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Hidrosogamoso: Conflicto y resistencia

Tatiana Roa Avendaño - Ambientalista, coordinadora general de Censat Agua Viva, Colombia, Julio 01 de 2016, Este artículo ha sido consultado 7129 veces

A la finca de don Luis, un agricultor de Betulia, Santander, llegaron en desbandada miles de aves y animales hambrientos que tuvieron que huir de su hábitat cuando se llenó la represa construida en el río Sogamoso y con ellos se inundaron, en junio de 2014, más de 7 mil hectáreas del valle del río. La represa los desplazó. Ahora, las aves se comen el maíz que siembra el agricultor y los cerdos salvajes, como otros animales silvestres, acaban con la guanábana, el cacao, el banano, la naranja, la mandarina, la papaya o cualquier otro fruto que encuentren en su camino. Don Luis ha tenido que adaptar sus cultivos para enfrentar el desplazamiento de los animales y también los cambios de temperatura y humedad que provoca el embalse de la represa, más conocida como Hidrosogamoso. El asunto es, según él mismo explica, que las flores y los frutos de las plantas se caen tempranamente por esos cambios, de manera que se pierde gran parte de su producción.

Caminamos con él por su finca, ubicada en las estribaciones de la Serranía de los Yariguíes. En ella, aún pueden observarse vestigios de caminos, seguramente indígenas, pero que hoy llevan el nombre de Lenguerke, un alemán contratado, por el Estado colombiano, en el siglo XIX para que abriera trocha hacia el río Magdalena. Los caminos se hacían con el fin de abrir nuevas rutas para el comercio fluvial, de facilitar la extracción de madera, pieles y otros bienes naturales de las selvas que cubrían el valle del río y era, territorio del pueblo indígena Yareguie o Yariguíaa.

La finca de don Luis es hermosa. Gran parte de ella es “montaña”, como llaman los campesinos a los terrenos de selva aún sin colonizar y alrededor de la casa donde habita se pueden observar diversos cultivos de cacao, con multitud de colores en sus frutos; también aguacates, plátano y muchos frutales.

La familia Ortiz, también de Betulia, cosecha aguacate, cacao, café, naranja, mandarina y otros frutales, pero también ha visto decaer la producción de aguacate: de 500 canastillas que sacaron en la cosecha de 2014, se redujo a 80 el siguiente año y este 2016, al parecer, la cosecha será aún menor. Igual que don Luis y la familia Ortiz, otras miles de los municipios de San Vicente, Betulia, Zapatoca, Lebrija y Girón están padeciendo la hidroeléctrica construida durante los últimos diez años, que inició operación en 2014 y es propiedad de la empresa Isagén, antes estatal y hoy, en manos también privadas.

Hidrosogamoso fue transformando el paisaje desde el comienzo, impidió la pesca y el tránsito libre por el río, destruyó quebradas y contaminó las aguas. Además, durante el tiempo de construcción, llegaron miles de personas al territorio, por las promesas de empleo. Como consecuencia del proyecto se subió el costo de vida (arriendos y productos básicos), y se instalaron en la zona la drogadicción, la violencia y la prostitución.

Estos primeros párrafos son una antesala a lo que persigue este artículo: describir los conflictos y problemáticas provocados por el proyecto Hidroeléctrico Sogamoso y las formas como la gente se organiza para permanecer en su territorio.

 

Modelo extractivo – exportador

El caso de Hidrosogamoso, ilustra la forma como el sistema económico que domina hoy en el planeta ha ido subordinando las formas de vida rurales debido a que en él las aguas se entienden como un recurso natural indispensable pues puede proveer energía y al tiempo acumular el bien hídrico, de manera que garantiza los modelos de producción y consumo de la sociedad occidental.

En la actualidad, el fenómeno del desplazamiento ambiental o por “desarrollo” provocado por represas es considerado la causa de mayor desplazamiento en el mundo. En Colombia, las represas han transformado de raíz los paisajes, las culturas, los medios de vida y la economía de extensas regiones. La disminución en la producción pesquera nacional tiene que ver con la construcción de hidroeléctricas en los principales ríos del país, de dónde provenía la profunda riqueza íctica. Y no solo se perdió volumen, sino diversidad. Muchas especies endémicas están desapareciendo.

El atlas Ejatlas (https://ejatlas.org/), que coordina el ecologista catalán Joan Martínez Alier ha registrado 120 conflictos socioambientales en Colombia, lo que evidencia que en el país, al igual que en otros países del continente, se vive una vertiginosa carrera para impulsar el modelo extractivo-exportador a nombre del crecimiento económico. Maristela Svampa (2011: 183), considera que esta nueva fase del modelo neoliberal se impulsó luego de que previamente se crearan las bases legales e institucionales que garantizaron la institucionalización de los derechos de las transnacionales, así como la aceptación de la normatividad internacional que les respalda, está sustentada en la “acumulación por desposesión” (Harvey: 2003), máxima expresión de las relaciones capitalistas que intensifica el número de personas que son excluidas de su territorio y obligadas a abandonar sus formas de vida que están ligadas al aprovechamiento de los bienes comunes: biodiversidad, aguas, etc. (Roa & Duarte, 2013).

La fase actual del desarrollo capitalista no sólo demanda materias primas sino que requiere grandes cantidades de energía y agua. De esta manera, una multitud proyectos hidroeléctricos han resurgido en el país, despojando a pueblos enteros de sus aguas, asunto que no puede entenderse como el control del simple fluido líquido, sino en lo que en su conjunto encierra la transformación de sus dinámicas hídricas naturales de los ríos.

Con el impulso de los proyectos hidroeléctricos, entre ellos Hidrosogamoso, El Quimbo e Ituango, Colombia espera convertirse en una gran potencia energética, no sólo para cubrir las demandas de energía que crecen con el consumo de los proyectos extractivos, sino que se quiere convertir en un proveedor de energía para una parte de los países vecinos.

 

 

El proyecto hidroeléctrico en el río Sogamoso

La gente de la región cuenta que empezaron a escuchar hace cincuenta años de un proyecto hidroeléctrico en el río Sogamoso. La hidroeléctrica se fue convirtiendo en el sueño de la clase dirigente del departamento de Santander, que asocia, como lo han hecho otros dirigentes en otras partes, el dominio de las aguas con un paso para alcanzar el anhelado desarrollo.

El proyecto se retomó a principios del siglo XXI, en el momento que se tuvieron las condiciones económicas y políticas para su construcción y puesta en operación. Hidrosogamoso se construyó en la cuenca baja del río, en el departamento de Santander, en el cañón donde el río se cruza con la Serranía la Paz.

Hidrosogamoso, que tiene un muro de 192 metros de altura, tiene una capacidad de generación de 820 MW, representa el 10 % de la demanda energética nacional y para exportar energía eléctrica a los países vecinos. Hace parte de un conjunto de proyectos que se adelantan en la región del Magdalena Medio, en donde intervienen actores económicos nacionales e internacionales.

La hidroeléctrica represó las aguas de los ríos Sogamoso y Chucurí inundando cerca de 7.000 hectáreas, casi la extensión del municipio de Floridablanca (Santander). El proyecto impactó directamente los valles de ambos ríos afectando cientos de predios de varios municipios santandereanos: Girón, Betulia, Zapatoca, Los Santos, San Vicente de Chucurí y Lebrija. Girón aportó la mayor cantidad de tierras al proyecto, con un 31,7 % del total inundado, y el territorio de Betulia fue divido en dos partes por el embalse.

De acuerdo con datos oficiales, sufrieron efectos nocivos 900 familias dedicadas a actividades agrícolas, pecuarias y de pesca, pero los afectados consideran que esta cifra está muy por debajo de la realidad. Aseguran que la empresa desconoció en el censo de afectados a familias de campesinos, pescadores, jornaleros, mineros artesanales y a vendedoras de pescado, entre otras comunidades. Se estima que el proyecto hidroeléctrico desplazó a más de mil personas por la inundación y otras miles están damnificadas por las transformaciones de la cuenca. La empresa quedó con el control de 21.417 hectáreas declaradas de utilidad pública mediante Resolución Ejecutiva 230 de 2008. No sólo el área del embalse y la de la sala de máquinas, sino que están incluidas las zonas de protección, puesto que Isagen quedó con el control de cuenca y microcuencas que llevan sus aguas al embalse.

 

Transformaciones territoriales

El 8 de junio de 2014, el río Sogamoso amaneció literalmente seco. El día anterior, a las 6 de la tarde, Isagen inició el llenado del embalse. Sin embargo, una falla técnica, que cerró todas las compuestas, interrumpió por completo el flujo de agua, por más de doce horas. Miles de peces murieron. Hoy pervive el impacto emocional de este hecho sobre los habitantes de La Playa, un poblado de Betulia “aguas abajo” del muro, sobre el río Sogamoso, quienes en su mayoría nacieron al lado al río.

Una mujer pescadora relató conmovida: “nuestro río esta agonizante, nuestro río está triste, sus aguas ya no sirven ni para cultivar, los niños no pueden nadar en él”. La Playa vivió por décadas de la pesca, el comercio pesquero, el turismo comunitario, la agricultura de pancoger y la minería artesanal de arena. Ahora, hay cambios radicales producidos por Hidrosogamoso. Veámos algunos de estos cambios: 

 

Desplazamiento ambiental

De la región salieron los habitantes que antes vivían en las más de 21 mil hectáreas que quedaron para el control directo de Isagen de manera que cientos de familias están sufriendo un nuevo fenómeno de desplazamiento, ya no por la violencia política. A muchos se les vulneraron sus derechos básicos. La gente cuenta que fueron desplazadas las familias aparceras, en arriendo, o que simplemente se encontraban en las cercanías del río y no contaban con títulos de sus tierras. Dice que la empresa Isagen interpuso contra ellas acciones administrativas, ejecutadas por los alcaldes locales y que en muchos casos las desalojaron mediante el uso indebido de la fuerza. Otras muchas resistieron en su territorio, pero la etapa de construcción de la represa con la consecuente destrucción de sus medios de vida les obligó a irse.

En la actualidad la mayor parte de estos poblados están desolados. La gente se fue a la ciudad. Tuvo que partir hacia las ciudades cercanas: Bucaramanga o Barrancabermeja, donde viven sin mayores oportunidades laborales.

“Aguas arriba”, donde hoy queda el embalse, miles de campesinos perdieron sus tierras. La empresa reubicó a unos pocos, se hicieron nuevos asentamientos, pero, denuncian algunos, los proyectos productivos no “cuajaron” debido a que se impusieron proyectos ajenos a su cultura y a que existen dificultades de acceso a agua y falta de asesoría adecuada. Además, allí, algunas familias campesinas no cuentan con cuencas abastecedoras de agua, ni mucho menos con acueducto, lo que vuelve penosas las actividades cotidianas y los proyectos productivos, es una directa violación del derecho al agua.

 

Deterioro de la calidad del agua y pérdida de la pesca

La señora de La Playa tiene razón al advertir que las aguas del río tienen problemas. Un estudio de la Universidad Santo Tomas, liderado por el reconocido ambientalista e ingeniero químico Jairo Puente, concluyó que en las aguas del Sogamoso es grave la falta de oxígeno. De igual manera, dice un periódico local, se observa que la temperatura del agua en la presa oscila entre los 31 y 32 grados centígrados, mientras que abajo ésta se reduce hasta los 25 grados centígrados. De igual forma, las condiciones de humedad relativa cambian desde 94 % y se reduce incluso al 44 %[1].

Una de las razones de la mala calidad del agua es la no remoción de la materia orgánica, una exigencia de la licencia ambiental, pero también, al represamiento de ríos contaminados:

El río Sogamoso, señala el profesor Puente, se forma de aguas del Chicamocha y del Suárez y el Suárez antes recibe al Fonce [tres de los ríos] más contaminados en Colombia, así que el agua primero que todo no viene de primera calidad, por lo que la licencia ambiental en sí ya exige son unos mínimos y las muestras dan cuenta que en algunos momentos del día hay datos inferiores, favoreciendo condiciones anaerobias, produciendo gases tóxicos y se producen también gases de [efecto] invernadero relacionados con el cambio climático (…) Cuando el oxígeno baja a estos niveles, no es posible que se desarrollen peces, así digan que se han sembrado alevinos[2].

 

Cambios en el microclima y consecuencias

La región de influencia del proyecto se conoce en el país por su producción de aguacates y cacao de alta su calidad[3]. Además los aguacates criollos de la región son muy apetecidos en el país y en el exterior. Se considera que los suelos de la región y el clima son ideales para la producción de este rico fruto. Sin embargo, ahora, estos cultivos están amenazados por los cambios en el microclima local, provocados por el embalse.

Hay cambios extremos de la temperatura (muy alta en el día y muy baja en la noche) y en la humedad. La disminución de las cosechas, según los pobladores locales, es notoria: las plantas no “cargan” los frutos, como antes, y además se han incrementado las plagas y enfermedades de los cultivos.

 

El desplazamiento de animales

Fundaexpresión, organización ambientalista que trabaja en la región, ha tenido que preparar talleres sobre serpientes para las comunidades de los municipios aledaños al embalse. El problema es que una desbandada de culebras ha llegado a las parcelas de campesinos, incluso de otros municipios como Piedecuesta, y están en alto riesgo de ser mordidos por las serpientes. También se conoce de otros animales que han llegado a los cultivos desesperados porque sus hábitats fueron destruidos.

El desplazamiento de animales fue denunciado por los pobladores locales desde la etapa de construcción, pues el ruido y la tala de árboles hicieron que muchos huyeran. Al quedar la obra en medio de la vía Bucaramanga – Barracabermeja, de alto tránsito vehicular, empezaron a verse animales muertos en la carretera. Isagen nunca respondió a las denuncias que se hicieron y se limitó a decir que tenían un plan de contingencia para tal situación. Los animales siguieron apareciendo muertos en la carretera durante el tiempo de la obra.

Con el llenado del embalse, la huida fue masiva y está afectando los cultivos de las comunidades, perjudicando las labores e ingresos de los y las campesinas. Se observa presencia de pumas, tigrillos, marranos, chácharos, tinajos, chiguieros, ardilla, mico careto, mono cotudo, picuro, aves como: chachivos, pericos, churicas, cochas, tulcán, siéntaro papayero. En veredas de Lebrija, Girón, Piedecuesta han aparecido manadas de cerdos monteses o baquiro (Pecarí tajacu). Los cerdos acaban con los cultivos.

 

 

La lucha por el Sogamoso

En 2008, los pobladores locales junto a ambientalistas, ONG, trabajadores y sindicalistas del área de influencia de la represa crearon el Movimiento Social por la Defensa del Río Sogamoso. En la medida en que avanza la construcción del proyecto, se intensifica en la zona la lucha por el reconocimiento de los derechos. El Movimiento acoge las diversas expresiones de descontento de los pobladores locales, que no se vieron recogidos en la "ilusión desarrollista" o las falsas promesas de empleos por parte de Isagen. Tampoco los convencieron las promesas de inversión social, que resultaron incoherentes con las realidades locales: cursos de panadería o proyectos productivos ajenos a la cultura local.

Por ello, organizan marchas y protestas en la zona y movilizaciones hacia Bucaramanga demandando mayor presencia del Estado y respuestas desde el gobierno departamental. También se han realizado acciones jurídicas demandando respuestas frente a los incumplimientos a la licencia ambiental.

El 14 de marzo de 2011, día internacional de acción contra las represas, el movimiento adelantó una movilización de tres días, hasta que se instaló una mesa de negociación entre la empresa y los afectados. En esa mesa participaron como garantes, la diócesis de Barrancabermeja, el Programa por la Paz (PPPMM), algunas ONG, asambleístas departamentales y la Unión Sindical Obrera de la Industria del Petróleo.

Isagen como en otras ocasiones no cumple y continúa en su trabajo de cooptar líderes y dividir el movimiento en alianza con los poderes regionales y los medios masivos de comunicación. La última acción de impacto del movimiento tuvo lugar entre marzo y septiembre de 2015 liderada principalmente por mujeres, que resistieron seís meses en el parque García Rovira, frente a la gobernación de Santander, en unas condiciones extremadamente duras, demandando respuestas frente a la crisis humanitaria que se vive en la zona. El acuerdo entre las manifestantes, la gobernación e Isagen consistió en la promesa por parte de los dos últimos de un predio y proyectos productivos para atender la grave situación. Después de casi un año, nada han recibido los y las afectadas.

El movimiento regional hace parte desde 2011 de uno más grande, el Movimiento Ríos Vivos. Al vincularse busca fortalecer sus demandas ganando resonancia nacional; pero también se moviliza en espacios regionales: recientemente, en Lisama y San Gil, se unió a otros movimientos de la zona, en el contexto de la Minga Nacional, que obligó al gobierno a negociar con los campesinos y las campesinas del país. Aunque en condiciones extremadamente difíciles, la lucha continua y el movimiento busca fortalecerse haciendo presencia en múltiples espacios sociales y políticos de la región.

 

 

Reflexiones finales

Don Luis sabe que las plantaciones que Isagen está sembrando y que la empresa las llaman áreas de protección del embalse, no van a resolver el desplazamiento animal. Sin duda, en medio de pinos y eucaliptos, no encontrarán alimento ni refugio. Por eso, él adapta sus cultivos para que también haya frutales para los animales. “Ellos no tienen la culpa, están aquí porque les han destruido sus lugares de vivienda; nosotros tenemos respuesta para enfrentar esta situación. Sin embargo, Isagen no nos oye”.

Las comunidades campesinas afectadas por Hidrosogamoso son en gran parte pequeños campesinos con muy poca tierra o sin ella, pescadores, mineros artesanales o comerciantes de pescado, cuyos principales medios de subsistencia estuvieron siempre basados en los bienes comunes que les proveían el río o la selva. Para ellos, los daños son significativos y en muchos casos irreparables, pues se destruyeron las relaciones de subsistencia con el río Sogamoso y se transformó el territorio.

Sin embargo, tienen claro que en ellos están las respuestas para restablecer el equilibrio ambiental y social en el territorio. Porque lo conocen. Es por eso que están en la búsqueda de construir nuevas relaciones de producción y nuevas relaciones con la naturaleza que garanticen los medios y la sustentabilidad para que las comunidades puedan permanecer en el territorio. En eso trabaja a diario el Movimiento Ríos Vivos en Santander.

 

Referencias

FALS BORDA, O. 2002. Historia doble de la Costa. Resistencia en el San Jorge, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, Banco de la República y El Áncora Editores

HARVEY, D. 2003. The new imperialism. Oxford y New York, The Oxford University Press

MCCULLY, P, 2004. Ríos silenciados – Ecología y política de las grandes represas- . Buenos Aires. Editorial Proteger.

ROA AVENDAÑO, T., DUARTE, B., “Desarrollo hidroeléctrico, despojo y transformación territorial: El caso de Hidrosogamoso, Santander, Colombia”. En Arroyo, Aline y Boelens, Rutgerd, Aguas Robadas. Despojo Hídrico y Movilización Social. Quito, Agosto 2013, Abya Yala, Justicia Hídrica y el Instituto de Estudios Peruanos, IEP.

2010. Crisis alimentaria y la respuesta de los mundos locales, el caso de una organización de pescadores, campesinos e indígenas. Tesis de grado. Universidad Andina Simón Bolívar, Quito

SVAMPA, M., 2011.“Modelos de desarrollo, cuestión ambiental y giro eco-territorial”, En Alimonda, Héctor (coordinador), La Naturaleza colonizada. Ecología Política y minería en América Latina, Buenos Aires: Clacso

 


[1]. http://www.vanguardia.com/economia/local/307621-alertan-por-el-agua-usada-en-hidrosogamoso

[2]. .Ibid

[3]. En 2015, la Federación Nacional de Cacaoteros anunció la exportación de 1.000 toneladas de cacao de los municipios de San Vicente de Chucurí, El Carmen de Chucurí, Zapatoca y Betulia a países europeos (véase http://www.sanvicentedechucuri-santander.gov.co/noticias.shtml?apc=ccx-1-&x=1374095)

Publicado en Julio 01 de 2016| Compartir
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