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Experiencias Locales

El buen vivir en la relación campo-ciudad

Francisco Restrepo, Colombia, Agosto 20 de 2013, Este artículo ha sido consultado 1205 veces

Agrosolidaria surge de una sumatoria de preguntas que se hicieron un grupo de personas asociadas a los movimientos sociales y populares, hace casi de treinta años, sobre hacia donde podían enfocarse el ímpetu de liderazgo comunitario que surgía en esos momentos y todas las inquietudes concluían en que las injusticias en Colombia coyunturales e históricas nacieron en la forma como se venía tratando al campesinado, los indígenas y pobladores rurales y que por tanto allí había que hacer un gran esfuerzo.

En su indagación se acercaron a experiencias latinoamericanas, que se habían formulado las mismas preguntas y estaban en el proceso de generar bienestar en las zonas rurales. Experiencias como Maquita Cusunchic, Comercializando como Hermanos, el Salinerito en el Ecuador; la Central de Servicios Cooperativos del Estado Lara, en Barquisimeto, Venezuela (CECOSESOLA); la Red de Comercialización Comunitaria (COMAL) en Honduras; la Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores (UATRE) les proporcionaron las herramientas para conformar una experiencia propia de organización que lograra que los trabajadores del campo pudieran vivir dignamente. Con estos insumos se logró construir una estructura focalizada en Tibasosa y Sogamoso, que pronto se expandió a otros municipios de Boyacá, como Socotá, Jericó, Tipacoque, Gameza, Tota que lograron integrar una red. Según Mario Bonilla, director de Agrosolidaria, “El nombre nos explica nuestro fin de buscar soluciones solidarias al campo, pero en el imaginario existen la tendencia a confundir la solidaridad con la caridad o la generosidad. Solidaridad es ser sólido, recíproco. Uno puede ser generoso y caritativo como individuo pero la solidaridad es un concepto social”.

El modelo de Agrosolidaria plantea un circuito basado en cinco eslabones: 1. Finanzas solidarias 2. Producción asociativa y agroecológica 3. Transformación asociada 4. Distribución solidaria 5. Consumo consciente y responsable “En algunas seccionales del país, está más desarrollado más que en otras, en algunas está construido el circuito completo en otras dos o tres eslabones”. Boyacá debido al trabajo y la reiteración, logró por completo construir en muchos municipios el circuito y este modelo pronto se diseminó por todo el país. La estructura está basada en principios federativos, por lo cual se promueve un modelo descentralizado, con autonomías propias y a la vez interdependencias asociadas, “actuar como uno, siendo muchos”, una unidad de nombre y una diferenciación del apellido, por eso Agrosolidaria-Tibasosa y Agrosolidaria- Riohacha son estructuras autónomas administrativas y financieras comunes, pero con singularidades filosóficas y axiológicas. En ese orden, el trabajo inicia en la familia, cuando en el modelo instituido se busca romper las relaciones familiares. La idea es juntar a la familia, motivar una herencia en los procesos, con lo cual el trabajo y la unidad familiar puedan sostenerse en el tiempo.

Luego vienen los grupos asociativos divididos por productos, procesos y servicios. Por producto se conforman grupos asociativos, es el caso de la quinua, organizados como productores de quinua, pero pueden existir casos de asociativos genéricos, como los cultivadores de hortalizas, donde pueden encontrarse veintenas de productos diferentes. Por proceso, son grupos asociativos de transformación que toman un producto y le hacen cualquier tipo de mejoramiento y por servicio, donde a la vez encontramos finanzas solidarias y distribución. En Agrosolidaria no se habla de intermediarios, sino de distribuidor justo, por eso su lema es “precio justo para el productor, precio justo para el consumidor, margen justo para el distribuidor”.

En este sentido se promueve una distribución constante y ágil que permite a los productores llegar sostenidamente a los consumidores. Esta dinámica de trabajo diario conlleva a que los alimentos perecederos, como la mora, que si en tres días no llega al consumidor se pierde, o los huevos que no pueden durar muchos días almacenados, lleguen a su destino. Actualmente Agrosolidaria se encuentra distribuida en 17 departamentos, con una red en construcción “donde se teje y se desteje a diario, un proceso de construcción con una perspectiva de permitir caminar a muchas personas”. En su análisis del campo colombiano, Mario Bonilla sostiene que en la zona andina existe una cultura solidaria agroalimentaria, por la densidad de población campesina. Eso explica la expansión de Agrosolidaria en Nariño, Cauca, Huila, Tolima, Risaralda, parte del Valle, Caldas, Quindío, Boyacá, Santanderes y Cundinamarca. En contraste, la Costa Atlántica, Orinoquia, Caquetá, Amazonas, y el Putumayo debido al desarrollo del conflicto armado se ha afectado el tejido social y las confianzas, mermando las solidaridades.

Existe en estas zonas otra motivación, la locomotora minera que viene desestimulado la producción de alimentos, pagando jornales muy altos, que llevan a los jóvenes a desvincularse de las labores del campo y resolviendo en corto plazo, las necesidades de estas personas. Fortalecimiento local La idea de cooperativismo que despegó en los años sesenta y que promovía este tipo de asociaciones de consumidores, no prosperó en Colombia por la coyuntura de la guerra. Los intentos de redes se desligaron de la fidelidad de los consumidores y hoy quedan en pie muchos lugares físicos como las plazas, en los que encontramos esporádicos productos y consumidores. Los lazos solidarios estuvieron rotos por mucho tiempo y poco a poco asistimos a una época en que se recomponen, pues la relación campo-ciudad, basada en principios solidarios, da beneficios recíprocos. Agrosolidaria ha marcado con su trabajo un interés por promover el consumo de productos agroecológicos en las zonas rurales. “Nuestra idea es fortalecer mercados locales, por eso nuestro sistema en Bogotá no es tan fuerte. Creemos que lo producido en las seccionales, no debe recorrer grandes distancias con el pretexto de mejores precios. Hay una decisión política en vender localmente, tener ese compromiso de kilómetro corto. En la ecología se va más allá del cuidado del cultivo y la cosecha, el enfoque se pregunta si es necesario recorrer 240 kms para entregar un producto, cuando estos los podemos vender a treinta o cuarenta kms a la redonda, por el tema del impacto, el uso de empaques, las cadenas de frio, la gasolina, etc”.

En esta medida, resulta prioritario el acercamiento a los productores del anillo de Bogotá-Región. Bogotá, una ciudad de nueve millones de habitantes requiere de comer sano. Desde Agrosolidaria se está planteando una agricultura ecológica para Bogotá que debe desarrollarse en su anillo más cercano de municipios vecinos. Contrario a la visión de los mercados campesinos, que sostienen la idea de que los agricultores puedan vender sus productos en Bogotá directamente. Según Mario Bonilla, “esto es una imposibilidad, es un acto intermitente e insostenible en el tiempo”. Para Agrosolidaria, Bogotá requiere grupos asociativos de distribución y consumo, conscientes, justos y solidarios, construidos por los consumidores en alianza con los productores del campo. Grupos con una organización y logística para estar recibiendo sostenidamente unos productos y distribuirlos con la continuidad y velocidad requerida para que el capital regrese al campo en esa misma celeridad de tiempo. “El productor debe dedicarse a producir, el distribuidor a distribuir, generando solo un eslabón de distribución pues la injusticia en el modelo no es que existan los intermediarios, sino que hay muchos que encarecen los productos y rebajan las ganancias de los productores”. Consumo sano Agrosolidaria trabaja actualmente en el tema del consumo, donde se deben redoblar esfuerzos y se requiere un trabajo especializado.

Al revisar históricamente la mayoría de programas planteados tanto por las ONGs como el gobierno se centran en organizar la producción y los productores y sobre la oferta hay muchas metas superadas. Sobre la demanda en las ciudades, en cambio, falta mucho por hacer y son pocas, e inexistentes casi, las experiencias en organización de los consumidores. Agrosolidaria ha sido pionera en este aspecto. “Estamos organizando los consumidores para que exista una relación complementaria y armónica con la demanda” y se pregunta Mario Bonilla, “¿De qué sirve la producción solidaria si ingresa a un mercado libre e insolidario?”. Falta mucho trabajo, pero apuestan a que se establezcan en un futuro cercano organizaciones de consumidores que fomenten las relaciones por medio de una demanda alimentaria con las organizaciones de productores y que estos vínculos generen espacios que conlleven a un comercio popular y justo. Significa asociaciones de consumo responsable y solidario, lazos de acercamiento de los procesos, redes entre productores y consumidores agrupados que generen espacios y que conlleven a administrar puntos de distribución y nuevas alternativas de economía justa y solidaria en las ciudades. La producción agroalimentaria tiene también unos elementos fundamentales: la tierra, el agua, las semillas y los agricultores, todos a un mismo nivel de importancia. Por eso el consumidor debe estar consciente que invertir en estos procesos es defender el agua, las semillas, la sostenibilidad del trabajo de cientos de generaciones de agricultores. “Tenemos un gran reto como sociedad, pues la diversidad gastronómica se está perdiendo, y hay una tendencia a una pobreza alimentaria en los consumidores. La presión es tan poderosa, como la ejercida por las multinacionales de semillas. Los agricultores que cuidan semillas de tubérculos andinos, como la ruba, los cubios, la soca, dejan de encontrar mercados, las demandas que tenían anteriormente han menguado y de esta forma el cocido boyacense se está reduciendo a dos o tres tipos de papa, frijoles y maíces, cuando antes era de una gran variedad”.

Publicado en Agosto 20 de 2013| Compartir
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