Medio en contra de los sindicalistas de las empresas palmeras entre ellos el vicepresidente del sindicato de Indupalma, Pablo Padilla, quien fue asesinado en febrero de 2001. Tres sindicalistas mas de las empresas palmeras de Puerto Wilches fueron asesinados en el mismo año”. Fuente CUT, citado en Gearoid O´Loinsig “La estrategia integral del paramilitarismo en el Magdalena Medio”.
[13] En las cuencas del Curvaradó y del Jiguamiandó, en el Chocó, se reportan desde el año 2000, mas de 5000 hectáreas de bosques deforestadas, que han afectado a cerca de 80 especies maderables y medicinales y 96 especies faunísticas y de insectos. Todo esto en “…los ecosistemas del complejo ecoregional Darién- Manabí, que es considerado por las Naciones Unidas como uno de los cuatro lugares en el mundo con mayor biodiversidad.” La Tramoya: Derechos Humanos y Palma Aceitera Curvaradó y Jiguamiandó. Comisión Intereclesial de Justicia y Paz. Caso Tipo 5 del Banco de Datos del Cinep. Octubre de 2005.
[14] ‘…En Urabá tenemos cultivos de palma. Yo mismo conseguí los empresarios para invertir en esos proyectos que son duraderos y productivos…’. Vicente Castaño en entrevista en la revista Semana, junio 5 de 2005.
Rodrigo o Doble 00, jefe del Bloque Metro de Medellín, luego asesinado a comienzos del 2004, afirma en el diario El Tiempo del 1 de septiembre de 2003, que “los proyectos de palma africana en el sur del eje bananero de Urabà, chorrean sangre, miseria y corrupción. La forma en que han sido adquiridas las tierras, y el dinero supuestamente prestado por entidades de fomento agroindustrial, hacen parte de una cadena de lavado de dineros del narcotráfico, testaferrato, desplazamiento forzado, muerte y violencia”.
Miguel Arroyave, jefe del Bloque Centauros de las AUC, asesinado mas tarde, en entrevista concedida a El Espectador de agosto 29 de 2004, afirma que ‘…Las autodefensas viven de lo que hay en las regiones bajo su influencia. Es por eso que, analizando esta dinámica, iniciamos un proceso de transformación en las mismas zonas. Por ejemplo, en los Llanos Orientales, estamos sembrando palma africana. Es un proceso de erradicación de cultivos ilícitos y lo estamos haciendo de una forma grande…’
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