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Experiencias locales

El Plan Maestro de Desarrollo Integral de la Cuenca Hidrográfica del Río Sinú (Córdoba)

ASPROCIG. , Agosto 19 de 2005, Este artículo ha sido consultado 8971 veces

La puesta en marcha, por parte del Estado colombiano del Plan Maestro de Desarrollo Integral de la Cuenca Hidrográfica del río Sinú (PMDICHS), durante la década de los noventas, originó una serie de transformaciones biofísicas en esta cuenca que han tenido una profunda incidencia en sus componentes, funciones y propiedades; creando un nuevo escenario para las comunidades locales (pescadores, campesinos e indígenas) que hoy la habitan.

Durante siglos, las comunidades y el río han coevolucionado hasta formar un sistema físicocultural interdependiente, en el que las relaciones productivas, los mitos y la organización social, se sincronizan con crecientes y estiajes del río; lo que determina los ciclos de abundancia y escasez en función del uso de la oferta ambiental. Si bien es cierto que este proceso coevolutivo ha estado mediado por grandes cambios naturales en la dinámica del río, los suscitados durante los últimos diez años en el Sinú, los cuales de origen antrópico, están produciendo una abrupta ruptura ¿irreversible? en la relación hombre – río; a diferencia de los cambios naturales, que suelen ser lentos. 

Este nuevo escenario regional, propiciado por un modelo de desarrollo depredador y excluyente, pone en serios riesgos la rica biodiversidad de la cuenca del río Sinú; incluyendo la cultura anfibia (Fals Borda, 1982) que durante siglos ha dado exitosos ejemplos de desarrollo sustentable. Sin lugar a dudas los beneficiarios de este nuevo escenario serán agentes externos, quienes están aliados con terratenientes locales y son favorecidos por un contexto social e institucional, caracterizado por la continua violación de los derechos humanos, lo que les permitirá monopolizar las bases materiales del desarrollo. 

ASPROCIG, es una organización comunitaria de base (OCB), de segundo grado, sin ánimo de lucro, conformada por grupos familiares de campesinos, pescadores e indígenas. La Asociación tiene su radio de acción en la ecoregión cuenca baja del río Sinú. Actualmente tiene presencia en siete municipios: Chimá, Cotorra, Purísima, Mómil, Lorica, San Antero y San Bernardo del Viento, departamento de Córdoba. 

Asprocig actualmente esta integrada por 42 grupos afiliados, con una población 1.094 familias (5.470 personas) y 63 grupos vinculados con 4.072 familias (27.654 personas). Los grupos asociados están integrados por familias, que en números de 10 a 12, viven en su mayoría en los humedales de la cuenca baja del río Sinú (ciénaga grande o margen derecha, margen Izquierda y zona delta); quienes se dedican a la pesca artesanal, elaboración de artesanías y agricultura de subsistencia.

 

Generalidades sobre la cuenca baja del río Sinú 

La cuenca hidrográfica del río Sinú tiene una área estimada de 16.607.5 km2 El río tiene una longitud de 340 kilómetros; se diferencian dos zonas: el alto Sinú, posee un área de casi 5.000 km2, es una región montañosa que comprende las aguas arriba de la Angostura de Urrá,; y la región del Valle del Sinú, situada en un valle aluvial, que a su vez se divide en dos secciones (medio y bajo Sinú). 

En la zona inferior de la cuenca, y durante la época de crecientes entre mayo y noviembre, el río alimenta un gran número de áreas bajas, ciénagas y pozas, que actúan como reguladores de caudal con un efecto de amortiguación de los picos de crecien­tes.  Existen dos sistemas lagunares que se suceden y colindan, la ciénaga Grande y la ciénaga Betanci.

La cuenca del río Sinú tiene una posición geográfica privilegiada al salir directamente al mar Caribe y estar relativamente cerca al océano Pacífico. Es considerada una de las cuencas con mayor biodiversidad en el mundo por interrelacionar a lo largo de sus 340 kilómetros de longitud, a cuatro zonas de vida: páramos, bosques húmedos, bosques secos y ciénagas - manglares.

El 70.2% del total de la población del departamento de Córdoba, habita en la cuenca del río Sinú en 16 municipios. El 60% de esta población vive en áreas rurales. Parte de la cuenca baja representa el territorio ancestral de los indígenas Zenú, ubicadas en los resguardos de San Andrés de Sotavento, San Pedro de Alcántara y Chimá en (Córdoba) y Sanpués en (Sucre).

La cuenca alta, que se comparte con el departamento de Antioquia, representa el territorio ancestral de los indígenas Embera Katios; territorio que hace parte de la gran ecoregión denominada Chocó-biogeo­gráfico, en la que se conserva uno de los últimos relictos de bosque húmedo tropical del Caribe colombiano: el parque nacional natural Para­millo.

La ecoregión cuenca baja del río Sinú, alberga el 80% de las ciénagas naturales anexas al río, las que suman un área aproximada de 150.000 hectáreas, incluyendo un estuario de 16.000 hectáreas. En esta ecoregión se concentra cerca del 90% de las familias dedicadas a la pesca artesanal de toda la cuenca. 

Los ecosistemas de humedales que hacen parte de esta ecoregión son muy diversos, encontrándose cuatro de los cinco grandes sistemas de humedales (Barbier; Acreman y Knowler, 1997), derivados de la definición oficial de la convención RAMSAR: estua­rinos, marinos, fluviales y palustres. Estos humedales cumplen un papel sumamente importante en la regulación natural del cause del río; acumulando los excesos de agua en época de lluvias y liberándola en época seca. Esta dinámica natural ha propiciado la coexistencia de una rica diversidad animal y vegetal, con una cultura autóctona llamada por algunos investigadores como “anfibia” (Fals Borda, 1982).

Por siglos, indígenas Zenú, campesinos y pescadores han convivido con estos ecosistemas realizando actividades de agricultura de subsistencia, pesca y caza. Además de la utilización de las ciénagas como medio de transporte, recreación, religiosidad y fuente de materia prima para la construcción de viviendas, utensilios y elaboración de artesanías.

Teniendo en cuenta las características biofísicas y culturales, es posible identificar tres zonas en la ecoregión del bajo Sinú: Zona Ciénaga Grande de Lorica, Zona Margen Izquierda y Zona Delta.

 

¿Cuál es el problema? 

Las vidas de miles de familias campesinas, pescadores e indígenas, de la cuenca hidrográfica del río Sinú, se encuentran gravemente afectadas por la construcción, llenado y operación del megaproyecto hidroeléctrico Urrá I. Su cultura, economía y hábitat vienen siendo degradados irreversiblemente desde 1996 cuando fue desviado el río Sinú para dar paso a la construcción de la gigantesca represa. 

A partir de todos estos cambios antrópicos, las poblaciones de peces nativos que sustentan la actividad pesquera en la cuenca fueron disminuyendo en forma progresiva, lo cual afectó la economía agraria de subsistencia de miles de familias que dependen de ella. 

Además, el Estado colombiano puso en marcha a principios de la década del noventa, el “Plan Maestro de Desarrollo Integral de la Cuenca Hidro­gráfica del río Sinú” (PMDICHS), como parte de la estrategia de desarrollo económico para el Caribe colombiano. La formulación estuvo a cargo del Departamento Nacional de Planeación y la Corporación Autónoma Regional para el Desarrollo de los Valles del Sinú y San Jorge (CVS), con el auspicio financiero del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y la asesoría técnica de la firma francesa SCET – Internacional. 

El citado PMDICHS pretende propiciar el desarrollo económico y social de esta región a partir de una serie de megaproyectos que, a su juicio, facilitarán la agroindustrialización de la región e inserción en los mercados regionales y mundiales. Entre estos se destacan: la construcción y operación de la hidroeléctrica Urrá I y II, la construcción de un puerto de aguas profundas cerca de la bahía de Cispatá, la construcción de 15 grandes distritos de riego en toda la cuenca, la conexión de esta región con la de Urabá a través de la carretera “Marginal de la Costa”, el desarrollo de la industria camaronera, los sumideros de carbono, mediante la siembra de grandes áreas de monocultivos forestales en la Cuchilla de Cispatá y también el desarrollo de la infraestructura turística en la región. Estos megaproyectos, representan para la cuenca hidrográfica del rió Sinú una amenaza en la degradación ambiental del territorio, e impactos socioeconómicos para la población. 

Como se puede inferir fácilmente, la implementación del megaproyecto hidroeléctrico URRA I ¿y II?, que es la fase final proyectada, es considerada una obra estratégica para los inversionistas de la región, puesto que permite una regulación del cause del río Sinú y la simultánea producción de energía eléctrica. Esto hace evidente una indudable interrelación entre el PMDICHS y el Plan de Desarrollo Hidroeléctrico del Alto Sinú (Urrá I y II), planes que son presentados por el gobierno, deliberadamente ante la opinión pública de manera separada. 

Es importante señalar que la ejecución del PMDICHS no tiene como “impulsor” a una institución estatal o privada concreta, a la que se le puedan atribuir claramente responsabilidades específicas. Por lo contrario, sus acciones han sido fragmentadas y retoma­das para su ejecución, con un cierto grado de incoherencia, por entidades estatales y privadas con intereses en la cuenca. Sin embargo, si se analiza algunos proyectos estatales y de la empresa privada durante la última década, se puede observar un alto grado de coherencia y consecuencia alarmante con dicho PMDICHS; develando una “mano invisible” que lo impulsa con sorprendente rapidez. 

La culminación del proyecto hidroeléctrico URRA I, pese a la gran oposición generada no sólo ha dado origen a una serie de impactos ambientales y sociales en la totalidad de la cuenca, sino que abre el camino para la implementación definitiva del PMDICHS.

A principios de 1991 se desató un proceso sistemático, con el uso inclusive de métodos violentos, de apropiación ilegal por parte de agentes externos, de una franja de tierra de aproximadamente 6.000 hectáreas, ubicada en la zona de amortiguamiento natural del complejo lagunar Ciénaga Grande. Cientos de familias campesinas que tradicionalmente hacen uso de esta zona, han venido enfrentando desde entonces diversas formas de presión que tienen como objetivo desalojarlos de ese lugar. La culminación y puesta en funcionamiento de la hidroeléctrica URRA I, a finales de 1999, dejó claro que esta franja no volverá a inundarse con las crecientes del río; lo que explica el interés de “fuerzas oscuras” en apropiarse a sangre y fuego de ese territorio. Revisando las proyecciones del PMDICHS, exactamente en esa misma zona se plantea la construcción de grandes distritos de riego y obras complementarias para la ampliación de la frontera agrícola y ganadera. 

En la actualidad, ha aumentado el desalojo forzado y sistemático de la región, de las familias campesinas e indígenas que durante siglos han ocupado estos territorios y quienes han realizado un uso y manejo sostenible de las extensas y variadas áreas de humedales, especialmente las áreas de la margen izquierda del río Sinú y de la zona Delta del río. 

Todos estos cambios generados por la construcción de Urrá, han alterado las características biofísicas y culturales de la ecoregión de la cuenca baja del río Sinú, que la hacen supremamente frágil y vulnerable a cambios hidrológicos del río, afectando las actividades de pesca y agricultura de la población campesina e indígena. 

Adicionalmente los efectos que se derivarán de la imposición del PMDICHS, se traducirán en problemas concretos como: 

•    Cambios severos en las características físicas, químicas y biológicas de los humedales. 

•    Degradación de los suelos de la zona Delta, por penetración progresiva de la cuña salina y por el poco transporte de sedimentos del río. 

•    Disminución progresiva de los recursos pesqueros continentales y marinos costeros.

•    Deterioro de las áreas de manglar por bajo nivel de intercambio de agua dulce. 

•   Desecación parcial o definitiva de áreas naturales de amortiguamiento en los humedales. 

•    Pérdida de biodiversidad y de los sistemas tradicionales de producción. 

•    Bajo rendimiento de cultivos transitorios de subsistencia realizados por campesinos e indígenas en zonas de amortiguamiento de humedales, debido al descenso del nivel freático y al bajo nivel de transporte de sedimentos. 

•    Presión sobre la propiedad de la tierra y despojo de tierras, en áreas de alto interés económico (cultivo de camarones, agricultura intensiva, plantaciones forestales y ganadería). 

•    Desplazamiento de la población rural a los centros urbanos. 

•   Erosión cultural y pérdida se la soberanía alimenta­ria de las comunidades campesinas.

Este nuevo escenario regional, propiciado por un modelo de desarrollo depredador y excluyente, pone en serios riesgos la rica biodiversidad de la cuenca del río Sinú; incluyendo la cultura anfibia (Fals Borda, 1982) que durante siglos ha dado exitosos ejemplos de ocupación y desarrollo sustentable. Sin lugar a dudas los beneficiarios de este nuevo escenario serán agentes externos, quienes están aliados con terratenientes locales, los cuales se ven favorecidos por un contexto social e institucional caracterizado por la continua violación de los derechos humanos, lo que les permitirá monopolizar las bases materiales de este modelo de “desarrollo”. 

El progresivo deterioro de los recursos naturales en los humedales de la cuenca baja del río Sinú, en lo correspondiente a su flora, fauna‑pesca, agua y suelo es preocupante por que sus orígenes son complejos; a pesar de que desde hace seis años aproximadamente las comunidades afiliadas y vinculadas a Asprocig, vienen realizando labores de conservación y uso racional de los recursos pesqueros y forestales en algunos humedales. 

La causa antrópica externa más importante en la degradación de estos humedales, tiene su origen en la construcción y operación del proyecto hidroeléctrico Urrá I. El simple señalamiento del proyecto como “viable” a principios de los años ochentas dió origen a una tala indiscriminada de bosque en el parque nacional Nudo de Paramillo, en el área que iba a ser inundaba por el proyecto, por parte de colonos que buscaban un asentamiento para luego venderle al Estado.

Esta acción ocasionó, por el lavado de suelos, una alta tasa de sedimentación de los causes naturales de los caños que comunican estos humedales con el río Sinú, impidiendo así el normal flujo de agua dulce desde el río y por consiguiente el repo­blamiento natural con larvas de especies ícticas nativas, además de ocasionar serios deterioros en los flujos de energía que dinamizan el sistema. Como consecuencia directa de esta situación disminuyó la producción pesquera, aumentó considerablemente las poblaciones de plantas vasculares acuáticas e inició un progresivo deterioro físicoquímico del agua. 

Actualmente la regulación del cause del río Sinú por el funcionamiento del proyecto hidroeléctrico representa una de las mayores amenazas para el futuro de estos ecosistemas y de las poblaciones humanas que históricamente han inte­rac­tuado con ellos, debido a que deteriora aún más el flujo de agua del río hacia la ciénaga y viceversa.

También es importante señalar como factores antró­picos de deterioro de los humedales, la desecación; la cual tiene su origen en la expansión ilegal de la frontera agrícola y ganadera por parte de terratenientes de la región, que pugnan diariamente por mantener su control, pese a que una sentencia de la Corte Constitucional (T-194/99) define a estos ecosistemas como bienes de uso público. La degradación de estos eco­sistemas, es la principal causa de deterioro de la calidad de vida de las poblaciones de campesinos, pescadores e indígenas que habitan sus alrededores, traduciéndose en problemas concretos como inseguridad alimentaria, sobre­explotación de recursos naturales y migración hacia grandes centros urbanos.

 

Estrategias y acciones

Asprocig, como organización comunitaria de base, que agrupa aproximadamente 6.000 familias de campesinos, pescadores e indígenas de la ecoregión cuenca baja del río Sinú, ha diseñado un proyecto y acciones que pretenden hacerle frente, en su ámbito territorial, al escenario y a la problemática descrita. Se pretende entre otros aspectos: fortalecer los caminos alternativos en los que confluyan simultáneamente la restauración y manejo integral de los ecosis­temas de humedales, fortalecer la instituciona­lidad de las comunidades de base, la equidad de género y generacional, y la investigación acción participativa que valore el conocimiento tradicional y genere nuevos conocimientos. Estas estrategias, son respuestas de las mismas comunidades afectadas por las políticas gubernamentales y los planes de desarrollo impuestos en la región, en donde se recoge la estrategia global de la investigación acción participativa, que busca promover una agricultura agroecológica basada en los agroecosistemas naturales y que está orientada a contribuir a la promoción de una agricultura para la vida. 

Asprocig está implementando una propuesta de desarrollo rural territorial alternativa, que busca a partir del contexto local, fortalecer las economías agrarias de subsistencia, además está orientada a mejorar la calidad de vida de los habitantes, en la ecoregión cuenca baja del río Sinú. Todas estas economías agrarias de subsistencia se sustentan en las áreas de humedales de régimen abierto, áreas de amortiguamiento y áreas de escorrentías. La propuesta general y los planes de trabajo están diseñados para actuar en cada una de estas áreas, observando sus profundas diferencias pero a su vez asumiendo su inter­dependencia. 

El diseño de esta propuesta se mueve en el marco de dos áreas de trabajo: 

1.  Área de Desarrollo institucional: involucra actividades relacionadas con los programas de administración y desarrollo organizativo, acción insti­tucional y promoción campesina. 

2.  Área Agroambiental: se trabajan los programas de agricultura alternativa y manejo de patios, acuicultura alternativa, restauración biofísica y conservación de humedales. 

En el marco de todas estas estrategias, la organización también viene desarrollando encuentros locales y regionales, recorridos, actos simbólicos, ferias agro­ecológicas, mesas de trabajo local y regional y campañas de divulgación nacional e internacional sobre la problemática, las acciones y las propuestas que viene impulsando Asprocig. 

 

Metodología de trabajo

Para este caso la organización viene desarrollando una metodología de acción basada en resultados, llamada metodología “Z”, la cuál está ajustada al contexto local del territorio, y funciona como una estrategia pedagógica, donde se trabajan los siguientes elementos:  

•    Manejo y uso del suelo.

•    Recuperación y conservación de semillas criollas. 

•    Capacitación. 

•    Defensa del territorio. 

•    Integración de las familias.

•    Trabajo con las escuelas que hacen parte de la comunidad. 

•    Sistema de producción agroecoló­gica.

•    Biodiversidad local. 

•    Grupos de plantas de importancia local, entre otros. 

La metodología “Z” se implementa en las catorce comunidades agroecológi­cas, ubicadas en las tres zonas, en donde Asprocig tiene su área de influencia. En cada comunidad agroeco­ló­gica existe una espiral o escuela agroecológica, que son espacios de capacitación abierta para miembros de grupos afiliados, inscritos a la espiral, los cuales han decidido en forma voluntaria aplicar en sus patios o parcelas los principios de la agroecología. En las espirales se discuten las dificultades presentes en los agroecosiste­mas (patios o parcelas) y se buscan soluciones colectivas a través del intercambio de saberes, estimulando la solidaridad, el dialogo inter­ge­neracional y la integración de las familias. En cada espiral agroecológica existe un comité de seguimiento, quien es el encargado de realizar las visitas periódicas a los agroecosistemas y presentar un informe en cada reunión de Espiral. 

Así mismo existe un comité de comercialización que visita a cada agroecosistema certificado por la organización, este comité lleva el registro de la producción, recolecta y clasifica los productos para finalmente enviarlos al centro de acopio que posee Asprocig. Los agroecosistemas inscritos en las espirales se evalúan cada seis meses con unos indicadores previamente establecidos con el equipo de apoyo de la organización. A los agroecosistemas que alcancen el 75% o más de los indicadores de evaluación, se les entrega un certificado agroecoló­gico el cual los acredita para enviar los productos excedentes, al centro de acopio; además, se les entrega un incentivo en herramientas de trabajo y el grupo puede aspirar a préstamos que suministra un fondo de crédito agroecológico “FCA”. 

La organización, en el marco de la discusión sobre las certificaciones agroecológicas, viene trabajando la metodología de “certificación de confianza”, la cual consiste en la formación de un equipo de evaluadores previamente seleccionados de los grupos comunitarios de base el cual trabaja con 27 indicadores para patios y 29 indicadores para parcelas agrícolas, que son los parámetros sobre los cuales se procede a realizar la evaluación. Para el segundo semestre del año 2004, se evaluaron 234.419 m2 de áreas de patios y se certificaron un total de 190.144 m2, lo que equivale el 63.7% del total de los socios inscritos en las espirales agroecológicas. En los dos primeros años de funcionamiento de la metodología Z, para el caso de las parcelas, se evaluaron 1.167.180 m2 y se certificaron 702.000 m2. 

 

Dificultades 

En el desarrollo del trabajo, orientado a garantizar la soberanía alimentaria de las comunidades campesinas de la región del Bajo Sinú, se han identificado las siguientes dificultades: 

•    Limitado acceso sobre la tierra por parte de las familias campesinas. 

•    Poca área disponible para producción agroeco­­lógica; es decir el aumento de la demanda y el consumo de productos agroecológicos, proveniente del sistema de comercialización, con relación a la producción. 

•    El desarrollo de la propuesta en zonas de conflicto, que dificulta los procesos de producción y de comercialización. 

•    La salinización y pérdida de fertilidad de los suelos por causa de los megaproyectos que limitan los ciclos hidrológicos naturales. 

•    Inestabilidad en el cause natural del río Sinú, que causan procesos de erosión y sedimentación.

 

 Logros 

•    Surgimiento de más organizaciones en las zonas y con mayor presencia en el territorio. Fortalecimiento de las OCB, (organizaciones comunitarias de base). 

•    Divulgación y sensibilización de la población campesina sobre la problemática a nivel local, regional, nacional e internacional. 

•    Desarrollo de mesas de trabajo y coordinación local y regional.

•    Recuperación, conservación y manejo de la bio­diversidad, como base de los sistemas tradicionales de producción y la soberanía alimentaria. 

 

Proyección

•    Promoción e implementación de la propuesta de desarrollo rural territorial en el contexto local. 

•    Defensa del territorio y de las comunidades locales y protección de los recursos naturales frente a los intereses de privatización y expropiación de los recursos. 

•    Trabajos que permitan la conservación y manejo sustentable de los humedales de la cuenca del Bajo Sinú.

•    Fortalecimiento de las economías agrarias de subsistencia y la economía familiar. 

Publicado en Agosto 19 de 2005| Compartir
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